armando Zarazú aldave
LA NAVIDAD EN NUESTROS PUEBLOS
La fiesta de Navidad en nuestros pueblos latinoamericanos es sinónimo de jolgorio, baile y música, mucha música, además de buena comida. La posición geográfica que ocupan, ubicados cerca de la línea ecuatorial, hace que el clima en esta época del año permita que sus habitantes tengan mayor libertad de movimiento, lo cual indudablemente se transforma en las diversas manifestaciones culturales que hacen de la Navidad una expresión de alegría como pocas veces se ve en el mundo.
Los villancicos, son canciones religiosas que aparecieron en algunos países europeos hace algunos cientos de años. En donde adquirieron mayor popularidad fue en España. Se caracterizan por que sus letras dan un trato familiar y más de acorde a la vida diaria del hombre común, a los miembros de la sagrada familia, es decir a José, María y su hijo, a los cuales cantan con familiaridad, sin por eso dejar de mostrar su respeto y veneración. “Sopa le dieron al niño, no se la quiso tomar…” dicen las letras de uno de los villancicos más populares, es decir le dan una expresión más terrenal al homenajeado. De España los villancicos llegan al nuevo mundo y aquí van tomando diferentes formas, dependiendo de las características musicales de la región en donde se ejecute.
En Puerto Rico, donde se considera que los festejos navideños duran más que en ninguna otra parte. La Navidad es una mezcla de expresión religiosa y musical, con sus misas de aguinaldo y sus alegres y bulliciosas trullas navideñas, las cuales también se conocen como parrandas; estas consisten en un grupo de amigos, los cuales “asaltan” una casa conocida al compás de alegres canciones navideñas, las cuales acompañan con guitarras, cuatros, maracas, güiros, palitos y palmadas. Luego de un par de horas de cantos y baile, los parranderos, incluidos los dueños de la casa visitada, salen en realizar otra visita o “asalto”. Así, entre parranda y parranda, va avanzando la noche hasta que en le última casa visitada sirven el tradicional asopao o caldo de gallina.
Hasta antes del Segundo Concilio del Vaticano, realizado a inicios de los años sesenta, la misa católica se realizaba íntegramente en latín, idioma que no entendían el noventa y nueve por ciento de los asistentes ha dicho acto litúrgico. De allí que La Misa Criolla, del compositor argentino Ariel Ramírez, adquiriera singular importancia dentro de la música navideña latinoamericana. Primero, por ser una de las primeras piezas musicales para acompañar la misa escritas en un idioma diferente al latín; y segundo, por la extraordinaria combinación de sus líricas en español con una variedad de instrumentos nativos y ritmos tradicionales de las pampas argentinas, como pampeñas, carnavalitos y chacareras. Por otro lado, en otros países andinos, como Ecuador, Perú, Chile y Bolivia, también ha existido, y existe, música navideña la cual se complementa con diversos bailes costumbristas, los cuales difieren de región en región. Otra obra musical del mismo Ariel Ramírez es la conocidísima Navidad Nuestra, en la cual se puede apreciar, a través de los títulos de la obra, la historia del nacimiento de Jesucristo.
Los pueblos andinos de Ecuador, Perú y Bolivia se caracterizan por celebrar la Navidad con bailes tradicionales, ejecutados por grupos especiales que danzan a los acordes de orquestas, en donde el arpa, en unos casos, el violín y la guitarra en otros, además de campanillas agitadas por los danzantes. No es de extrañar que haya localidades en las que dichos bailarines estén acompañados por bandas de músicos regionales. Es necesario anotar que los villancicos interpretados en los pueblos andinos son de origen español, pero asimilados y cantados en su idioma ancestral, sea este el Quechua o Aimara, lo cual les da un sabor especial y además es una prueba fehaciente de la transculturización que refleja la milenaria cultura andina.
Es costumbre en los países ubicados en el sur del continente americano, celebrar la Navidad con la construcción de nacimientos. Venezuela no es la excepción, y en dicho país los aguinaldos son el complemento necesario para dicha costumbre. Consisten en grupos de jóvenes, y no muy jóvenes también, que forman agrupaciones musicales con las cuales van visitando los nacimientos del vecindario, entonando canciones navideñas. En reciprocidad los dueños de casa los agasajan con dulces y bebidas tradicionales, preparados especialmente para la ocasión.
La cultura musical de influencia africana no solo se manifiesta en el Caribe, también lo hace, aunque de manera más pequeña, en algunos países sudamericanos, a donde fueron instalados, principalmente en la zona costera. Es así que en la zona conocida como el sur chico de la costa del Perú, en las ciudades de Cañete y Chincha, la Navidad es celebrada con música especial, en donde el violín es el instrumento principal que acompaña a los hatajo de negritos, grupos de jóvenes de ascendencia africana, quienes cantan villancicos alusivos a la festividad navideña a la vez que hacen sonar pequeñas campanillas y realizan un zapateo especial entre verso y verso. Ellos son liderados por un caporal en las danzas que ejecutan muy diestramente.
