RIMAY CÓNDOR
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Una de las características fundamentales de la idiosincrasia de un pueblo es su música y, sin lugar a dudas, sus representantes, quienes, en definitiva son los que la conservan y hacen conocer. El Dr. Román Robles Mendoza, antropólogo, profesor universitario y estudioso de la música tradicional de nuestra tierra es autor de “LA BANDA DE MÚSICOS, Las bellas artes musicales del sur de Ancash”, libro que, en sus casi 360 páginas, nos hace conocer el proceso de aparición y creación de las bandas de músicos de nuestra región.
El autor empieza presentando el perfil geográfico y centros poblados motivos de su estudio, ubicados en su mayoría, en las provincias de Bolognesi y Ocros, haciendo énfasis en su vinculación cultural con la vieja Cajatambo. Asimismo, y esto es muy importante para entender el arte musical como expresión cultural de nuestros pueblos, el autor rechaza el uso del término folklore porque “apunta a describir procesos culturales en extinción” (p. 18), y el arte musical motivo de su estudio está vivo y en constante desarrollo, como nos consta a todos los que tenemos oportunidad de gozar en algunas de nuestras fiestas regionales.
Al comenzar el estudio de las bandas de música el Dr. Román Robles Mendoza señala a las que él llama “cuatro comunidades de músicos”: Huanri, Llipa, Mangas y Huasta, pueblos a los que une el vínculo común de pobreza y dependencia de una agricultura básica que apenas alcanza para el sustento. Por lo tanto, estas comunidades son el perfecto caldo de cultivo para la aparición de agrupaciones musicales, cuyos ingresos van a complementar la economía de las familias de los músicos. “En general, son las comunidades campesinas pobres las que han producido las mejores bandas de músicos y las más famosas orquestas de cuerdas” (p.59). De acuerdo al autor, algo similar sucede con las bandas de músicos formadas por migrantes en la costa y aparecidas a partir de los años ochenta, las cuales representan seria competencia para las bandas de música campesinas.
Los nombres de don Florentino Aldave y don Cornelio Morán son familiares para los chiquianos que ya empiezan a peinar canas y que tuvieron la suerte de escuchar a la antigua banda de músicos de Chiquián, sobre todo amenizando los partidos de fútbol en el antiguo estadio de Jircán o algunas de las fiestas locales de esos ya lejanos años. De acuerdo a las investigaciones del autor, en 1913 aparece en Chiquián la primera banda de músicos de la provincia. El apoyo económico de dos personajes de la época, don José Ramos y don Juan Santos Dulanto fue decisivo; ellos trajeron desde Trujillo a don Magnolio Collantes, antiguo director de la Banda del Ejercito de dicha ciudad norteña. La banda estaba formada por 29 músicos y los señores Aldave y Morán fueron parte de ella. Rápidamente dicha banda adquirió popularidad en el área del valle de Aynín. Es de entender que su aparición sirvió de inspiración para que en otras poblaciones germinara la idea de formar su propia banda de músicos. El aislamiento geográfico y la pobreza de estos pueblos, demoró algunos años la aparición de bandas similares a la de Chiquián; la afición musical y el incentivo de encontrar una nueva fuente de ingreso económico, hizo que posteriormente fueran apareciendo bandas de músicos que pronto encontraron su debido sitial en el campo de las bellas artes musicales de nuestro pueblo.
Continuando la lectura del libro encontraremos la historia y comentarios de bandas musicales muy conocidas, organizadas en la provincia de Bolognesi y en poblaciones que hoy pertenecen a la provincia de Ocros. Es así como el autor presenta una reseña de la la Banda de Músicos de chilcas; luego prosigue con las de Llipa, Huanri, Raján, Mangas, Huasta, Huayllacayán, para terminar con la Banda Filarmónica de Cátac aparecida en 1946.
Aspecto interesante del libro es el proceso de aparición de las bandas de músicos formadas por migrantes, tanto en la capital peruana como en otras ciudades de la costa relacionadas a los pueblos antes mencionados. En la ciudad de Lima aparece la primera Banda de Músicos integrada enteramente por migrantes, en 1961 aparece la Banda Purísima de Huayllacayán, liderada por el Sr. Jorge Ronquillo y de cuyo nacimiento es testigo el que escribe la presente nota por haber sido vecino del Sr. Ronquillo y por lo tanto haberlos escuchado en sus largos ensayos iniciales. Siguiendo con el mismo tema encontramos la formación de la Banda San Miguel de Aquia, Banda Filarmónica Centro Musical Congas, Banda Orquesta San Salvador de Congas, Banda Orquesta Centro Musical Llipa, Banda Centro Musical Juventud Poquián (Cajatambo), Banda Orquesta San Juan de Huayllapa, Banda Santa Cecilia de Cátac, Banda Orquesta Centro Musical San Juan de Chamas, Banda Orquesta Selección Chiquián, Banda Orquesta Juventud Armonía Raján-Barranca, Banda Juventud Musical San Cristóbal de Raján. De acuerdo al autor, existen más organizaciones musicales del mismo tipo, la mayoría asentadas en Lima y algunas en Barranca. Debido que este trabajo que comentamos fue publicado en el año 2000, es seguro que a la fecha hayan aparecido otras bandas de músicos. En esta parte del libro el autor hace breve historia de las mencionadas, incluyendo músicos fundadores, grabaciones, y el impacto musical que tuvieron en su zona de influencia.
