José antonio salazar mejía
EJEMPLO PARA LA JUVENTUD
Narrado por don Augusto alba Herrera, en el 2006.
Narrado por don Augusto alba Herrera, en el 2006.
“La guerra con Chile nos ha dejado innumerables ejemplos de heroísmo. En circunstancias difíciles se revela lo mejor del alma humana. El caso que tocamos en esta tradición es la de un ejemplar joven que supo ponerse a la altura de las circunstancias ofrendando su vida en el altar de la Patria.
Germán Alba Jurado nació en la Villa de Hatun Huaylas el 22 de octubre de 1861. Sus padres fueron don Mariano Alba y doña Carmen Jurado. No se tienen noticias de la niñez del héroe, tampoco de su juventud temprana. En 1880 ya se le encuentra en Lima, ciudad a la que fue enviado por su padre, en plena guerra del Pacífico, siendo incorporado al Ejército de Reserva de Lima.
Después de las batallas de San Juan y Miraflores, en enero de 1881, el joven patriota regresa a su tierra natal para ayudar a su familia en las tareas del campo. Este descanso duró poco tiempo, pues cuando en Huarás se instala el Coronel Recavarren en abril de 1883, Germán Alba vuelve a enrolarse en el ejército, y es incorporado como sargento en el célebre Batallón Pucará.
El 6 de mayo de ese año, en la Plaza de Armas de la ciudad de Huarás, Germán Alba es designado por su jefe inmediato, el Coronel Leoncio Prado, como Portaestandarte del Batallón Pucará, ascendiendo de inmediato al grado de Subteniente del Ejército Peruano.
- Subteniente Alba, en mérito a su brillante hoja de servicios, que señala el valor y denuedo mostrado en los campos de San Juan y Miraflores, se ha decidido encargarle la honrosa misión de llevar la bandera de guerra de nuestro batallón.
- ¡A la orden mi coronel! – Fue la viril respuesta de Germán Alba.
A nombre de la mujer ancashina, la señorita Clotilde Ramírez, hizo entrega de un bellísimo estandarte primorosamente bordado al flamante abanderado, pronunciado un brillante discurso que la historia recoge:
“Permitid señor Coronel que la palabra patriótica de una joven peruana llegue al corazón del guerrero, que hoy recibe el pendón bicolor con la delicada y heroica misión de hacerlo flamear sobre los escombros de los enemigos o de morir envuelto en él, en los campos de batalla, repitiendo en las agonías de la muerte las dulcísimas palabras de libertad e independencia”.
Germán Alba Jurado, veía a la joven con arrobado fervor. Suponía que en ella se personificaba la Patria y tomando de sus delicadas manos el pendòn nacional juró solemnemente, ante toda la población emocionada que contemplaba absorta tan patriótica escena, su lealtad de sostener el pabellón nacional y defenderlo hasta perder la vida. La Plaza de Armas de Huarás jamás volvería a vivir momentos de tan sublime demostración de elevados sentimientos patrióticos.
El 14 de mayo, Isaac Recavarren reunió a los jóvenes huarasinos que se habían incorporado al Ejército del Norte, en la Plaza de Armas y les hizo repetir el juramento de Germán Alba.
Germán Alba Jurado nació en la Villa de Hatun Huaylas el 22 de octubre de 1861. Sus padres fueron don Mariano Alba y doña Carmen Jurado. No se tienen noticias de la niñez del héroe, tampoco de su juventud temprana. En 1880 ya se le encuentra en Lima, ciudad a la que fue enviado por su padre, en plena guerra del Pacífico, siendo incorporado al Ejército de Reserva de Lima.
Después de las batallas de San Juan y Miraflores, en enero de 1881, el joven patriota regresa a su tierra natal para ayudar a su familia en las tareas del campo. Este descanso duró poco tiempo, pues cuando en Huarás se instala el Coronel Recavarren en abril de 1883, Germán Alba vuelve a enrolarse en el ejército, y es incorporado como sargento en el célebre Batallón Pucará.
El 6 de mayo de ese año, en la Plaza de Armas de la ciudad de Huarás, Germán Alba es designado por su jefe inmediato, el Coronel Leoncio Prado, como Portaestandarte del Batallón Pucará, ascendiendo de inmediato al grado de Subteniente del Ejército Peruano.
