FILOMENO ZUBIETA NÚÑEZ
USO RITUAL DE LOS QUIPUS FUNERARIOS EN EL PUEBLO DE CUSPÓN (BOLOGNESI, ANCASH) DECLARADO PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN
El uso ritual de los quipus funerarios en el velorio y entierro de los difuntos es una práctica que se manifiesta y pervive en el pueblo de Cuspón. Expresión popular que acaba de ser declarada como Patrimonio Cultural de la Nación por el Ministerio de Cultura mediante Resolución Viceministerial Nº 071-2017-VMPCIC-MC, con fecha 27 de abril de 2017, publicado en el Diario Oficial EL PERUANO, el sábado 29 de abril del 2017. Este es un logro que nos enorgullece y que lo compartimos con todos nuestros lectores, especialmente con nuestros comprovincianos y pobladores de nuestro Cuspón querido.
Cuspón es un caserío del distrito de Chiquián (provincia de Bolognesi, Ancash) con el título de Centro Poblado Menor, también es una Comunidad Campesina. Se encuentra al sur de la ciudad de Chiquián, a unos 20 Km. Cuenta con aproximadamente 150 habitantes, incluyendo sus parcialidades. Tiene una economía natural, donde el autosostenimiento y el autoconsumo imprimen sus características básicas. La agricultura y la ganadería son sus actividades principales, complementadas por la artesanía y el comercio en su modalidad de trueque.
Esta práctica del uso de quipus en los rituales funerarios está relacionada con el final del ciclo vital de las personas, niños o adultos, hombres o mujeres. Todos, al momento de morir, para ser velados y ser sepultados deben portar sus quipus, como salvoconductos para lograr el traslado al más allá. Incluso, si la defunción se produce fuera del pueblo (Chiquián, Lima, etc.), se coloca el quipu al difunto.
Historia
La historia de los quipus funerarios de Cuspón tiene sus raíces en el pueblo colonial de San Luis de Matara que desapareciera hacia fines del siglo XVIII por una peste, explicada en la leyenda de Pisana María. Sus pobladores se trasladaron a Chiquián y algunos a sus tierras de las partes bajas llevando sus santos (san Luis y san Pedro) y sus costumbres, como los quipus para el entierro de sus difuntos, dando origen al nuevo pueblo de San Luis de Cuspón. El entierro de los difuntos con el quipu funerario fue práctica de todos los pueblos de la Doctrina de San Francisco de Chiquián y se mantiene en muchos. En el ámbito del centro poblado de Cuspón, su parcialidad de Matara la conserva y practica. Igual ocurre en los pueblos de Roca y Ticllos y parcialmente en los pueblos de Canis, Llipa, Cajamarquilla y otros. En algunos, como Chiquián y Llaclla, ya no se practica.
Los quipus funerarios son un producto sincrético. Sintetiza las prácticas ancestrales de registros contables de la actividad agropecuaria y mercantil con la presencia de los religiosos españoles y su labor evangelizadora. Las reducciones que progresivamente se fueron estableciendo conllevan la presencia de los sacerdotes para afirmar la presencia colonial española. A los quipus de contar se agregaron los quipus de enterrar, al decir de la quipucamayoc Mama Licuna.
Las prendas utilizadas por los indígenas para sepultar a sus difuntos fueron adoptadas y adaptadas de la vestimenta de los sacerdotes. La vestimenta sacerdotal se reducía a las siguientes prendas: el alba, enterizo similar a un camisón hasta cerca de los talones; las sandalias que tenían cierto parecido a los llanques que usaban los indígenas; el cíngulo, cordón o cinta de seda o de lino, con una borla a cada extremo, que el sacerdote se ciñe el alba desde la cintura. Para sepultar a sus difuntos, el alba fue convertida en mortaja a base de bayeta o tela burda de lana de llama u oveja para cubrir el cuerpo, el cíngulo fue convertido en quipu funerario con nudos y cruces en los extremos y para su larga caminata hacia el más allá se les puso unas sandalias. Con el tiempo, esto fue variando, la mortaja de bayeta fue reemplazada en algunos casos por vestimenta moderna, se elaboraron sandalias de cartones y se mantuvieron los quipus funerarios con las características descritas.
Progresivamente se convirtió en una práctica de la vida cotidiana del pueblo y su uso se fue transmitiendo y conservando de generación en generación. Las mujeres por su dedicación más cercana a los enfermos y difuntos, convirtieron la elaboración del quipu en quehacer de las más más ancianas, las más indicadas para la preservación de la memoria local. Así, se fue transmitiendo de madre a hija, como ocurre hasta nuestros días.
Descripción de la expresión
Cuando se produce la muerte de un poblador, niño o adulto, hombre o mujer, de inmediato se anuncia a la población con el repique de la campana de la iglesia. La familia prepara el velorio. Las mujeres ancianas bañan al difunto o difunta. En la sala más grande de la casa se coloca una mesa lo suficientemente grande como para habilitar una especie de cama para el difunto(a), con sábanas de bayeta. Antes se vestía al difunto (a) con un hábito de bayeta con capucha y hasta cerca de los talones, hoy algunos visten con el mejor de su ropaje, si es nuevo mejor. Se le coloca sandalias de cartón sostenidas con hilos.
Entretanto en el patio, la quipucamayoc recibe de la familia del occiso las madejas de hilos (blanco y negro) y va preparando el quipu, con torceles y nudos. Ya terminado, entre cánticos y rezos coloca el quipu al cuerpo que ya se halla sobre la mesa de velación.
Para la confección del quipu funerario se requiere de unos 16 o 17 metros de lana hilada, (unas 14 brazadas) dependiendo un poco de la altura de la persona. Va amarrado en la cintura y las puntas a la punta de los pies, colgados tres nudos en la pierna derecha y otro con cuatro nudos, en la izquierda. Cada extremo termina en una cruz.
Los nudos y las cruces son oraciones. Los siete nudos son siete “avemarías” y las cruces son dos “padrenuestros”. Las “avemarías” constituyen un mensaje del difunto dirigido a la Virgen María para que ella proteja a su alma y le dé apoyo para que en su traslado de un lado al otro. Similares súplicas, aunque dirigidas a Dios, contienen los dos “padrenuestros” con sus siete peticiones.
Los quipus funerarios cumplen la función de ser una ayuda, un apoyo o salvoconducto para que el alma vaya superando los obstáculos (simbolizados por perros negros –diablos-), para que la virgen María y Dios escuchen sus oraciones, lo protejan y pueda llegar al cielo.
Los pobladores van llegando al velatorio, muchos llevan víveres. La familia debe desollar por lo menos un buen toro para tener carne para los días del velorio y entierro, pues en esos días todos comen en la casa del difunto. El velorio dura dos días y el entierro se produce al tercero. Se acompaña en el velorio todo el tiempo, día noche. Con comida y licores. En las noches se consume el "chinguirito" o calentado. Es costumbre el narrar cuentos de aparecidos, de "almas", "diablos", etc., así como realizar algunos juegos con castigos corporales para los perdedores, como "esconde la correa".
El carpintero del pueblo va preparando el ataúd. El tercer día, muy temprano, un grupo de varones va al cementerio a abrir la zanja donde reposarán los restos del difunto (a), acompañado de bebidas y comida. Se debe dejar todo listo. El sepelio debe ir acompañado de una banda músicos, por lo general vienen del vecino pueblo de Ticllos. A falta del sacerdote, se contrata los servicios de una persona entendida en cánticos y rezos, llamado "cantor", que oficia durante el velorio, desplazamiento y entierro.
Recién para trasladar al difunto a su última morada se introduce el cadáver en el ataúd, previamente arreglada con frazadas y algunos objetos muy queridos del difunto (a). El difunto porta su quipu. El cortejo fúnebre se dirige primero a la iglesia, con paradas, rezos y cánticos. De la iglesia se dirige al cementerio siempre con sus velas y ofrendas florales. Entre cánticos, llantos y rezos de da el entierro. Al final, hacia la cabeza, se coloca una cruz de madera con las referencias del difunto (a).
La mesa de velorio con las prendas más cercanas continúa velándose dos días más, hasta el quinto día. El quinto día, llamado Piskay, es el día señalado para que todos los pobladores vayan a casa del difunto y de allí a la aguada, llevando todas las prendas de vestir, como frazadas y prendas susceptibles de ser lavadas. Con gran cantidad de quinua remojada en costales se prepara el detergente para lavar las ropas, frazadas, pellejos, etc. de uso del difunto. Aquí se producen juegos, incluso bruscos, con los golpes que se dan entre hombres y mujeres con los pellejos y frazadas mojadas. Todo limpio es trasladado a la casa del difunto. Entretanto, la quinua lavada es dispuesta para la mazamorra que se distribuye en ollas y baldes (para la casa) entre todos los que participaron en la faena. Con el “Quinto Día” terminan los funerales. Por lo general, en la entrada general, portón o zaguán se coloca una cruz negra de telas, señal de duelo. El luto, el vestido negro, se lleva durante un año. Al año, ante la tumba, el esposo o esposa se quita el luto.
