vidal alvarado cruz
Estamos comenzando la segunda mitad del año, lo hacemos con optimismo y tratando de presentarles temas que le proporcionarán grata y placentera lectura sobre nuestra tierra.
Filomeno Zubieta Núñez escribe sobre uno los lugares más tradicionales de Jana Barrio https://www.chiquianmarka.com/reencuentro-con-oro-puquio-filomeno-zubieta-nuacutentildeez.html
Los simpatizantes del Club Alianza Chiquián comparten algunas notas sobre el aniversario No 94 de su institución https://www.chiquianmarka.com/94-aniversario-del-alianza-chiquian.html
Omar Llanos Espinoza hace recuerdos de las primeras actividades futbolísticas en Huallanca https://www.chiquianmarka.com/el-fuacutetbol-de-antantildeo-en-huallanca-omar-llanos-espinoza.html
Alfonzo Valderrama Gonzalez hace gala de su calidad poética y comparte su poema Rio de Paria https://www.chiquianmarka.com/rio-de-paria-alfonzo-valderrama-gonzaacutelez.html
Hugo Vílchez Romero rememora a uno de los músicos más emblemáticos de chiquián https://www.chiquianmarka.com/el-clarinete-y-la-batuta-de-don-florentino-hugo-viacutelchez-romero.html
Manuel Nieves Fabián entrega a sus lecturas una de sus clásicas historias pueblerinas https://www.chiquianmarka.com/consejos-de-una-madre-manuel-nieves-fabiaacuten.html
Del libro “Estampas chiquianas” de Don Vidal Alvarado Cruz presentamos su historia titulada El fantasma https://www.chiquianmarka.com/el-fantasma-vidal-alvarado-cruz.html
Rubén Darío Robles Moreno escribe sobre el riquísimo queso chiquiano https://www.chiquianmarka.com/el-queso-chiquiano-rubeacuten-dariacuteo-robles-moreno.html
Norka Zulema Brios Ramos hace gala de su patriotismo y trae https://www.chiquianmarka.com/julio-norka-zulema-brios-ramos.html
Armando Zarazú Aldave cuanta que al fin le llegó la hora de guardar la tiza https://www.chiquianmarka.com/diacutea-del-maestro-peruano-armando-zarazuacute-aldave.html
Filomeno Zubieta Núñez escribe sobre uno los lugares más tradicionales de Jana Barrio https://www.chiquianmarka.com/reencuentro-con-oro-puquio-filomeno-zubieta-nuacutentildeez.html
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Omar Llanos Espinoza hace recuerdos de las primeras actividades futbolísticas en Huallanca https://www.chiquianmarka.com/el-fuacutetbol-de-antantildeo-en-huallanca-omar-llanos-espinoza.html
Alfonzo Valderrama Gonzalez hace gala de su calidad poética y comparte su poema Rio de Paria https://www.chiquianmarka.com/rio-de-paria-alfonzo-valderrama-gonzaacutelez.html
Hugo Vílchez Romero rememora a uno de los músicos más emblemáticos de chiquián https://www.chiquianmarka.com/el-clarinete-y-la-batuta-de-don-florentino-hugo-viacutelchez-romero.html
Manuel Nieves Fabián entrega a sus lecturas una de sus clásicas historias pueblerinas https://www.chiquianmarka.com/consejos-de-una-madre-manuel-nieves-fabiaacuten.html
Del libro “Estampas chiquianas” de Don Vidal Alvarado Cruz presentamos su historia titulada El fantasma https://www.chiquianmarka.com/el-fantasma-vidal-alvarado-cruz.html
Rubén Darío Robles Moreno escribe sobre el riquísimo queso chiquiano https://www.chiquianmarka.com/el-queso-chiquiano-rubeacuten-dariacuteo-robles-moreno.html
Norka Zulema Brios Ramos hace gala de su patriotismo y trae https://www.chiquianmarka.com/julio-norka-zulema-brios-ramos.html
Armando Zarazú Aldave cuanta que al fin le llegó la hora de guardar la tiza https://www.chiquianmarka.com/diacutea-del-maestro-peruano-armando-zarazuacute-aldave.html
EL FANTASMA
La adolescencia es una etapa de la vida en la que aparecen los más nobles ideales y las más dulces esperanzas, que muchas veces no se hacer realidad en el curso de la vida.
