OMar llanos espinoza
PRIMER CARRO EN HUALLANCA
Algunos pueblos del interior del país todavía recuerdan determinados hechos muy singulares y sorprendentes como aquellos que se adelantaron al tiempo para tener un vehículo motorizados cuando todavía no había carreteras de acceso; así ocurrió en Huallanca (Bolognesi-Ancash) por necesidad de la actividad minera y metalúrgica.
CARRO SIN CARRETERA
Don Luis Astete Barbeito contaba que, el año de 1934, cuando él tenía 6 años de edad, vio circular en las unidad móvilcalles de Huallanca un carro motorizado pese a no tener carretera para ningún lugar. Este vehículo cautivo era una camioneta de una sola cabina que transitaba en el pueblo, entre la hacienda metalúrgica Carmen de Buenavista (hoy local PNP), de allí hasta la otra hacienda La Florida (hoy Colegio Mariátegui).
La unidad móvil pertenecía al empresario minero don Roque Durand, que conducía los dos centros metalúrgicos y trabajaba en las minas de Mercedes, San Francisco y Banco.
Lo inquietante de éste hecho es la pregunta: Cómo llegó ese carro al Asiento minero de Huallanca si no había carretera de acceso. He aquí la respuesta. Don Roque Durand tenía la necesidad de controlar ambas haciendas ubicadas en los extremos del pueblo. Además, recorría hasta el puente Arequipa (a 8 Km. río arriba del Ishpaj) porque ya estaba construida la vía durante el tercer periodo del Presidente Leguía (1930), dentro del Plan Vial de salida a la costa, pero se truncó el proyecto sin tener conexión con otros pueblos.
CARRO SIN CARRETERA
Don Luis Astete Barbeito contaba que, el año de 1934, cuando él tenía 6 años de edad, vio circular en las unidad móvilcalles de Huallanca un carro motorizado pese a no tener carretera para ningún lugar. Este vehículo cautivo era una camioneta de una sola cabina que transitaba en el pueblo, entre la hacienda metalúrgica Carmen de Buenavista (hoy local PNP), de allí hasta la otra hacienda La Florida (hoy Colegio Mariátegui).
La unidad móvil pertenecía al empresario minero don Roque Durand, que conducía los dos centros metalúrgicos y trabajaba en las minas de Mercedes, San Francisco y Banco.
Lo inquietante de éste hecho es la pregunta: Cómo llegó ese carro al Asiento minero de Huallanca si no había carretera de acceso. He aquí la respuesta. Don Roque Durand tenía la necesidad de controlar ambas haciendas ubicadas en los extremos del pueblo. Además, recorría hasta el puente Arequipa (a 8 Km. río arriba del Ishpaj) porque ya estaba construida la vía durante el tercer periodo del Presidente Leguía (1930), dentro del Plan Vial de salida a la costa, pero se truncó el proyecto sin tener conexión con otros pueblos.
DE CERRO DE PASCO A HUALLANCA
En esos tiempos los minerales de Huallanca eran transportados a Cerro de Pasco en acémilas por caminos de herradura, junto con los quesos, cueros y carne, de allí por ferrocarril a Lima y Callao. De retorno llevaban maquinarias, insumos, combustibles para las minas, más mercaderías para las casas comerciales de Huallanca.
En esos viajes de arrieros, desde la capital minera de Cerro de Pasco llevaron el carro, por partes y piezas, sobre el lomo de los caballos y mulos, en un viaje de más de ocho días por caminos de herradura, atravesando cerros, quebradas y ríos; al compás de los chicotes y espuelas, en una travesía de más de 50 leguas (250 kilómetros).
Ya en Huallanca, en los talleres de la empresa metalúrgica ensamblaron el vehículo a cargo de técnicos y mecánicos que disponía. Fue en 1934 cuando empezó a funcionar el medio de transporte sobre ruedas para el asombro y alegría de los niños y jóvenes de ese entonces; toda una novedad para el pueblo al ver una máquina en movimiento que significó un avance y esperanza de progreso.