- Subteniente Alba, en mérito a su brillante hoja de servicios, que señala el valor y denuedo mostrado en los campos de San Juan y Miraflores, se ha decidido encargarle la honrosa misión de llevar la bandera de guerra de nuestro batallón.
- ¡A la orden mi coronel! – Fue la viril respuesta de Germán Alba.
A nombre de la mujer ancashina, la señorita Clotilde Ramírez, hizo entrega de un bellísimo estandarte primorosamente bordado al flamante abanderado, pronunciado un brillante discurso que la historia recoge:
“Permitid señor Coronel que la palabra patriótica de una joven peruana llegue al corazón del guerrero, que hoy recibe el pendón bicolor con la delicada y heroica misión de hacerlo flamear sobre los escombros de los enemigos o de morir envuelto en él, en los campos de batalla, repitiendo en las agonías de la muerte las dulcísimas palabras de libertad e independencia”.
Germán Alba Jurado, veía a la joven con arrobado fervor. Suponía que en ella se personificaba la Patria y tomando de sus delicadas manos el pendòn nacional juró solemnemente, ante toda la población emocionada que contemplaba absorta tan patriótica escena, su lealtad de sostener el pabellón nacional y defenderlo hasta perder la vida. La Plaza de Armas de Huarás jamás volvería a vivir momentos de tan sublime demostración de elevados sentimientos patrióticos.
El 14 de mayo, Isaac Recavarren reunió a los jóvenes huarasinos que se habían incorporado al Ejército del Norte, en la Plaza de Armas y les hizo repetir el juramento de Germán Alba.
- Ayer vísteis jóvenes huarasinos que vuestras matronas entregaron un Estandarte al Batallón Pucará y aparte del deber general que obliga a derramar vuestra sangre en los campos de batalla, ¿queréis defender en las horas de prueba esa valiosa prenda confiada a vuestro valor y heroísmo?
El Ejército del Norte dejó Huarás para entrar en campaña a mediados de junio. Germán Alba presidió el desfile al frente de su batallón. En Yungay esperaron a las tropas del General Andrés Avelino Cáceres quien comandaba el Ejército del Centro y juntos, el día 20, enrumbaron por Llanganuco hacia Pomabamba para despistar a las tropas del Coronel chileno Arriagada, que se acercaban en su persecución.
El 28 de junio, nuestras tropas estuvieron en la hacienda Urcón, pasando por Pelagatos, llegaron a Pallasca y a Tres Cruces, para seguir camino hacia Huamachuco.
El 10 de julio de 1883, en la batalla de Huamachuco, el Batallón Pucará entró en acción con la misión de desalojar a los chilenos del cerro Sazón.
- Coronel Leoncio Prado, ponga todo su empeño en cumplir la orden impartida.
- No nos tomará mucho tiempo mi general.
- Considere que el enemigo está muy bien posicionado y tendrá muchas bajas.
- Al ver nuestra valentía y arrojo, a los chilenos les fallará el pulso. Se lo aseguro, general Cáceres.
- Vaya, vaya, hijo mío... Y que Dios lo acompañe.
Pese al nutrido fuego de fusilería por parte del enemigo, los valientes soldados del Pucará lograron su objetivo. En la horica carga ofrendaron la vida muchos compatriotas, quedando gravemente herido el coronel Leoncio Prado.
El triunfo parecía inclinarse hacia el bando peruano, cuando una circunstancia imprevista trocó la suerte de la batalla. El arriero que conducía la recua de mulas que portaban las municiones, equivocó el camino y no llegó a tiempo para hacer entrega de su valioso cargamento. Sin balas, no había cómo liquidar al enemigo.
En esas circunstancias, cuando la indecisión cundía entre nuestros soldados, Germán Alba Jurado, pistola en mano, con sus últimos disparos se apodera de un resto arqueológico que servía de parapeto a los chilenos. Valientemente trepa sobre el muro pre inca y hondea orgulloso el pabellón nacional en señal de triunfo.
