José antonio salazar mejía
ANTONIO RAIMONDI NO DIJO LO QUE DICEN QUE DIJO
De mis propias investigaciones bibliográficas.
A este sabio italiano se le atribuyen dos frases célebres que nunca pronunció: una se refiere a que el Perú es un mendigo sentado en banco de oro; la otra, tiene que ver con nuestra tierra y es el popular verso que reza:
Recuay ladronera,
Huarás presunción,
Carhuás borrachera,
Yungay hermosura
y Carás dulzura;
Huarás presunción,
Carhuás borrachera,
Yungay hermosura
y Carás dulzura;
esto tampoco dijo Raimondi, pertenece a la sabiduría popular.
Pero sin que se lo propusiera, con el nombre de Raimondi se conocen a dos emblemas ancashinos. Uno es la Estela de Chavín, a quien todos le dicen Estela Raimondi; y el otro la Puya, la inflorescencia más grande del mundo, que es más conocida como la Puya Raimondi.
En sus viajes por los pueblos de Ancash, Raimondi llegó al pueblo de Chavín de Huántar. Los lugareños le mostraron El Castillo, nombre que hasta hace poco se le daba al gran templo. El monumento arqueológico lo impresionó vivamente. Tomó calco de los dibujos hechos en piedra y averiguó que en diversas viviendas existían lajas sacadas del templo. Raimondi, fue alojado en la casa del hacendado más poderoso de Chavín, don Timoteo Espinoza.
Aquí nuevamente nos encontramos con otro sinsentido histórico. Algunos guías de turismo cuando van a Chavín se empeñan en señalar que TimoteoEspinoza era un pobre campesino que en su choza usaba como mesa la gran Estela que representa al Dios Guari en todo su esplendor. Añaden que Raimondi pasó la mano por debajo de la mesa y notó que tenía grabados y así descubrió la Estela que lleva su nombre.
Tenemos que aclarar dos cosas. En primer lugar, las chozas de nuestros campesinos son bastante pequeñas y es muy difícil creer que en una choza pueda entrar una piedra tan grande como la Estela de Chavín. Y en segundo lugar, en el campo no se utilizan mesas. De modo que es improbable que la Estela haya sido usada como mesa en una choza. Esto lo aclaramos porque el mensaje que viene tras este burdo cuento es muy ofensivo para nuestra cultura: nos señala que el hombre andino desprecia sus símbolos emblemáticos, en este caso la Estela Chavín, y tiene que venir un gringo, un extranjero, para poner las cosas en orden. Esta mentalidad colonial debemos rechazarla.
Lo cierto es que Raimondi hizo trasladar esta Estela hasta Lima y la presentó en el Palacio de la Exposición siendo una de las principales atracciones de la Exposición Nacional de 1872, que con motivo de la conmemoración de los cincuenta años de la Independencia del Perú, se organizó con gran boato en la capital. Ese fue su único mérito; mucho mérito digo yo: ponerle su nombre por haberla llevado a Lima.
Ya en Lima, su exhibición fue todo un éxito y en ese entonces se le llamó la piedra del jardín del Palacio de la Exposición. Al pasar el tiempo y cuando dejó de ser novedad dicha exposición, a la Estela se le endilgó el apellido del sabio. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en Pueblo Libre.
Sólo un pueblo que no tiene bien cimentada su identidad, puede permitir que pase esto con sus símbolos nacionales. La gran cultura Chavín nos legó al primer dios andino, Guari, el dios civilizador. Y ese es el verdadero nombre del personaje de la Estela Chavín. Además, ahora que hay un hermoso museo en Chavín, la Estela Chavín debe ser restituida a su lugar de origen.
Pero sin que se lo propusiera, con el nombre de Raimondi se conocen a dos emblemas ancashinos. Uno es la Estela de Chavín, a quien todos le dicen Estela Raimondi; y el otro la Puya, la inflorescencia más grande del mundo, que es más conocida como la Puya Raimondi.