Proceso de trasmisión
Los quipus funerarios de Cuspón son únicos en su elaboración por mujeres, una tradición que siempre se ha transmitido entre madre e hija. Los ejemplos documentados de mujeres quipucamayoc o quipus hechos por mujeres son escasos. Lo conocemos solo en base a las fuentes orales.
Lo más cercano es la historia de vida de doña Gregoria Rivera Zubieta, más conocida como Mama Licuna era hasta hace poco la quipucamayoc del pueblo de Cuspón; falleció el 14 de octubre de 2014.
Aparte de la Mama Licuna, su hija y sus predecesoras, ha habido otras mujeres quipucamayoc en tiempos actuales, aunque no se descarta que los quipucamayoc sean hombres, como lo evidencia la presencia de Cipriano Carhuachín Rivera, “Shipico”
En el caso de la Mama Licuna, ella vio sus quipus como una forma de mantener vivas las tradiciones e ideologías de su pueblo pero tenía las mismas obligaciones que todos los miembros de la comunidad y no gozaba de ningún beneficio por su trabajo creando quipus y preservando tradiciones.
La continuidad de la elaboración de los quipus está garantizada en los hijos de Mama Licuna: Elisa y Cipriano. Se entiende que ante la ausencia de uno de ellos, ella o él asumirá la responsabilidad de su elaboración. Hay quipu para rato, como el mantneniemto de esta expresión por la colectividad cusponista.
Valor
De 1996 a la fecha las expresiones naturales y culturales de Cuspón han merecido la atención de los científicos sociales: arqueólogos (Dr. Arturo Ruiz Estrada, Dr. Federico Kauffmann, Dr. Carlos Milla Villena, entre otros), historiadores y etnólogos (Molly Tun de la Universidad de Minnesota, USA y Magdalena Setlak de la Complutense de Madrid, con tesis doctoral y de maestría sobre los quipus), periodistas especializados (Narciso Robles Atachagua, Alfonsina Barrionuevo, Rafo León y otros), promotores de turismo (Roberto Aldave preparó el documental sobre “La Ruta de la Cantuta”, incluyendo a los quipus funerarios como atractivo turístico), literatos (Augusto Escalante), en fin la lista es interminable.
Todo lo anterior provocó una serie de interrogantes entre los pobladores de Cuspón. ¿Por qué venían estudiosos a sus tierras? ¿Qué de singular tenía Cuspón para interesar a extraños? Los cambios fueron notables. Progresivamente fueron tomando conciencia de las potencialidades en historia, costumbres, gastronomía, patrimonio arqueológico y todo lo que tenían. Se fue construyendo y afirmando identidad cultural, elevando la autoestima personal y colectiva. Muchos de sus hijos o descendientes se sumaron a divulgar sus atractivos turísticos y culturales: Marco Calderón Ríos y Adrían Carhuachín Lázaro con fotografías a través de las redes; Lucio Rivera Zubieta y Genaro Lázaro Ríos unieron esfuerzos y hoy dirigen un programa radial semanal en Lima, bajo el nombre “Por la ruta de la cantuta”; igual labor realiza en Chiquián Flor Durán Jaimes desde su emisora Radio Satélite.
Los pobladores de Cuspón progresivamente han tomado conciencia del potencial cultural con que cuentan, la valoran, la defienden.
La declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación del Uso ritual de los quipus funerarios en el pueblo de Cuspón, estamos seguros que elevará la autoestima de los pobladores, adoptarán las medidas para su mejor estudio, valoración y conservación y será un estímulo permanente para su preservación y divulgación.
P.D. – EL PRÓXIMO JUEVES 11 DE MAYO SE HARÁ LA PRESENTACIÓN PÚBLICA DE ESTA RESOLUCIÓN EN UNA CEREMONIA ESPECIAL EN EL SALON DEL CLUB ANCASH A LAS 6:30 PM CON PRESENCIA DE FUNCIONARIOS DEL MINISTERIO DE CULTURA, DE LA DIRECCIÓN DESCONCENTRADA DE CULTURA DE ANCASH, DE LA MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE BOLOGNESI Y DE LA COMUNIDAD CAMPESINA DE CUSPON.
Cuspón es un caserío del distrito de Chiquián (provincia de Bolognesi, Ancash) con el título de Centro Poblado Menor, también es una Comunidad Campesina. Se encuentra al sur de la ciudad de Chiquián, a unos 20 Km. Cuenta con aproximadamente 150 habitantes, incluyendo sus parcialidades. Tiene una economía natural, donde el autosostenimiento y el autoconsumo imprimen sus características básicas. La agricultura y la ganadería son sus actividades principales, complementadas por la artesanía y el comercio en su modalidad de trueque.
Esta práctica del uso de quipus en los rituales funerarios está relacionada con el final del ciclo vital de las personas, niños o adultos, hombres o mujeres. Todos, al momento de morir, para ser velados y ser sepultados deben portar sus quipus, como salvoconductos para lograr el traslado al más allá. Incluso, si la defunción se produce fuera del pueblo (Chiquián, Lima, etc.), se coloca el quipu al difunto.
Historia
La historia de los quipus funerarios de Cuspón tiene sus raíces en el pueblo colonial de San Luis de Matara que desapareciera hacia fines del siglo XVIII por una peste, explicada en la leyenda de Pisana María. Sus pobladores se trasladaron a Chiquián y algunos a sus tierras de las partes bajas llevando sus santos (san Luis y san Pedro) y sus costumbres, como los quipus para el entierro de sus difuntos, dando origen al nuevo pueblo de San Luis de Cuspón. El entierro de los difuntos con el quipu funerario fue práctica de todos los pueblos de la Doctrina de San Francisco de Chiquián y se mantiene en muchos. En el ámbito del centro poblado de Cuspón, su parcialidad de Matara la conserva y practica. Igual ocurre en los pueblos de Roca y Ticllos y parcialmente en los pueblos de Canis, Llipa, Cajamarquilla y otros. En algunos, como Chiquián y Llaclla, ya no se practica.
Los quipus funerarios son un producto sincrético. Sintetiza las prácticas ancestrales de registros contables de la actividad agropecuaria y mercantil con la presencia de los religiosos españoles y su labor evangelizadora. Las reducciones que progresivamente se fueron estableciendo conllevan la presencia de los sacerdotes para afirmar la presencia colonial española. A los quipus de contar se agregaron los quipus de enterrar, al decir de la quipucamayoc Mama Licuna.
Las prendas utilizadas por los indígenas para sepultar a sus difuntos fueron adoptadas y adaptadas de la vestimenta de los sacerdotes. La vestimenta sacerdotal se reducía a las siguientes prendas: el alba, enterizo similar a un camisón hasta cerca de los talones; las sandalias que tenían cierto parecido a los llanques que usaban los indígenas; el cíngulo, cordón o cinta de seda o de lino, con una borla a cada extremo, que el sacerdote se ciñe el alba desde la cintura. Para sepultar a sus difuntos, el alba fue convertida en mortaja a base de bayeta o tela burda de lana de llama u oveja para cubrir el cuerpo, el cíngulo fue convertido en quipu funerario con nudos y cruces en los extremos y para su larga caminata hacia el más allá se les puso unas sandalias. Con el tiempo, esto fue variando, la mortaja de bayeta fue reemplazada en algunos casos por vestimenta moderna, se elaboraron sandalias de cartones y se mantuvieron los quipus funerarios con las características descritas.
Progresivamente se convirtió en una práctica de la vida cotidiana del pueblo y su uso se fue transmitiendo y conservando de generación en generación. Las mujeres por su dedicación más cercana a los enfermos y difuntos, convirtieron la elaboración del quipu en quehacer de las más más ancianas, las más indicadas para la preservación de la memoria local. Así, se fue transmitiendo de madre a hija, como ocurre hasta nuestros días.
Descripción de la expresión
Cuando se produce la muerte de un poblador, niño o adulto, hombre o mujer, de inmediato se anuncia a la población con el repique de la campana de la iglesia. La familia prepara el velorio. Las mujeres ancianas bañan al difunto o difunta. En la sala más grande de la casa se coloca una mesa lo suficientemente grande como para habilitar una especie de cama para el difunto(a), con sábanas de bayeta. Antes se vestía al difunto (a) con un hábito de bayeta con capucha y hasta cerca de los talones, hoy algunos visten con el mejor de su ropaje, si es nuevo mejor. Se le coloca sandalias de cartón sostenidas con hilos.
