ARMANDO ZARAZÚ ALDAVE
MARCHA DE LOS GORROS ROSADOS
Hace un par de semanas se realizó una gigantesca marcha en apoyo de la causa femenina en la capital estadounidense, en la mayoría de las ciudades principales del país y en muchas otras poblaciones importantes al rededor del mundo. La multitudinaria participación humana es este movimiento está calculada en más de dos millones, solo en los Estados Unidos. Tampoco se vaya a creer que en ella solo participaron mujeres, sino que también lo hicieron hombres, acompañando a sus esposas, novias, amigas o simplemente por espíritu de solidaridad. Es bueno mencionar también que en Hartford, la capital del estado de Connecticut, en donde escribo esta nota, se realizó la marcha de la mujer frente al Capitolio, sede de la gobernación y del poder legislativo estatal, con muy buena cantidad de participantes.
La marcha fue convocada para defender los derechos de las mujeres, el derecho a la salud, a una educación de calidad, a una igualdad de los derechos de las personas LGBT, en defensa de las nuevas políticas contra el cambio climático, en contra de la persecución y discriminación de los inmigrantes, en contra de la discriminación racial. De acuerdo a los medios de comunicación la marcha ha sido una de las más grandes que se han visto en la ciudad capital de los Estados Unidos. Hubo un detalle en la manifestación, que sin duda llamó la atención, fue que la mayoría de las participantes llevaban un gorro tejido de color rosado, bautizado como “pussyhat”, en referencia al órgano reproductor femenino y utilizado muy alegremente, de manera poco elegante por decir lo menos, por el nuevo residente de la Casa Blanca.
Hace algunos meses, con ocasión de una marcha similar realizada en la ciudad de Lima, esta columna se solidarizó, de la misma forma como lo hace ahora, con el movimiento femenino. Lamentablemente, desde la aparición de los primeros seres humanos, la mujer siempre ha estado en segundo plano, sin ser tomada en cuenta, con muy contadas excepciones por cierto, y solo vistas como parte necesaria para la continuación de la especie humana y para hacerse cargo del hogar. A estas alturas de la historia de la humanidad, cuando el hombre se pasea por el espacio como Pedro por su casa, y la comunicación global ha convertido al mundo en parte diaria de nuestras vidas ya no se puede seguir considerando a la mujer como un ser inferior. Todo lo contrario, es y debe ser tratada con respeto y consideración, dándole el lugar que merece en la sociedad, de la cual es parte importante, no solo por su rol de madre si no porque contribuye a que su engrandecimiento y mejora. Lo ha hecho siempre, solo que en muy contadas oportunidades se le ha dado el debido valor.
Durante centurias se han ido construyendo mitos negativos alrededor de la mujer, los cuales han ido creando el estereotipo en el cual se han formado generaciones de hombres. Sin embargo, a lo largo de la historia, no solo de los Estados Unidos, de nuestra Latinoamérica y del mundo en general, han existido y existen mujeres que han sido capaces de demostrar lo errado de esas falsas ideas respecto a ellas. Hoy en día vemos mujeres en posiciones expectantes dentro de sus países; solo demos una mirada a Europa, continente en donde dos de sus naciones más importantes tienen como jefas de estado a dos mujeres. Alemania es dirigida por la Canciller Ángela Merkel, quien fue elegida el 2005 y reelegida varias veces. Desde el mes de julio del año pasado el gobierno de Inglaterra es dirigido por la Primera Ministra Theresa May. Dos ejemplos que nos pueden servir de ejemplo sobre la capacidad de la mujer para realizar tareas tradicionalmente realizadas por el hombre.
Por otro lado, si miramos al continente Sudamericano, veremos que en Chile, Michelle Bachelet, también ha hecho historia. Elegida presidenta del país sureño en el 2006, ha sido reelecta el 2013. Antes sirvió como ministra de salud y luego como ministra de defensa de su país. Indudablemente, ella es un ejemplo a seguir por las jóvenes generaciones de mujeres, quienes cada vez más encuentran su lugar en la sociedad moderna. Si miramos alrededor de nuestro país veremos que, en algunos sectores tradicionalmente ocupados por varones, se puede ver el avance femenino. Lamentablemente no podemos decir lo mismo sobre el abuso que sufre en algunos sectores amplios de nuestra sociedad. Si se fija más detenidamente se puede ver que cuando menos educada es la población mayor es el abuso y el femenicidio.