El personaje de esta historia era un adolescente chiquiano, a quien por su personalidad idealista y sentimental, lo llamaremos Romeo, como el héroe del inmortal Shakespeare.
El padre de Romeo era un ferviente católico. Cada domingo lo llevaba a misa. Así fue plasmándose en Romeo un espíritu sumamente efectivo.
La primero oportunidad para descubrir su vocación por las letras se le presentó a Romeo el Día de la Madre, para cuya fecha se le encargó pronunciar un discurso en la actuación que se llevaba a cabo, en tal oportunidad. El público se emocionó mucho cuando en la peroración dijo:
¡Salve a ti madre chiquiana, madre del dolor que con esfuerzo y sacrificio vas forjando el porvenir de la juventud!
¡Salve a ti que has hecho del dolr un símbolo de amor!
¡Salve a ti virgen del dolor que con tus lágrimas mezcladas a la sangre de Cristo hiciste brotar en el Gólgota las amapolas rojas del dolor! ¡Salve a ti madre mía, tu hijo te saluda!
El público enternecido al oír estás palabras, dijo entre sonriente y lloroso, “este es una promesa” y en una época en que unos cuantos chiquianos llevaban a su hijos a Huaraz para qque estudien el nivel secundario, el padre de Romeo lo llevó a la ciudad de Huaraz. Cuatro meses después Romeo volvía a Chiquián a disfrutar sus vacaciones de medio año. Como los carros a Chiquián, hizo escala en Conococha esperando una acémila.
Desde acá Romeo pudo observar los picos más elevados del Perú: el Huascarán y el Yerupajá. Además, a unos cuantos kilómetros estaba el evado de Tucuchira; este pico tenía la forma inconfundible de un búho, y en quechua tucu es búho y chiri frío helado (Tucu chira – búho helado).
Sus conclusiones fueron que los antiguos peruanos en la toponimia de sus cumbres buscaban semejanza con animales o con actitudes de los seres humanos. Huascarán viene de Huasguerán (mantenerlo separado). Huascarán es bicéfalo, la madre mantiene al bebé sobre sus rodillas, este es el pico norte y el pico sur está formado por la madre gorda y polleruda, en actitud de alejarlo del seno materno. Yerupajá viene de Yuragpega, que quiere decir cabeza blanca. Este pico sobresale en la cordillera de Huayhuash, nombre quechua que corresponde a la ardilla.
En un posterior viaje, cuando ya la carretera llegaba a Chiquián, el camión dende viajaba Romeo sufrió un desperfecto en plena cumbre de Toca. Eran las dos de la madrugada.
Mientras reparaban el desperfecto Romeo contemplaba el horizonte que en ese momento se veía iluminado por una luna llena que asomaba tras el Yerupajá. La belleza del panorama no tenía límites. Romeo se quedó extasiado al contemplar la cordillera de Huayhuash casi en toda su extensión. Salía del nudo de Pasco y se extendía de sur a norte; los picachos que lo conformaban trataban de elevarse cada vez más, como perforando el cielo; unos copos de nube y algunos estratos semejaban que un altar que las cumbres levantaban la larga cadena de nevados perpetuos parecían olas congeladas en las mismas riberas del cielo y la luna como un faro que esparcía luz a toda la región.
Los cerros que de día se ven como olas de un piélago inmenso, permanecían estáticos uniformados por la oscuridad de la noche, simulando una multitud de monjes en ese templo improvisado por la naturaleza, con una inmensa bóveda oscura tachonada de estrellas. Desde entonces Romeo vivía subyugado por el esplendor del Yerupajá. Sin embargo, lo que cautivó el corazón de Romeo fue la especial belleza de las adolescentes chiquianas, y rendido por la irresistible sonrisa de ellas, cayó enamorado de Julieta, a quien amó con ternura.
Julieta, era como toda chiquiana de estatura mediana, contextura atlética, su rostro era bello, color canela, su cabellera no era ni abundante ni escasa y caía sobre sus hombros completando el encanto de un rostro angelicl. Del cuerpo de Julieta lo más adorable era su busto, parecía que el creador de la Venus de Milo, la hubiese tomado como su modelo y prescindió de sus brazos por no resistir su perfección.
Romeo era tímido para abordar a las mujeres; su excesivo sentimentalismo lo reducía a la nada frente a una chica; enmudecía ane la posibilidad de declarar verbalmente su amor. Pero encontró la solución. Le dirigió una carta y fue correspondido inmediatamente.