Entretanto en el patio, la quipucamayoc recibe de la familia del occiso las madejas de hilos (blanco y negro) y va preparando el quipu, con torceles y nudos. Ya terminado, entre cánticos y rezos coloca el quipu al cuerpo que ya se halla sobre la mesa de velación.
Para la confección del quipu funerario se requiere de unos 16 o 17 metros de lana hilada, (unas 14 brazadas) dependiendo un poco de la altura de la persona. Va amarrado en la cintura y las puntas a la punta de los pies, colgados tres nudos en la pierna derecha y otro con cuatro nudos, en la izquierda. Cada extremo termina en una cruz.
Los nudos y las cruces son oraciones. Los siete nudos son siete “avemarías” y las cruces son dos “padrenuestros”. Las “avemarías” constituyen un mensaje del difunto dirigido a la Virgen María para que ella proteja a su alma y le dé apoyo para que en su traslado de un lado al otro. Similares súplicas, aunque dirigidas a Dios, contienen los dos “padrenuestros” con sus siete peticiones.
Los quipus funerarios cumplen la función de ser una ayuda, un apoyo o salvoconducto para que el alma vaya superando los obstáculos (simbolizados por perros negros –diablos-), para que la virgen María y Dios escuchen sus oraciones, lo protejan y pueda llegar al cielo.
Los pobladores van llegando al velatorio, muchos llevan víveres. La familia debe desollar por lo menos un buen toro para tener carne para los días del velorio y entierro, pues en esos días todos comen en la casa del difunto. El velorio dura dos días y el entierro se produce al tercero. Se acompaña en el velorio todo el tiempo, día noche. Con comida y licores. En las noches se consume el "chinguirito" o calentado. Es costumbre el narrar cuentos de aparecidos, de "almas", "diablos", etc., así como realizar algunos juegos con castigos corporales para los perdedores, como "esconde la correa".
El carpintero del pueblo va preparando el ataúd. El tercer día, muy temprano, un grupo de varones va al cementerio a abrir la zanja donde reposarán los restos del difunto (a), acompañado de bebidas y comida. Se debe dejar todo listo. El sepelio debe ir acompañado de una banda músicos, por lo general vienen del vecino pueblo de Ticllos. A falta del sacerdote, se contrata los servicios de una persona entendida en cánticos y rezos, llamado "cantor", que oficia durante el velorio, desplazamiento y entierro.
Recién para trasladar al difunto a su última morada se introduce el cadáver en el ataúd, previamente arreglada con frazadas y algunos objetos muy queridos del difunto (a). El difunto porta su quipu. El cortejo fúnebre se dirige primero a la iglesia, con paradas, rezos y cánticos. De la iglesia se dirige al cementerio siempre con sus velas y ofrendas florales. Entre cánticos, llantos y rezos de da el entierro. Al final, hacia la cabeza, se coloca una cruz de madera con las referencias del difunto (a).
La mesa de velorio con las prendas más cercanas continúa velándose dos días más, hasta el quinto día. El quinto día, llamado Piskay, es el día señalado para que todos los pobladores vayan a casa del difunto y de allí a la aguada, llevando todas las prendas de vestir, como frazadas y prendas susceptibles de ser lavadas. Con gran cantidad de quinua remojada en costales se prepara el detergente para lavar las ropas, frazadas, pellejos, etc. de uso del difunto. Aquí se producen juegos, incluso bruscos, con los golpes que se dan entre hombres y mujeres con los pellejos y frazadas mojadas. Todo limpio es trasladado a la casa del difunto. Entretanto, la quinua lavada es dispuesta para la mazamorra que se distribuye en ollas y baldes (para la casa) entre todos los que participaron en la faena. Con el “Quinto Día” terminan los funerales. Por lo general, en la entrada general, portón o zaguán se coloca una cruz negra de telas, señal de duelo. El luto, el vestido negro, se lleva durante un año. Al año, ante la tumba, el esposo o esposa se quita el luto.
Proceso de trasmisión
Los quipus funerarios de Cuspón son únicos en su elaboración por mujeres, una tradición que siempre se ha transmitido entre madre e hija. Los ejemplos documentados de mujeres quipucamayoc o quipus hechos por mujeres son escasos. Lo conocemos solo en base a las fuentes orales.
Lo más cercano es la historia de vida de doña Gregoria Rivera Zubieta, más conocida como Mama Licuna era hasta hace poco la quipucamayoc del pueblo de Cuspón; falleció el 14 de octubre de 2014.
Aparte de la Mama Licuna, su hija y sus predecesoras, ha habido otras mujeres quipucamayoc en tiempos actuales, aunque no se descarta que los quipucamayoc sean hombres, como lo evidencia la presencia de Cipriano Carhuachín Rivera, “Shipico”
En el caso de la Mama Licuna, ella vio sus quipus como una forma de mantener vivas las tradiciones e ideologías de su pueblo pero tenía las mismas obligaciones que todos los miembros de la comunidad y no gozaba de ningún beneficio por su trabajo creando quipus y preservando tradiciones.
La continuidad de la elaboración de los quipus está garantizada en los hijos de Mama Licuna: Elisa y Cipriano. Se entiende que ante la ausencia de uno de ellos, ella o él asumirá la responsabilidad de su elaboración. Hay quipu para rato, como el mantneniemto de esta expresión por la colectividad cusponista.
Valor
De 1996 a la fecha las expresiones naturales y culturales de Cuspón han merecido la atención de los científicos sociales: arqueólogos (Dr. Arturo Ruiz Estrada, Dr. Federico Kauffmann, Dr. Carlos Milla Villena, entre otros), historiadores y etnólogos (Molly Tun de la Universidad de Minnesota, USA y Magdalena Setlak de la Complutense de Madrid, con tesis doctoral y de maestría sobre los quipus), periodistas especializados (Narciso Robles Atachagua, Alfonsina Barrionuevo, Rafo León y otros), promotores de turismo (Roberto Aldave preparó el documental sobre “La Ruta de la Cantuta”, incluyendo a los quipus funerarios como atractivo turístico), literatos (Augusto Escalante), en fin la lista es interminable.
Todo lo anterior provocó una serie de interrogantes entre los pobladores de Cuspón. ¿Por qué venían estudiosos a sus tierras? ¿Qué de singular tenía Cuspón para interesar a extraños? Los cambios fueron notables. Progresivamente fueron tomando conciencia de las potencialidades en historia, costumbres, gastronomía, patrimonio arqueológico y todo lo que tenían. Se fue construyendo y afirmando identidad cultural, elevando la autoestima personal y colectiva. Muchos de sus hijos o descendientes se sumaron a divulgar sus atractivos turísticos y culturales: Marco Calderón Ríos y Adrían Carhuachín Lázaro con fotografías a través de las redes; Lucio Rivera Zubieta y Genaro Lázaro Ríos unieron esfuerzos y hoy dirigen un programa radial semanal en Lima, bajo el nombre “Por la ruta de la cantuta”; igual labor realiza en Chiquián Flor Durán Jaimes desde su emisora Radio Satélite.
Los pobladores de Cuspón progresivamente han tomado conciencia del potencial cultural con que cuentan, la valoran, la defienden.
La declaratoria como Patrimonio Cultural de la Nación del Uso ritual de los quipus funerarios en el pueblo de Cuspón, estamos seguros que elevará la autoestima de los pobladores, adoptarán las medidas para su mejor estudio, valoración y conservación y será un estímulo permanente para su preservación y divulgación.
P.D. – EL PRÓXIMO JUEVES 11 DE MAYO SE HARÁ LA PRESENTACIÓN PÚBLICA DE ESTA RESOLUCIÓN EN UNA CEREMONIA ESPECIAL EN EL SALON DEL CLUB ANCASH A LAS 6:30 PM CON PRESENCIA DE FUNCIONARIOS DEL MINISTERIO DE CULTURA, DE LA DIRECCIÓN DESCONCENTRADA DE CULTURA DE ANCASH, DE LA MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE BOLOGNESI Y DE LA COMUNIDAD CAMPESINA DE CUSPON.