Como no podía ser de otra manera el Dr. Robles hace referencia y nos presenta a excelentes músicos que destacaron por su virtuosismo en la ejecución de sus respectivos instrumentos; así hace mención de don Nicodemos Reyes, legendario bajista de la Banda de Huanri; igualmente nos presenta a tres clarinetistas que destacaron con nombre propio, don Moisés Reyes de Chilcas, Don Dedicación Padilla de Llipa y don Ernesto Cano de Huasta.
“LA BANDA DE MÚSICOS, Las bellas artes musicales en el sur de Ancash”, es un libro de lectura ágil y entretenida. Nos conduce por territorios cuyos nombres son familiares y con los cuales nos identificamos fácilmente. En este libro podemos encontrar abundante material fotográfico e información interesante y detallada sobre el tema tratado. En síntesis, un trabajo extraordinario sobre la cultura musical de nuestra tierra realizado por el autor.
Rimay Cóndor
Nota de redacción.- Las dos fotografías que acompañan esta nota son de la Banda de Chiquián, conocida en nuestra juventud con el nombre familiar de "la Banda de don Florentino". En ellas se puede apreciar a don Florentino Aldave y algunos de sus descendientes que luego siguieron el camino que él les enseñó, como Carlos Alvarado Aldave y sus hermanos Juvilio y Arturo; Además aparece don Cornelio Morán, quien junto a don Florentino fue parte de la primera banda de música de chiquián. Figuran también el recordado don Eusebio Anzualdo, más conocido como Racrish y Edmundo Ramirez, el popular Tuna, además de un músico de Canis llamado Cornelio. las fotografías han sido proporcionadas a Chiquianmarka por don Carlos Alvarado Aldave. El precioso huayno que Ud., amable lector, está escuchando al momento de leer estas líneas, es interpretado por la Banda Selección chiquián, formada por los descendientes de don Florentino Aldave, algunos de los cuales aparecen, repito, en las fotografías que mostramos.
Una de las características fundamentales de la idiosincrasia de un pueblo es su música y, sin lugar a dudas, sus representantes, quienes, en definitiva son los que la conservan y hacen conocer. El Dr. Román Robles Mendoza, antropólogo, profesor universitario y estudioso de la música tradicional de nuestra tierra es autor de “LA BANDA DE MÚSICOS, Las bellas artes musicales del sur de Ancash”, libro que, en sus casi 360 páginas, nos hace conocer el proceso de aparición y creación de las bandas de músicos de nuestra región.
El autor empieza presentando el perfil geográfico y centros poblados motivos de su estudio, ubicados en su mayoría, en las provincias de Bolognesi y Ocros, haciendo énfasis en su vinculación cultural con la vieja Cajatambo. Asimismo, y esto es muy importante para entender el arte musical como expresión cultural de nuestros pueblos, el autor rechaza el uso del término folklore porque “apunta a describir procesos culturales en extinción” (p. 18), y el arte musical motivo de su estudio está vivo y en constante desarrollo, como nos consta a todos los que tenemos oportunidad de gozar en algunas de nuestras fiestas regionales.
Al comenzar el estudio de las bandas de música el Dr. Román Robles Mendoza señala a las que él llama “cuatro comunidades de músicos”: Huanri, Llipa, Mangas y Huasta, pueblos a los que une el vínculo común de pobreza y dependencia de una agricultura básica que apenas alcanza para el sustento. Por lo tanto, estas comunidades son el perfecto caldo de cultivo para la aparición de agrupaciones musicales, cuyos ingresos van a complementar la economía de las familias de los músicos. “En general, son las comunidades campesinas pobres las que han producido las mejores bandas de músicos y las más famosas orquestas de cuerdas” (p.59). De acuerdo al autor, algo similar sucede con las bandas de músicos formadas por migrantes en la costa y aparecidas a partir de los años ochenta, las cuales representan seria competencia para las bandas de música campesinas.