Al hacer una breve revisión de la música navideña latinoamericana, es necesario aclarar que por razones de espacio no se puede cubrir toda la inmensa gama de las costumbres de nuestros pueblos. Sin embargo, no se puede dejar pasar por alto, géneros musicales mucho más modernos, pero que bajo la misma idea de festejar la Navidad han creado, y lo siguen haciendo, música que refleja el espíritu alegre de nuestra cultura. La popularísima salsa es, sin lugar a dudas, el género que más ha destacado en este campo. Es por ello que no se puede dejar de mencionar nombres como Yomo Toro, Willie Colón, Cheo Feliciano, Celia Cruz, Richie Ray, Bobby Cruz, Héctor Lavoe, entre otros. Además el nombre de José Feliciano destaca con fuerza propia gracias a su inolvidable Feliz Navidad, canción que ha roto las barreras lingüísticas y culturales, logrando de esa manera que todos puedan gozar de la alegría navideña.
Para finalizar esta nota sobre las navidades latinoamericanas, es necesario recordar que la navidad de nuestra niñez, en nuestro añorado Chiquián, era celebrada con la tradicional misa de gallo a donde nuestras mamás nos llevaban soñolientos por lo temprano de la hora en que se realizaba. Los nacimientos caseros eran parte de la festividad, en hurabarrio era muy mentado y visitado el que hacía en su casa la Sra. Balbina Aldave. Indudablemente que el nacimiento más conocido era el que se armaba en la antigua iglesia de nuestro pueblo, nacimiento que a nuestros ojos infantiles lucía como el más grandioso de todos los que podían existir. Demás está decir que nuestro mundo de entonces se reducía a Chiquián y quien sabe alguna que otra excursión escolar a Aquia o Huasta.
Ahora bien, una de las manifestaciones tradicionales de Chiquián durante la navidad es la danza de los negritos, con sus máscaras de cuero negro, sombrero y pañueleta multicolor a la espalda, además de un regatón con adornos de plata en una mano y, una campanilla del mismo metal en la otra. Los pasos de esta danza son suaves y muy elegantes. Se baila al compás de una melodía interpretada por una orquesta de arpa y violín. Por lo general lo bailaban en Navidad, Año Nuevo y el Seis de enero o Día de Reyes.
Armando Zarazú
[email protected]
La fiesta de Navidad en nuestros pueblos latinoamericanos es sinónimo de jolgorio, baile y música, mucha música, además de buena comida. La posición geográfica que ocupan, ubicados cerca de la línea ecuatorial, hace que el clima en esta época del año permita que sus habitantes tengan mayor libertad de movimiento, lo cual indudablemente se transforma en las diversas manifestaciones culturales que hacen de la Navidad una expresión de alegría como pocas veces se ve en el mundo.
Los villancicos, son canciones religiosas que aparecieron en algunos países europeos hace algunos cientos de años. En donde adquirieron mayor popularidad fue en España. Se caracterizan por que sus letras dan un trato familiar y más de acorde a la vida diaria del hombre común, a los miembros de la sagrada familia, es decir a José, María y su hijo, a los cuales cantan con familiaridad, sin por eso dejar de mostrar su respeto y veneración. “Sopa le dieron al niño, no se la quiso tomar…” dicen las letras de uno de los villancicos más populares, es decir le dan una expresión más terrenal al homenajeado. De España los villancicos llegan al nuevo mundo y aquí van tomando diferentes formas, dependiendo de las características musicales de la región en donde se ejecute.
En Puerto Rico, donde se considera que los festejos navideños duran más que en ninguna otra parte. La Navidad es una mezcla de expresión religiosa y musical, con sus misas de aguinaldo y sus alegres y bulliciosas trullas navideñas, las cuales también se conocen como parrandas; estas consisten en un grupo de amigos, los cuales “asaltan” una casa conocida al compás de alegres canciones navideñas, las cuales acompañan con guitarras, cuatros, maracas, güiros, palitos y palmadas. Luego de un par de horas de cantos y baile, los parranderos, incluidos los dueños de la casa visitada, salen en realizar otra visita o “asalto”. Así, entre parranda y parranda, va avanzando la noche hasta que en le última casa visitada sirven el tradicional asopao o caldo de gallina.