Resolución aparecida en la sección Normas Legales de El Peruano del sábado 29 de abril del 2017:
De conformidad con lo dispuesto en la Ley N° 27594, Ley que Regula la Participación del Poder Ejecutivo en el Nombramiento y Designación de Funcionarios Públicos y lo dispuesto en el Reglamento de Organización y Funciones de la Autoridad Nacional del Agua, aprobado por Decreto Supremo N° 006-2010-AG;
SE RESUELVE:
Artículo 1°.- Aceptar, a partir de la fecha, la renuncia presentada por el señor CESAR ALBERTO MALAGA GALLEGOS, al encargo efectuado por Resolución Jefatural N° 050-2017-ANA, para desempeñar las funciones de Director de la Oficina de Administración de la Autoridad Nacional del agua, dándosele las gracias por los servicios prestados. Artículo 2°.- Encargar, a partir de la fecha, las funciones de Director de la Oficina de Administración de la Autoridad Nacional del Agua, al señor LUIS ALBERTO CÓNDOR IDROGO, en adición a sus funciones que desempeña en esta Autoridad.
Regístrese, comuníquese y publíquese,
ABELARDO AMADOR DE LA TORRE VILLANUEVA
Jefe Autoridad Nacional del Agua
1514904-1
CULTURA
Declaran Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual funerario de Cuspón del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, región Áncash
RESOLUCIÓN VICEMINISTERIAL nº 071-2017-VMPCIC-MC
Lima, 27 de abril de 2017
Vistos, el Oficio N° 05-2016-FZN suscrito por el señor Filomeno Zubieta Núñez, el Informe Nº 000093-2017/ DPI/DGPC/VMPCIC/MC de la Dirección de Patrimonio Inmaterial, y el Informe N° 000264-2017/DGPC/VMPCIC/ MC de la Dirección General de Patrimonio Cultural; y,
CONSIDERANDO:
Que, el primer párrafo del artículo 21 de la Constitución Política del Perú señala que los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, monumentos, lugares, documentos bibliográficos y de archivo, objetos artísticos y testimonios de valor histórico, expresamente declarados bienes culturales, y provisionalmente los que se presumen como tales, son Patrimonio Cultural de la Nación, independientemente de su condición de propiedad privada o pública, los mismos que se encuentran protegidos por el Estado;
Que, el inciso 1 del artículo 2 de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, establece que “se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas – junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes – que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial que se trasmite de generación en generación es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad, y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”;
Que, el numeral 2) del artículo 1 de la Ley Nº 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, señala que “Integran el Patrimonio Inmaterial de la Nación las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones, expresadas por individuos de manera unitaria o grupal, y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad, como expresión de la identidad cultural y social, además de los valores transmitidos oralmente, tales como los idiomas, lenguas y dialectos autóctonos, el saber y conocimiento tradicional, ya sean artísticos, gastronómicos, medicinales, tecnológicos, folclóricos o religiosos, los conocimientos colectivos de los pueblos y otras expresiones o manifestaciones culturales que en conjunto conforman nuestra diversidad cultural”;
Que, el literal b) del artículo 7 de la Ley N° 29565, Ley de creación del Ministerio de Cultura, modificado por el Decreto Legislativo N° 1255, establece que es función exclusiva del Ministerio de Cultura “Realizar acciones de declaración, generación de catastro, delimitación, actualización catastral, investigación, protección, conservación, puesta en valor, promoción y difusión del Patrimonio Cultural de la Nación”;
Que, el artículo 55 del Reglamento de Organización y Funciones del Ministerio de Cultura, aprobado mediante Decreto Supremo N° 005-2013-MC establece que “La Dirección de Patrimonio Inmaterial es la unidad orgánica encargada de gestionar, identificar, documentar, registrar, inventariar, investigar, preservar, salvaguardar, promover, valorizar, transmitir y revalorizar el patrimonio cultural inmaterial del país, en sus distintos aspectos, promoviendo la participación activa de la comunidad, los grupos o individuos que crean, mantienen y transmiten dicho patrimonio y de asociarlos activamente en la gestión del mismo. Depende jerárquicamente de la Dirección General de Patrimonio Cultural”;
Que, mediante Acta de Sesión Extraordinaria del Concejo Municipal del Centro Poblado de Cuspón, de fecha 20 de febrero de 2016, se acuerda presentar ante el Ministerio de Cultura, la solicitud de declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, el uso de los quipus funerarios en el entierro de sus difuntos;
Que, mediante Oficio N° 05-2016-FZN del 11 de marzo de 2016, el señor Filomeno Zubieta Núñez (en adelante el administrado), solicitó que se declare Patrimonio Cultural de la Nación el Uso ritual de los quipus funerarios en Cuspón;
Que, mediante Informe N° 000264-2017/DGPC/ VMPCIC/MC del 3 abril de 2017, la Dirección General de Patrimonio Cultural hace suyo el Informe N° 0000932017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC de la misma fecha, emitido por la Dirección de Patrimonio Inmaterial, por el que se recomienda declarar como Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual funerario de Cuspón, en el que destaca el uso de los quipus funerarios;
Que, según el Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/ VMPCIC/MC del 3 de abril de 2017, la Dirección de Patrimonio Inmaterial emite las siguientes precisiones:
Que, el centro poblado de Cuspón, del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, departamento de Ancash, es también una comunidad campesina, reconocida tempranamente en mayo de 1929, lo que fue posible porque Cuspón conservó los títulos de propiedad de sus ayllus originarios reconocidos en 1612. Limitando con los Centros Poblados colindantes de Chiquián, Llaclla, Pacclón, Tauripón, Ticllos y Roca, y teniendo como parcialidades a los caseríos de Matara, Mataracocha y Huancacocha, Cuspón está ubicado geográficamente en la cuenca alta del valle de Pativilca, manteniéndose sobre una economía de subsistencia basada en la agricultura y la ganadería, complementadas con una producción artesanal y un comercio mínimo, en un paisaje escarpado que históricamente ha dificultado la comunicación de esta comunidad con el exterior. Las carreteras a Llaclla y a Roca han ayudado a superar recientemente este aislamiento. Unos quince centros arqueológicos dispersos en sus predios son muestra de la antigüedad de la presencia humana en la zona. En épocas recientes, el fenómeno de la migración del campo a la ciudad ha determinado una disminución de su población y, actualmente sólo viven de modo permanente en el espacio de la comunidad y sus anexos alrededor de 150 habitantes;
Que, el uso de los quipus funerarios constituye una práctica excepcional, tanto por la escasez de ejemplos paralelos como por la modalidad en que se presenta. El quipu elaborado en Cuspón es parte de los rituales fúnebres que desde tiempos antiguos se han practicado en el distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi;
Que, al anuncio de un fallecimiento con repique de campanas de la iglesia local, se prepara el velorio de la persona fallecida, cuyo cuerpo será lavado por mujeres de edad, vestido y puesto en una mesa a modo de cama, cubierto con sábanas de bayeta. Se viste al difunto con su mejor ropa, pero en cambio en sus pies se colocan simples sandalias de cartón sostenidas con hilos;
Que, como parte de la costumbre, el fallecido debe ser velado y enterrado con un quipu elaborado especialmente para esta ocasión. En Cuspón el quipu es una pieza hecha de unas 14 brazadas (de 16 a 17 metros) de lana blanca y negra entrelazada, en cuyos extremos son hechos una serie de nudos. El quipu resultante, de unos 6 metros de largo, es amarrado a la cintura del difunto antes de su velación. Los extremos del quipu son atados a ambos pies del difunto, llevando tres nudos en el tramo que va sobre la pierna derecha y cuatro nudos en la izquierda. Ambos extremos rematan en una cruz. Los siete nudos hechos sobre el quipu y las dos cruces en ambos remates indican las veces que deben ser rezadas, respectivamente, las oraciones conocidas como el Ave María y el Padre Nuestro. Con estas oraciones, que suelen ser pronunciadas por la persona quipucamayoq, se invoca a la Virgen María y a Dios Padre – el ruego incluye siete peticiones - para la protección del alma del difunto en su paso al otro mundo, en cuyo trayecto puede ser asaltado por el demonio, representado en la forma de perros negros. Es decir, estos quipus son leídos a la manera de un rosario que indica qué oraciones deben ser dadas y el número de veces que han de ser dichas durante el trayecto del difunto hacia el otro mundo. Diversos relatos orales indican que, sin el quipu, el alma del difunto no podrá descansar;