Mas tarde se especializó en ese tipo de misivas al extremo que sus amigos le pedían redactar las suyas. Así desplazó a un librejo que bajo el título de “El secretario de los amantes” circulaba en aquellos tiempos.
Romeo y Julieta, chiquianos, llegaron a quererse mucho, desafiando el control que ejercían sus padres y hermanos de ella. Sin embargo, los escasos minutos que se encontraban apenas duraban para mirarse a los ojos y lanzar unos cuantos suspiros, mientras las manos se acariciaban mutuamente como tratando de enlazarse para siempre en un futuro de amor eterno que solo terminaría con la muerte.
El acuerdo era que Romeo al caer la noche ubicándose en la esquina formada por los jirones 28 de julio y Grau silbara el vals “Dolores” del huaracino Julio Arguedas. La esquina tenía un ochavado en el ángulo sur. En el ochavado había una puerta rústica que daba entrada al llamado “pesebre” amplio espacio circundado en todo su perímetro por añosos eucaliptos, elevados, de tallos muy gruesos y ramas que daban un hermoso aspecto al lugar.
Una noche, al término de un día lluvioso, Romeo estaba parado en la esquina, casi recostado en la pared. Ella no aparecía en su puerta por más que él interpretaba silbando el vals “Dolores”. Cuando terminó de interpretar la parte que dice “La realidad es ficticia y nada más; y…la amistad suele se ser siempre falaz…” volvió la cara súbitamente sin saber porqué hacía la puerta del pesebre. Lo que vio fue algo horrible…Un tremendo monstruo semejante a un peludo orangután de elevada estatura, lo contemplaba amenazante; sus pis no llegaban al suelo, levitaba a un metro del piso; su cuerpo se elevaba por detrás del muro a unos 25 metros más o menos. Desde esa altura contemplaba a Romeo con la cabeza semiagachada, los hombros caídos y los dos largos brazos colgaban a ambos lados del cuerpo en actitud de querer levantar algo.
Yo no creía, pero por fin conocí un fantasma, dijo para sí Romeo. Y lejos de privarse de miedo o partir a veloz carrera. Comenzó a dar uno, dos …hasta tres pasos en dirección al monstruo, era un peligro que lo atraía. Al hacer un alto y fijar la mirada en el bulto observó que este desapareció.
No hay caso -volvió Romeo al soliloquio- estaba parado en el aire, se confirma que los seres de otro mundo no pisan en el suelo. Involuntariamente y sin dejar de mirar al espacio que ocupaba el fantasma, desandó los tres pasos, vio con sorpresa que reapareció la estrambótica figura. Esta vez la imaginación de Romeo, por el principio de la buena forma contemplaba la cabeza y el extraño rostro. Nuevamente y en forma deliberada dio los tres pasos hacia la visión y, nuevamente volvió a desaparecer el fantasma.
Acá hay gato encerrado y nada de fantasmas, se dijo el sereno enamorado que había olvidado el objeto de su presencia en dicha esquina.
Repitió la experiencia varias veces. En cada una de ellas el temible orangután desaparecía y volvía a aparecer según la posición de Romeo.
Al final descubrió que se trataba de rama de un copioso eucalipto que aparecían como troncos y los brazos. Las piernas eran manchas que la lluvia al deslizarse había mojado la pared a ambos lados de la puerta hasta un metro a ras del suelo.
Romero se retiró en actitud triunfante. Felizmente su espíritu enamorado había diferenciado la realidad de la imaginación. La realidad, que no es tan ficticia como dice el canto -repetía- y con paso firme se dirigió en busca de sus amigos para comentar el caso. Más tarde les diría que de no dar los primeros tres pasos indagadores motivados por el gran amor a su amada, hoy estaría desafiando a todo incrédulo para convencerlo que el “más allá”, existe.
Todo lo contrario le ocurrió a Antón, el personaje de la poesía “El borracho y el eco” que se asustó con el eco de su voz en situación semejante. Este se retiró convencido de haber oído la voz de ultratumba, y dice su autor:
“Marchose Antón taciturno
con tímida planta lista
temiendo que aún le embista
aquel fantasma nocturno”.
Vidal Alvarado Cruz
Nota del editor: la preciosa fotografía de la cabecera de este artículo fue tomada por el Sr. Dante Aldave.
