José antonio salazar mejía
EL SIGLO DE LAS REVUELTAS
Información delos historiadores ancashinos Augusto Alba Herrera y Manuel Reyna Loli.
Cuando uno lee la historia del coloniaje en el Perú, pareciera que solo en el sur del país se realizaron las revueltas y rebeliones. Y en el resto del país, como que nada hubiera pasado, muy tranquilos y contentos aceptamos el yugo español. Esta es una falacia histórica del tamaño del Huascarán.
Nosotros somos descendientes de los altivos Huaylas y de los muy aguerridos Conchucos. Los Huaylas demostraron su valor defendiendo a la princesa Quispesisa del asedio de Manco Inca en Lima, saliendo victoriosos; los Conchucos fueron el primer pueblo que derrotó al ejército español matando y capturando a una veintena de ellos. ¿Cómo podían estos pueblos aceptar luego sumisamente a los bárbaros españoles?
Si quisiéramos esquematizar los tres siglos de presencia española podríamos mencionar que el primero fue de posicionamiento, el segundo de la imposición religiosa y el tercero el de las revueltas. Sí, así como lo leen, el siglo XVIII fue el siglo de las revueltas en Huaylas, hoy Ancash.
Desde 1738 se tienen noticias de levantamientos en nuestra región. El llamado Alboroto de Huarás aconteció cuando fue apedreado el Corregidor don Juan del Risco Montejo, la noche de la Asención de Nuestro Señor por haber ordenado encarcelar a once indígenas de la hacienda del Niño Jesús de Chavín de Mullaca, propiedad de los frailes betlemitas. Ese mismo año se produjo una revuelta en Yungay, cuando los hacendados se negaron a pagar los tributos cobrados a los indios con vejaciones y golpes.
En 1768 unos seiscientos esclavos de San Jacinto en el valle de Nepeña, iniciaron una revuelta que no pudo ser controlada por las autoridades. Los sublevados saquearon los tambos de las haciendas y tuvo el Virrey que enviar una tropa arreglada y miliciana para controlarlos. Los líderes de la revuelta fueron Lorenzo Mombo, Gaspar Congo, Julián Grande, Mariano el Manco y Rosa Conga.
En 1774 fueron los indios de Mancos quienes provocaron una asonada. Sucedió que ese año se resistieron a pagar los tributos y por ello fueron encarcelados los caciques Antonio Romero, Juan Jhosep, Ignacio Montes y Domingo Pascual. El 3 de febrero se trasladaba el Corregidor, Marqués de casa Hermosa, de Yungay a Carhuás con su familia y séquito, cuando fueron atacados con hondas y palos en el puente de Tumpa por un grupo de indígenas que creían eran llevados a Huarás sus caciques. De la persecución y el proceso posterior, se encarceló a nueve encausados.
Dos años después, se produjo el Tumulto de Yungay cuando dos mil individuos armados con rejones, piedras y hondas se levantaron oponiéndose a ir a Casma a levantar una ramada para el descanso del Virrey don Manuel Guirior quien llegaba a tomar posesión de su cargo viajando por tierra de Piura a Lima. El Corregidor de Huaylas don Pedro Pablo Pomar ordenó iniciar una causa criminal por este hecho. La respuesta no se hizo esperar, apareció un pasquín clavado en la puerta de la casa del Corregidor amenazándolo de muerte si no abandonaba el pueblo.
En Huarás hubo en levantamiento de mestizos en 1779. A esta se llamó la rebelión de las alcabalas pues los cholos se opusieron abiertamente a pagar por primera vez una tasa fiscal, acostumbrados a que siempre eran los indios quienes pagaban los tributos.
En 1780, los carasinos iniciaron un movimiento anticlerical de repercusiones. Sucede que los indios veían en la Virgen del Rosario el hilo ancestral de la Patsa Mama y el cuando el cura Marcos Herrera y Trillo mandó arreglar la imagen, al verla descabezada, los indios entendieron que el religioso la había degollado y decidieron hacer lo mismo con él. El 17 de noviembre Carás fue invadido por la indiada y durante cuatro días fueron dueños del poblado. La autoridad ordenó se dirijan a Carás los escuadrones de milicias de los pueblos vecinos que se empeñaron en dura lucha con los sublevados. Al final se ahorcó a unos y se descuartizó a otros, setenta fueron azotados y otros tantos rapados.
