José antonio salazar Mejía
LAS PREDICCIONES DEL PADRE PALOMITA
Versión de la escritora huarasina doña Rosa Cerna Guardia. 1985.
Versión de la escritora huarasina doña Rosa Cerna Guardia. 1985.
Un personaje que sin discusiones, ocupa un lugar especial en nuestra tradición oral es el célebre religioso Rafael Del Castillo, presbítero huarasino muy pío y con fama de santidad. Debido a su bonhomía, a su sencillez y generosidad, el pueblo no le llamaba por su nombre, sino, con cariño le decía El Padre Palomita.
Cuando uno va al centro de Lima y visita la célebre iglesia de La Merced en el Jirón De la Unión, obligatoriamente tiene que acercarse a orar ante la Cruz del padre Urraca, santo varón de quien se dice era perseguido por el demonio y para huir de él, con el cíngulo de su hábito dio un golpe a la pared exterior del templo, e inmediatamente la piedra se abrió para dejarlo pasar. En recuerdo de ese portentoso milagro se ha colocado una gran cruz en el mismo lugar donde se abrió la pared para dejar ingresar al santo varón.
Nuestro Padre Palomita no huía del demonio, hacía que trabaje para él. ¡¿Cómo...?! ¿Eso ha sido cierto? Pues sí, es cierto. El padre Urraca se hubiera puesto verde de celos al conocer las hazañas del bienaventurado huarasino Rafael Del Castillo.
Huarás no tenía una buena Catedral, y en su construcción fracasaban los más renombrados maestros de obra. Se aducía que el terreno era demasiado húmedo y las paredes cedían. El Padre Palomita sospechó que había algo más que humedad y se propuso descubrir el acertijo. Una noche vio al diablo removiendo los adobes de las paredes de la Catedral; presto, cogió al diablo del cuello y chicoteándole con su cíngulo, le obligó a levantar las paredes de la Catedral. ¡¿Qué..., el diablo de albañil?! Pues sí, y eso sucedió no sólo con el Padre Palomita, ya en tiempos de la colonia, el padre Basilio Pons, franciscano, fundador del convento de San Francisco, encadenó al diablo y le hizo trabajar día y noche en la construcción del templo, hasta su conclusión, dejándolo, decían, completamente extenuado.
El shapinco tendrá temor de acercarse ahora a los templos huarasinos, pues la experiencia le salió muy negativa.
Volviendo al Padre Palomita, se cuenta de él que se enfrentó a una terrible nina mula que espantaba a los huarasinos cada viernes a partir de la media noche. El santo varón hizo una cruz en la esquina de la calle del Elefante y de allí la criatura infernal detuvo bruscamente su alocado galope. Sin inmutarse, con voz de trueno, el santo sacerdote le ordenó desaparecer. Se oyó una tremenda explosión, se sintió olor a azufre y en el lugar quedó una temblorosa mujer pidiendo perdón por su terrible pecado.
Ahora nos concretaremos a glosar las predicciones hechas desde el púlpito, que se han cumplido a cabalidad con el paso del tiempo.
Una de las más recientes, es la destrucción de las principales ciudades por el terremoto de 1970. Esto ha venido por decir así, a desempolvar de la memoria de quienes oyeron de niños que alguien había hecho tal predicción, pero se limitaban a decir: Dicen que estaba predicho que nuestros pueblos se acabarían, sin decir quien lo mencionó.
Gracias a la señorita Isabel López Ríos, de una asombrosa memoria y profunda educación cristiana, tenemos la versión oral de las profecías de este siervo de Dios, que murió en olor de santidad, pues sembraba la paz donde iba, realizaba prodigiosas conversiones, aliviaba toda clase de necesidades sin tener dinero y lo poco que tenía se multiplicaba en sus manos maravillosamente.
Siendo coadjutor del templo parroquial de San Sebastián de Huarás, fundó con permiso del Arzobispo, la Casa de Ejercicios en terrenos donados por la señorita Alicia Valdez. Durante la Cuaresma la gente realizaba allí los ejercicios espirituales. Así, la primera semana, correspondía a las damas; la segunda, a los caballeros; la tercera, a las mujeres campesinas; y la cuarta, a los campesinos varones.
Cada cual llevaba lo que podía para permanecer ocho días en retiro sin volver a su casa. Con los donativos que se recogían se hacía la olla común.
Una noche de Cuaresma, en el año de 1856, el Padre Palomita desde el púlpito del templo principal de Huarás, hizo estas predicciones:
Mire usted si el Padre Palomita era o no acertado en sus predicciones.
