federico kauffmann doig
LOS ANCASHINOS ANCESTRALES II
CHAVÍN (de HUÁNTAR)
La cultura Chavín se expresa de modo elocuente en la arquitectura del sitio de Chavín, tradicionalmente calificado de Chavín de Huántar, aunque ya no queda ubicado en la jurisdicción del distrito de Huántar sino en el de Chavín. A dar prestigio a este sitio arqueológico contribuyen los muchos monolitos esculpidos con figuras de seres sobrenaturales, que en su mayoría exornaban los muros de Chavín.
Arquitectura
Los monumentos de Chavín están situados en las faldas orientales de la cordillera Blanca a 3 185 m de altitud, en el triángulo formado por el Huacheqsa y el Mosna, ríos éstos que se unen para tributar sus aguas al Marañón.
La magnificencia y mejestad de Chavín es tal que su construcción era asignada a una “raza de gigantes” y no a hombres comunes. Registra esta explicación mítica Pedro Cieza de León (1553), al describir lo que ya en su tiempo era una “antigualla” abandonada por el hombre.
Chavín está constituido por diversos edificios piramidales, plazas que se asientan sobre una ladera aterrazada, portadas y escalinatas. Las construcciones piramidales albergan una red de pasajes y cámaras interiores, que en algunos casos aparecen superpuestos. Como material de construcción prima la piedra, aunque en algunos sectores las paredes estaban estucadas con arcilla que era calcinada para resistir los embates del tiempo.
Una nota particular está conformada por las piedras retratadas con figuras míticas en alto y bajo relieve. En su mayoría éstas enchapaban muros y decoraban los edificios y una de las plazas hundidas. Por su parte, piedras esculpidas en forma de cabezas de fiera expresión iban empotradas en lo alto de los muros, colocadas equidistantes y en hilera horizontal.
Las construcciones de Chavín eran elaboradas partiendo de una estructura nuclear hecha con barro y piedras sin trabajar, en la que previamente habían sido programados los espacios correspondientes a lo que debían ser corredores o pasajes interiores. Muros y dinteles monolíticos independizaban estos pasajes de la masa de barro y piedras constitutivas de la construcción. A la colina artificial, perforada, que así se construía, se le daba inclinación piramidal, la que era interrumpida por escalones o “andenes”. Finalmente el todo era revestido en su exterior con planchas pétreas o hiladas primorosamente pulidas. Los estragos de la erosión son perceptibles en las piedras menos resistentes, y ello hace que en apariencia hoy luzcan algunos de los muros “imperfectos” a la vista. Es de notar que no hubo falta de perfección en la construcción de las bases de los muros exteriores de “El Castillo”, ya que este sector lucía originalmente cubierto o enchapado por grandes bloques de piedra, de tendencia cuadrada y que con el correr del tiempo se desplomaron.
En los pasajes interiores reina penumbra total y perpetua a no ser por los haces de luz que penetran por los ductos o “respiraderos” que comunican con el exterior y renuevan el aire constantemente. Acaso por estos ductos cundían las voces del oráculo de Chavín al que se refieren escritores tempranos.
En un sector de los pasajes internos se yergue el Lanzón, un monolito esculpido con figuras míticas para ser vistas a la redonda. La inmensa piedra alcanza casi 5 m de alto y sobrecoge al espectador con sus representaciones sobrenaturales, que ”infunden terror” como ya lo expresaba Antonio Raimondi, a lo que se suma la ubicación del monolito en las perpetuamente oscuras galerías de Chavín.
Por lo expuesto, luz y oscuridad, día y noche, eran factores simbólicos representados en la arquitectura de Chavín. Y no sólo mediante sus espacios arquitectónicos dedicados al mundo exterior y al mundo interior o subterráneo, sino también a través de la división en dos mitades que observan algunas escalinatas, tanto como la portada de “El Castillo”: una oscura y la otra clara, y que los constructores destacaron utilizando piedras de construcción de tonalidad diferente. La iconografía misma, plasmada en los muchos monolitos, parece estar regida por estos polos simbólicos si se considera que los seres sobrenaturales representados exhiben atributos de aves de rapiña y de felinos que, por su naturaleza, están vinculados al día y a la noche y respectivamente al varón y a la hembra.
Arquitectura planificada
Es sabido que las distintas estructuras que conforman Chavín correspondían a diversas épocas históricas por las que atravesó el sitio. Este enunciado pertenece a Julio C. Tello.