Que, durante los dos o tres días en que se desarrolla el velorio y el día del entierro se recibe a las visitas con comida y bebida, parte de ella proporcionada por los mismos comensales en contribución. La bebida preparada para la ocasión es el chinguirito o calentado. Durante el velorio es costumbre contar historias sobre aparecidos, almas errantes y el diablo, y realizar algunos juegos dentro de un ambiente de camaradería. Al tercer día, se irá al camposanto donde los asistentes varones ayudarán a abrir la zanja y a colocar al difunto en el ataúd. La comitiva va acompañada por una banda de músicos y por un cantor local para los oficios durante el velorio y el entierro. El difunto es llevado con sus artículos más queridos, arreglos florales, una cruz de madera con las referencias al fallecido, y se coloca ante la fosa, rodeado de cirios, antes de proceder al entierro;
Que, el velorio continuará en cuerpo ausente en los días siguientes, con la ropa del difunto, hasta el quinto día, llamado piskay, (cinco, en quechua) en que todas las prendas del difunto son lavadas al aire libre con el agua o lavaza en la que previamente se ha lavado la quinua que será usada para preparar una mazamorra que consumirán los colaboradores. Con ello se dan por terminados los funerales. El uso de ropa negra en señal de luto seguirá para los familiares o cónyuges por un año; de tratarse de un cónyuge, el luto de su pareja terminará formalmente al cambiar ésta de ropa ante la tumba del difunto;
Que, con relación al quipu, cabe señalar que este es un sistema de registro de información originario de tiempos prehispánicos, aparecido al menos hacia finales del primer milenio de nuestra era, correspondiente al Horizonte Medio, en que se produjo una notable expansión urbana. Este sistema llegó a la cumbre de su utilización como parte del extenso y complejo sistema de administración del Tawantinsuyu, que requería de un constante registro de recursos disponibles y de censo poblacional, para la regulación fiscal, el monto de tributos y la organización de la fuerza de trabajo acorde a las necesidades concretas del Estado. Toda esta información era registrada con este sistema de cordeles y nudos, manejada por un tipo especial de funcionario conocido como quipucamayoq;
Que, el quipu incaico era un sistema complejo de registro que consistía en un cordel principal al cual iban atados otros cordeles subsidiarios; en los quipus que registraban cantidades los cordeles subsidiarios tenían nudos cuyo significado numeral se indicaba por el número de vueltas que los componían, y los números eran registrados sobre un sistema de posicionamiento decimal, en unidades, decenas, centenas, millares e incluso decenas de millares; de no haber una cantidad que registrar en algún nivel se dejaba un espacio vacío. El quipu era leído por el código de nudos y por los colores del cordel, lo que según cronistas y estudiosos hacía referencia al sujeto a contar. El cordel principal podía presentar a su vez una serie de nudos que representaban una sumatoria de los cordeles secundarios. Pero además, según relatan las crónicas con insistencia, se usaba el quipu como recurso nemotécnico de textos narrativos, ya se trate de relatos históricos, de genealogías e incluso de textos líricos. El código con el que tales quipus deben haberse leído no fue registrado por ningún documento escrito y por ello es desconocido;
Que, el uso del quipu decreció con el establecimiento del virreinato y de sus sistemas de registro escritos, y una gran parte de esta información fue destruida físicamente en el proceso de Conquista, quedando actualmente ejemplares obtenidos de entierros, en su casi totalidad de carácter numeral. Pero el uso del quipu permaneció entre la población rural indígena en diversas regiones, para el registro de población y de recursos disponibles, distribuidos en unidades organizadas como barrios o parcialidades, herederas de la organización dual propia del mundo andino. De este modo, los quipus se mantuvieron en diversos puntos bajo el sistema colonial, y sobrevivieron dentro del régimen de haciendas, en comunidades independientes durante el período republicano, dispersos en áreas de Cusco, Puno, Huancavelica, La Libertad, Ancash o Lima;
Que, la difusión del sistema escolar en zonas como la sierra central, donde el uso del quipu era importante, junto con las necesidades impuestas por el reconocimiento legal de las comunidades ante el Estado, motivó la sustitución del sistema de registro por nudos por un sistema escrito, perdiéndose el recuerdo del código original de lectura de estos quipus y reforzando de este modo la marginalización de una de las máximas creaciones de la civilización andina. En respuesta, el uso práctico de los quipus dio lugar a un uso ritual del objeto, incluso sobre quipus elaborados originalmente para la contabilidad de gentes o recursos. De este modo, en la comunidad de San Andrés de Tupicocha (Huarochirí, Lima) una serie de quipus antiguos es llevada a modo de emblema por las autoridades de las parcialidades que conforman la comunidad, durante las ceremonias de cambio de autoridades. El quipu de Rapaz (Oyón, Lima), un ejemplar de notable amplitud, que lleva atados diversos objetos junto con los nudos, es conservado como una reliquia por las autoridades para un ritual propiciador del agua. El quipu funerario de Cuspón, de carácter igualmente ritual, es producto de la historia particular de la región donde se ha desarrollado;
Que, la elaboración y uso del quipu funerario de Cuspón deriva de la historia de las costumbres funerarias del distrito, en la que están presentes elementos nativos e hispanos. El registro histórico de Cuspón refiere que la población nativa de la región fue originalmente ubicada en el pueblo de San Luis de Matara, cuya población fue diezmada por una peste, al parecer de viruela negra; esto produce el abandono del pueblo y la emigración de la población superviviente a San Francisco de Chiquián, como cabeza de doctrina, y a Cuspón, reducción de indios que formaba parte de la misma doctrina. Los pobladores trasladaron a Chiquián muchas imágenes y a Cuspón las de San Pedro y San Luis, este último es desde entonces el patrono de esta comunidad. Con la migración se difundieron las costumbres originarias de este lugar, entre las cuales estaba su particular tradición funeraria;
Que, en Cuspón el quipu funerario forma parte del ajuar del difunto, quien era vestido con prendas que derivaban del hábito sacerdotal cristiano. Antiguamente se vestía al difunto con un hábito con capucha llamado alba, derivado del hábito sacerdotal, hecho de bayeta y que llegaba a los tobillos. Se le colocaban sandalias, fácilmente asociadas al calzado cerrado andino conocido como llanque, y el cíngulo, un cordón de seda o lino con una borla a cada extremo, usado para ceñirse el alba a la cintura. El cinturón del traje sacerdotal de diversas órdenes religiosas es un largo cordel al cual se le hacían nudos que indicaban, a modo de un rosario de rezos, el número y tipo de oraciones que el sacerdote debía de hacer durante su oficio religioso. Del alba derivó la mortaja con que se vestía al difunto, y como parte de ella el cinturón para sujetar la túnica mortuoria llevaba una serie de nudos, lo que ha sido asociado al sistema de registro conocido como quipu, nombre que mantuvo esta prenda. Este ha sido el elemento que ha sobrevivido en las prácticas funerarias, al abandonarse la mortaja original por una vestimenta de uso cotidiano del difunto. El quipu de Cuspón es de este modo a la vez un rosario y un amuleto; la serie de nudos que deberán ser leídos, al invocar a María y al Dios cristiano, permitirá al difunto superar los obstáculos en su camino al paraíso;
Que, sería inexacto, sin embargo, considerar esta una costumbre de origen exclusivamente hispano. Una parte de los quipus arqueológicos que se conservan hoy en día pertenecen a entierros, siendo colocados en el fardo funerario como una prenda más, de lo que puede deducirse que en ciertas regiones esta fue una práctica extendida, a pesar de no contar con referencias del significado de esta costumbre. Aunque técnicamente el quipu de Cuspón sea leído como un rosario, presenta algunas características que lo emparentan con el quipu andino. Una de ellas es la conformación de los nudos, similar a la de los nudos de los quipus incaicos. De igual modo, se ve un vínculo en la elaboración del cordón con hilos de dos colores –en este caso uno blanco y otro de tono oscuro, sea negro, marrón o azul –que también se ha encontrado en algunos quipus antiguos. Finalmente, entre las coincidencias más notorias, cabe señalar el nombre de quipucamayoq dado a las personas especializadas en su elaboración;
Que, el expediente menciona que el uso de quipus funerarios era extendido en toda la doctrina de Chiquián en tiempos del virreinato y ha seguido practicándose en diversos centros poblados. Aparte del más conocido, Cuspón, lugar donde este tipo de quipu aún se elabora, se sigue practicando esta costumbre en los pueblos circunvecinos de la provincia de Bolognesi, como Roca y Ticllos del distrito de Ticllos; Canis, Llipa y Cajamarquilla, de los distritos de Corpanqui y Canis, y se mantuvo hasta hace algún tiempo no determinado, en los pueblos de Chiquián y Llaclla, capital del distrito de Abelardo Pardo Lezameta. Lo que hace único al centro poblado de Cuspón es que es el único lugar en que estos quipus siguen siendo elaborados;
