omar llanos espinoza
LA MINERÍA, NO TODO ES COLOR DE ROSA

Los pueblos mineros en el Perú tienen similar trayectoria desde su formación, con presencia de hombres foráneos en busca de minerales, para luego convertirse en asientos mineros y pueblos. La minería siempre fue una actividad no tradicional, cíclica y no renovable que, esta al vaivén de la política económica del país y del mundo, de épocas de opulencia y decadencia.
La actividad minera es un fenómeno socio económico, con actores, como: empresa y trabajadores en la producción, y los pueblos del entorno que perciben los efectos positivos y negativos de la explotación de los recursos naturales; no todo es “color de rosa” porque la “procesión va por dentro”.
ENTRE EL MAL Y EL BIEN
La minería “es un mal necesario”: Es un mal porque divide a la población, no todos tienen la oportunidad de trabajar en las minas. Las autoridades y dirigentes caen en la tentación del soborno y son manipulables a los intereses de la empresa; la actividad minera contamina el medio ambiente y depreda los recursos naturales, contando con el aval del Estado.
La minería es necesaria porque soluciona la desocupación, concentrando a la fuerza laboral de la zona; generando trabajadores directos e indirectos, contratas, concesionarios, proveedores y transportistas. Estas oportunidades laborales y de inversión serán bien aprovechadas por los trabajadores en bienestar de la familia, y por las pequeñas empresas de la zona de influencia; siempre en cuando sepan invertir durante el tiempo que dependan de la minera.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
Los gobiernos regionales y municipales del ámbito minero tienen que exigir a las empresas el cumplimiento de su responsabilidad social con el pueblo, conforme a sus compromisos suscritos en los convenios de concesión minera entre el Estado y la Empresa; plasmados en proyectos productivos de largo alcance que signifique progreso y desarrollo, mas que obras de fierro y cemento; todo depende del grado de capacidad de gestión y negociación de los representantes del pueblo.
LO MALO EN LA CIUDAD
Las ciudades ubicadas en el entorno minero tienen un progreso relativo en el aspecto socio-económico y comercial, mientras dure la actividad minera o proyecto en ejecución; aumenta la población, formando asentamientos humanos en la periferia, generando necesidad de mayor atención de servicios básicos; proliferación de bares, discotecas, drogadicción, alcoholismo. robos, asaltos y violencia familiar; la inseguridad ciudadana en su punto más álgido e incontrolable.
EN EL CAMPO
La actividad minera que se desarrolla dentro las comunidades campesinas y pequeños propietarios afecta indirectamente a la producción agropecuaria porque muchos campesinos dejan el campo para enrolarse a las minas con la ilusión de “ganar bien y rápido”; originando la despoblación rural y pasa a segundo plano la producción ganadera y agrícola.
Las comunidades campesinas y asociaciones del entorno de los proyectos mineros solo se preocupan de realizar convenios de interés personal y laboral, de lograr beneficios materiales para su comunidad, pero no les preocupa la contaminación de los ríos, lagunas, nevados y manantiales. A las municipalidades poco les interesa defender los recursos naturales, sólo algunas denuncias esporádicas y aisladas ante la OEFA (Ministerio del Ambiente) ni al Ministerio de Energía y Minas (OSINERMING); sin mayores resultados favorables para la población afectada.
MUNICIPALIDAD-COMUNIDAD
Las autoridades municipales y dirigentes comunales del entorno minero tienen la oportunidad de concertar con las mineras sobre su responsabilidad social de apoyar al desarrollo socio económico de la población, de suscribir convenios para la ejecución de proyectos prioritarios en base al plan de desarrollo local; para el logro de estos objetivos es necesario que los representantes tengan la capacidad de gestión, con el asesoramiento especializado en la materia; que prime la vocación de servicio al pueblo y no de él.
