ARmando zarazú aldave
EL 2024 QUE NOS DEJA
Estamos a pocos días para que el presente año termine y todos esperamos, optimistas que el próximo sea mucho mejor. Para nuestra revista ha sido un buen año debido a la incorporación a ella de excelentes representantes de la cultura bolognesina, como Hugo Vílchez Romero, James M. López Padilla y, a partir de este número, del profesor Jaime Huayta, quienes se han unido al grupo de escritores que mes a mes contribuyen con sus trabajos para dar vida a Chiquianmarka, lo cual se refleja en la cantidad de visitas a nuestra edición digital, alrededor de 6,000 al mes. No olvidemos también que Chiquianmarka celebrará 10 años de vida a comienzos del año que viene y eso, indudablemente, es un logro positivo, consecuencia del compromiso que tiene la revista de promover nuestra cultura.
Sin embargo, y muy lamentablemente, por cierto, al menos para los que somos de la generación chiquiana nacida después de la segunda guerra mundial y que ya anda, unos más y otros menos, alrededor de la base 7, este año que ya termina no ha sido muy bueno que digammos y, por el contrario, ha traído dolor a sus familiares y miembros de su generación. En efecto, a pocos días de haberse iniciado el presente año, Pablo Díaz Mendoza, Pacho para sus amigos, cantor y guitarrista de los buenos, emprendió el viaje sin retorno, dejando consternados a todos cuanto lo conocían. No pasó mucho tiempo y pronto recibimos la triste noticia de la partida de Pepe Lavado, quien residía en la ciudad de Huaraz pero que siempre estuvo en continua relación con sus amigos, con los que creció y compartió su niñez y juventud en Chiquián. Poco después nos dejó Federico Valerio Pardo, más conocido como Poco, deportista de los buenos en sus años mozos. Continuó esta mala racha generacional Juan Miranda Vásquez, Cucsha para sus amigos, compañero de innumerables correrías de juventud y cuyo hogar en Lima era el lugar donde muchos recibíamos las fiestas de Fin de Año. A comienzos de octubre se fue Carlos Vásquez Sotelo, el popular Huahua, amigo de todos y defensor de los que necesitaban su ayuda. Cerrando esta mala racha para los chiquianos, falleció Edwin Calderón Vicuña, el más joven de esta generación que se ha ido dejando a sus familiares y amigos entristecidos al ver que el amigo con el que crecieron y jugaron de niños ya no estarán más para compartir vivencias, recordar gratos momentos y alegrarlos con su tradicional toque de guitarra chiquiana. Estaba por publicar esta nota cuando nos llega la ingrata noticia de la partida de Noni Palacios Candia, enlutando una vez más a nuestra querida tierra chiquiana.
Ahora bien, los que quedamos en ese valle de lágrimas debemos de ser optimistas y mirar cada día con entusiasmo, optimismo y muchos deseos de aprovechar positivamente lo que nos ofrezca la vida; como bien dicen los conocedores, sacarle el jugo a los años que nos quedan. Un buen ejemplo de ello son los componentes del equipo que hace Chiquianmarka cuyos integrantes, con pocas excepciones, pertenecen al exlusivo club de aquellos que sintieron las ondas sísmicas del terremoto del 70.
Todos sabemos que solo se vive una vez y por ello es necesario mirar el futuro con optimismo, ser positivos en lo que se haga, sin importar los años que se tenga y, sobre todo, hacer las cosas que den satisfacción personal, a nuestros semejantes y que nos haga sentir felices. Los integrantes e Chiquianmarka, todos, sin excepción, encuentran al escribir las vivencias culturales de nuestra tierra satisfacción por lo que hacen. En buen romance, su ejemplo debe de ser ejemplo para las generaciones que nos siguen.
Prosiguiendo con este año que nos deja, debemos también agradecerle por todo lo bueno que nos ha dejado, quien sabe no sea mucho, pero como bien dicen, algo es algo.
De lo que sí deben estar seguros amables lectores de Chiquianmarka es que esta revista digital seguirá ofreciendo lo mejor de la cultura bolognesina y ancashina a sus lectores.
Armando Zarazú Aldave
[email protected]
Sin embargo, y muy lamentablemente, por cierto, al menos para los que somos de la generación chiquiana nacida después de la segunda guerra mundial y que ya anda, unos más y otros menos, alrededor de la base 7, este año que ya termina no ha sido muy bueno que digammos y, por el contrario, ha traído dolor a sus familiares y miembros de su generación. En efecto, a pocos días de haberse iniciado el presente año, Pablo Díaz Mendoza, Pacho para sus amigos, cantor y guitarrista de los buenos, emprendió el viaje sin retorno, dejando consternados a todos cuanto lo conocían. No pasó mucho tiempo y pronto recibimos la triste noticia de la partida de Pepe Lavado, quien residía en la ciudad de Huaraz pero que siempre estuvo en continua relación con sus amigos, con los que creció y compartió su niñez y juventud en Chiquián. Poco después nos dejó Federico Valerio Pardo, más conocido como Poco, deportista de los buenos en sus años mozos. Continuó esta mala racha generacional Juan Miranda Vásquez, Cucsha para sus amigos, compañero de innumerables correrías de juventud y cuyo hogar en Lima era el lugar donde muchos recibíamos las fiestas de Fin de Año. A comienzos de octubre se fue Carlos Vásquez Sotelo, el popular Huahua, amigo de todos y defensor de los que necesitaban su ayuda. Cerrando esta mala racha para los chiquianos, falleció Edwin Calderón Vicuña, el más joven de esta generación que se ha ido dejando a sus familiares y amigos entristecidos al ver que el amigo con el que crecieron y jugaron de niños ya no estarán más para compartir vivencias, recordar gratos momentos y alegrarlos con su tradicional toque de guitarra chiquiana. Estaba por publicar esta nota cuando nos llega la ingrata noticia de la partida de Noni Palacios Candia, enlutando una vez más a nuestra querida tierra chiquiana.
Ahora bien, los que quedamos en ese valle de lágrimas debemos de ser optimistas y mirar cada día con entusiasmo, optimismo y muchos deseos de aprovechar positivamente lo que nos ofrezca la vida; como bien dicen los conocedores, sacarle el jugo a los años que nos quedan. Un buen ejemplo de ello son los componentes del equipo que hace Chiquianmarka cuyos integrantes, con pocas excepciones, pertenecen al exlusivo club de aquellos que sintieron las ondas sísmicas del terremoto del 70.
Todos sabemos que solo se vive una vez y por ello es necesario mirar el futuro con optimismo, ser positivos en lo que se haga, sin importar los años que se tenga y, sobre todo, hacer las cosas que den satisfacción personal, a nuestros semejantes y que nos haga sentir felices. Los integrantes e Chiquianmarka, todos, sin excepción, encuentran al escribir las vivencias culturales de nuestra tierra satisfacción por lo que hacen. En buen romance, su ejemplo debe de ser ejemplo para las generaciones que nos siguen.
Prosiguiendo con este año que nos deja, debemos también agradecerle por todo lo bueno que nos ha dejado, quien sabe no sea mucho, pero como bien dicen, algo es algo.
De lo que sí deben estar seguros amables lectores de Chiquianmarka es que esta revista digital seguirá ofreciendo lo mejor de la cultura bolognesina y ancashina a sus lectores.
Armando Zarazú Aldave
[email protected]