Que, el conocimiento de su elaboración y lectura es transmitido de madres a hijas, aunque en la práctica su fabricación, al requerir de varios metros de hilo de lana, se hace con el apoyo de otros miembros de la familia, de ambos sexos. En Cuspón esta ha sido la potestad de una línea de descendencia de mujeres de una familia, cuyo miembro reciente más notorio fue la señora Gregoria Rivera Zubieta, conocida como Mama Licuna. Durante su vida fue la única quipucamayoq de Cuspón y, en general, de la provincia de Bolognesi, hasta su fallecimiento en el año 2014. Doña Gregoria clasificaba a los quipus en dos grupos: los quipus para contar y los quipus para enterrar, en los que se especializó, según propia declaración, para mantener viva la tradición local, sin reclamar ninguna prerrogativa especial por su contribución a esta causa. Su papel ha sido heredado por sus hijos Cipriano y Elisa Carhuachín Rivera, quienes mantienen el conocimiento y los contenidos asociados a esta práctica, aprendidos de su madre;
Que, la elaboración y uso de quipus es parte fundamental de los ritos funerarios de Cuspón, con la particularidad de que en esta comunidad campesina estos son elaborados por un linaje de detentadores de esta tradición. Sus características formales difieren parcialmente de las del quipu prehispánico porque es producto de una historia particular del cristianismo en los Andes, siendo una interpretación nativa de un ritual católico;
Que, conjuntamente con las referencias históricas, el Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC de la Dirección de Patrimonio Inmaterial detalla las características, importancia, valor, alcance y significados del Ritual funerario de Cuspón, en el que destaca el uso de los quipus funerarios, motivo por el cual constituye parte integrante de la presente Resolución, conforme a lo dispuesto en el artículo 6 del Texto Único Ordenado de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, aprobada mediante Decreto Supremo N° 006-2017-JUS;
Que, mediante Resolución Ministerial N° 338-2015-MC, se aprobó la Directiva N° 003-2015-MC, “Declaratoria de las manifestaciones de Patrimonio Cultural Inmaterial y de la obra de grandes maestros, sabios y creadores como Patrimonio Cultural de la Nación y Declaratoria de Interés Cultural”, en la que se establecen los lineamientos y normas para la tramitación del expediente de declaratoria de Patrimonio Cultural de la Nación de las manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial, correspondiendo al Viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales declarar las manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial como Patrimonio Cultural de la Nación;
De conformidad con lo establecido en la Constitución Política del Perú; en la Ley N° 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación; en la Ley Nº 29565, Ley de Creación del Ministerio de Cultura; en el Reglamento de la Ley General de Patrimonio Cultural de la Nación, aprobado por Decreto Supremo Nº 011-2006-ED; en el Reglamento de Organización y Funciones del Ministerio de Cultura, aprobado por Decreto Supremo Nº 0052013-MC; y la Directiva Nº 003-2015-MC, aprobada por Resolución Ministerial Nº 338-2015-MC;
SE RESUELVE:
Artículo 1.- Declarar Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual funerario de Cuspón del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, región Ancash, en el que destaca el uso de quipus funerarios, en tanto se trata de una práctica cultural en la que confluyen la ritualidad católica, una narrativa oral sobre el mundo espiritual, una compleja red de relaciones sociales y la original interpretación y uso de quipus para la protección del difunto en su viaje al más allá.
Artículo 2.- Disponer la publicación de la presente Resolución en el Diario Oficial El Peruano y la difusión del Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC y la presente Resolución en el Portal Institucional del Ministerio de Cultura (www.cultura.gob.pe).
Artículo 3.- Encargar a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en conjunto con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ancash, la elaboración cada cinco (5) años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que su registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir para su vigencia, y otros aspectos relevantes para realizar un seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.
Artículo 4.- Notificar la presente Resolución y el Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ancash, a la Municipalidad Provincial de Bolognesi, al Municipio del Centro Poblado de Cuspón, a la Junta Directiva de la Comunidad Campesina de Cuspón y al señor Filomeno Zubieta Núñez para los fines consiguientes.
Regístrese, comuníquese y publíquese.
JORGE ERNESTO ARRUNATEGUI GADEA Viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales
1514356-1
SE RESUELVE:
Artículo 1°.- Aceptar, a partir de la fecha, la renuncia presentada por el señor CESAR ALBERTO MALAGA GALLEGOS, al encargo efectuado por Resolución Jefatural N° 050-2017-ANA, para desempeñar las funciones de Director de la Oficina de Administración de la Autoridad Nacional del agua, dándosele las gracias por los servicios prestados. Artículo 2°.- Encargar, a partir de la fecha, las funciones de Director de la Oficina de Administración de la Autoridad Nacional del Agua, al señor LUIS ALBERTO CÓNDOR IDROGO, en adición a sus funciones que desempeña en esta Autoridad.
Regístrese, comuníquese y publíquese,
ABELARDO AMADOR DE LA TORRE VILLANUEVA
Jefe Autoridad Nacional del Agua
1514904-1
CULTURA
Declaran Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual funerario de Cuspón del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, región Áncash
RESOLUCIÓN VICEMINISTERIAL nº 071-2017-VMPCIC-MC
Lima, 27 de abril de 2017
Vistos, el Oficio N° 05-2016-FZN suscrito por el señor Filomeno Zubieta Núñez, el Informe Nº 000093-2017/ DPI/DGPC/VMPCIC/MC de la Dirección de Patrimonio Inmaterial, y el Informe N° 000264-2017/DGPC/VMPCIC/ MC de la Dirección General de Patrimonio Cultural; y,
CONSIDERANDO:
Que, el primer párrafo del artículo 21 de la Constitución Política del Perú señala que los yacimientos y restos arqueológicos, construcciones, monumentos, lugares, documentos bibliográficos y de archivo, objetos artísticos y testimonios de valor histórico, expresamente declarados bienes culturales, y provisionalmente los que se presumen como tales, son Patrimonio Cultural de la Nación, independientemente de su condición de propiedad privada o pública, los mismos que se encuentran protegidos por el Estado;
Que, el inciso 1 del artículo 2 de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, establece que “se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas – junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes – que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial que se trasmite de generación en generación es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad, y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana”;
Que, el numeral 2) del artículo 1 de la Ley Nº 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación, señala que “Integran el Patrimonio Inmaterial de la Nación las creaciones de una comunidad cultural fundadas en las tradiciones, expresadas por individuos de manera unitaria o grupal, y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad, como expresión de la identidad cultural y social, además de los valores transmitidos oralmente, tales como los idiomas, lenguas y dialectos autóctonos, el saber y conocimiento tradicional, ya sean artísticos, gastronómicos, medicinales, tecnológicos, folclóricos o religiosos, los conocimientos colectivos de los pueblos y otras expresiones o manifestaciones culturales que en conjunto conforman nuestra diversidad cultural”;
Que, el literal b) del artículo 7 de la Ley N° 29565, Ley de creación del Ministerio de Cultura, modificado por el Decreto Legislativo N° 1255, establece que es función exclusiva del Ministerio de Cultura “Realizar acciones de declaración, generación de catastro, delimitación, actualización catastral, investigación, protección, conservación, puesta en valor, promoción y difusión del Patrimonio Cultural de la Nación”;
Que, el artículo 55 del Reglamento de Organización y Funciones del Ministerio de Cultura, aprobado mediante Decreto Supremo N° 005-2013-MC establece que “La Dirección de Patrimonio Inmaterial es la unidad orgánica encargada de gestionar, identificar, documentar, registrar, inventariar, investigar, preservar, salvaguardar, promover, valorizar, transmitir y revalorizar el patrimonio cultural inmaterial del país, en sus distintos aspectos, promoviendo la participación activa de la comunidad, los grupos o individuos que crean, mantienen y transmiten dicho patrimonio y de asociarlos activamente en la gestión del mismo. Depende jerárquicamente de la Dirección General de Patrimonio Cultural”;
Que, mediante Acta de Sesión Extraordinaria del Concejo Municipal del Centro Poblado de Cuspón, de fecha 20 de febrero de 2016, se acuerda presentar ante el Ministerio de Cultura, la solicitud de declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, el uso de los quipus funerarios en el entierro de sus difuntos;
Que, mediante Oficio N° 05-2016-FZN del 11 de marzo de 2016, el señor Filomeno Zubieta Núñez (en adelante el administrado), solicitó que se declare Patrimonio Cultural de la Nación el Uso ritual de los quipus funerarios en Cuspón;