Años después, en 1962, John H. Rowe profundizó en el tema y respaldado en diferencias tipológicas presentes en los monolitos propuso una secuencia de las estructuras arquitectónicas. Dedujo que Chavín, tal como ha llegado hasta nosotros, fue construido partiendo de un templo primordial de bases modestas: el “Templo Viejo”. Con el transcurrir del tiempo, esta estructura habría soportado diversas ampliaciones. En una etapa posterior, que estima fue la tercera, se habría consolidado lo que califica de “Templo Nuevo”, de proporciones mayores y construidos al lado, reteniendo parte de la estructura del monumento primigenio. Rowe fundamenta su hipótesis amparado en la presencia de especies de grietas visibles en las paredes y que considera son vestigios de puntos de unión de las “adiciones”.
Sin embargo, las “grietas” que habrían sido producidas por las ampliaciones experimentadas a partir del “Templo Viejo”, plantean la sospecha de que no necesariamente corresponden a la impronta dejada por ampliaciones arquitectónicas sucesivas. En efecto, cuando éstas son comparadas con otros ejemplos arquitectónicos andinos en los que también se presentan, se constata que no son otra cosa que marcas impresas por las técnicas de construir en base a módulos, es decir adicionando sectores lateralmente sin que ello implique separación cronológica significativa.
Por otro lado, las técnicas de construcción entre el “Templo Viejo” y el “Templo Nuevo” de Chavín, no presentan variaciones notorias. Y, lo que resulta ser aún más significativo, tampoco los conceptos arquitectónicos mismos y sus valores simbólicos implícitos. De esta manera, cabe plantear la posibilidad de que Chavín fue concebido bajo un solo plan arquitectónico, y que su ejecución se realizó sin una dilación cultural y cronológica de consideración como para separar etapas culturales.
Arquitectura evocadora de una figura
Sobre la premisa expuesta se asienta la hipótesis que busca identificar las siluetas de una figura simbólica en el conjunto arquitectónico de Chavín, que naturalmente debió copiar sólo a grandes trazos algunas conspicuas figuras de la iconografía Chavín, simplificando sus formas al tener que adecuarla a la arquitectura.
Al proponer el autor en 1983 esta hipótesis, sobre la posibilidad de que la arquitectura Chavín estaría evocando una imagen zoomorfa y al tratar de correlacionar los diversos sectores con las partes anatómicas del ser sobrenatural Chavín que había servido de inspiración, terminó argumentando que hasta la decoración de las paredes de Chavín, con sus dos hiladas aprisionadas por dos de mayores proporciones, una abajo y otra arriba, podían obedecer a la voluntad de figurar bocas estilizadas ad infinitum, por el repliegue que acusan los labios para, en actitud agresiva, dejar a la vista las dos hileras de la dentadura.
Como se sabe, el motivo iconográfico Chavín es la boca atigrada, representada con insistencia desmesurada tanto en monolitos y cerámica como en objetos trabajados en diversos materiales: unas veces bajo tratamiento aislado y/o en sucesión y otras incorporándolo como elemento simbólico en figuras de personajes.
El caso de representar Chavín una figura, como suponemos, esta posibilidad merece más atención y estudio; tenemos en cuenta que existen otros ejemplos en la arquitectura del Perú antiguo de construcciones con contenido iconográfico zoomorfo indiscutible, como Paramonga y Cerro Blanco en Nepeña. También el plano arquitectónico de Las Haldas, monumento anterior a Chavín, parece repetir la misma figura, al parecer básicamente de un ave. La ciudad del Cuzco misma habría figurado los contornos de un felino; acaso con cabeza de ave de acuerdo a un viejo y muy difundido patrón iconográfico andino
Sobre la premisa expuesta se asienta la hipótesis que busca identificar las siluetas de una figura simbólica en el conjunto arquitectónico de Chavín, que naturalmente debió copiar sólo a grandes trazos algunas conspicuas figuras de la iconografía Chavín, simplificando sus formas al tener que adecuarla a la arquitectura.
Al proponer el autor en 1983 esta hipótesis, sobre la posibilidad de que la arquitectura Chavín estaría evocando una imagen zoomorfa y al tratar de correlacionar los diversos sectores con las partes anatómicas del ser sobrenatural Chavín que había servido de inspiración, terminó argumentando que hasta la decoración de las paredes de Chavín, con sus dos hiladas aprisionadas por dos de mayores proporciones, una abajo y otra arriba, podían obedecer a la voluntad de figurar bocas estilizadas ad infinitum, por el repliegue que acusan los labios para, en actitud agresiva, dejar a la vista las dos hileras de la dentadura.
Como se sabe, el motivo iconográfico Chavín es la boca atigrada, representada con insistencia desmesurada tanto en monolitos y cerámica como en objetos trabajados en diversos materiales: unas veces bajo tratamiento aislado y/o en sucesión y otras incorporándolo como elemento simbólico en figuras de personajes.