Es el reto de las empresas mineras, en sus objetivos de responsabilidad social, demostrar en los hechos que la ecuación minería-entorno social-cuidado del medio ambiente, es posible; debe ser el engranaje para traer desarrollo a las zonas de influencia minera.
Omar Llanos Espinnoza
[email protected]
La actividad minera es un fenómeno socio económico, con actores, como: empresa y trabajadores en la producción, y los pueblos del entorno que perciben los efectos positivos y negativos de la explotación de los recursos naturales; no todo es “color de rosa” porque la “procesión va por dentro”.
ENTRE EL MAL Y EL BIEN
La minería “es un mal necesario”: Es un mal porque divide a la población, no todos tienen la oportunidad de trabajar en las minas. Las autoridades y dirigentes caen en la tentación del soborno y son manipulables a los intereses de la empresa; la actividad minera contamina el medio ambiente y depreda los recursos naturales, contando con el aval del Estado.
La minería es necesaria porque soluciona la desocupación, concentrando a la fuerza laboral de la zona; generando trabajadores directos e indirectos, contratas, concesionarios, proveedores y transportistas. Estas oportunidades laborales y de inversión serán bien aprovechadas por los trabajadores en bienestar de la familia, y por las pequeñas empresas de la zona de influencia; siempre en cuando sepan invertir durante el tiempo que dependan de la minera.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
Los gobiernos regionales y municipales del ámbito minero tienen que exigir a las empresas el cumplimiento de su responsabilidad social con el pueblo, conforme a sus compromisos suscritos en los convenios de concesión minera entre el Estado y la Empresa; plasmados en proyectos productivos de largo alcance que signifique progreso y desarrollo, mas que obras de fierro y cemento; todo depende del grado de capacidad de gestión y negociación de los representantes del pueblo.
LO MALO EN LA CIUDAD
Las ciudades ubicadas en el entorno minero tienen un progreso relativo en el aspecto socio-económico y comercial, mientras dure la actividad minera o proyecto en ejecución; aumenta la población, formando asentamientos humanos en la periferia, generando necesidad de mayor atención de servicios básicos; proliferación de bares, discotecas, drogadicción, alcoholismo. robos, asaltos y violencia familiar; la inseguridad ciudadana en su punto más álgido e incontrolable.
EN EL CAMPO
La actividad minera que se desarrolla dentro las comunidades campesinas y pequeños propietarios afecta indirectamente a la producción agropecuaria porque muchos campesinos dejan el campo para enrolarse a las minas con la ilusión de “ganar bien y rápido”; originando la despoblación rural y pasa a segundo plano la producción ganadera y agrícola.
Las comunidades campesinas y asociaciones del entorno de los proyectos mineros solo se preocupan de realizar convenios de interés personal y laboral, de lograr beneficios materiales para su comunidad, pero no les preocupa la contaminación de los ríos, lagunas, nevados y manantiales. A las municipalidades poco les interesa defender los recursos naturales, sólo algunas denuncias esporádicas y aisladas ante la OEFA (Ministerio del Ambiente) ni al Ministerio de Energía y Minas (OSINERMING); sin mayores resultados favorables para la población afectada.
MUNICIPALIDAD-COMUNIDAD
Las autoridades municipales y dirigentes comunales del entorno minero tienen la oportunidad de concertar con las mineras sobre su responsabilidad social de apoyar al desarrollo socio económico de la población, de suscribir convenios para la ejecución de proyectos prioritarios en base al plan de desarrollo local; para el logro de estos objetivos es necesario que los representantes tengan la capacidad de gestión, con el asesoramiento especializado en la materia; que prime la vocación de servicio al pueblo y no de él.
Es el reto de las empresas mineras, en sus objetivos de responsabilidad social, demostrar en los hechos que la ecuación minería-entorno social-cuidado del medio ambiente, es posible; debe ser el engranaje para traer desarrollo a las zonas de influencia minera.
Omar Llanos Espinnoza
[email protected]