José Antonio Salazar Mejía
Cuando uno va al centro de Lima y visita la célebre iglesia de La Merced en el Jirón De la Unión, obligatoriamente tiene que acercarse a orar ante la Cruz del padre Urraca, santo varón de quien se dice era perseguido por el demonio y para huir de él, con el cíngulo de su hábito dio un golpe a la pared exterior del templo, e inmediatamente la piedra se abrió para dejarlo pasar. En recuerdo de ese portentoso milagro se ha colocado una gran cruz en el mismo lugar donde se abrió la pared para dejar ingresar al santo varón.
Nuestro Padre Palomita no huía del demonio, hacía que trabaje para él. ¡¿Cómo...?! ¿Eso ha sido cierto? Pues sí, es cierto. El padre Urraca se hubiera puesto verde de celos al conocer las hazañas del bienaventurado huarasino Rafael Del Castillo.
Huarás no tenía una buena Catedral, y en su construcción fracasaban los más renombrados maestros de obra. Se aducía que el terreno era demasiado húmedo y las paredes cedían. El Padre Palomita sospechó que había algo más que humedad y se propuso descubrir el acertijo. Una noche vio al diablo removiendo los adobes de las paredes de la Catedral; presto, cogió al diablo del cuello y chicoteándole con su cíngulo, le obligó a levantar las paredes de la Catedral. ¡¿Qué..., el diablo de albañil?! Pues sí, y eso sucedió no sólo con el Padre Palomita, ya en tiempos de la colonia, el padre Basilio Pons, franciscano, fundador del convento de San Francisco, encadenó al diablo y le hizo trabajar día y noche en la construcción del templo, hasta su conclusión, dejándolo, decían, completamente extenuado.
El shapinco tendrá temor de acercarse ahora a los templos huarasinos, pues la experiencia le salió muy negativa.
Volviendo al Padre Palomita, se cuenta de él que se enfrentó a una terrible nina mula que espantaba a los huarasinos cada viernes a partir de la media noche. El santo varón hizo una cruz en la esquina de la calle del Elefante y de allí la criatura infernal detuvo bruscamente su alocado galope. Sin inmutarse, con voz de trueno, el santo sacerdote le ordenó desaparecer. Se oyó una tremenda explosión, se sintió olor a azufre y en el lugar quedó una temblorosa mujer pidiendo perdón por su terrible pecado.
Ahora nos concretaremos a glosar las predicciones hechas desde el púlpito, que se han cumplido a cabalidad con el paso del tiempo.
Una de las más recientes, es la destrucción de las principales ciudades por el terremoto de 1970. Esto ha venido por decir así, a desempolvar de la memoria de quienes oyeron de niños que alguien había hecho tal predicción, pero se limitaban a decir: Dicen que estaba predicho que nuestros pueblos se acabarían, sin decir quien lo mencionó.
Gracias a la señorita Isabel López Ríos, de una asombrosa memoria y profunda educación cristiana, tenemos la versión oral de las profecías de este siervo de Dios, que murió en olor de santidad, pues sembraba la paz donde iba, realizaba prodigiosas conversiones, aliviaba toda clase de necesidades sin tener dinero y lo poco que tenía se multiplicaba en sus manos maravillosamente.
Siendo coadjutor del templo parroquial de San Sebastián de Huarás, fundó con permiso del Arzobispo, la Casa de Ejercicios en terrenos donados por la señorita Alicia Valdez. Durante la Cuaresma la gente realizaba allí los ejercicios espirituales. Así, la primera semana, correspondía a las damas; la segunda, a los caballeros; la tercera, a las mujeres campesinas; y la cuarta, a los campesinos varones.
Cada cual llevaba lo que podía para permanecer ocho días en retiro sin volver a su casa. Con los donativos que se recogían se hacía la olla común.
Una noche de Cuaresma, en el año de 1856, el Padre Palomita desde el púlpito del templo principal de Huarás, hizo estas predicciones:
- Llegará un tiempo en que la moneda será de papel.
- Llegará un tiempo en el que los hombres dominarán el aire, la tierra, el mar y hasta lo subterráneo.
- Llegará un tiempo en que los hombres vestirán como mujeres, y las mujeres como hombres.
- Finalmente dijo: Llegará un tiempo en que Huarás quedará reducida a escombros, y los forasteros al pasar por la ciudad en ruinas, se detendrán para decir: ‘Dicen que ésta había sido una ciudad hermosa’. Todo esto pasará algún día.
Mire usted si el Padre Palomita era o no acertado en sus predicciones.
José Antonio Salazar Mejía