Mientras que en el sur se levantaba Túpac Amaru II, en Conchucos Bajo, los pueblos de Chacas y Piscobamba organizaban exitosas rebeliones secundados por Huari y Pomabamba. La represión, a cargo del Coronel de Milicias José Fontuegra fue violenta y finalmente se encarceló en Lima a sus principales cabecillas. A fines de ese año, 1780, Francisco Gaviria encabezó una rebelión en Corongo tomando el nombre de Francisco I e hizo huir a pedradas al Corregidor don Vicente Vásquez.
Al año siguiente, conocida la rebelión de José Gabriel Condorcanqui, la gente se mostraba muy levantisca. En el pueblo de Carhuás apareció una proclama clavada en el portón de la casa del Marqués de Casa Hermosa. Esta proclama ha pasado a la historia por su alto contenido revolucionario:
Cuando uno lee la historia del coloniaje en el Perú, pareciera que solo en el sur del país se realizaron las revueltas y rebeliones. Y en el resto del país, como que nada hubiera pasado, muy tranquilos y contentos aceptamos el yugo español. Esta es una falacia histórica del tamaño del Huascarán.
Nosotros somos descendientes de los altivos Huaylas y de los muy aguerridos Conchucos. Los Huaylas demostraron su valor defendiendo a la princesa Quispesisa del asedio de Manco Inca en Lima, saliendo victoriosos; los Conchucos fueron el primer pueblo que derrotó al ejército español matando y capturando a una veintena de ellos. ¿Cómo podían estos pueblos aceptar luego sumisamente a los bárbaros españoles?
Si quisiéramos esquematizar los tres siglos de presencia española podríamos mencionar que el primero fue de posicionamiento, el segundo de la imposición religiosa y el tercero el de las revueltas. Sí, así como lo leen, el siglo XVIII fue el siglo de las revueltas en Huaylas, hoy Ancash.
Desde 1738 se tienen noticias de levantamientos en nuestra región. El llamado Alboroto de Huarás aconteció cuando fue apedreado el Corregidor don Juan del Risco Montejo, la noche de la Asención de Nuestro Señor por haber ordenado encarcelar a once indígenas de la hacienda del Niño Jesús de Chavín de Mullaca, propiedad de los frailes betlemitas. Ese mismo año se produjo una revuelta en Yungay, cuando los hacendados se negaron a pagar los tributos cobrados a los indios con vejaciones y golpes.
En 1768 unos seiscientos esclavos de San Jacinto en el valle de Nepeña, iniciaron una revuelta que no pudo ser controlada por las autoridades. Los sublevados saquearon los tambos de las haciendas y tuvo el Virrey que enviar una tropa arreglada y miliciana para controlarlos. Los líderes de la revuelta fueron Lorenzo Mombo, Gaspar Congo, Julián Grande, Mariano el Manco y Rosa Conga.
En 1774 fueron los indios de Mancos quienes provocaron una asonada. Sucedió que ese año se resistieron a pagar los tributos y por ello fueron encarcelados los caciques Antonio Romero, Juan Jhosep, Ignacio Montes y Domingo Pascual. El 3 de febrero se trasladaba el Corregidor, Marqués de casa Hermosa, de Yungay a Carhuás con su familia y séquito, cuando fueron atacados con hondas y palos en el puente de Tumpa por un grupo de indígenas que creían eran llevados a Huarás sus caciques. De la persecución y el proceso posterior, se encarceló a nueve encausados.
Dos años después, se produjo el Tumulto de Yungay cuando dos mil individuos armados con rejones, piedras y hondas se levantaron oponiéndose a ir a Casma a levantar una ramada para el descanso del Virrey don Manuel Guirior quien llegaba a tomar posesión de su cargo viajando por tierra de Piura a Lima. El Corregidor de Huaylas don Pedro Pablo Pomar ordenó iniciar una causa criminal por este hecho. La respuesta no se hizo esperar, apareció un pasquín clavado en la puerta de la casa del Corregidor amenazándolo de muerte si no abandonaba el pueblo.
En Huarás hubo en levantamiento de mestizos en 1779. A esta se llamó la rebelión de las alcabalas pues los cholos se opusieron abiertamente a pagar por primera vez una tasa fiscal, acostumbrados a que siempre eran los indios quienes pagaban los tributos.
En 1780, los carasinos iniciaron un movimiento anticlerical de repercusiones. Sucede que los indios veían en la Virgen del Rosario el hilo ancestral de la Patsa Mama y el cuando el cura Marcos Herrera y Trillo mandó arreglar la imagen, al verla descabezada, los indios entendieron que el religioso la había degollado y decidieron hacer lo mismo con él. El 17 de noviembre Carás fue invadido por la indiada y durante cuatro días fueron dueños del poblado. La autoridad ordenó se dirijan a Carás los escuadrones de milicias de los pueblos vecinos que se empeñaron en dura lucha con los sublevados. Al final se ahorcó a unos y se descuartizó a otros, setenta fueron azotados y otros tantos rapados.