Los nombres de don Florentino Aldave y don Cornelio Morán son familiares para los chiquianos que ya empiezan a peinar canas y que tuvieron la suerte de escuchar a la antigua banda de músicos de Chiquián, sobre todo amenizando los partidos de fútbol en el antiguo estadio de Jircán o algunas de las fiestas locales de esos ya lejanos años. De acuerdo a las investigaciones del autor, en 1913 aparece en Chiquián la primera banda de músicos de la provincia. El apoyo económico de dos personajes de la época, don José Ramos y don Juan Santos Dulanto fue decisivo; ellos trajeron desde Trujillo a don Magnolio Collantes, antiguo director de la Banda del Ejercito de dicha ciudad norteña. La banda estaba formada por 29 músicos y los señores Aldave y Morán fueron parte de ella. Rápidamente dicha banda adquirió popularidad en el área del valle de Aynín. Es de entender que su aparición sirvió de inspiración para que en otras poblaciones germinara la idea de formar su propia banda de músicos. El aislamiento geográfico y la pobreza de estos pueblos, demoró algunos años la aparición de bandas similares a la de Chiquián; la afición musical y el incentivo de encontrar una nueva fuente de ingreso económico, hizo que posteriormente fueran apareciendo bandas de músicos que pronto encontraron su debido sitial en el campo de las bellas artes musicales de nuestro pueblo.
Continuando la lectura del libro encontraremos la historia y comentarios de bandas musicales muy conocidas, organizadas en la provincia de Bolognesi y en poblaciones que hoy pertenecen a la provincia de Ocros. Es así como el autor presenta una reseña de la la Banda de Músicos de chilcas; luego prosigue con las de Llipa, Huanri, Raján, Mangas, Huasta, Huayllacayán, para terminar con la Banda Filarmónica de Cátac aparecida en 1946.
Aspecto interesante del libro es el proceso de aparición de las bandas de músicos formadas por migrantes, tanto en la capital peruana como en otras ciudades de la costa relacionadas a los pueblos antes mencionados. En la ciudad de Lima aparece la primera Banda de Músicos integrada enteramente por migrantes, en 1961 aparece la Banda Purísima de Huayllacayán, liderada por el Sr. Jorge Ronquillo y de cuyo nacimiento es testigo el que escribe la presente nota por haber sido vecino del Sr. Ronquillo y por lo tanto haberlos escuchado en sus largos ensayos iniciales. Siguiendo con el mismo tema encontramos la formación de la Banda San Miguel de Aquia, Banda Filarmónica Centro Musical Congas, Banda Orquesta San Salvador de Congas, Banda Orquesta Centro Musical Llipa, Banda Centro Musical Juventud Poquián (Cajatambo), Banda Orquesta San Juan de Huayllapa, Banda Santa Cecilia de Cátac, Banda Orquesta Centro Musical San Juan de Chamas, Banda Orquesta Selección Chiquián, Banda Orquesta Juventud Armonía Raján-Barranca, Banda Juventud Musical San Cristóbal de Raján. De acuerdo al autor, existen más organizaciones musicales del mismo tipo, la mayoría asentadas en Lima y algunas en Barranca. Debido que este trabajo que comentamos fue publicado en el año 2000, es seguro que a la fecha hayan aparecido otras bandas de músicos. En esta parte del libro el autor hace breve historia de las mencionadas, incluyendo músicos fundadores, grabaciones, y el impacto musical que tuvieron en su zona de influencia.
Como no podía ser de otra manera el Dr. Robles hace referencia y nos presenta a excelentes músicos que destacaron por su virtuosismo en la ejecución de sus respectivos instrumentos; así hace mención de don Nicodemos Reyes, legendario bajista de la Banda de Huanri; igualmente nos presenta a tres clarinetistas que destacaron con nombre propio, don Moisés Reyes de Chilcas, Don Dedicación Padilla de Llipa y don Ernesto Cano de Huasta.
“LA BANDA DE MÚSICOS, Las bellas artes musicales en el sur de Ancash”, es un libro de lectura ágil y entretenida. Nos conduce por territorios cuyos nombres son familiares y con los cuales nos identificamos fácilmente. En este libro podemos encontrar abundante material fotográfico e información interesante y detallada sobre el tema tratado. En síntesis, un trabajo extraordinario sobre la cultura musical de nuestra tierra realizado por el autor.
Rimay Cóndor
Nota de redacción.- Las dos fotografías que acompañan esta nota son de la Banda de Chiquián, conocida en nuestra juventud con el nombre familiar de "la Banda de don Florentino". En ellas se puede apreciar a don Florentino Aldave y algunos de sus descendientes que luego siguieron el camino que él les enseñó, como Carlos Alvarado Aldave y sus hermanos Juvilio y Arturo; Además aparece don Cornelio Morán, quien junto a don Florentino fue parte de la primera banda de música de chiquián. Figuran también el recordado don Eusebio Anzualdo, más conocido como Racrish y Edmundo Ramirez, el popular Tuna, además de un músico de Canis llamado Cornelio. las fotografías han sido proporcionadas a Chiquianmarka por don Carlos Alvarado Aldave. El precioso huayno que Ud., amable lector, está escuchando al momento de leer estas líneas, es interpretado por la Banda Selección chiquián, formada por los descendientes de don Florentino Aldave, algunos de los cuales aparecen, repito, en las fotografías que mostramos.