En sus viajes por los pueblos de Ancash, Raimondi llegó al pueblo de Chavín de Huántar. Los lugareños le mostraron El Castillo, nombre que hasta hace poco se le daba al gran templo. El monumento arqueológico lo impresionó vivamente. Tomó calco de los dibujos hechos en piedra y averiguó que en diversas viviendas existían lajas sacadas del templo. Raimondi, fue alojado en la casa del hacendado más poderoso de Chavín, don Timoteo Espinoza.
Aquí nuevamente nos encontramos con otro sinsentido histórico. Algunos guías de turismo cuando van a Chavín se empeñan en señalar que TimoteoEspinoza era un pobre campesino que en su choza usaba como mesa la gran Estela que representa al Dios Guari en todo su esplendor. Añaden que Raimondi pasó la mano por debajo de la mesa y notó que tenía grabados y así descubrió la Estela que lleva su nombre.
Tenemos que aclarar dos cosas. En primer lugar, las chozas de nuestros campesinos son bastante pequeñas y es muy difícil creer que en una choza pueda entrar una piedra tan grande como la Estela de Chavín. Y en segundo lugar, en el campo no se utilizan mesas. De modo que es improbable que la Estela haya sido usada como mesa en una choza. Esto lo aclaramos porque el mensaje que viene tras este burdo cuento es muy ofensivo para nuestra cultura: nos señala que el hombre andino desprecia sus símbolos emblemáticos, en este caso la Estela Chavín, y tiene que venir un gringo, un extranjero, para poner las cosas en orden. Esta mentalidad colonial debemos rechazarla.
Lo cierto es que Raimondi hizo trasladar esta Estela hasta Lima y la presentó en el Palacio de la Exposición siendo una de las principales atracciones de la Exposición Nacional de 1872, que con motivo de la conmemoración de los cincuenta años de la Independencia del Perú, se organizó con gran boato en la capital. Ese fue su único mérito; mucho mérito digo yo: ponerle su nombre por haberla llevado a Lima.
- La Estela Raimondi fue traída por la ruta de Olleros. La cargaban treinta hombres en dos grupos. Mientras quince cargaban, quince descansaban. Habían improvisado una tarima especial para cargarla. Llegando a Huarás, la comitiva cogió el camino de Casma y en ese puerto fue embarcada hacia la capital. – Señala Steven Wegner.
Ya en Lima, su exhibición fue todo un éxito y en ese entonces se le llamó la piedra del jardín del Palacio de la Exposición. Al pasar el tiempo y cuando dejó de ser novedad dicha exposición, a la Estela se le endilgó el apellido del sabio. Actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia, en Pueblo Libre.
Sólo un pueblo que no tiene bien cimentada su identidad, puede permitir que pase esto con sus símbolos nacionales. La gran cultura Chavín nos legó al primer dios andino, Guari, el dios civilizador. Y ese es el verdadero nombre del personaje de la Estela Chavín. Además, ahora que hay un hermoso museo en Chavín, la Estela Chavín debe ser restituida a su lugar de origen.
Pero estamos en el Perú.
- El país de las maravillas.
- Donde cualquier cosa puede pasar y nadie dice nada.
Ahora, en el caso de la Puya Raimondi, es una inflorescencia gigante de diez metros de altura, que cuenta con seis mil flores y ocho millones de semillas. El mérito de Raimondi es haberla clasificado y bautizado como pourretia gigantea. Mal hacemos en decir que sólo hay Puyas en la zona de Carpa, en Cátac. También las tenemos en la zona de las vertientes cerca de Cajamarquilla; y en todo el Perú, existen dieciocho lugares clasificados donde se encuentran las puyas. Lo que marca la diferencia es que las puyas ancashinas son las más altas y bellas; y por supuesto, en nuestra tierra se encuentran en mayor abundancia.
