manuel nieves fabián
EL TARIKUY
Es una curiosa manera de formar compadres, cuya práctica es frecuente en las comunidades de la provincia de Bolognesi – Ancash, especialmente en Canis.
Tarikuy es una voz quechua que deriva de Tari = encontrar. Tarikuy significaría “encontrarse”
El compadre es la persona que hace las veces de un padre y su rol es muy importante en caso de la ausencia del padre. Por eso los esposos se ponen de acuerdo para escoger a la persona indicada. Generalmente se forman por dos razones:
1.- Cuando los esposos se han puesto de acuerdo de integrarlos al seno de la familia a la persona que goza de sus aprecios.
2.- Cuando el niño en la familia vive frecuentemente enfermo y no hay medicina que lo cure.
En el primer caso, si los padres desean que su compadre sea fulano, conversan con él y armoniosamente se ponen de acuerdo para ser parte de la familia.
Para materializar el compromiso, el padre lleva a uno de sus hijos a la salida del pueblo y lo deja sentado sobre un muro. El futuro compadre que de cerca ve la escena, una vez que el padre se ha alejado, se le aproxima al niño y le pregunta:
–¿Pipa surintaq kanki? (¿Hijo de quién eres?)
Esta pregunta es obligatoria por más que el niño aún no habla; entonces, carga en sus brazos y lo conduce a la casa de sus padres. Allí, el futuro compadre con su futuro ahijado en sus brazos pregunta:
–¿Kayku suriki? Marka kuchuchutaq taraykanaq. (¿Este es tu hijo? Había estado sentado en el extremo del pueblo)
El padre simulando emoción recibe a su hijo en sus brazos, y de puro contento por haberlo encontrado y conducido hasta su casa responde:
–Surimi. Kananpitaqa compadremi kanki. (Sí es mi hijo. Desde ahora serás mi compadre)
A partir de ese momento se reconocen como compadres. Como todo ya estaba convenido el compadre se integra a la familia y se inicia la fiesta. De alegría por empezar la nueva amistad, bailan, comen y beben.
En el segundo caso, para que el niño enfermizo no se muera, los padres hacen el simulacro de obsequiar al niño a una persona sumamente pobre, que a pesar de vivir en la intemperie jamás se enferma y nunca necesita de medicinas. Generalmente estas personas son hurañas, no tienen familias cercanas y viven casi en abandono.
Para salvar de la muerte a su hijo, el padre con el niño en sus brazos se dirige a la casa de la persona indicada, al llegar, lo deposita en sus brazos como si le estuviera obsequiando. Esta persona que jamás se enferma, por la actitud del padre, ya se imagina el porqué de su visita y porque ese es su oficio en el pueblo, el ser padrino y el de salvar niños. Sin hablar palabra alguna, sumamente serio recibe al niño a pesar de los llantos, gritos y esfuerzos por liberarse.
El futuro compadre, con el niño en sus brazos se dirige a la casa de sus padres, quienes, de a propósito, aparentan desconocer el motivo de la visita, y entre ellos se produce el siguiente diálogo:
–¡Pipa surintaq kay wambra! (¡Hijo de quién es este muchacho!) –pregunta el recién llegado.
Luego pregunta al niño:
–¡Pitaq papaniki!, ¡pitaq mamaniki! (¡Quién es tu padre!, ¡quién es tu madre!)
Entonces los padres simulan reconocer al hijo y preguntan a su vez:
–¡Maychutaq tarikurqunki! (¡Dónde lo has encontrado!)
–¡Washachu, kamiñuchu! (¡Allá, en el camino!) –responde el interpelado.
Entonces el individuo entrega a sus padres al niño y ellos en recompensa y gratitud, por haber encontrado al hijo extraviado, responden:
–¡Kananpitaqa compadrisichi kakusun! (¡A partir de ahora seremos compadres!)
Y así lo reciben en casa. A partir de ese momento serán compadres para toda la vida.
Como si fuera una medicina natural, el niño se recupera con suma facilidad y en adelante difícilmente será atacado por las enfermedades.
Hay casos en que el tarikuy se realiza en forma natural sin acuerdos ni entendimientos previos. Al encontrar a un niño llorando, ya sea en la calle o en el campo, la persona lleva al niño a la casa de sus padres. Ellos en gesto de agradecimiento, a partir de ese momento lo reconocen como su compadre o comadre, y esto perdura para toda la vida.
Manuel Nieves Fabián
[email protected]