Armando zarazú
FLORA TRISTÁN: FEMINISTA Y LUCHADORA SOCIAL
Marzo es el mes dedicado a rendir homenaje a la mujer a nivel mundial, siendo exactamente el ocho el día señalado para que en todo el orbe se realce la situación de la mujer, como madre, como esposa, como compañera y como parte del engranaje social en el que vivimos. Indudablemente, pese a que todavía a muchos no les gusta la idea, la situación de la mujer a nivel mundial en general y del Perú en particular, ha cambiando muchísimo desde los años en los cuales vivió Flora Tristán, mujer de ascendencia peruana que, gracias a su labor incansable de luchadora social, supo ganarse un lugar en la lista de mujeres heroicas que no se doblegaron ante la fuerza bruta de los hombres de su tiempo, embargo, como decía el poeta, “Hay hermanos mucho que hacer”. Mientras tanto conozcamos la historia de Flora Tristán.
“Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer” escribió, a mediados del siglo XIX, Flora Tristán, infatigable feminista y luchadora social que hizo de su vida una cruzada para cambiar, no solo la situación de la mujer de su época, sino también de todos los desposeídos. Nacida en Paris en 1803, de la unión de un militar peruano y una dama francesa, quedó huérfana a muy tierna edad, creciendo con la esperanza de ser reconocida por sus parientes peruanos los cuales eran inmensamente ricos. Se casó muy joven y luego de una terrible vida matrimonial, logró abandonar a su esposo, el cual se dedicó a perseguirla y aterrorizarla, con el apoyo de la ley. Es su desesperación viajó al Perú para hacer valer sus derechos de la herencia paterna. Su tío paterno, considerado el último virrey español en tierras peruanas, desconoció sus derechos y rechazó entregarle su herencia. Este hecho marcaría su vida definitivamente.
En efecto, Flora Tristán, luego del desengaño económico que sufre de parte de su familia paterna, encuentra que su situación, como mujer, dentro del marco legal francés, carece de los derechos más elementales que como ser humano, le deberían corresponder. El hecho mismo que se dedicó a la lucha social, “estigma” que cargaría toda su vida de activista, para colmo aumentada por el hecho de haber abandonado a su esposo, la convierten en un ser poco menos que despreciable, que pierde incluso el apoyo de su madre. Le ganó también el hostigamiento de las autoridades francesas y el odio e incomprensión de los poderosos y de los jerarcas religiosos. Esto, indudablemente, puso a Flora en situaciones difíciles, de injuria gratuita e, incluso, donde su integridad física correrá peligro, no solo por su condición de mujer sino también, debido a que la sociedad machista, a la cual ella se enfrenta de una forma tenaz, valiente y muchas veces arriesgada, no es capaz de entender y aceptar que, precisamente sea una mujer quien le enrostre la injusta condición en la que se encuentran, tanto la mujer como las gentes de las clases humildes.
El desarrollo de su lucha por una reforma social hace que Flora Tristán tome la decisión de formar un grupo organizado, la unión de todos los trabajadores, a fin de tener una base concreta y fuerte para la realización de su sueño utópico: Un mundo en donde los obreros puedan gozar de una vida justa y digna. Sin embargo, y no es sorpresa para ella debido a sus experiencias personales, encuentra que, también allí la mujer está subvaluada muy por debajo del hombre, quien mira a su mujer más que como a una compañera de sus desventuras, como a un objeto carente de decisiones, reproductora de hijos y, a cargo de las labores domésticas, trabajo que muchas veces tiene que hacer luego de largas jornadas en talleres de producción u otras ocupaciones. La libertad que para la mujer pregona, incluye también a las mujeres que son explotadas en el mundo de la prostitución, por las cuales llora de rabia e impotencia al ver las humillaciones a las que son sometidas en las callejuelas de Londres, ciudad que visitó en varias oportunidades y cuyas experiencias volcó en su libro Paseos en Londres.