Que, mediante Informe N° 000264-2017/DGPC/ VMPCIC/MC del 3 abril de 2017, la Dirección General de Patrimonio Cultural hace suyo el Informe N° 0000932017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC de la misma fecha, emitido por la Dirección de Patrimonio Inmaterial, por el que se recomienda declarar como Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual funerario de Cuspón, en el que destaca el uso de los quipus funerarios;
Que, según el Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/ VMPCIC/MC del 3 de abril de 2017, la Dirección de Patrimonio Inmaterial emite las siguientes precisiones:
Que, el centro poblado de Cuspón, del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, departamento de Ancash, es también una comunidad campesina, reconocida tempranamente en mayo de 1929, lo que fue posible porque Cuspón conservó los títulos de propiedad de sus ayllus originarios reconocidos en 1612. Limitando con los Centros Poblados colindantes de Chiquián, Llaclla, Pacclón, Tauripón, Ticllos y Roca, y teniendo como parcialidades a los caseríos de Matara, Mataracocha y Huancacocha, Cuspón está ubicado geográficamente en la cuenca alta del valle de Pativilca, manteniéndose sobre una economía de subsistencia basada en la agricultura y la ganadería, complementadas con una producción artesanal y un comercio mínimo, en un paisaje escarpado que históricamente ha dificultado la comunicación de esta comunidad con el exterior. Las carreteras a Llaclla y a Roca han ayudado a superar recientemente este aislamiento. Unos quince centros arqueológicos dispersos en sus predios son muestra de la antigüedad de la presencia humana en la zona. En épocas recientes, el fenómeno de la migración del campo a la ciudad ha determinado una disminución de su población y, actualmente sólo viven de modo permanente en el espacio de la comunidad y sus anexos alrededor de 150 habitantes;
Que, el uso de los quipus funerarios constituye una práctica excepcional, tanto por la escasez de ejemplos paralelos como por la modalidad en que se presenta. El quipu elaborado en Cuspón es parte de los rituales fúnebres que desde tiempos antiguos se han practicado en el distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi;
Que, al anuncio de un fallecimiento con repique de campanas de la iglesia local, se prepara el velorio de la persona fallecida, cuyo cuerpo será lavado por mujeres de edad, vestido y puesto en una mesa a modo de cama, cubierto con sábanas de bayeta. Se viste al difunto con su mejor ropa, pero en cambio en sus pies se colocan simples sandalias de cartón sostenidas con hilos;
Que, como parte de la costumbre, el fallecido debe ser velado y enterrado con un quipu elaborado especialmente para esta ocasión. En Cuspón el quipu es una pieza hecha de unas 14 brazadas (de 16 a 17 metros) de lana blanca y negra entrelazada, en cuyos extremos son hechos una serie de nudos. El quipu resultante, de unos 6 metros de largo, es amarrado a la cintura del difunto antes de su velación. Los extremos del quipu son atados a ambos pies del difunto, llevando tres nudos en el tramo que va sobre la pierna derecha y cuatro nudos en la izquierda. Ambos extremos rematan en una cruz. Los siete nudos hechos sobre el quipu y las dos cruces en ambos remates indican las veces que deben ser rezadas, respectivamente, las oraciones conocidas como el Ave María y el Padre Nuestro. Con estas oraciones, que suelen ser pronunciadas por la persona quipucamayoq, se invoca a la Virgen María y a Dios Padre – el ruego incluye siete peticiones - para la protección del alma del difunto en su paso al otro mundo, en cuyo trayecto puede ser asaltado por el demonio, representado en la forma de perros negros. Es decir, estos quipus son leídos a la manera de un rosario que indica qué oraciones deben ser dadas y el número de veces que han de ser dichas durante el trayecto del difunto hacia el otro mundo. Diversos relatos orales indican que, sin el quipu, el alma del difunto no podrá descansar;
Que, durante los dos o tres días en que se desarrolla el velorio y el día del entierro se recibe a las visitas con comida y bebida, parte de ella proporcionada por los mismos comensales en contribución. La bebida preparada para la ocasión es el chinguirito o calentado. Durante el velorio es costumbre contar historias sobre aparecidos, almas errantes y el diablo, y realizar algunos juegos dentro de un ambiente de camaradería. Al tercer día, se irá al camposanto donde los asistentes varones ayudarán a abrir la zanja y a colocar al difunto en el ataúd. La comitiva va acompañada por una banda de músicos y por un cantor local para los oficios durante el velorio y el entierro. El difunto es llevado con sus artículos más queridos, arreglos florales, una cruz de madera con las referencias al fallecido, y se coloca ante la fosa, rodeado de cirios, antes de proceder al entierro;
Que, el velorio continuará en cuerpo ausente en los días siguientes, con la ropa del difunto, hasta el quinto día, llamado piskay, (cinco, en quechua) en que todas las prendas del difunto son lavadas al aire libre con el agua o lavaza en la que previamente se ha lavado la quinua que será usada para preparar una mazamorra que consumirán los colaboradores. Con ello se dan por terminados los funerales. El uso de ropa negra en señal de luto seguirá para los familiares o cónyuges por un año; de tratarse de un cónyuge, el luto de su pareja terminará formalmente al cambiar ésta de ropa ante la tumba del difunto;
Que, con relación al quipu, cabe señalar que este es un sistema de registro de información originario de tiempos prehispánicos, aparecido al menos hacia finales del primer milenio de nuestra era, correspondiente al Horizonte Medio, en que se produjo una notable expansión urbana. Este sistema llegó a la cumbre de su utilización como parte del extenso y complejo sistema de administración del Tawantinsuyu, que requería de un constante registro de recursos disponibles y de censo poblacional, para la regulación fiscal, el monto de tributos y la organización de la fuerza de trabajo acorde a las necesidades concretas del Estado. Toda esta información era registrada con este sistema de cordeles y nudos, manejada por un tipo especial de funcionario conocido como quipucamayoq;
Que, el quipu incaico era un sistema complejo de registro que consistía en un cordel principal al cual iban atados otros cordeles subsidiarios; en los quipus que registraban cantidades los cordeles subsidiarios tenían nudos cuyo significado numeral se indicaba por el número de vueltas que los componían, y los números eran registrados sobre un sistema de posicionamiento decimal, en unidades, decenas, centenas, millares e incluso decenas de millares; de no haber una cantidad que registrar en algún nivel se dejaba un espacio vacío. El quipu era leído por el código de nudos y por los colores del cordel, lo que según cronistas y estudiosos hacía referencia al sujeto a contar. El cordel principal podía presentar a su vez una serie de nudos que representaban una sumatoria de los cordeles secundarios. Pero además, según relatan las crónicas con insistencia, se usaba el quipu como recurso nemotécnico de textos narrativos, ya se trate de relatos históricos, de genealogías e incluso de textos líricos. El código con el que tales quipus deben haberse leído no fue registrado por ningún documento escrito y por ello es desconocido;
Que, el uso del quipu decreció con el establecimiento del virreinato y de sus sistemas de registro escritos, y una gran parte de esta información fue destruida físicamente en el proceso de Conquista, quedando actualmente ejemplares obtenidos de entierros, en su casi totalidad de carácter numeral. Pero el uso del quipu permaneció entre la población rural indígena en diversas regiones, para el registro de población y de recursos disponibles, distribuidos en unidades organizadas como barrios o parcialidades, herederas de la organización dual propia del mundo andino. De este modo, los quipus se mantuvieron en diversos puntos bajo el sistema colonial, y sobrevivieron dentro del régimen de haciendas, en comunidades independientes durante el período republicano, dispersos en áreas de Cusco, Puno, Huancavelica, La Libertad, Ancash o Lima;
Que, la difusión del sistema escolar en zonas como la sierra central, donde el uso del quipu era importante, junto con las necesidades impuestas por el reconocimiento legal de las comunidades ante el Estado, motivó la sustitución del sistema de registro por nudos por un sistema escrito, perdiéndose el recuerdo del código original de lectura de estos quipus y reforzando de este modo la marginalización de una de las máximas creaciones de la civilización andina. En respuesta, el uso práctico de los quipus dio lugar a un uso ritual del objeto, incluso sobre quipus elaborados originalmente para la contabilidad de gentes o recursos. De este modo, en la comunidad de San Andrés de Tupicocha (Huarochirí, Lima) una serie de quipus antiguos es llevada a modo de emblema por las autoridades de las parcialidades que conforman la comunidad, durante las ceremonias de cambio de autoridades. El quipu de Rapaz (Oyón, Lima), un ejemplar de notable amplitud, que lleva atados diversos objetos junto con los nudos, es conservado como una reliquia por las autoridades para un ritual propiciador del agua. El quipu funerario de Cuspón, de carácter igualmente ritual, es producto de la historia particular de la región donde se ha desarrollado;