¿Pero cómo fue que a Raimondi se le atribuyen frases que nunca pronunció? No hay discurso en el Perú que no termine con el consabido: …y como dijo el sabio Antonio Raimondi, ‘el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro’, por lo que nuestro deber es engrandecer nuestra amada patria que con sus ingentes recursos está llamada a ser faro y guía en el concierto de las naciones del mundo, y patatín patatán.
El término de marras está consignado en un resumen que sobre el sabio escribió el enciclopedista César Cantú, en su por entonces célebre Historia Universal.
¿Pero cómo fue que a Raimondi se le atribuyen frases que nunca pronunció? No hay discurso en el Perú que no termine con el consabido: …y como dijo el sabio Antonio Raimondi, ‘el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro’, por lo que nuestro deber es engrandecer nuestra amada patria que con sus ingentes recursos está llamada a ser faro y guía en el concierto de las naciones del mundo, y patatín patatán.
El término de marras está consignado en un resumen que sobre el sabio escribió el enciclopedista César Cantú, en su por entonces célebre Historia Universal.
¿Y quién fue César Cantú?
Pasando al segundo tema, sobre los versos acerca de las principales ciudades del Callejón de Huaylas, debemos saludar al Dr. César Ángeles Caballero por su enjundioso trabajo Literatura Peruana Tomo I, Ancash, donde señala que el verso tiene diferentes variantes y se conocía ya mucho antes de la llegada de Raimondi. Corrobora lo afirmado por Ángeles Caballero una publicación del Banco de ComercioDiario de viaje del Cónsul alemán Heinrich Witt, quien allí señala que a su paso por el Departamento de Ancash en 1842, veinte años antes que llegara Raimondi a Ancash, escuchó el consabido verso, cuya versión completa es como sigue:
- Un escritor italiano que en el siglo XIX publicó en doce tomos una enciclopedia que se tenía como la más moderna y actual escrita hasta esa época. En la Biblioteca Municipal de Huarás existe dicha enciclopedia.
- ¡Perdón, perdón…! Señor tradicionista, ha escrito mal. El nombre de nuestro departamento es Ancash, no Ancachs.
- Tiene razón compañero. ¿Pero qué quiere usted que yo haga? Así está escrito hasta en la misma ley que crea nuestro departamento.
- ¡Pero eso no puede ser…!
- Sí puede ser. Porque los limeñitos no pueden pronunciar la sh que es un fonema del quechua ancashino; los pobres son tan motosos que confunden ese sonido por la chs. Y así fue cómo escribieron la ley y publicaron el libro de Raimondi con tan enorme error ortográfico.
Pasando al segundo tema, sobre los versos acerca de las principales ciudades del Callejón de Huaylas, debemos saludar al Dr. César Ángeles Caballero por su enjundioso trabajo Literatura Peruana Tomo I, Ancash, donde señala que el verso tiene diferentes variantes y se conocía ya mucho antes de la llegada de Raimondi. Corrobora lo afirmado por Ángeles Caballero una publicación del Banco de ComercioDiario de viaje del Cónsul alemán Heinrich Witt, quien allí señala que a su paso por el Departamento de Ancash en 1842, veinte años antes que llegara Raimondi a Ancash, escuchó el consabido verso, cuya versión completa es como sigue:
Marca, remarca,
Recuay ladronera,
Huarás presunción,
Carhuás borrachera,
Yungay hermosura,
Carás dulzura, y
Macate, remate.
Recuay ladronera,
Huarás presunción,
Carhuás borrachera,
Yungay hermosura,
Carás dulzura, y
Macate, remate.
Añadiremos algunos datos biográficos de don Antonio Raimondi. El sabio nació en Milán, norte de Italia, en 1826. Muy joven se involucra en la vida política de su país peleando bajo la bandera del patriota José Garibaldi. Fracasada la insurrección, decide abandonar su país y viajar a América. El lugar escogido fue el Perú, tierra que anhelaba conocer por sus estudios de botánica.
