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URUS, LA TERCERA MONTAÑA
Habían transcurrido varios días de incertidumbre para la ejecución del plan A: escalar el pico Huacrish en la Cordillera Huayhuash; era hasta ese momento el propósito mayor del clan de montañistas chiquianos.
A las 11 de la noche del día 4 de abril, el presidente del Centro Poblado de Llámac, Gabindor Ocrospoma, nos informaba la negativa de ingreso; frustrándose así el anhelado proyecto de hacer montaña en nuestra cordillera.
No nos dimos por vencidos. Carlos Callupe -eximio guía e instructor-, Jesús Bolarte, Kameli Calle y yo -integrantes de la expedición- estábamos predispuestos y corajudos de aplicar el plan B, eso implicaba cambiar de noche a la mañana el itinerario y dirigirnos a la Cordillera Blanca (que actualmente cuenta con acceso a turistas).
Viajamos con ese fin y mentalizados a cumplirlo, en la madrugada del día 5 de abril, (de Chiquián a Huaraz). Dejando listo el equipaje para enrumbarnos hacia al noreste de la ciudad de Huaraz, atravesando en una statión particular los pueblitos de Collón, Pashpa y Cochapampa (lugar donde comenzaría nuestra aventura).
Después de 5 horas de camino cuesta arriba, llégamos a golpe de 3:15 p.m. al Campo Base de Ishinka, a 4400 msnm, el día 6 de abril.
Estábamos seguros que esta salida -de 4 días- requeriría de mucha responsabilidad, preparación y empatía, sobre todo por las circunstancias e implicancias propias de la pandemia. Debíamos cumplir al pie de la letra con las indicaciones de nuestro guía y con todos los protocolos de bioseguridad y la prueba de descarte de Covid.
El día 7 de abril, a las 3:30 a.m., partimos circunspectos y muy decididos a coronar la cresta del URUS -que en quechua significa médula o cerebro-. Después de 11 horas de intensa caminata, registrados hasta ese momento 1100 metros de desnivel +, cansados pero muy felices a la vez, tocamos el cielo del URUS.
Estábamos muy complacidos por este acontecimiento y sobremanera por el reencuentro vital que habíamos entablado con la energía pura de la madre naturaleza -allá arriba- sobre los 5490. El frío, la lluvia, la nevada, las auroras, fueron testigos de esta tercera ascensión que requirió de varios meses de preparación física y de aclimatación.
Seguramente nos inoculamos muchas dosis de locura, rebeldía, valor y libertad para cristalizar este gran sueño.
Conquistar el URUS, la tercera montaña, haciendo un recuento desde la primera que hicimos en Mateo(2017), la segunda en Vallunaraju (2018), y ahora esta nueva historia vivida, tiene bastante trascendencia y aprendizaje en nuestra existencia.
A las 11 de la noche del día 4 de abril, el presidente del Centro Poblado de Llámac, Gabindor Ocrospoma, nos informaba la negativa de ingreso; frustrándose así el anhelado proyecto de hacer montaña en nuestra cordillera.
No nos dimos por vencidos. Carlos Callupe -eximio guía e instructor-, Jesús Bolarte, Kameli Calle y yo -integrantes de la expedición- estábamos predispuestos y corajudos de aplicar el plan B, eso implicaba cambiar de noche a la mañana el itinerario y dirigirnos a la Cordillera Blanca (que actualmente cuenta con acceso a turistas).
Viajamos con ese fin y mentalizados a cumplirlo, en la madrugada del día 5 de abril, (de Chiquián a Huaraz). Dejando listo el equipaje para enrumbarnos hacia al noreste de la ciudad de Huaraz, atravesando en una statión particular los pueblitos de Collón, Pashpa y Cochapampa (lugar donde comenzaría nuestra aventura).
Después de 5 horas de camino cuesta arriba, llégamos a golpe de 3:15 p.m. al Campo Base de Ishinka, a 4400 msnm, el día 6 de abril.
Estábamos seguros que esta salida -de 4 días- requeriría de mucha responsabilidad, preparación y empatía, sobre todo por las circunstancias e implicancias propias de la pandemia. Debíamos cumplir al pie de la letra con las indicaciones de nuestro guía y con todos los protocolos de bioseguridad y la prueba de descarte de Covid.
El día 7 de abril, a las 3:30 a.m., partimos circunspectos y muy decididos a coronar la cresta del URUS -que en quechua significa médula o cerebro-. Después de 11 horas de intensa caminata, registrados hasta ese momento 1100 metros de desnivel +, cansados pero muy felices a la vez, tocamos el cielo del URUS.
Estábamos muy complacidos por este acontecimiento y sobremanera por el reencuentro vital que habíamos entablado con la energía pura de la madre naturaleza -allá arriba- sobre los 5490. El frío, la lluvia, la nevada, las auroras, fueron testigos de esta tercera ascensión que requirió de varios meses de preparación física y de aclimatación.
Seguramente nos inoculamos muchas dosis de locura, rebeldía, valor y libertad para cristalizar este gran sueño.
Conquistar el URUS, la tercera montaña, haciendo un recuento desde la primera que hicimos en Mateo(2017), la segunda en Vallunaraju (2018), y ahora esta nueva historia vivida, tiene bastante trascendencia y aprendizaje en nuestra existencia.