armando zarazú aldave
EL NOVENO AÑO DE CHIQUIANMARKA
El primero de abril de este 2023 se inicia el noveno año de Chiquianmarka, cuyo motivo fundamental de estar en las redes es difundir la cultura de nuestra tierra, de los pueblos que nos vieron nacer, crecer y aprender, al menos las primeras letras en sus escuelas, recorrer sus caminos, gozar de las delicias de sus potajes, escuchar y bailar su música, conocer sus costumbres y tradiciones para luego mantenerlas en lo más profundo de nuestros corazones a dondequiera que el destino nos lleve por los diferentes caminos de la vida.
Desde hace muchos años me rondaba por la cabeza la idea de crear una revista digital, tenía el material para empezar a publicarla, pero tropezaba con una dificultad, prácticamente insuperable para mí en esos tiempos, carecía de los conocimientos básicos de cibernética como para darle forma a mi idea. La única forma era utilizar los servicios de un técnico especializado en páginas digitales, pero no quería depender de otras personas para ello, menos tenía el tiempo necesario para llevar algunos cursos básicos sobre el tema. Anteriormente había sido parte de un proyecto similar que no funcionó por lo mismo, había que depender de una persona desconocida, especializada en ese trabajo. El tiempo seguía pasando y de la revista, nada de nada, solo seguía acumulando los materiales necesarios, como fotografías y notas escritas por personas amigas que esperaban la idea se convierta en realidad.
Pasaba el tiempo, mis amigos y sus artículos seguían esperando pacientemente. De pronto y de manera inesperada se presentó mi Ángel de la Guardia, personificada en una de mis estudiantes, la señorita Devyn Bartosiewicz, quien al enterarse de mi proyecto, invirtió los papeles y tuvo la paciencia suficiente como para enseñar y guiar a su viejo maestro, su abuelito según ella, por los intrincados caminos de la cibernética. Ella hizo posible que Chiquianmarka naciera oficialmente el primero de abril del 2015, aunque la colgamos en la red el 17 de marzo del mismo año a manera de prueba. La participación de Devyn fue muy importante y, hasta el día en que se graduó de la escuela secundaria estuvo pendiente de que todo saliera bien en cada edición de Chiquianmarka.
Superado el problema de la preparación digital de la revista, venía lo más importante, su contenido. Vivo más de la mitad de mi vida fuera de nuestro país, lo cual hacía que que desconociera personas que tuvieran el mismo entusiasmo en difundir lo nuestro y que sobre todo, compartieran la misma pasión del que estas líneas escribe. Es allí es donde aparece el Dr Filomeno Zubieta Núñez. Conocedor de mis planes, ya me había entregado varios de sus trabajos anteriormente, me puso en contacto con algunos intelectuales de nuestra tierra y gracias a ellos ahora es posible llegar a sus manos, más exactamente a sus equipos digitales, sean estos computadoras, tabletas o teléfonos.
Antes de finalizar esta nota quiero agradecer a José Antonio Salazar Mejía, Omar Llanos Espinoza, Norka Zulema Brios Ramos, Manuel Nieves Fabián, Alex Milla Curi, Ricardo Santos Albornoza, Alfonzo Valderrama González, Rubén Dario Robles Moreno, Ever Romeo Reyes Cuentas y, por supuesto, a mi entrañable amigo Filomeno Zubieta Núñez. Rimay Cóndor y Jhonny Mamani han estado escondidos por la pandemia, pero prometen que estarán de regreso muy pronto.
Indudablemente que han habido colaboradores como Olinda Ramírez Soto, Agustín Zúñiga Gamarra, María Del pilar Cárdenas, Federico Kauffmann Doig, Margot Camones Meguiña y Carmela Fry Palacios que ya no están en la revista pero cuya participación siempre ha sido apreciada.
Por costumbre antes de publicar fotografías de nuestra ruta Chiquianmarka siempre solicita el permiso de los que las tomaron para darles el crédito respectivo. Entre ellos puedo mencionar a Elvis Ramírez, Dante Aldave, Jorge Vásquez, los hermanos Daniel y Edgar Robles Reyes, Marlon Mogollón Gamarra y otros más cuyos nombres lamentablemente se me escapan de la memoria.