Que, la elaboración y uso del quipu funerario de Cuspón deriva de la historia de las costumbres funerarias del distrito, en la que están presentes elementos nativos e hispanos. El registro histórico de Cuspón refiere que la población nativa de la región fue originalmente ubicada en el pueblo de San Luis de Matara, cuya población fue diezmada por una peste, al parecer de viruela negra; esto produce el abandono del pueblo y la emigración de la población superviviente a San Francisco de Chiquián, como cabeza de doctrina, y a Cuspón, reducción de indios que formaba parte de la misma doctrina. Los pobladores trasladaron a Chiquián muchas imágenes y a Cuspón las de San Pedro y San Luis, este último es desde entonces el patrono de esta comunidad. Con la migración se difundieron las costumbres originarias de este lugar, entre las cuales estaba su particular tradición funeraria;
Que, en Cuspón el quipu funerario forma parte del ajuar del difunto, quien era vestido con prendas que derivaban del hábito sacerdotal cristiano. Antiguamente se vestía al difunto con un hábito con capucha llamado alba, derivado del hábito sacerdotal, hecho de bayeta y que llegaba a los tobillos. Se le colocaban sandalias, fácilmente asociadas al calzado cerrado andino conocido como llanque, y el cíngulo, un cordón de seda o lino con una borla a cada extremo, usado para ceñirse el alba a la cintura. El cinturón del traje sacerdotal de diversas órdenes religiosas es un largo cordel al cual se le hacían nudos que indicaban, a modo de un rosario de rezos, el número y tipo de oraciones que el sacerdote debía de hacer durante su oficio religioso. Del alba derivó la mortaja con que se vestía al difunto, y como parte de ella el cinturón para sujetar la túnica mortuoria llevaba una serie de nudos, lo que ha sido asociado al sistema de registro conocido como quipu, nombre que mantuvo esta prenda. Este ha sido el elemento que ha sobrevivido en las prácticas funerarias, al abandonarse la mortaja original por una vestimenta de uso cotidiano del difunto. El quipu de Cuspón es de este modo a la vez un rosario y un amuleto; la serie de nudos que deberán ser leídos, al invocar a María y al Dios cristiano, permitirá al difunto superar los obstáculos en su camino al paraíso;
Que, sería inexacto, sin embargo, considerar esta una costumbre de origen exclusivamente hispano. Una parte de los quipus arqueológicos que se conservan hoy en día pertenecen a entierros, siendo colocados en el fardo funerario como una prenda más, de lo que puede deducirse que en ciertas regiones esta fue una práctica extendida, a pesar de no contar con referencias del significado de esta costumbre. Aunque técnicamente el quipu de Cuspón sea leído como un rosario, presenta algunas características que lo emparentan con el quipu andino. Una de ellas es la conformación de los nudos, similar a la de los nudos de los quipus incaicos. De igual modo, se ve un vínculo en la elaboración del cordón con hilos de dos colores –en este caso uno blanco y otro de tono oscuro, sea negro, marrón o azul –que también se ha encontrado en algunos quipus antiguos. Finalmente, entre las coincidencias más notorias, cabe señalar el nombre de quipucamayoq dado a las personas especializadas en su elaboración;
Que, el expediente menciona que el uso de quipus funerarios era extendido en toda la doctrina de Chiquián en tiempos del virreinato y ha seguido practicándose en diversos centros poblados. Aparte del más conocido, Cuspón, lugar donde este tipo de quipu aún se elabora, se sigue practicando esta costumbre en los pueblos circunvecinos de la provincia de Bolognesi, como Roca y Ticllos del distrito de Ticllos; Canis, Llipa y Cajamarquilla, de los distritos de Corpanqui y Canis, y se mantuvo hasta hace algún tiempo no determinado, en los pueblos de Chiquián y Llaclla, capital del distrito de Abelardo Pardo Lezameta. Lo que hace único al centro poblado de Cuspón es que es el único lugar en que estos quipus siguen siendo elaborados;
Que, el conocimiento de su elaboración y lectura es transmitido de madres a hijas, aunque en la práctica su fabricación, al requerir de varios metros de hilo de lana, se hace con el apoyo de otros miembros de la familia, de ambos sexos. En Cuspón esta ha sido la potestad de una línea de descendencia de mujeres de una familia, cuyo miembro reciente más notorio fue la señora Gregoria Rivera Zubieta, conocida como Mama Licuna. Durante su vida fue la única quipucamayoq de Cuspón y, en general, de la provincia de Bolognesi, hasta su fallecimiento en el año 2014. Doña Gregoria clasificaba a los quipus en dos grupos: los quipus para contar y los quipus para enterrar, en los que se especializó, según propia declaración, para mantener viva la tradición local, sin reclamar ninguna prerrogativa especial por su contribución a esta causa. Su papel ha sido heredado por sus hijos Cipriano y Elisa Carhuachín Rivera, quienes mantienen el conocimiento y los contenidos asociados a esta práctica, aprendidos de su madre;
Que, la elaboración y uso de quipus es parte fundamental de los ritos funerarios de Cuspón, con la particularidad de que en esta comunidad campesina estos son elaborados por un linaje de detentadores de esta tradición. Sus características formales difieren parcialmente de las del quipu prehispánico porque es producto de una historia particular del cristianismo en los Andes, siendo una interpretación nativa de un ritual católico;
Que, conjuntamente con las referencias históricas, el Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC de la Dirección de Patrimonio Inmaterial detalla las características, importancia, valor, alcance y significados del Ritual funerario de Cuspón, en el que destaca el uso de los quipus funerarios, motivo por el cual constituye parte integrante de la presente Resolución, conforme a lo dispuesto en el artículo 6 del Texto Único Ordenado de la Ley N° 27444, Ley del Procedimiento Administrativo General, aprobada mediante Decreto Supremo N° 006-2017-JUS;
Que, mediante Resolución Ministerial N° 338-2015-MC, se aprobó la Directiva N° 003-2015-MC, “Declaratoria de las manifestaciones de Patrimonio Cultural Inmaterial y de la obra de grandes maestros, sabios y creadores como Patrimonio Cultural de la Nación y Declaratoria de Interés Cultural”, en la que se establecen los lineamientos y normas para la tramitación del expediente de declaratoria de Patrimonio Cultural de la Nación de las manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial, correspondiendo al Viceministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales declarar las manifestaciones del Patrimonio Cultural Inmaterial como Patrimonio Cultural de la Nación;
De conformidad con lo establecido en la Constitución Política del Perú; en la Ley N° 28296, Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación; en la Ley Nº 29565, Ley de Creación del Ministerio de Cultura; en el Reglamento de la Ley General de Patrimonio Cultural de la Nación, aprobado por Decreto Supremo Nº 011-2006-ED; en el Reglamento de Organización y Funciones del Ministerio de Cultura, aprobado por Decreto Supremo Nº 0052013-MC; y la Directiva Nº 003-2015-MC, aprobada por Resolución Ministerial Nº 338-2015-MC;
SE RESUELVE:
Artículo 1.- Declarar Patrimonio Cultural de la Nación al Ritual funerario de Cuspón del distrito de Chiquián, provincia de Bolognesi, región Ancash, en el que destaca el uso de quipus funerarios, en tanto se trata de una práctica cultural en la que confluyen la ritualidad católica, una narrativa oral sobre el mundo espiritual, una compleja red de relaciones sociales y la original interpretación y uso de quipus para la protección del difunto en su viaje al más allá.
Artículo 2.- Disponer la publicación de la presente Resolución en el Diario Oficial El Peruano y la difusión del Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC y la presente Resolución en el Portal Institucional del Ministerio de Cultura (www.cultura.gob.pe).
Artículo 3.- Encargar a la Dirección de Patrimonio Inmaterial, en conjunto con la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ancash, la elaboración cada cinco (5) años de un informe detallado sobre el estado de la expresión declarada, de modo que su registro institucional pueda ser actualizado en cuanto a los cambios producidos en la manifestación, los riesgos que pudiesen surgir para su vigencia, y otros aspectos relevantes para realizar un seguimiento institucional de su desenvolvimiento y salvaguardia, de ser el caso.
Artículo 4.- Notificar la presente Resolución y el Informe N° 000093-2017/DPI/DGPC/VMPCIC/MC a la Dirección Desconcentrada de Cultura de Ancash, a la Municipalidad Provincial de Bolognesi, al Municipio del Centro Poblado de Cuspón, a la Junta Directiva de la Comunidad Campesina de Cuspón y al señor Filomeno Zubieta Núñez para los fines consiguientes.
Regístrese, comuníquese y publíquese.
JORGE ERNESTO ARRUNATEGUI GADEA Viceministro de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales
1514356-1