Armando zarazú aldave
SOY DE LIMA…MIS PADRES SON SERRANOS
Hace algunas semanas, gracias a los modernos medios de comunicación, el mundo entero pudo ser testigo de cómo, una mujer y su hermano, insultaron y vejaron físicamente a una persona de la tercera edad, dando una lamentable muestra del racismo que campea nuestra sociedad. En realidad, el racismo es simple y llanamente expresión de ignorancia supina, porque los seres humanos somos iguales, a excepción de esos desadaptados que pretenden ser superiores a los demás porque creen “ser más blancos”. El único problema es que nadie, aparte de ellos, entiende cual es la diferencia.
Lamentablemente, el choleo en nuestra sociedad ha sido y es, cosa de todos los días. Desde el primer momento en que pusieron pie en estas tierras, los conquistadores marcaron claramente la diferencia: ellos en la punta de la pirámide, mientras que la base la formaba la gran mayoría de la población explotada, coincidentemente esta era la que trabajaba y producía. Es ahí donde comienza, en nuestro país, ese flagelo contra la dignidad humana que es el racismo, y que en nuestro medio se traduce en el choleo a diestra y siniestra, como lo demostró el video del incidente que luego fuera colgado en las redes para escarnio público de los perpetradores.
Por otro lado, en un país con una diversidad cultural tan grande como la nuestra, es curioso que todavía existan individuos con mentes estrechas, los cuales olvidan lo que decía nuestro ilustre tradicionalista Don Ricardo Palma, “en el Perú, quien no tiene de inga tiene de mandinga”. Razón no le faltaba, hace un par de años la revista National Geographic hizo público una investigación realizada sobre el origen étnico de la población de la capital peruana. El resultado fue claro y conciso, “basado en los análisis recogidos de los peruanos que viven en la ciudad de Lima, se encontró que la población de esta región es predominantemente nativa americana en un 68 por ciento”. Ahora bien, Si este número estadístico lo proyectamos al Perú profundo, encontraremos que la población relacionada directamente a la cultura andina es muchísima mayor. Entonces, ¿Por qué el choleo? ¿Por qué ese deseo irresistible de creerse superior a sus semejantes?
La respuesta radica en la forma como los españoles subyugaron al conquistado. Crearon un sistema social, económico, religioso y político, en el cual el hombre andino no era tomado en cuenta y sus valores culturales simplemente fueron ignorados. Sin embargo, empezando con Felipillo, pronto aparecieron algunos nativos sedientos de poder, que se alinearon con los españoles ayudando a estos a subyugar a sus hermanos para, de esa manera, conservar sus privilegios y facilitar la administración y fácil manejo del otrora poderoso imperio Inca. Es fácil deducir entonces que ellos se consideraban superiores a sus hermanos y consecuentemente, los despreciaban. Por si fuera poco, se crearon estereotipos negativos alrededor de todo lo relacionado al hombre andino, naciendo la idea errada de que “cuanto menos te relaciones a lo andino eres mejor”. De allí viene la tendencia, abrazada muy alegre y conscientemente por muchos, de tratar de alejarse, en lo posible, de todo vestigio que los vincule al mundo andino. Por eso que no era raro y paradójico, por decir lo menos, cuando alguna despistada jovencita respondía a la pregunta ¿De dónde eres? “Soy de Lima, pero mis padres son serranos” …lo decía muy alegre y suelta de huesos, en algunas de las tantas fiestas sociales que algún club del interior de nuestra provincia organizaba y a las que solía asistir en su juventud el autor de esta nota.
Es necesario reconocer, por más doloroso que sea, que los peruanos padecemos de una enfermedad que se está convirtiendo en crónica, tenemos un problema de identidad cultural que no nos permite ver con claridad nuestra realidad, culturalmente hablando. Los jóvenes son bombardeados y sus mentes alimentadas continuamente con programas televisivos que poco o nada hacen para reforzar su intelecto. Muy por el contrario, distorsionan la realidad y presentan un mundo falso, en donde el respeto y aprecio a los valores culturales de nuestro pueblo están ausentes. Solo basta ver alguno de esos “programas para jóvenes” en donde buena parte de los participantes no tiene nada que ver con el prototipo del hombre andino, el cual, guste o no a muchos, está más cerca a la mayoría de peruanos.