El caso de representar Chavín una figura, como suponemos, esta posibilidad merece más atención y estudio; tenemos en cuenta que existen otros ejemplos en la arquitectura del Perú antiguo de construcciones con contenido iconográfico zoomorfo indiscutible, como Paramonga y Cerro Blanco en Nepeña. También el plano arquitectónico de Las Haldas, monumento anterior a Chavín, parece repetir la misma figura, al parecer básicamente de un ave. La ciudad del Cuzco misma habría figurado los contornos de un felino; acaso con cabeza de ave de acuerdo a un viejo y muy difundido patrón iconográfico andino
Los monolitos de Chavín
El estilo Chavín se manifiesta de manera elocuente en los monolitos asociados a la arquitectura de Chavín (de Huántar). Éstos enchapaban, en su mayoría, las paredes de edificios.
Los monolitos Chavín más espectaculares son la Estela Raimondi, el Obelisco Tello, el Lanzón y las Columnas. A los citados ejemplos de la escultura lítica Chavín debe sumarse la Estela de Yauya, por más que no fuera localizada en el sitio de Chavín.
Las figuras representadas en estos monolitos observan grados acentuados de estilización y son por lo general difíciles de identificar. A ellos contribuye el que vayan salpicadas de un sinnúmero de figuras incorporadas que recargan la representación, oscureciéndola.
Asimismo, y a primera vista, las figuras aparecen incomprensibles, debido a que representan a seres con atributos humanos y zoomorfos extraídos de relatos míticos desconocidos. Ello ha motivado que pululen las más diversas opiniones en cuanto a lo representado.
Así, algunos arqueólogos profesionales sostienen que las figuras en los monolitos de Chavín dibujan caimanes, otros ven en ellas langostas y unos terceros arañas, etc. La simple contemplación aislada, fuera del contexto iconográfico andino del que forma parte Chavín, ha contribuido a que se presente esta abundancia de interpretaciones dispares.
El método comparativo en el estudio de las imágenes votivas andinas permite señalar, en atención a seres similares representados con más claridad en estilos posteriores y herederos de Chavín, que la divinidad más representada fue la de un ser híbrido: mitad hombre con boca atigrada y mitad ave de rapiña. Naturalmente que las proporciones de los elementos varían. A este ser sobrenatural del panteón Chavín hemos calificado, por las razones expuestas y desde 1967, de piscoruna-pumapasimin (hombre-ave con boca atigrada).
En otras palabras, este felino volador arqueológico podría corresponder al Dios del Agua, que debió surgir como corolario del contexto de la naturaleza andina árida por excelencia y con tribulaciones de orden atmosférico, sequías por ejemplo. Debido al fenómeno de continuidad cultural que presenta el mundo andino, Illapa, el ser sobrenatural controlador de los fenómenos metereológicos de los tiempos del Incario, podría ser la encarnación tardía del Felino Volador. El mito de Qhoa, todavía vigente, señala que al irrumpir las tempestades un felino se desplaza por las nubes.
Chavín: centro administrativo y de culto
Cuando el cronista Vázquez de Espinosa visitó en 1616 las ya por entonces “ruinas” de Chavín, los comarcanos le informaron que en remotos tiempos había sido un centro de culto y romería. Es por eso que concluye comparándolo con Roma o Jerusalén. Del mismo modo, Tello insistía en el carácter sagrado, de templo, de Chavín.
Probablemente el sitio mismo donde debía levantarse Chavín fue cuidadosamente elegido, bajo estrictos criterios mágico-religiosos debido a que hay valles comarcanos más productivos que el estrecho de Mosna, aun considerando el aprovechamiento de sus laderas de secano cultivadas mediante terrazas. El caso de Chavín, en su condición de centro de poder y culto, permite inferir que pudo ser levantado en un lugar indicado por la magia, al igual como el Cuzco, fue construido entre los riachuelos del Tullumayu y Huatanay y no precisamente en el ubérrimo valle vecino del Urubamba-Vilcanota.
La voluntad de ejercer dominio, a fin de adecuar la producción de los alimentos al ritmo del aumento poblacional, pudo ser la función que cumplía Chavín, utilizando para el efecto la administración de prácticas agrícolas, respaldada en ampuloso ritual y en el culto a los poderes sobrenaturales que controlaban la producción, especialmente al Dios del Agua del que dependían las lluvias benefactoras como de las catastróficas sequías que destruían las sementeras.
Los monumentos de Chavín, por su magnitud, son expresiones realizadas por una sociedad agraria desarrollada, preocupada por satisfacer las necesidades alimenticias de sus integrantes a través de áreas geográficas amplias, como lo indica su carácter de centro de romería. Por lo mismo la sociedad Chavín debió estar dividida nítidamente en dos sectores: el de los mandatarios y el de los gobernados. Debido a ello las antiguas civilizaciones del orbe fueron capaces de crear obras grandiosas en volumen, ingenio y arte como la de Chavín. El abandono del sitio puede haber sido provocado por el incumplimiento de las obligaciones asignadas a las élites de velar por el sustento, acaso al sobrevenir cambios climáticos devastadores imposibles de enderezar con acciones mágicas.
