Omar Llanos espinoza
ENTUSIASMO, CUALIDAD PRINCIPAL DEL MAESTRO
Es honroso presentar a un gran maestro, Raúl Córdova Alvarado que, en los años 50 del siglo pasado fue director de la Escuela Primaria N° 393 (hoy 32226) de Huallanca-Bolognesi-Ancash; docente, natural de Llata-Huánuco, dejó huellas de profesionalismo y vocación de servicio. Han pasado 70 años y sigue vigente como uno de los maestros más destacados que tuvo Huallanca; el mejor homenaje, el referido centro educativo lleva su nombre.
En la Revista Pedagógica “LA UNION” N° 02, editado en 1952 por los maestros de la Prov. de Dos de Mayo (Huánuco), encontramos un artículo interesante de Raúl Córdova Alvarado, muy importante y alentador donde resalta que, el ENTUSIASMO es la cualidad primordial que todo maestro debe poseer para el éxito de su labor
docente. Un tema que mantiene vigencia en los tiempos actuales, y merece publicar como un homenaje a un verdadero maestro por vocación; no sólo ideas, también con hechos por su labor polifacética realizada en la tierra ganadera y minera.
ENTUSIASMO: Motor de la Función Magisterial
Por: Raúl Córdova Alvarado
Ninguna profesión ni ocupación exige más cualidades en el que lo desempeña, como el ejercicio de la función docente, especialmente en la fase nuclear: La Educación Primaria.
Utópico sería pensar que todos los maestros deben, necesariamente, poseer todas estas cualidades; pero sí creemos que a ninguno debe faltarle por lo menos una: EL ENTUSIASMO, que debe ser como el motor que motive su actividad.
El entusiasmo es fuerza avasalladora que vence toda barrera que se le opone a su paso. Ningún profesional como ningún obrero que no acometa su empresa sin una buena dosis de entusiasmo podrá cosechar positivos resultados. No fueron tibios los genios, ni llegaron a ser grandes los hombres que no entusiasmaron por un ideal hasta apasionarse.
El maestro entusiasta se entregará de lleno a su labor sin regatearle esfuerzo ni tiempo a su trabajo; no creerá que dicha labor termina con el toque de campana que indica la hora de salida, olvidándose que ella exige una continuidad sea dentro o fuera del aula, Muchas veces las sombras nocturnas o la alborada le sorprenderá en su escuela ultimando alguna labor o proyectando otras actividades para el nuevo día. Esto lo hará sin esperar mayor recompensa que el de la satisfacción del deber cumplido solamente.
El maestro entusiasta tenderá a superarse cada día más y renovarse constantemente poniéndose al tanto de las nuevas corrientes pedagógicas para no caer en manos de la rutina y fosilizarse. Así como pondrá en juego todos los recursos posibles para cumplir mejor su delicada misión.
El prestigioso y entusiasta maestro Dr. Nicanor Rivera Cáceres, tras una encuesta, saca como conclusión que las primeras cualidades exigidas en el maestro son: el de ser justo e inteligente; pero, que aquel maestro justo e inteligente, muy poco o casi nada podrá hacer si le falta la savia vivificadora del entusiasmo. Así se ven maestros con buen caudal de conocimientos, pero que, fatalmente, se les ha agotado el entusiasmo; no pasando de ser simples máquinas, tal vez potentes en otrora, más cuyos motores se hallan enmohecidos por la herrumbre de su desidia. La comparación es un tanto burda, pero no menos cierta.
El día en que se extinga al maestro el entusiasmo, debe ser el aviso de que ha llegado a su término su vida magisterial, así se evitará de tomar tan delicada función sólo como un “modus vivendi” y se dará oportunidad a que actúen nuevos elementos. No faltando otras actividades en la vida que implican menos dinamismo y responsabilidad.
El maestro entusiasta sentirá, también, orgullo de su noble misión, pero ese orgullo no consiste en “adoptar aires pedantescos y posturas de pavo real, ni menos en descender al terreno de la fatuidad”. El justo orgullo es aquel amasado con trabajo, con dignidad. Consiste en que si somos docentes de aulas, hacer que la sección a nuestro cargo sea la mejor dentro del plantel; si directores, que nuestra escuela sea la mejor en la provincia, y si inspectores, que nuestro distrito escolar sea el mejor de la República, dando palpables muestras y evidenciando pruebas de organización, trabajo, disciplina y moralidad.
Si todos los maestros comprendiéramos estos en su esencia y supiéramos practicarlo, en un futuro no muy lejano, veríamos a nuestra querida patria insurgir al nivel que le corresponde ocupar en el concierto de las naciones más adelantadas de América y, por qué no decirlo, del orbe entero. Entonces, cuando haya llegado aquel soñado día, que debe ser el dorado sueño de todo buen peruano, nosotros los maestros primarios, los más modestos, los más humildes obreros de esta gran obra, desde estos rincones andinos donde día tras día laboramos queda y silenciosamente envueltos, tal vez, por el velo de la incógnita y la comprensión, sentiríamos un justo regocijo y llenos de emoción patriótica exclamaríamos: nuestra amada patria el Perú, es grande y es poderoso por la acción formativa de la Educación Nacional.