ALEGRIA SOBRE RUEDAS
El empresario don Roque Duránd, tenía su residencia junto al pueblo (hoy local PNP), vivía con su familia. Era tan buena gente el dueño el vehículo que, sus menores hijos compartían con otros niños y subían al carro, entre ellos Luis Astete; pasear de Chasinragra al puente Santa Rosa, cruzando por las principales calles empedradas. Un regocijo para los niños de esa época, de movilizarse sobre ruedas apreciando las casas con techos de paja y paredes blancas, las chimeneas de los centros metalúrgicos, el desfile de las recuas y arrieros que bajan los minerales de los cerros; al pasar los puentes San Juan y Santa Rosa ver las aguas cristalinas de los ríos Ishpaj y Torres, más los cerros mineralizados que protegen el pueblo y apreciar el verdor de los eucaliptos sobre las huertas y chacras.
LA PROEZA DE UN EMPRENDEDOR
Para el empresario minero la idea fue llevar progreso a Huallanca, pese a las dificultades de la época, de contar con un carro para la actividad minera aún sin carretera; era un reto para plasmar en realidad. El hecho de diseñar y fabricar piezas y accesorios del vehículo para luego trasladar, en partes, por acémilas, para luego ensamblar en Huallanca. Todo fue posible gracias a la acción decidida y capaz del empresario y sus colaboradores, desde los sufridos arrieros hasta los técnicos de los talleres de la maestranza; sólo por el espíritu de emprendedor con visión de futuro que se adelantaron al tiempo.
[email protected]
http://infohuallanca.blogspot.com/
En esos tiempos los minerales de Huallanca eran transportados a Cerro de Pasco en acémilas por caminos de herradura, junto con los quesos, cueros y carne, de allí por ferrocarril a Lima y Callao. De retorno llevaban maquinarias, insumos, combustibles para las minas, más mercaderías para las casas comerciales de Huallanca.
En esos viajes de arrieros, desde la capital minera de Cerro de Pasco llevaron el carro, por partes y piezas, sobre el lomo de los caballos y mulos, en un viaje de más de ocho días por caminos de herradura, atravesando cerros, quebradas y ríos; al compás de los chicotes y espuelas, en una travesía de más de 50 leguas (250 kilómetros).
Ya en Huallanca, en los talleres de la empresa metalúrgica ensamblaron el vehículo a cargo de técnicos y mecánicos que disponía. Fue en 1934 cuando empezó a funcionar el medio de transporte sobre ruedas para el asombro y alegría de los niños y jóvenes de ese entonces; toda una novedad para el pueblo al ver una máquina en movimiento que significó un avance y esperanza de progreso.
ALEGRIA SOBRE RUEDAS
El empresario don Roque Duránd, tenía su residencia junto al pueblo (hoy local PNP), vivía con su familia. Era tan buena gente el dueño el vehículo que, sus menores hijos compartían con otros niños y subían al carro, entre ellos Luis Astete; pasear de Chasinragra al puente Santa Rosa, cruzando por las principales calles empedradas. Un regocijo para los niños de esa época, de movilizarse sobre ruedas apreciando las casas con techos de paja y paredes blancas, las chimeneas de los centros metalúrgicos, el desfile de las recuas y arrieros que bajan los minerales de los cerros; al pasar los puentes San Juan y Santa Rosa ver las aguas cristalinas de los ríos Ishpaj y Torres, más los cerros mineralizados que protegen el pueblo y apreciar el verdor de los eucaliptos sobre las huertas y chacras.
LA PROEZA DE UN EMPRENDEDOR
Para el empresario minero la idea fue llevar progreso a Huallanca, pese a las dificultades de la época, de contar con un carro para la actividad minera aún sin carretera; era un reto para plasmar en realidad. El hecho de diseñar y fabricar piezas y accesorios del vehículo para luego trasladar, en partes, por acémilas, para luego ensamblar en Huallanca. Todo fue posible gracias a la acción decidida y capaz del empresario y sus colaboradores, desde los sufridos arrieros hasta los técnicos de los talleres de la maestranza; sólo por el espíritu de emprendedor con visión de futuro que se adelantaron al tiempo.
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