james m. lópez padilla
ANTES´ Y ´DEPUÉS´ DE NUESTROS PUEBLOS
Así, de tanto trajinar en el tiempo y el espacio, nuestros pueblos han ido encontrando y construyendo su ser socio histórico, cuyo amoldamiento fue obra de su sabiduría y experiencia de vivir en comunidad.
Ahora, desafiantes, ante los retos del futuro, en tiempos de la llamada sociedad del conocimiento, retoman la dirección de su destino, quizás coincidiendo con el dicho: “Caminante, camino se hace al andar”.
Así, de trascendentes, con lecturas de sus nombres propios, de toponimias como Cajatambo de Lima; Chiquián y Ocros de Ancash, trazando divisorias administrativas en vastos territorios andinos entre estos dos departamentos contiguos; para luego amalgamarse en un todo único demográfico, con provincias costeñas de Barranca, Huacho, Huaral y Chancay, rivereñas del mar Pacífico que mira al continente Asiático.
Pueblos que en ese trajinar han hecho historia desde sus tiempos precolombinos con la presencia milenaria de la Cultura Caral y posteriores sucesiones que se expandieron al norte del Perú, como las culturas de Sechín, Mochica y Chimú. Así, sacudiéndonos de la estagnación perversa de un vivir macilento e inútil del ´antes´, vamos marcando pasos decisivos del ´después´, renacido y renovado, para configurar nuestras estructuras y superestructuras que nos legaron con su trabajo y conocimientos nuestros antepasados.
Buscando siempre valores materiales y espirituales en que sustentar nuestro futuro, con nuevos alientos de desarrollo y progreso que vienen de economías emergentes del otro lado del Pacífico, allende los mares.
Así, el Norte Chico como un “abarcador de realidades sociales”, desde su formación milenaria siempre ha sido un componente de lo andino y yunga y no por cierto, haya perdido esa esencia étnica en el curso de su evolución de origen sincrético e idiosincrasia concomitante; además, si hay que tener en cueta la migración constante entre comarcas por razones de culto religioso y el intercambio de recursos naturales a través de cuencas hidrográficasjugaremos que convergen al Pacífico; interactuando comunidades interandinas, yungas y costeras, en ese amalgamamiento que se llama Norte Chico.
¿Así, saber, qué hacer, en esta hora actual que el hermano pueblo de Chancay está inaugurando su Megapuerto, gigantesca infraestructura portuaria, única en América Latina, donde está puesto los ojos del mundo?.
No cabe duda que esta pregunta tiene muchas aristas que me reservo tratarlo ahora; lo que no quiere decir que nuestras autoridades del Concejo Provincial de Bolognesi ya habrán tomado sus precauciones, tratándose del lugar que ocuparemos y el papel que jugaremos al momento que se apruebe la Ley de la ZEE, en lo que ya debe ser familiar: ZONA ECONÓMICAESPECIAL DE CHANCAY (ZEE).
Así, culminando ya, y tratando de encontrar oídos receptivos, en Chiquián y otras querencias bolognesinas, terminaré citando al profesor universitario uruguayo, Jorge Brovetto Cruz, estas reflexiones que vienen al caso que nos ocupa hace un tiempo.
En la llamada sociedad del conocimiento existe, dice Brovetto, “una profunda contradicción entre conocimiento y sabiduría, entre desarrollo científico-tecnológico y bienestar social, [pues] parece dominar una civilización que se declara incapaz de resolver los problemas más elementales del mundo contemporáneo: la pobreza, la marginación y la desnutrición, las muertes infantiles y la degradación ambiental, en una época en que esta misma civilización nos sorprende con sus proezas
científicas”.
NOTA.- Cabe definir lo que se entiende por la actual sociedad del conocimiento caracterizada por la globalización, la competitividad, el cambio, la incertidumbre, las contradicciones, la desigualdad_, la apropiación, la divulgación, la generación de conocimientos se han convertido en factores determinantes para la vida de las personas, las organizaciones de toda índole y las naciones que busquen desempeñar un rol protagónico y activo.
(Cita en el prólogo del libro de Metodología de la Investigación Científica de César Augusto Bernal-Ed. PEARSON EDUCACIÓN- Méjico, 2006.