Omar Llanos Espinoza
En la Revista Pedagógica “LA UNION” N° 02, editado en 1952 por los maestros de la Prov. de Dos de Mayo (Huánuco), encontramos un artículo interesante de Raúl Córdova Alvarado, muy importante y alentador donde resalta que, el ENTUSIASMO es la cualidad primordial que todo maestro debe poseer para el éxito de su labor
docente. Un tema que mantiene vigencia en los tiempos actuales, y merece publicar como un homenaje a un verdadero maestro por vocación; no sólo ideas, también con hechos por su labor polifacética realizada en la tierra ganadera y minera.
ENTUSIASMO: Motor de la Función Magisterial
Por: Raúl Córdova Alvarado
Ninguna profesión ni ocupación exige más cualidades en el que lo desempeña, como el ejercicio de la función docente, especialmente en la fase nuclear: La Educación Primaria.
Utópico sería pensar que todos los maestros deben, necesariamente, poseer todas estas cualidades; pero sí creemos que a ninguno debe faltarle por lo menos una: EL ENTUSIASMO, que debe ser como el motor que motive su actividad.
El entusiasmo es fuerza avasalladora que vence toda barrera que se le opone a su paso. Ningún profesional como ningún obrero que no acometa su empresa sin una buena dosis de entusiasmo podrá cosechar positivos resultados. No fueron tibios los genios, ni llegaron a ser grandes los hombres que no entusiasmaron por un ideal hasta apasionarse.
El maestro entusiasta se entregará de lleno a su labor sin regatearle esfuerzo ni tiempo a su trabajo; no creerá que dicha labor termina con el toque de campana que indica la hora de salida, olvidándose que ella exige una continuidad sea dentro o fuera del aula, Muchas veces las sombras nocturnas o la alborada le sorprenderá en su escuela ultimando alguna labor o proyectando otras actividades para el nuevo día. Esto lo hará sin esperar mayor recompensa que el de la satisfacción del deber cumplido solamente.
El maestro entusiasta tenderá a superarse cada día más y renovarse constantemente poniéndose al tanto de las nuevas corrientes pedagógicas para no caer en manos de la rutina y fosilizarse. Así como pondrá en juego todos los recursos posibles para cumplir mejor su delicada misión.
El prestigioso y entusiasta maestro Dr. Nicanor Rivera Cáceres, tras una encuesta, saca como conclusión que las primeras cualidades exigidas en el maestro son: el de ser justo e inteligente; pero, que aquel maestro justo e inteligente, muy poco o casi nada podrá hacer si le falta la savia vivificadora del entusiasmo. Así se ven maestros con buen caudal de conocimientos, pero que, fatalmente, se les ha agotado el entusiasmo; no pasando de ser simples máquinas, tal vez potentes en otrora, más cuyos motores se hallan enmohecidos por la herrumbre de su desidia. La comparación es un tanto burda, pero no menos cierta.
El día en que se extinga al maestro el entusiasmo, debe ser el aviso de que ha llegado a su término su vida magisterial, así se evitará de tomar tan delicada función sólo como un “modus vivendi” y se dará oportunidad a que actúen nuevos elementos. No faltando otras actividades en la vida que implican menos dinamismo y responsabilidad.
El maestro entusiasta sentirá, también, orgullo de su noble misión, pero ese orgullo no consiste en “adoptar aires pedantescos y posturas de pavo real, ni menos en descender al terreno de la fatuidad”. El justo orgullo es aquel amasado con trabajo, con dignidad. Consiste en que si somos docentes de aulas, hacer que la sección a nuestro cargo sea la mejor dentro del plantel; si directores, que nuestra escuela sea la mejor en la provincia, y si inspectores, que nuestro distrito escolar sea el mejor de la República, dando palpables muestras y evidenciando pruebas de organización, trabajo, disciplina y moralidad.
Si todos los maestros comprendiéramos estos en su esencia y supiéramos practicarlo, en un futuro no muy lejano, veríamos a nuestra querida patria insurgir al nivel que le corresponde ocupar en el concierto de las naciones más adelantadas de América y, por qué no decirlo, del orbe entero. Entonces, cuando haya llegado aquel soñado día, que debe ser el dorado sueño de todo buen peruano, nosotros los maestros primarios, los más modestos, los más humildes obreros de esta gran obra, desde estos rincones andinos donde día tras día laboramos queda y silenciosamente envueltos, tal vez, por el velo de la incógnita y la comprensión, sentiríamos un justo regocijo y llenos de emoción patriótica exclamaríamos: nuestra amada patria el Perú, es grande y es poderoso por la acción formativa de la Educación Nacional.
Omar Llanos Espinoza