Hasta antes del Segundo Concilio del Vaticano, realizado a inicios de los años sesenta, la misa católica se realizaba íntegramente en latín, idioma que no entendían el noventa y nueve por ciento de los asistentes ha dicho acto litúrgico. De allí que La Misa Criolla, del compositor argentino Ariel Ramírez, adquiriera singular importancia dentro de la música navideña latinoamericana. Primero, por ser una de las primeras piezas musicales para acompañar la misa escritas en un idioma diferente al latín; y segundo, por la extraordinaria combinación de sus líricas en español con una variedad de instrumentos nativos y ritmos tradicionales de las pampas argentinas, como pampeñas, carnavalitos y chacareras. Por otro lado, en otros países andinos, como Ecuador, Perú, Chile y Bolivia, también ha existido, y existe, música navideña la cual se complementa con diversos bailes costumbristas, los cuales difieren de región en región. Otra obra musical del mismo Ariel Ramírez es la conocidísima Navidad Nuestra, en la cual se puede apreciar, a través de los títulos de la obra, la historia del nacimiento de Jesucristo.
Los pueblos andinos de Ecuador, Perú y Bolivia se caracterizan por celebrar la Navidad con bailes tradicionales, ejecutados por grupos especiales que danzan a los acordes de orquestas, en donde el arpa, en unos casos, el violín y la guitarra en otros, además de campanillas agitadas por los danzantes. No es de extrañar que haya localidades en las que dichos bailarines estén acompañados por bandas de músicos regionales. Es necesario anotar que los villancicos interpretados en los pueblos andinos son de origen español, pero asimilados y cantados en su idioma ancestral, sea este el Quechua o Aimara, lo cual les da un sabor especial y además es una prueba fehaciente de la transculturización que refleja la milenaria cultura andina.
Es costumbre en los países ubicados en el sur del continente americano, celebrar la Navidad con la construcción de nacimientos. Venezuela no es la excepción, y en dicho país los aguinaldos son el complemento necesario para dicha costumbre. Consisten en grupos de jóvenes, y no muy jóvenes también, que forman agrupaciones musicales con las cuales van visitando los nacimientos del vecindario, entonando canciones navideñas. En reciprocidad los dueños de casa los agasajan con dulces y bebidas tradicionales, preparados especialmente para la ocasión.
La cultura musical de influencia africana no solo se manifiesta en el Caribe, también lo hace, aunque de manera más pequeña, en algunos países sudamericanos, a donde fueron instalados, principalmente en la zona costera. Es así que en la zona conocida como el sur chico de la costa del Perú, en las ciudades de Cañete y Chincha, la Navidad es celebrada con música especial, en donde el violín es el instrumento principal que acompaña a los hatajo de negritos, grupos de jóvenes de ascendencia africana, quienes cantan villancicos alusivos a la festividad navideña a la vez que hacen sonar pequeñas campanillas y realizan un zapateo especial entre verso y verso. Ellos son liderados por un caporal en las danzas que ejecutan muy diestramente.
Al hacer una breve revisión de la música navideña latinoamericana, es necesario aclarar que por razones de espacio no se puede cubrir toda la inmensa gama de las costumbres de nuestros pueblos. Sin embargo, no se puede dejar pasar por alto, géneros musicales mucho más modernos, pero que bajo la misma idea de festejar la Navidad han creado, y lo siguen haciendo, música que refleja el espíritu alegre de nuestra cultura. La popularísima salsa es, sin lugar a dudas, el género que más ha destacado en este campo. Es por ello que no se puede dejar de mencionar nombres como Yomo Toro, Willie Colón, Cheo Feliciano, Celia Cruz, Richie Ray, Bobby Cruz, Héctor Lavoe, entre otros. Además el nombre de José Feliciano destaca con fuerza propia gracias a su inolvidable Feliz Navidad, canción que ha roto las barreras lingüísticas y culturales, logrando de esa manera que todos puedan gozar de la alegría navideña.
Para finalizar esta nota sobre las navidades latinoamericanas, es necesario recordar que la navidad de nuestra niñez, en nuestro añorado Chiquián, era celebrada con la tradicional misa de gallo a donde nuestras mamás nos llevaban soñolientos por lo temprano de la hora en que se realizaba. Los nacimientos caseros eran parte de la festividad, en hurabarrio era muy mentado y visitado el que hacía en su casa la Sra. Balbina Aldave. Indudablemente que el nacimiento más conocido era el que se armaba en la antigua iglesia de nuestro pueblo, nacimiento que a nuestros ojos infantiles lucía como el más grandioso de todos los que podían existir. Demás está decir que nuestro mundo de entonces se reducía a Chiquián y quien sabe alguna que otra excursión escolar a Aquia o Huasta.
Ahora bien, una de las manifestaciones tradicionales de Chiquián durante la navidad es la danza de los negritos, con sus máscaras de cuero negro, sombrero y pañueleta multicolor a la espalda, además de un regatón con adornos de plata en una mano y, una campanilla del mismo metal en la otra. Los pasos de esta danza son suaves y muy elegantes. Se baila al compás de una melodía interpretada por una orquesta de arpa y violín. Por lo general lo bailaban en Navidad, Año Nuevo y el Seis de enero o Día de Reyes.
Armando Zarazú
[email protected]