James M. López Padilla
Nota del editor.- las fotografías que acompañan este artículo fueron tomadas por Nadi López.
Ahora, desafiantes, ante los retos del futuro, en tiempos de la llamada sociedad del conocimiento, retoman la dirección de su destino, quizás coincidiendo con el dicho: “Caminante, camino se hace al andar”.
Así, de trascendentes, con lecturas de sus nombres propios, de toponimias como Cajatambo de Lima; Chiquián y Ocros de Ancash, trazando divisorias administrativas en vastos territorios andinos entre estos dos departamentos contiguos; para luego amalgamarse en un todo único demográfico, con provincias costeñas de Barranca, Huacho, Huaral y Chancay, rivereñas del mar Pacífico que mira al continente Asiático.
Pueblos que en ese trajinar han hecho historia desde sus tiempos precolombinos con la presencia milenaria de la Cultura Caral y posteriores sucesiones que se expandieron al norte del Perú, como las culturas de Sechín, Mochica y Chimú. Así, sacudiéndonos de la estagnación perversa de un vivir macilento e inútil del ´antes´, vamos marcando pasos decisivos del ´después´, renacido y renovado, para configurar nuestras estructuras y superestructuras que nos legaron con su trabajo y conocimientos nuestros antepasados.
Buscando siempre valores materiales y espirituales en que sustentar nuestro futuro, con nuevos alientos de desarrollo y progreso que vienen de economías emergentes del otro lado del Pacífico, allende los mares.
Así, el Norte Chico como un “abarcador de realidades sociales”, desde su formación milenaria siempre ha sido un componente de lo andino y yunga y no por cierto, haya perdido esa esencia étnica en el curso de su evolución de origen sincrético e idiosincrasia concomitante; además, si hay que tener en cueta la migración constante entre comarcas por razones de culto religioso y el intercambio de recursos naturales a través de cuencas hidrográficasjugaremos que convergen al Pacífico; interactuando comunidades interandinas, yungas y costeras, en ese amalgamamiento que se llama Norte Chico.
¿Así, saber, qué hacer, en esta hora actual que el hermano pueblo de Chancay está inaugurando su Megapuerto, gigantesca infraestructura portuaria, única en América Latina, donde está puesto los ojos del mundo?.
No cabe duda que esta pregunta tiene muchas aristas que me reservo tratarlo ahora; lo que no quiere decir que nuestras autoridades del Concejo Provincial de Bolognesi ya habrán tomado sus precauciones, tratándose del lugar que ocuparemos y el papel que jugaremos al momento que se apruebe la Ley de la ZEE, en lo que ya debe ser familiar: ZONA ECONÓMICAESPECIAL DE CHANCAY (ZEE).
Así, culminando ya, y tratando de encontrar oídos receptivos, en Chiquián y otras querencias bolognesinas, terminaré citando al profesor universitario uruguayo, Jorge Brovetto Cruz, estas reflexiones que vienen al caso que nos ocupa hace un tiempo.
En la llamada sociedad del conocimiento existe, dice Brovetto, “una profunda contradicción entre conocimiento y sabiduría, entre desarrollo científico-tecnológico y bienestar social, [pues] parece dominar una civilización que se declara incapaz de resolver los problemas más elementales del mundo contemporáneo: la pobreza, la marginación y la desnutrición, las muertes infantiles y la degradación ambiental, en una época en que esta misma civilización nos sorprende con sus proezas
científicas”.
NOTA.- Cabe definir lo que se entiende por la actual sociedad del conocimiento caracterizada por la globalización, la competitividad, el cambio, la incertidumbre, las contradicciones, la desigualdad_, la apropiación, la divulgación, la generación de conocimientos se han convertido en factores determinantes para la vida de las personas, las organizaciones de toda índole y las naciones que busquen desempeñar un rol protagónico y activo.
(Cita en el prólogo del libro de Metodología de la Investigación Científica de César Augusto Bernal-Ed. PEARSON EDUCACIÓN- Méjico, 2006.
James M. López Padilla
Nota del editor.- las fotografías que acompañan este artículo fueron tomadas por Nadi López.