josé antonio salazar mejía
ALGUNOS APODOS DE NUESTROS PUEBLOS
De la tradición popular.
Todos los pueblos de Ancash tienen sus sobrenombres. Si bien nos hemos regodeado en tradiciones anteriores con los versos que cantan a los pueblos del Callejón de Huaylas, en la zona de Conchucos existen sobrenombres o apodos de los pueblos que causan hilaridad y sorna pues describen las características más notorias y la idiosincrasia de cada pueblo ancashino.
Es el caso de los huarinos, Huari es una provincia muy bella, capital de Conchucos Bajo y sede de una gran tradición cultural. A los huarinos se les conoce por mishicancas, es decir come gatos. Y bien que hacen honor a ese nombre. Desde siempre se ha comido gato en Huari y en los últimos tiempos lo hacen ya como una atracción turística. En la plaza Vigil de Huari la fuente está adornada por cuatro hermosos gatos y hay hasta dos restaurantes especializados en preparar potajes en base a ese simpático felino. ¡Nada que ver en Huari con la disposición que en Ica prohíbe el festival del Curruñau!
En Pomabamba, el barrio tradicional de Cañarí tenía como patrona a la Virgen de las Mercedes y hasta mediados del siglo pasado la veneraban con especial fervor. Pero un accidente provocado por los mismos feligreses hizo que se quemara la imagen de la patrona del barrio. Desde entonces se les llama Santo kuwaj. Para borrar el bochorno los cañarinos se quedaron con un solo patrón, San Juan Bautista. El otro barrio tradicional, de Convento, siempre mantiene como patrón a San Francisco de Asís.
En Corongo donde la fiesta del 29 de junio es proverbialmente hermosa, tenían la costumbre de pelearse durante la procesión del patrón San Pedro y en una de esas le asestaron tal pedrada a la imagen que el pobre santo patrón quedó descabezado. De allí el origen del terrible mote que se les endiga a los coronguinos: matasanpedro.
Tucrufusil es el apodo de los de los sanluisinos. Vaya a averiguar usted por qué.
Sopla coca es el sobrenombre con que se conoce a los habitantes de Cabana, pues son muy aficionados a chacchar la coca. A los de Pallasca se les conoce con el mote deChupabarro por lo fatigoso que son sus caminos en tiempo de lluvia.
A los piscobambinos se les conece por putaga bandera rayán pistola. Narran los pueblos vecinos que en Piscobamba había gente muy especial y presumida. Andaba con hojas de acelga como si fueran banderas y tenían un pedazo de sauco que agitaban cual peligrosa pistola.
Chacasino mancacarga es un bravo remoque con que se les conoce a los habitantes de la capital de la provincia de Asunción. Todo ello porque en Chacas preparaban antiguamente enormes ollas y tinajas para guardar vino y era tradicional ver llegar a los pueblos del Callejón de Huaylas a los chacasinos llevando en hombros sus tremendas ollas. Entonces la gente que les comraba solía decir, ya llegaron los mancacarga.
Trancapuerta es el apodo de los sihuasinos. Todo nace de la antigua rivalidad que existía entre pallasquinos y sihuasinos. Ambos pueblos se disputaban la primacía regional en todos los ámbitos, incluso en el deporte. En una oportunidad, disputaban un partido de futbol las representaciones de ambos pueblos en Sihuas, cuando al final del partido el triunfo favoreció a los pallasquinos, en revancha por la derrota, desaparecieron los dueños de las casas en donde los pallasquinos habían sido alojados. Por más que tocaban las puertas nadie les abría. No pudiendo recoger sus pertenencias tuvieron que retornar a Pallasca con la indumentaria deportiva puesta y dejando a los sihuasinos el triste mote de trancapuerta.
Alac siqui es el apodo de los de Piscobamba por el frío que se siente en la zona. Cómo este apodo les ha puesto sus vecinos los pomabambinos a ellos les dicen, allí vienen los de Pomabamba, los caca lazo, haciendo alusión a que son malos jinetes, amigos de lo ajeno.
Mapallillín se les dice a los de Llamellín, esto sale de los cajaibambinos, sus vecinos huanuqueños que nos tienen mucha voluntad.
Y no se quedan atrás los pueblos del Callejón de Huaylas. A los capitalinos se les llama Huasino cargatocino, en señan a su particular descuido en el vestir, ya que llevaban los sacos sin lavar por mucho tiempo y les brillaba de grasa el cuello.
A los de Reuay se les conoce como caca lazo. Por su ya tradicional apego a las cosas ajenas, especialmente al ganado del prójimo. Ellos se defienden diciendo que se les debe decir en todo caso shonqo sua, por su gran amor al sexo débil.
A la gente del Callejón, los huarasinos les dicen en tono burlón shaquish. Esto debido a que gustan mucho de tomar sopas de harina de trigo, de habas, o de arvejas.
Finalmente, a los habitantes de la zona de Las Vertientes también se les endilgan apodos muy peculiares. Empezando por Aija en donde a sus habitantes se les llama habas por el gusto que tienen en cultivar esa gramínea.
Todos los pueblos de Ancashtienen sus sobrenombre y apodos. Esa es parte de nuestra idiosincrasia, una especie de bulling cultural que ha existido desde antiguo y que es algo muy necesario. Pues esto alivia conflictos y tensiones. El llevar nuestras disputas al plano burlesco, impide que lleguemos a las manos, a tratar de solucionarlos por la fuerza o con agresiones físicas que son muy dañinas. Veamos nomás cómo en pleno siglo XXi en el África, en Asia y en Europa, la gente se mata por conflictos interétnicos. Eso nunca va suceder entre nosotros.
