josé antonio salazar mejía
NUEVAMENTE SEDE DEL GOBIERNO
Ya habíamos señalado que la capital del departamento de Huaylas había sido sede del gobierno nacional con Riva Agüero en 1823 y con Bolívar en 1824. Huaylas cambió de nombre por Ancash en 1839 por una infeliz ocurrencia del general Agustín Gamarra tras su efímero triunfo sobre el general Andrés de Santa Cruz, en una triste batalla realizada en el cerro Pan de Azúcar cerca a Yungay con lo que finalizó el ansiado proyecto de formar la Confederación Perú-Boliviana.
La miopía de nuestros gobernantes de entonces tuvo como consecuencia que exactamente cuarenta años después, los chilenos nos declaren la guerra y derroten sucesivamente a Bolivia y al Perú arrebatándonos extensos territorios costeños, cosa que jamás hubiera sucedido si se hubiera consolidado la Confederación Perú-Boliviana.
La guerra se inició en abril de 1879, en ese año los chilenos no hicieron mucho pues en el mar reinaba Grau quien no permitía mayor acción a la flota enemiga. El mando chileno sabía que sin el apoyo marítimo era imposible pensar en la invasión terrestre. Emboscado Grau en Punta Angamos el 8 de octubre, los chilenos inician su lento avance por el desierto de Atacama y Tarapacá. En junio de 1880 derrotan a Bolognesi en Arica y siguen su lenta marcha hacia la capital.
Nuestra tierra vuelve a la palestra en 1881cuando Lima es tomada por los chilenos y el llamado Gobierno de la Magdalena presidido por el abogado Francisco García Calderón cae en desgracia siendo el presidente deportado a Chile. Su vicepresidente, el general piurano Lizardo Montero, conociendo del ingente aporte que Ancash había hecho desde el inicio de la guerra, decidió venirse a Huarás a establecer en esta ciudad la sede de su gobierno por considerar la zona como bastante segura.
En su largo mandato, Lizardo Montero tomó medidas francamente antipopulares. Ordenó la leva para hacerse de un ejército propio y como prácticamente no había hombres a disposición pues la mayoría estaba alistada, echó mano hasta de niños de doce años. Para darle un poco más de prestancia a su gobierno, mandó empedrar la calle de la Prefectura, después llamada 28 de Julio donde instaló su despacho presidencial, utilizando para ello el trabajo gratuito de los indígenas. No conforme con ello, ordenó requisas de víveres y ganado entre los campesinos de los pueblos del Callejón.
Durante su gobierno la vida se hizo insoportable en Huarás. Eran innumerables las tropelías que la gente de Montero realizaba. Las monedas de a Sol, de nueve décimos, eran muy difíciles de hallar. La gente cambiada veinte soles en billete por una moneda de esas. Escaseaba la sal y el hambre se enseñoreó en la ciudad. La población se mostró cada vez más arisca con el Presidente, armándose varios tumultos en su contra. Montero, previniendo un alzamiento popular, entre gallos y media noche abandonó Huarás a principios de agosto de 1881. Se fue a Arequipa donde se diluyó su mandato.
De este modo, Huarás dejó de ser capital del Perú por tercera vez. Y todavía le quedaría una cuarta, fíjese usted.
José Antonio Salazar Mejía.
La miopía de nuestros gobernantes de entonces tuvo como consecuencia que exactamente cuarenta años después, los chilenos nos declaren la guerra y derroten sucesivamente a Bolivia y al Perú arrebatándonos extensos territorios costeños, cosa que jamás hubiera sucedido si se hubiera consolidado la Confederación Perú-Boliviana.
La guerra se inició en abril de 1879, en ese año los chilenos no hicieron mucho pues en el mar reinaba Grau quien no permitía mayor acción a la flota enemiga. El mando chileno sabía que sin el apoyo marítimo era imposible pensar en la invasión terrestre. Emboscado Grau en Punta Angamos el 8 de octubre, los chilenos inician su lento avance por el desierto de Atacama y Tarapacá. En junio de 1880 derrotan a Bolognesi en Arica y siguen su lenta marcha hacia la capital.
Nuestra tierra vuelve a la palestra en 1881cuando Lima es tomada por los chilenos y el llamado Gobierno de la Magdalena presidido por el abogado Francisco García Calderón cae en desgracia siendo el presidente deportado a Chile. Su vicepresidente, el general piurano Lizardo Montero, conociendo del ingente aporte que Ancash había hecho desde el inicio de la guerra, decidió venirse a Huarás a establecer en esta ciudad la sede de su gobierno por considerar la zona como bastante segura.
- El Callejón de Huaylas es un lugar muy especial. –Sentenciaba Montero.
- ¿Y si nos persiguen hasta acá los chilenos? –Preguntaba el general Juan Buendía, Jefe de su Estado Mayor.
- Tengo el informe de que el departamento de Ancash es quien mejor ha contribuido con armas, joyas, acémilas, granos y dinero para la guerra; sus habitantes sí que son verdaderos patriotas. Además, el Callejón de Huaylas es ideal para preparar una emboscada al enemigo.
- Mi general, ha llegado el Cónsul Norteamericano y desea tener una entrevista con usted.
- Pues hágalo pasar, no lo demore usted. –Contestaba halagado por tamaña visita.
- Tenga usted mi credenciales Mister President. –Decía con muy mala pronunciación Mr. Harry Wismüller.
- ¿Y qué se le ofrece a su excelencia? –Preguntaba Montero.
- Mi venir a proponer una salida para el guerra. Perú debe ceder territorios para dejar Chile en paz. Mi comprometer gobierno chileno no pedir compensación económico.
- No, no, mi estimado Cónsul. No puedo permitir que se le quiten territorios al Perú. Ni hablar. Lástima que su viaje haya sido en vano.
En su largo mandato, Lizardo Montero tomó medidas francamente antipopulares. Ordenó la leva para hacerse de un ejército propio y como prácticamente no había hombres a disposición pues la mayoría estaba alistada, echó mano hasta de niños de doce años. Para darle un poco más de prestancia a su gobierno, mandó empedrar la calle de la Prefectura, después llamada 28 de Julio donde instaló su despacho presidencial, utilizando para ello el trabajo gratuito de los indígenas. No conforme con ello, ordenó requisas de víveres y ganado entre los campesinos de los pueblos del Callejón.
Durante su gobierno la vida se hizo insoportable en Huarás. Eran innumerables las tropelías que la gente de Montero realizaba. Las monedas de a Sol, de nueve décimos, eran muy difíciles de hallar. La gente cambiada veinte soles en billete por una moneda de esas. Escaseaba la sal y el hambre se enseñoreó en la ciudad. La población se mostró cada vez más arisca con el Presidente, armándose varios tumultos en su contra. Montero, previniendo un alzamiento popular, entre gallos y media noche abandonó Huarás a principios de agosto de 1881. Se fue a Arequipa donde se diluyó su mandato.
De este modo, Huarás dejó de ser capital del Perú por tercera vez. Y todavía le quedaría una cuarta, fíjese usted.
José Antonio Salazar Mejía.