Federico Kauffmann Doig
[email protected]
El estilo Chavín se manifiesta de manera elocuente en los monolitos asociados a la arquitectura de Chavín (de Huántar). Éstos enchapaban, en su mayoría, las paredes de edificios.
Los monolitos Chavín más espectaculares son la Estela Raimondi, el Obelisco Tello, el Lanzón y las Columnas. A los citados ejemplos de la escultura lítica Chavín debe sumarse la Estela de Yauya, por más que no fuera localizada en el sitio de Chavín.
Las figuras representadas en estos monolitos observan grados acentuados de estilización y son por lo general difíciles de identificar. A ellos contribuye el que vayan salpicadas de un sinnúmero de figuras incorporadas que recargan la representación, oscureciéndola.
Asimismo, y a primera vista, las figuras aparecen incomprensibles, debido a que representan a seres con atributos humanos y zoomorfos extraídos de relatos míticos desconocidos. Ello ha motivado que pululen las más diversas opiniones en cuanto a lo representado.
Así, algunos arqueólogos profesionales sostienen que las figuras en los monolitos de Chavín dibujan caimanes, otros ven en ellas langostas y unos terceros arañas, etc. La simple contemplación aislada, fuera del contexto iconográfico andino del que forma parte Chavín, ha contribuido a que se presente esta abundancia de interpretaciones dispares.
El método comparativo en el estudio de las imágenes votivas andinas permite señalar, en atención a seres similares representados con más claridad en estilos posteriores y herederos de Chavín, que la divinidad más representada fue la de un ser híbrido: mitad hombre con boca atigrada y mitad ave de rapiña. Naturalmente que las proporciones de los elementos varían. A este ser sobrenatural del panteón Chavín hemos calificado, por las razones expuestas y desde 1967, de piscoruna-pumapasimin (hombre-ave con boca atigrada).
En otras palabras, este felino volador arqueológico podría corresponder al Dios del Agua, que debió surgir como corolario del contexto de la naturaleza andina árida por excelencia y con tribulaciones de orden atmosférico, sequías por ejemplo. Debido al fenómeno de continuidad cultural que presenta el mundo andino, Illapa, el ser sobrenatural controlador de los fenómenos metereológicos de los tiempos del Incario, podría ser la encarnación tardía del Felino Volador. El mito de Qhoa, todavía vigente, señala que al irrumpir las tempestades un felino se desplaza por las nubes.
Chavín: centro administrativo y de culto
Cuando el cronista Vázquez de Espinosa visitó en 1616 las ya por entonces “ruinas” de Chavín, los comarcanos le informaron que en remotos tiempos había sido un centro de culto y romería. Es por eso que concluye comparándolo con Roma o Jerusalén. Del mismo modo, Tello insistía en el carácter sagrado, de templo, de Chavín.
Probablemente el sitio mismo donde debía levantarse Chavín fue cuidadosamente elegido, bajo estrictos criterios mágico-religiosos debido a que hay valles comarcanos más productivos que el estrecho de Mosna, aun considerando el aprovechamiento de sus laderas de secano cultivadas mediante terrazas. El caso de Chavín, en su condición de centro de poder y culto, permite inferir que pudo ser levantado en un lugar indicado por la magia, al igual como el Cuzco, fue construido entre los riachuelos del Tullumayu y Huatanay y no precisamente en el ubérrimo valle vecino del Urubamba-Vilcanota.
La voluntad de ejercer dominio, a fin de adecuar la producción de los alimentos al ritmo del aumento poblacional, pudo ser la función que cumplía Chavín, utilizando para el efecto la administración de prácticas agrícolas, respaldada en ampuloso ritual y en el culto a los poderes sobrenaturales que controlaban la producción, especialmente al Dios del Agua del que dependían las lluvias benefactoras como de las catastróficas sequías que destruían las sementeras.
Los monumentos de Chavín, por su magnitud, son expresiones realizadas por una sociedad agraria desarrollada, preocupada por satisfacer las necesidades alimenticias de sus integrantes a través de áreas geográficas amplias, como lo indica su carácter de centro de romería. Por lo mismo la sociedad Chavín debió estar dividida nítidamente en dos sectores: el de los mandatarios y el de los gobernados. Debido a ello las antiguas civilizaciones del orbe fueron capaces de crear obras grandiosas en volumen, ingenio y arte como la de Chavín. El abandono del sitio puede haber sido provocado por el incumplimiento de las obligaciones asignadas a las élites de velar por el sustento, acaso al sobrevenir cambios climáticos devastadores imposibles de enderezar con acciones mágicas.
Federico Kauffmann Doig
[email protected]