Si Ud., amable lector hace un poco de memoria de sus experiencias personales, encontrará que en algún momento de su vida ha sido testigo o víctima directa del choleo, ya sea porque no le caía en gracia a los padres de alguna ninfa que le quitaba el sueño o, porque consiguió algo que otros no pudieron. Este tema es amplio y, como diría Palma, hay mucha tela que cortar. Solo esperemos que algún día dejemos de lado la idea de que los seres se diferencian por el color de su piel. Craso error. Leer más sobre este tema: www.chiquianmarka.com/quiero-grengo-pa-mi-yerno.html
Armando Zarazú
[email protected]
Lamentablemente, el choleo en nuestra sociedad ha sido y es, cosa de todos los días. Desde el primer momento en que pusieron pie en estas tierras, los conquistadores marcaron claramente la diferencia: ellos en la punta de la pirámide, mientras que la base la formaba la gran mayoría de la población explotada, coincidentemente esta era la que trabajaba y producía. Es ahí donde comienza, en nuestro país, ese flagelo contra la dignidad humana que es el racismo, y que en nuestro medio se traduce en el choleo a diestra y siniestra, como lo demostró el video del incidente que luego fuera colgado en las redes para escarnio público de los perpetradores.
Por otro lado, en un país con una diversidad cultural tan grande como la nuestra, es curioso que todavía existan individuos con mentes estrechas, los cuales olvidan lo que decía nuestro ilustre tradicionalista Don Ricardo Palma, “en el Perú, quien no tiene de inga tiene de mandinga”. Razón no le faltaba, hace un par de años la revista National Geographic hizo público una investigación realizada sobre el origen étnico de la población de la capital peruana. El resultado fue claro y conciso, “basado en los análisis recogidos de los peruanos que viven en la ciudad de Lima, se encontró que la población de esta región es predominantemente nativa americana en un 68 por ciento”. Ahora bien, Si este número estadístico lo proyectamos al Perú profundo, encontraremos que la población relacionada directamente a la cultura andina es muchísima mayor. Entonces, ¿Por qué el choleo? ¿Por qué ese deseo irresistible de creerse superior a sus semejantes?
La respuesta radica en la forma como los españoles subyugaron al conquistado. Crearon un sistema social, económico, religioso y político, en el cual el hombre andino no era tomado en cuenta y sus valores culturales simplemente fueron ignorados. Sin embargo, empezando con Felipillo, pronto aparecieron algunos nativos sedientos de poder, que se alinearon con los españoles ayudando a estos a subyugar a sus hermanos para, de esa manera, conservar sus privilegios y facilitar la administración y fácil manejo del otrora poderoso imperio Inca. Es fácil deducir entonces que ellos se consideraban superiores a sus hermanos y consecuentemente, los despreciaban. Por si fuera poco, se crearon estereotipos negativos alrededor de todo lo relacionado al hombre andino, naciendo la idea errada de que “cuanto menos te relaciones a lo andino eres mejor”. De allí viene la tendencia, abrazada muy alegre y conscientemente por muchos, de tratar de alejarse, en lo posible, de todo vestigio que los vincule al mundo andino. Por eso que no era raro y paradójico, por decir lo menos, cuando alguna despistada jovencita respondía a la pregunta ¿De dónde eres? “Soy de Lima, pero mis padres son serranos” …lo decía muy alegre y suelta de huesos, en algunas de las tantas fiestas sociales que algún club del interior de nuestra provincia organizaba y a las que solía asistir en su juventud el autor de esta nota.
Es necesario reconocer, por más doloroso que sea, que los peruanos padecemos de una enfermedad que se está convirtiendo en crónica, tenemos un problema de identidad cultural que no nos permite ver con claridad nuestra realidad, culturalmente hablando. Los jóvenes son bombardeados y sus mentes alimentadas continuamente con programas televisivos que poco o nada hacen para reforzar su intelecto. Muy por el contrario, distorsionan la realidad y presentan un mundo falso, en donde el respeto y aprecio a los valores culturales de nuestro pueblo están ausentes. Solo basta ver alguno de esos “programas para jóvenes” en donde buena parte de los participantes no tiene nada que ver con el prototipo del hombre andino, el cual, guste o no a muchos, está más cerca a la mayoría de peruanos.
Si Ud., amable lector hace un poco de memoria de sus experiencias personales, encontrará que en algún momento de su vida ha sido testigo o víctima directa del choleo, ya sea porque no le caía en gracia a los padres de alguna ninfa que le quitaba el sueño o, porque consiguió algo que otros no pudieron. Este tema es amplio y, como diría Palma, hay mucha tela que cortar. Solo esperemos que algún día dejemos de lado la idea de que los seres se diferencian por el color de su piel. Craso error. Leer más sobre este tema: www.chiquianmarka.com/quiero-grengo-pa-mi-yerno.html
Armando Zarazú
[email protected]