De sus experiencias en tierras peruanas salió su libro Peregrinaciones de una paria, publicado en París en 1838, en la cual narra costumbres y formas de vida de la época, curiosamente este libro fue mal recibido en la tierra de su padre y su tío encabezó un auto de fe en el cual quemó ceremoniosamente un volumen en la plaza de Arequipa, ciudad de donde era originariamente su familia paterna. Otra obra suya, muy difundida entre las clases obreras de su época fue La unión obrera. Luego de su muerte se publicó La emancipación de la mujer, libro que en los que destaca sus puntos de vista sobre este tema que, en esos años era tabú. Para la escritora que, curiosamente no tuvo una educación formal y fue autodidacta, todas las mujeres son iguales a los hombres y no merecen el trato inhumano, injusto y degradante que reciben en sus hogares, en sus trabajos y en la calle.
La vida de Flora Tristán ha servido de inspiración para uno de los últimos libros de Mario Vargas Llosa, El paraíso en la otra esquina, el cual en realidad es una doble biografía novelada, de ella y de su nieto, el pintor impresionista francés Paul Gauguín. El libro -uno de los mejores de este autor- es un homenaje a la mística y dedicación que esta mujer poso en su lucha para tratar de romper y cambiar del injusto orden social que le tocó vivir y que hacen de ella una de las precursoras en la lucha por la igualdad femenina que, aun en estos días, dista mucho de ser ideal. Es interesante encontrar en Flora a una mujer, débil y enfermiza, que sabe desarrollar un carácter fuerte e indómito que le permite enfrentar, de igual a igual, y enrostrar a líderes religiosos su apoyo incondicional a los opresores, a los trajinados políticos sus ambivalencias y oratoria vacía frente a la injusticia contra el explotado, a curtidos e insensibles hombres de negocios su falta de escrúpulos y, a rústicos obreros el maltrato a sus mujeres. Flora es un excelente ejemplo de la mujer liberada, no egoísta, que lucha por lo que cree que es justo y por un mundo mejor para todos, algo inconcebible para la sociedad de los tiempos que le tocó vivir. Las trágicas experiencias de su vida, ahondadas por la pobreza, hicieron que nazca en Flora, el espíritu indomable y fuerte por el cual sería admirada, respetada y seguida por unos cuantos durante su corta vida y, por una inmensa mayoría luego de muerta. Cuatro años después de su desaparición los obreros franceses levantaron un mausoleo en su tumba con la siguiente inscripción “A la memoria de Flora Tristán, autora de la Unión Obrera. Los trabadores agradecidos: Libertad, igualdad socia, fraternidad, solidaridad”
Marzo es el mes dedicado a rendir homenaje a la mujer a nivel mundial, siendo exactamente el ocho el día señalado para que en todo el orbe se realce la situación de la mujer, como madre, como esposa, como compañera y como parte del engranaje social en el que vivimos. Indudablemente, pese a que todavía a muchos no les gusta la idea, la situación de la mujer a nivel mundial en general y del Perú en particular, ha cambiando muchísimo desde los años en los cuales vivió Flora Tristán, mujer de ascendencia peruana que, gracias a su labor incansable de luchadora social, supo ganarse un lugar en la lista de mujeres heroicas que no se doblegaron ante la fuerza bruta de los hombres de su tiempo, embargo, como decía el poeta, “Hay hermanos mucho que hacer”. Mientras tanto conozcamos la historia de Flora Tristán.
“Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer” escribió, a mediados del siglo XIX, Flora Tristán, infatigable feminista y luchadora social que hizo de su vida una cruzada para cambiar, no solo la situación de la mujer de su época, sino también de todos los desposeídos. Nacida en Paris en 1803, de la unión de un militar peruano y una dama francesa, quedó huérfana a muy tierna edad, creciendo con la esperanza de ser reconocida por sus parientes peruanos los cuales eran inmensamente ricos. Se casó muy joven y luego de una terrible vida matrimonial, logró abandonar a su esposo, el cual se dedicó a perseguirla y aterrorizarla, con el apoyo de la ley. Es su desesperación viajó al Perú para hacer valer sus derechos de la herencia paterna. Su tío paterno, considerado el último virrey español en tierras peruanas, desconoció sus derechos y rechazó entregarle su herencia. Este hecho marcaría su vida definitivamente.