El personaje de esta historia era un adolescente chiquiano, a quien por su personalidad idealista y sentimental, lo llamaremos Romeo, como el héroe del inmortal Shakespeare.
El padre de Romeo era un ferviente católico. Cada domingo lo llevaba a misa. Así fue plasmándose en Romeo un espíritu sumamente efectivo.
La primero oportunidad para descubrir su vocación por las letras se le presentó a Romeo el Día de la Madre, para cuya fecha se le encargó pronunciar un discurso en la actuación que se llevaba a cabo, en tal oportunidad. El público se emocionó mucho cuando en la peroración dijo:
¡Salve a ti madre chiquiana, madre del dolor que con esfuerzo y sacrificio vas forjando el porvenir de la juventud!
¡Salve a ti que has hecho del dolr un símbolo de amor!
¡Salve a ti virgen del dolor que con tus lágrimas mezcladas a la sangre de Cristo hiciste brotar en el Gólgota las amapolas rojas del dolor! ¡Salve a ti madre mía, tu hijo te saluda!
El público enternecido al oír estás palabras, dijo entre sonriente y lloroso, “este es una promesa” y en una época en que unos cuantos chiquianos llevaban a su hijos a Huaraz para qque estudien el nivel secundario, el padre de Romeo lo llevó a la ciudad de Huaraz. Cuatro meses después Romeo volvía a Chiquián a disfrutar sus vacaciones de medio año. Como los carros a Chiquián, hizo escala en Conococha esperando una acémila.
Desde acá Romeo pudo observar los picos más elevados del Perú: el Huascarán y el Yerupajá. Además, a unos cuantos kilómetros estaba el evado de Tucuchira; este pico tenía la forma inconfundible de un búho, y en quechua tucu es búho y chiri frío helado (Tucu chira – búho helado).
Sus conclusiones fueron que los antiguos peruanos en la toponimia de sus cumbres buscaban semejanza con animales o con actitudes de los seres humanos. Huascarán viene de Huasguerán (mantenerlo separado). Huascarán es bicéfalo, la madre mantiene al bebé sobre sus rodillas, este es el pico norte y el pico sur está formado por la madre gorda y polleruda, en actitud de alejarlo del seno materno. Yerupajá viene de Yuragpega, que quiere decir cabeza blanca. Este pico sobresale en la cordillera de Huayhuash, nombre quechua que corresponde a la ardilla.
En un posterior viaje, cuando ya la carretera llegaba a Chiquián, el camión dende viajaba Romeo sufrió un desperfecto en plena cumbre de Toca. Eran las dos de la madrugada.
Mientras reparaban el desperfecto Romeo contemplaba el horizonte que en ese momento se veía iluminado por una luna llena que asomaba tras el Yerupajá. La belleza del panorama no tenía límites. Romeo se quedó extasiado al contemplar la cordillera de Huayhuash casi en toda su extensión. Salía del nudo de Pasco y se extendía de sur a norte; los picachos que lo conformaban trataban de elevarse cada vez más, como perforando el cielo; unos copos de nube y algunos estratos semejaban que un altar que las cumbres levantaban la larga cadena de nevados perpetuos parecían olas congeladas en las mismas riberas del cielo y la luna como un faro que esparcía luz a toda la región.
Los cerros que de día se ven como olas de un piélago inmenso, permanecían estáticos uniformados por la oscuridad de la noche, simulando una multitud de monjes en ese templo improvisado por la naturaleza, con una inmensa bóveda oscura tachonada de estrellas. Desde entonces Romeo vivía subyugado por el esplendor del Yerupajá. Sin embargo, lo que cautivó el corazón de Romeo fue la especial belleza de las adolescentes chiquianas, y rendido por la irresistible sonrisa de ellas, cayó enamorado de Julieta, a quien amó con ternura.
Julieta, era como toda chiquiana de estatura mediana, contextura atlética, su rostro era bello, color canela, su cabellera no era ni abundante ni escasa y caía sobre sus hombros completando el encanto de un rostro angelicl. Del cuerpo de Julieta lo más adorable era su busto, parecía que el creador de la Venus de Milo, la hubiese tomado como su modelo y prescindió de sus brazos por no resistir su perfección.
Romeo era tímido para abordar a las mujeres; su excesivo sentimentalismo lo reducía a la nada frente a una chica; enmudecía ane la posibilidad de declarar verbalmente su amor. Pero encontró la solución. Le dirigió una carta y fue correspondido inmediatamente.