La hazaña de Alba Jurado no pasa desapercibida por el enemigo cuyos jefes imparten la orden de derribar a como dé lugar al osado portaestandarte peruano. A los pocos minutos el joven huaylino es acribillado por las balas enemigas. Fiel a su juramento, cae envuelto en el bicolor nacional, empapando con su sangre el sagrado estandarte patrio.
La muerte heroica de Germán Alba Jurado fue reconocida por sus superiores con el ascenso al grado de Teniente. El periódico La Prensa de Huaylas relató del siguiente modo su sacrificio: De un valor y serenidad admirable, escaló el cerro Sazón con su batallón, el inmortal ‘Pucará’, hasta ponerse a 15 metros del enemigo. Dirigió el asalto arma en mano, dando ejemplo de valor y civismo. Al quedarse sin municiones, su dignidad de militar peruano le impedía huir y subiendo a una casa gentilicia que había conquistado, alzó el pabellón nacional, siendo derribado por una descarga enemiga que le hizo volar a la inmortalidad.
Alba Jurado es un claro ejemplo de patriotismo juvenil. Su ejemplo debe ser valorado por todos los jóvenes ancashinos. Los nuevos colegios de nuestra tierra deberían llevar orgullosos su nombre, para glorificar aún más a este paradigmático héroe regional.”
José Antonio Salazar Mejía
[email protected]
El 28 de junio, nuestras tropas estuvieron en la hacienda Urcón, pasando por Pelagatos, llegaron a Pallasca y a Tres Cruces, para seguir camino hacia Huamachuco.
El 10 de julio de 1883, en la batalla de Huamachuco, el Batallón Pucará entró en acción con la misión de desalojar a los chilenos del cerro Sazón.
- Coronel Leoncio Prado, ponga todo su empeño en cumplir la orden impartida.
- No nos tomará mucho tiempo mi general.
- Considere que el enemigo está muy bien posicionado y tendrá muchas bajas.
- Al ver nuestra valentía y arrojo, a los chilenos les fallará el pulso. Se lo aseguro, general Cáceres.
- Vaya, vaya, hijo mío... Y que Dios lo acompañe.
Pese al nutrido fuego de fusilería por parte del enemigo, los valientes soldados del Pucará lograron su objetivo. En la horica carga ofrendaron la vida muchos compatriotas, quedando gravemente herido el coronel Leoncio Prado.
El triunfo parecía inclinarse hacia el bando peruano, cuando una circunstancia imprevista trocó la suerte de la batalla. El arriero que conducía la recua de mulas que portaban las municiones, equivocó el camino y no llegó a tiempo para hacer entrega de su valioso cargamento. Sin balas, no había cómo liquidar al enemigo.
En esas circunstancias, cuando la indecisión cundía entre nuestros soldados, Germán Alba Jurado, pistola en mano, con sus últimos disparos se apodera de un resto arqueológico que servía de parapeto a los chilenos. Valientemente trepa sobre el muro pre inca y hondea orgulloso el pabellón nacional en señal de triunfo.
La hazaña de Alba Jurado no pasa desapercibida por el enemigo cuyos jefes imparten la orden de derribar a como dé lugar al osado portaestandarte peruano. A los pocos minutos el joven huaylino es acribillado por las balas enemigas. Fiel a su juramento, cae envuelto en el bicolor nacional, empapando con su sangre el sagrado estandarte patrio.
La muerte heroica de Germán Alba Jurado fue reconocida por sus superiores con el ascenso al grado de Teniente. El periódico La Prensa de Huaylas relató del siguiente modo su sacrificio: De un valor y serenidad admirable, escaló el cerro Sazón con su batallón, el inmortal ‘Pucará’, hasta ponerse a 15 metros del enemigo. Dirigió el asalto arma en mano, dando ejemplo de valor y civismo. Al quedarse sin municiones, su dignidad de militar peruano le impedía huir y subiendo a una casa gentilicia que había conquistado, alzó el pabellón nacional, siendo derribado por una descarga enemiga que le hizo volar a la inmortalidad.
Alba Jurado es un claro ejemplo de patriotismo juvenil. Su ejemplo debe ser valorado por todos los jóvenes ancashinos. Los nuevos colegios de nuestra tierra deberían llevar orgullosos su nombre, para glorificar aún más a este paradigmático héroe regional.”
José Antonio Salazar Mejía
[email protected]