José Antonio Salazar Mejía
Todos los pueblos de Ancash tienen sus sobrenombres. Si bien nos hemos regodeado en tradiciones anteriores con los versos que cantan a los pueblos del Callejón de Huaylas, en la zona de Conchucos existen sobrenombres o apodos de los pueblos que causan hilaridad y sorna pues describen las características más notorias y la idiosincrasia de cada pueblo ancashino.
Es el caso de los huarinos, Huari es una provincia muy bella, capital de Conchucos Bajo y sede de una gran tradición cultural. A los huarinos se les conoce por mishicancas, es decir come gatos. Y bien que hacen honor a ese nombre. Desde siempre se ha comido gato en Huari y en los últimos tiempos lo hacen ya como una atracción turística. En la plaza Vigil de Huari la fuente está adornada por cuatro hermosos gatos y hay hasta dos restaurantes especializados en preparar potajes en base a ese simpático felino. ¡Nada que ver en Huari con la disposición que en Ica prohíbe el festival del Curruñau!
En Pomabamba, el barrio tradicional de Cañarí tenía como patrona a la Virgen de las Mercedes y hasta mediados del siglo pasado la veneraban con especial fervor. Pero un accidente provocado por los mismos feligreses hizo que se quemara la imagen de la patrona del barrio. Desde entonces se les llama Santo kuwaj. Para borrar el bochorno los cañarinos se quedaron con un solo patrón, San Juan Bautista. El otro barrio tradicional, de Convento, siempre mantiene como patrón a San Francisco de Asís.
En Corongo donde la fiesta del 29 de junio es proverbialmente hermosa, tenían la costumbre de pelearse durante la procesión del patrón San Pedro y en una de esas le asestaron tal pedrada a la imagen que el pobre santo patrón quedó descabezado. De allí el origen del terrible mote que se les endiga a los coronguinos: matasanpedro.
Tucrufusil es el apodo de los de los sanluisinos. Vaya a averiguar usted por qué.
Sopla coca es el sobrenombre con que se conoce a los habitantes de Cabana, pues son muy aficionados a chacchar la coca. A los de Pallasca se les conoce con el mote deChupabarro por lo fatigoso que son sus caminos en tiempo de lluvia.
A los piscobambinos se les conece por putaga bandera rayán pistola. Narran los pueblos vecinos que en Piscobamba había gente muy especial y presumida. Andaba con hojas de acelga como si fueran banderas y tenían un pedazo de sauco que agitaban cual peligrosa pistola.
Chacasino mancacarga es un bravo remoque con que se les conoce a los habitantes de la capital de la provincia de Asunción. Todo ello porque en Chacas preparaban antiguamente enormes ollas y tinajas para guardar vino y era tradicional ver llegar a los pueblos del Callejón de Huaylas a los chacasinos llevando en hombros sus tremendas ollas. Entonces la gente que les comraba solía decir, ya llegaron los mancacarga.
Trancapuerta es el apodo de los sihuasinos. Todo nace de la antigua rivalidad que existía entre pallasquinos y sihuasinos. Ambos pueblos se disputaban la primacía regional en todos los ámbitos, incluso en el deporte. En una oportunidad, disputaban un partido de futbol las representaciones de ambos pueblos en Sihuas, cuando al final del partido el triunfo favoreció a los pallasquinos, en revancha por la derrota, desaparecieron los dueños de las casas en donde los pallasquinos habían sido alojados. Por más que tocaban las puertas nadie les abría. No pudiendo recoger sus pertenencias tuvieron que retornar a Pallasca con la indumentaria deportiva puesta y dejando a los sihuasinos el triste mote de trancapuerta.
Alac siqui es el apodo de los de Piscobamba por el frío que se siente en la zona. Cómo este apodo les ha puesto sus vecinos los pomabambinos a ellos les dicen, allí vienen los de Pomabamba, los caca lazo, haciendo alusión a que son malos jinetes, amigos de lo ajeno.
Mapallillín se les dice a los de Llamellín, esto sale de los cajaibambinos, sus vecinos huanuqueños que nos tienen mucha voluntad.
Y no se quedan atrás los pueblos del Callejón de Huaylas. A los capitalinos se les llama Huasino cargatocino, en señan a su particular descuido en el vestir, ya que llevaban los sacos sin lavar por mucho tiempo y les brillaba de grasa el cuello.
A los de Reuay se les conoce como caca lazo. Por su ya tradicional apego a las cosas ajenas, especialmente al ganado del prójimo. Ellos se defienden diciendo que se les debe decir en todo caso shonqo sua, por su gran amor al sexo débil.
A la gente del Callejón, los huarasinos les dicen en tono burlón shaquish. Esto debido a que gustan mucho de tomar sopas de harina de trigo, de habas, o de arvejas.
Finalmente, a los habitantes de la zona de Las Vertientes también se les endilgan apodos muy peculiares. Empezando por Aija en donde a sus habitantes se les llama habas por el gusto que tienen en cultivar esa gramínea.
Todos los pueblos de Ancashtienen sus sobrenombre y apodos. Esa es parte de nuestra idiosincrasia, una especie de bulling cultural que ha existido desde antiguo y que es algo muy necesario. Pues esto alivia conflictos y tensiones. El llevar nuestras disputas al plano burlesco, impide que lleguemos a las manos, a tratar de solucionarlos por la fuerza o con agresiones físicas que son muy dañinas. Veamos nomás cómo en pleno siglo XXi en el África, en Asia y en Europa, la gente se mata por conflictos interétnicos. Eso nunca va suceder entre nosotros.
José Antonio Salazar Mejía