ricardo santos albornoz
La Llama, el Cóndor y la Semilla

Fábula desde las alturas de Mangas
En los andes, donde las nubes conversan con las montañas y el sol se despierta antes que el gallo, vivía una vieja llama llamada Kintu. Su lana era gris como la ceniza y sus ojos guardaban historias de siglos. Junto a ella vivía un cóndor sabio, llamado Inti, que volaba cada mañana desde el cerro Shirishanka para observar a los hombres que trabajaban la tierra.
Un día, Kintu le preguntó al cóndor:
En los andes, donde las nubes conversan con las montañas y el sol se despierta antes que el gallo, vivía una vieja llama llamada Kintu. Su lana era gris como la ceniza y sus ojos guardaban historias de siglos. Junto a ella vivía un cóndor sabio, llamado Inti, que volaba cada mañana desde el cerro Shirishanka para observar a los hombres que trabajaban la tierra.
Un día, Kintu le preguntó al cóndor:
- Hermano Inti, ¿por qué cada 24 de junio el pueblo se viste de fiesta, y se oye música, danzas y se encienden fogatas en los cerros?
- Ese día celebramos al verdadero guardián del Perú, el campesino. Aquel que, con sus manos agrietadas, hace florecer la tierra. Ellos no tienen capa ni corona, pero sin ellos, no habría pan ni fiesta.
- ¿Y desde cuándo existe el campesino? —insistió Kintu.
- Desde que el Sol se enamoró de la Tierra —dijo el cóndor--

En los tiempos del Tahuantinsuyo, los hijos del maíz y la papa ya conocían el lenguaje de la lluvia, los secretos del andén y el valor del ayni. Cultivaban con amor y compartían con el corazón. Pero con la llegada del hombre de hierro y cruz, muchos perdieron sus tierras. Aun así, siguieron sembrando, como guerreros sin armas, solo con su fe y su semilla.
Porque saben que, mientras exista un campesino que ame su tierra, el Perú jamás morirá de hambre ni de olvido.
Moraleja:
Quien siembra con amor y lucha con paciencia, cosecha respeto y siembra patria en cada surco de la tierra.
AUTOR: RICARDO SANTOS ALBORNOZ
[email protected]
- ¿Y ahora? —preguntó la llama con tristeza— ¿Alguien los recuerda?
- Yo soy la voz de los olvidados —dijo la semilla—. Cada campesino que siembra me convierte en alimento, en canción, en historia viva. En Mangas, aún hay hombres y mujeres que me entierran en silencio, sin pedir nada, solo con la esperanza de que algún día, sus nietos coman del fruto y no olviden su raíz.
- ¡Ese es el verdadero héroe del Perú! El que lucha sin espadas, el que da sin esperar, el que resiste en la altura cuando todo parece perderse.
Porque saben que, mientras exista un campesino que ame su tierra, el Perú jamás morirá de hambre ni de olvido.
Moraleja:
Quien siembra con amor y lucha con paciencia, cosecha respeto y siembra patria en cada surco de la tierra.
AUTOR: RICARDO SANTOS ALBORNOZ
[email protected]