Enamorado de nuestro país, ya no volvería a Europa. En 1852 inicia su peregrinar por los pueblos del Perú y registra todo lo que observa. Ese año conoció por primera vez Huarás y le pareció la ciudad más sucia y pobre del mundo, y así lo consignó en sus notas. En su siguiente visita, en 1868 fue mucho más benévolo, no porque haya cambiado la ciudad, sino porque el buen hombre cayó rendidamente enamorado de una bella huarasina.
Y como el amor lo cambia todo, Raimondi vio a Huarás con otros ojos y anotó entonces que era una ciudad limpia, alegre y de muy buen clima. ¡Ah… el amor, el amor! ¿Y quién fue la damisela que hizo cambiar radicalmente de conceptos a tan insigne sabio? Doña Adela Loli, con quien se casó el 2 de setiembre de 1869 y de esa unión nacieron tres hermosos hijos: Enrique, María y Elvira.
A su muerte acaecida el 27 de octubre de 1890 en San Pedro de Lloc, Raimondi tenía en su colección 707 ejemplares de rocas raras, 2 millones de fósiles, un herbario de 20 mil plantas, 2 mil ejemplares de moluscos, 4 mil de insectos y más de mil de pájaros, entre otras singularidades.
Si bien Raimondi no dijo lo que dicen que dijo, sí dejó un sublime mensaje a la juventud. Y esto es lo que sí él dijo:
Enamorado de nuestro país, ya no volvería a Europa. En 1852 inicia su peregrinar por los pueblos del Perú y registra todo lo que observa. Ese año conoció por primera vez Huarás y le pareció la ciudad más sucia y pobre del mundo, y así lo consignó en sus notas. En su siguiente visita, en 1868 fue mucho más benévolo, no porque haya cambiado la ciudad, sino porque el buen hombre cayó rendidamente enamorado de una bella huarasina.
Y como el amor lo cambia todo, Raimondi vio a Huarás con otros ojos y anotó entonces que era una ciudad limpia, alegre y de muy buen clima. ¡Ah… el amor, el amor! ¿Y quién fue la damisela que hizo cambiar radicalmente de conceptos a tan insigne sabio? Doña Adela Loli, con quien se casó el 2 de setiembre de 1869 y de esa unión nacieron tres hermosos hijos: Enrique, María y Elvira.
A su muerte acaecida el 27 de octubre de 1890 en San Pedro de Lloc, Raimondi tenía en su colección 707 ejemplares de rocas raras, 2 millones de fósiles, un herbario de 20 mil plantas, 2 mil ejemplares de moluscos, 4 mil de insectos y más de mil de pájaros, entre otras singularidades.
Si bien Raimondi no dijo lo que dicen que dijo, sí dejó un sublime mensaje a la juventud. Y esto es lo que sí él dijo:
¡Sí jóvenes peruanos!
Mi esperanza está en vosotros y ya que os he dedicado la primera página de ésta obra
que lleva el nombre de El Perú, vuestra patria, permitidme que os dedique
también los últimos renglones de esta parte preliminar.
¡Jóvenes peruanos!
Confiado en mi entusiasmo he emprendido un arduo trabajo muy superior a mis
fuerzas. Os pido, pues, vuestro concurso. Ayudadme. Dad tregua a la política y
consagraos a hacer conocer vuestro país y los inmensos recursos que tiene.
Mi esperanza está en vosotros y ya que os he dedicado la primera página de ésta obra
que lleva el nombre de El Perú, vuestra patria, permitidme que os dedique
también los últimos renglones de esta parte preliminar.
¡Jóvenes peruanos!
Confiado en mi entusiasmo he emprendido un arduo trabajo muy superior a mis
fuerzas. Os pido, pues, vuestro concurso. Ayudadme. Dad tregua a la política y
consagraos a hacer conocer vuestro país y los inmensos recursos que tiene.