Bien sabemos que todavía falta mucho camino por recorrer para que el movimiento para lograr que el objetivo final del feminismo se haga realidad, es decir que las mujeres de todo el mundo sean tratadas con dignidad y respeto. Sin embargo, marchas como las del 21 de enero son necesarias para despertar la conciencia de nuestra sociedad. Felizmente las jóvenes de hoy en día piensan diferente y saben lo que deben hacer para lograr su lugar en la sociedad. Vemos que cada vez aparecen más con el mismo pensamiento de Malala, la joven premio Nobel pakistaní, quien aboga para que la mujer se eduque, es el único camino.
Armando Zarazú
[email protected]
La marcha fue convocada para defender los derechos de las mujeres, el derecho a la salud, a una educación de calidad, a una igualdad de los derechos de las personas LGBT, en defensa de las nuevas políticas contra el cambio climático, en contra de la persecución y discriminación de los inmigrantes, en contra de la discriminación racial. De acuerdo a los medios de comunicación la marcha ha sido una de las más grandes que se han visto en la ciudad capital de los Estados Unidos. Hubo un detalle en la manifestación, que sin duda llamó la atención, fue que la mayoría de las participantes llevaban un gorro tejido de color rosado, bautizado como “pussyhat”, en referencia al órgano reproductor femenino y utilizado muy alegremente, de manera poco elegante por decir lo menos, por el nuevo residente de la Casa Blanca.
Hace algunos meses, con ocasión de una marcha similar realizada en la ciudad de Lima, esta columna se solidarizó, de la misma forma como lo hace ahora, con el movimiento femenino. Lamentablemente, desde la aparición de los primeros seres humanos, la mujer siempre ha estado en segundo plano, sin ser tomada en cuenta, con muy contadas excepciones por cierto, y solo vistas como parte necesaria para la continuación de la especie humana y para hacerse cargo del hogar. A estas alturas de la historia de la humanidad, cuando el hombre se pasea por el espacio como Pedro por su casa, y la comunicación global ha convertido al mundo en parte diaria de nuestras vidas ya no se puede seguir considerando a la mujer como un ser inferior. Todo lo contrario, es y debe ser tratada con respeto y consideración, dándole el lugar que merece en la sociedad, de la cual es parte importante, no solo por su rol de madre si no porque contribuye a que su engrandecimiento y mejora. Lo ha hecho siempre, solo que en muy contadas oportunidades se le ha dado el debido valor.
Durante centurias se han ido construyendo mitos negativos alrededor de la mujer, los cuales han ido creando el estereotipo en el cual se han formado generaciones de hombres. Sin embargo, a lo largo de la historia, no solo de los Estados Unidos, de nuestra Latinoamérica y del mundo en general, han existido y existen mujeres que han sido capaces de demostrar lo errado de esas falsas ideas respecto a ellas. Hoy en día vemos mujeres en posiciones expectantes dentro de sus países; solo demos una mirada a Europa, continente en donde dos de sus naciones más importantes tienen como jefas de estado a dos mujeres. Alemania es dirigida por la Canciller Ángela Merkel, quien fue elegida el 2005 y reelegida varias veces. Desde el mes de julio del año pasado el gobierno de Inglaterra es dirigido por la Primera Ministra Theresa May. Dos ejemplos que nos pueden servir de ejemplo sobre la capacidad de la mujer para realizar tareas tradicionalmente realizadas por el hombre.
Por otro lado, si miramos al continente Sudamericano, veremos que en Chile, Michelle Bachelet, también ha hecho historia. Elegida presidenta del país sureño en el 2006, ha sido reelecta el 2013. Antes sirvió como ministra de salud y luego como ministra de defensa de su país. Indudablemente, ella es un ejemplo a seguir por las jóvenes generaciones de mujeres, quienes cada vez más encuentran su lugar en la sociedad moderna. Si miramos alrededor de nuestro país veremos que, en algunos sectores tradicionalmente ocupados por varones, se puede ver el avance femenino. Lamentablemente no podemos decir lo mismo sobre el abuso que sufre en algunos sectores amplios de nuestra sociedad. Si se fija más detenidamente se puede ver que cuando menos educada es la población mayor es el abuso y el femenicidio.
Bien sabemos que todavía falta mucho camino por recorrer para que el movimiento para lograr que el objetivo final del feminismo se haga realidad, es decir que las mujeres de todo el mundo sean tratadas con dignidad y respeto. Sin embargo, marchas como las del 21 de enero son necesarias para despertar la conciencia de nuestra sociedad. Felizmente las jóvenes de hoy en día piensan diferente y saben lo que deben hacer para lograr su lugar en la sociedad. Vemos que cada vez aparecen más con el mismo pensamiento de Malala, la joven premio Nobel pakistaní, quien aboga para que la mujer se eduque, es el único camino.
Armando Zarazú
[email protected]