En efecto, Flora Tristán, luego del desengaño económico que sufre de parte de su familia paterna, encuentra que su situación, como mujer, dentro del marco legal francés, carece de los derechos más elementales que como ser humano, le deberían corresponder. El hecho mismo que se dedicó a la lucha social, “estigma” que cargaría toda su vida de activista, para colmo aumentada por el hecho de haber abandonado a su esposo, la convierten en un ser poco menos que despreciable, que pierde incluso el apoyo de su madre. Le ganó también el hostigamiento de las autoridades francesas y el odio e incomprensión de los poderosos y de los jerarcas religiosos. Esto, indudablemente, puso a Flora en situaciones difíciles, de injuria gratuita e, incluso, donde su integridad física correrá peligro, no solo por su condición de mujer sino también, debido a que la sociedad machista, a la cual ella se enfrenta de una forma tenaz, valiente y muchas veces arriesgada, no es capaz de entender y aceptar que, precisamente sea una mujer quien le enrostre la injusta condición en la que se encuentran, tanto la mujer como las gentes de las clases humildes.
El desarrollo de su lucha por una reforma social hace que Flora Tristán tome la decisión de formar un grupo organizado, la unión de todos los trabajadores, a fin de tener una base concreta y fuerte para la realización de su sueño utópico: Un mundo en donde los obreros puedan gozar de una vida justa y digna. Sin embargo, y no es sorpresa para ella debido a sus experiencias personales, encuentra que, también allí la mujer está subvaluada muy por debajo del hombre, quien mira a su mujer más que como a una compañera de sus desventuras, como a un objeto carente de decisiones, reproductora de hijos y, a cargo de las labores domésticas, trabajo que muchas veces tiene que hacer luego de largas jornadas en talleres de producción u otras ocupaciones. La libertad que para la mujer pregona, incluye también a las mujeres que son explotadas en el mundo de la prostitución, por las cuales llora de rabia e impotencia al ver las humillaciones a las que son sometidas en las callejuelas de Londres, ciudad que visitó en varias oportunidades y cuyas experiencias volcó en su libro Paseos en Londres.
De sus experiencias en tierras peruanas salió su libro Peregrinaciones de una paria, publicado en París en 1838, en la cual narra costumbres y formas de vida de la época, curiosamente este libro fue mal recibido en la tierra de su padre y su tío encabezó un auto de fe en el cual quemó ceremoniosamente un volumen en la plaza de Arequipa, ciudad de donde era originariamente su familia paterna. Otra obra suya, muy difundida entre las clases obreras de su época fue La unión obrera. Luego de su muerte se publicó La emancipación de la mujer, libro que en los que destaca sus puntos de vista sobre este tema que, en esos años era tabú. Para la escritora que, curiosamente no tuvo una educación formal y fue autodidacta, todas las mujeres son iguales a los hombres y no merecen el trato inhumano, injusto y degradante que reciben en sus hogares, en sus trabajos y en la calle.
La vida de Flora Tristán ha servido de inspiración para uno de los últimos libros de Mario Vargas Llosa, El paraíso en la otra esquina, el cual en realidad es una doble biografía novelada, de ella y de su nieto, el pintor impresionista francés Paul Gauguín. El libro -uno de los mejores de este autor- es un homenaje a la mística y dedicación que esta mujer poso en su lucha para tratar de romper y cambiar del injusto orden social que le tocó vivir y que hacen de ella una de las precursoras en la lucha por la igualdad femenina que, aun en estos días, dista mucho de ser ideal. Es interesante encontrar en Flora a una mujer, débil y enfermiza, que sabe desarrollar un carácter fuerte e indómito que le permite enfrentar, de igual a igual, y enrostrar a líderes religiosos su apoyo incondicional a los opresores, a los trajinados políticos sus ambivalencias y oratoria vacía frente a la injusticia contra el explotado, a curtidos e insensibles hombres de negocios su falta de escrúpulos y, a rústicos obreros el maltrato a sus mujeres. Flora es un excelente ejemplo de la mujer liberada, no egoísta, que lucha por lo que cree que es justo y por un mundo mejor para todos, algo inconcebible para la sociedad de los tiempos que le tocó vivir. Las trágicas experiencias de su vida, ahondadas por la pobreza, hicieron que nazca en Flora, el espíritu indomable y fuerte por el cual sería admirada, respetada y seguida por unos cuantos durante su corta vida y, por una inmensa mayoría luego de muerta. Cuatro años después de su desaparición los obreros franceses levantaron un mausoleo en su tumba con la siguiente inscripción “A la memoria de Flora Tristán, autora de la Unión Obrera. Los trabadores agradecidos: Libertad, igualdad socia, fraternidad, solidaridad”