Han pasado ocho años desde que salió el primer número, todos los que hacemos Chiquianmarka seguimos con el mismo entusiasmo de hacer lo que nos gusta, escribir sobre nuestra tierra. Obviamente, dado el avance de la tecnología hay planes futuros, pero tengo que prepararme esta vez por mi cuenta. Ya no habrá otra Devyn para ayudarme.
Desde hace muchos años me rondaba por la cabeza la idea de crear una revista digital, tenía el material para empezar a publicarla, pero tropezaba con una dificultad, prácticamente insuperable para mí en esos tiempos, carecía de los conocimientos básicos de cibernética como para darle forma a mi idea. La única forma era utilizar los servicios de un técnico especializado en páginas digitales, pero no quería depender de otras personas para ello, menos tenía el tiempo necesario para llevar algunos cursos básicos sobre el tema. Anteriormente había sido parte de un proyecto similar que no funcionó por lo mismo, había que depender de una persona desconocida, especializada en ese trabajo. El tiempo seguía pasando y de la revista, nada de nada, solo seguía acumulando los materiales necesarios, como fotografías y notas escritas por personas amigas que esperaban la idea se convierta en realidad.
Pasaba el tiempo, mis amigos y sus artículos seguían esperando pacientemente. De pronto y de manera inesperada se presentó mi Ángel de la Guardia, personificada en una de mis estudiantes, la señorita Devyn Bartosiewicz, quien al enterarse de mi proyecto, invirtió los papeles y tuvo la paciencia suficiente como para enseñar y guiar a su viejo maestro, su abuelito según ella, por los intrincados caminos de la cibernética. Ella hizo posible que Chiquianmarka naciera oficialmente el primero de abril del 2015, aunque la colgamos en la red el 17 de marzo del mismo año a manera de prueba. La participación de Devyn fue muy importante y, hasta el día en que se graduó de la escuela secundaria estuvo pendiente de que todo saliera bien en cada edición de Chiquianmarka.
Superado el problema de la preparación digital de la revista, venía lo más importante, su contenido. Vivo más de la mitad de mi vida fuera de nuestro país, lo cual hacía que que desconociera personas que tuvieran el mismo entusiasmo en difundir lo nuestro y que sobre todo, compartieran la misma pasión del que estas líneas escribe. Es allí es donde aparece el Dr Filomeno Zubieta Núñez. Conocedor de mis planes, ya me había entregado varios de sus trabajos anteriormente, me puso en contacto con algunos intelectuales de nuestra tierra y gracias a ellos ahora es posible llegar a sus manos, más exactamente a sus equipos digitales, sean estos computadoras, tabletas o teléfonos.
Antes de finalizar esta nota quiero agradecer a José Antonio Salazar Mejía, Omar Llanos Espinoza, Norka Zulema Brios Ramos, Manuel Nieves Fabián, Alex Milla Curi, Ricardo Santos Albornoza, Alfonzo Valderrama González, Rubén Dario Robles Moreno, Ever Romeo Reyes Cuentas y, por supuesto, a mi entrañable amigo Filomeno Zubieta Núñez. Rimay Cóndor y Jhonny Mamani han estado escondidos por la pandemia, pero prometen que estarán de regreso muy pronto.
Indudablemente que han habido colaboradores como Olinda Ramírez Soto, Agustín Zúñiga Gamarra, María Del pilar Cárdenas, Federico Kauffmann Doig, Margot Camones Meguiña y Carmela Fry Palacios que ya no están en la revista pero cuya participación siempre ha sido apreciada.
Por costumbre antes de publicar fotografías de nuestra ruta Chiquianmarka siempre solicita el permiso de los que las tomaron para darles el crédito respectivo. Entre ellos puedo mencionar a Elvis Ramírez, Dante Aldave, Jorge Vásquez, los hermanos Daniel y Edgar Robles Reyes, Marlon Mogollón Gamarra y otros más cuyos nombres lamentablemente se me escapan de la memoria.
Han pasado ocho años desde que salió el primer número, todos los que hacemos Chiquianmarka seguimos con el mismo entusiasmo de hacer lo que nos gusta, escribir sobre nuestra tierra. Obviamente, dado el avance de la tecnología hay planes futuros, pero tengo que prepararme esta vez por mi cuenta. Ya no habrá otra Devyn para ayudarme.