Mas tarde se especializó en ese tipo de misivas al extremo que sus amigos le pedían redactar las suyas. Así desplazó a un librejo que bajo el título de “El secretario de los amantes” circulaba en aquellos tiempos.
Romeo y Julieta, chiquianos, llegaron a quererse mucho, desafiando el control que ejercían sus padres y hermanos de ella. Sin embargo, los escasos minutos que se encontraban apenas duraban para mirarse a los ojos y lanzar unos cuantos suspiros, mientras las manos se acariciaban mutuamente como tratando de enlazarse para siempre en un futuro de amor eterno que solo terminaría con la muerte.
El acuerdo era que Romeo al caer la noche ubicándose en la esquina formada por los jirones 28 de julio y Grau silbara el vals “Dolores” del huaracino Julio Arguedas. La esquina tenía un ochavado en el ángulo sur. En el ochavado había una puerta rústica que daba entrada al llamado “pesebre” amplio espacio circundado en todo su perímetro por añosos eucaliptos, elevados, de tallos muy gruesos y ramas que daban un hermoso aspecto al lugar.
Una noche, al término de un día lluvioso, Romeo estaba parado en la esquina, casi recostado en la pared. Ella no aparecía en su puerta por más que él interpretaba silbando el vals “Dolores”. Cuando terminó de interpretar la parte que dice “La realidad es ficticia y nada más; y…la amistad suele se ser siempre falaz…” volvió la cara súbitamente sin saber porqué hacía la puerta del pesebre. Lo que vio fue algo horrible…Un tremendo monstruo semejante a un peludo orangután de elevada estatura, lo contemplaba amenazante; sus pis no llegaban al suelo, levitaba a un metro del piso; su cuerpo se elevaba por detrás del muro a unos 25 metros más o menos. Desde esa altura contemplaba a Romeo con la cabeza semiagachada, los hombros caídos y los dos largos brazos colgaban a ambos lados del cuerpo en actitud de querer levantar algo.
Yo no creía, pero por fin conocí un fantasma, dijo para sí Romeo. Y lejos de privarse de miedo o partir a veloz carrera. Comenzó a dar uno, dos …hasta tres pasos en dirección al monstruo, era un peligro que lo atraía. Al hacer un alto y fijar la mirada en el bulto observó que este desapareció.
No hay caso -volvió Romeo al soliloquio- estaba parado en el aire, se confirma que los seres de otro mundo no pisan en el suelo. Involuntariamente y sin dejar de mirar al espacio que ocupaba el fantasma, desandó los tres pasos, vio con sorpresa que reapareció la estrambótica figura. Esta vez la imaginación de Romeo, por el principio de la buena forma contemplaba la cabeza y el extraño rostro. Nuevamente y en forma deliberada dio los tres pasos hacia la visión y, nuevamente volvió a desaparecer el fantasma.
Acá hay gato encerrado y nada de fantasmas, se dijo el sereno enamorado que había olvidado el objeto de su presencia en dicha esquina.
Repitió la experiencia varias veces. En cada una de ellas el temible orangután desaparecía y volvía a aparecer según la posición de Romeo.
Al final descubrió que se trataba de rama de un copioso eucalipto que aparecían como troncos y los brazos. Las piernas eran manchas que la lluvia al deslizarse había mojado la pared a ambos lados de la puerta hasta un metro a ras del suelo.
Romero se retiró en actitud triunfante. Felizmente su espíritu enamorado había diferenciado la realidad de la imaginación. La realidad, que no es tan ficticia como dice el canto -repetía- y con paso firme se dirigió en busca de sus amigos para comentar el caso. Más tarde les diría que de no dar los primeros tres pasos indagadores motivados por el gran amor a su amada, hoy estaría desafiando a todo incrédulo para convencerlo que el “más allá”, existe.
Todo lo contrario le ocurrió a Antón, el personaje de la poesía “El borracho y el eco” que se asustó con el eco de su voz en situación semejante. Este se retiró convencido de haber oído la voz de ultratumba, y dice su autor:
“Marchose Antón taciturno
con tímida planta lista
temiendo que aún le embista
aquel fantasma nocturno”.
Vidal Alvarado Cruz
Nota del editor: la preciosa fotografía de la cabecera de este artículo fue tomada por el Sr. Dante Aldave.