Mientras que en el sur se levantaba Túpac Amaru II, en Conchucos Bajo, los pueblos de Chacas y Piscobamba organizaban exitosas rebeliones secundados por Huari y Pomabamba. La represión, a cargo del Coronel de Milicias José Fontuegra fue violenta y finalmente se encarceló en Lima a sus principales cabecillas. A fines de ese año, 1780, Francisco Gaviria encabezó una rebelión en Corongo tomando el nombre de Francisco I e hizo huir a pedradas al Corregidor don Vicente Vásquez.
Al año siguiente, conocida la rebelión de José Gabriel Condorcanqui, la gente se mostraba muy levantisca. En el pueblo de Carhuás apareció una proclama clavada en el portón de la casa del Marqués de Casa Hermosa. Esta proclama ha pasado a la historia por su alto contenido revolucionario:
Si en el sur se levantaron dos Tupac Amarus
Acá se levantarán doscientos.
Acá se levantarán doscientos.
Mientras que la sierra era un hervidero, en la costa, en 1785 hubo un tumulto en Nepeña que arrojó del pueblo al Corregidor Vicente Vásquez, y de no ser por la intervención del cura de Moro, hubiera perdido la vida. En las principales haciendas, los esclavos se amonitaban constantemente. En 1786, cientos de ellos se escaparon de las haciendas de Motocachi, San Jacinto y San José de la Pampa, bajo un lema que proclamaba la presencia inglesa en el continente:
El inglés ya ganó la Habana,
Vení acá cholos nepeños, está el inglés.
Vení acá cholos nepeños, está el inglés.
En 1788 le toca el turno a Carhuás. La rebelión de Túpac Amaru II trajo como consecuencia que se emitieran drásticas disposiciones para controlar a los naturales y evitar nuevas revueltas. Se dispuso una nueva medición de terrenos para anexara la Corona las tierras rurales y urbanas habidas por despojo. Esta medida suscitó mucho descontento y la población rompió los bandos y preparó un alzamiento para el 1 de enero de 1789, el que se fustró por una delación. Los complotados fueron perseguidos y juzgados en ausencia.
Juan y Sebastián Zorrila de Huari, encabezaron en 1790 un serio tumulto que se extendió a San Luis y Chacas. Una vez capturados fueron desterrados a Chile como escarmiento. El 6 de setiembre de ese año, estalló una asonada en Pomabamba que movilizó a harta tropa para su develamiento.
Pedro Mejía Larrea fue enjuiciado en abril de 1791 en Huaylas por haber intentado dar muerte al alcalde don Jacobo del Real y Campo. Esto fue el colorario de una serie de revueltas suscitadas en el Callejón de Huaylas y que mantuvieron por mucho tiempo en zozobra a la autoridad española.
Finalmente, en 1799 Yungay es el epicentro de un alzamiento que se inició a causa de la desaparición de la imagen de Santo Domingo. En diciembre de 1880 se levantaron los indiosen una formidabel algazara, destruyendo puentes y embanderando los cerros. La autoridad española tuvo que reunir tropas desde Recuay para sofocar la rebelión.
Es así cómo nuestros antepasados se prepararon para los acontecimientos del siguiente siglo, donde fuimos adalides de la lucha por la independencia.
José Antonio Salazar Mejía
[email protected]
Juan y Sebastián Zorrila de Huari, encabezaron en 1790 un serio tumulto que se extendió a San Luis y Chacas. Una vez capturados fueron desterrados a Chile como escarmiento. El 6 de setiembre de ese año, estalló una asonada en Pomabamba que movilizó a harta tropa para su develamiento.
Pedro Mejía Larrea fue enjuiciado en abril de 1791 en Huaylas por haber intentado dar muerte al alcalde don Jacobo del Real y Campo. Esto fue el colorario de una serie de revueltas suscitadas en el Callejón de Huaylas y que mantuvieron por mucho tiempo en zozobra a la autoridad española.
Finalmente, en 1799 Yungay es el epicentro de un alzamiento que se inició a causa de la desaparición de la imagen de Santo Domingo. En diciembre de 1880 se levantaron los indiosen una formidabel algazara, destruyendo puentes y embanderando los cerros. La autoridad española tuvo que reunir tropas desde Recuay para sofocar la rebelión.
Es así cómo nuestros antepasados se prepararon para los acontecimientos del siguiente siglo, donde fuimos adalides de la lucha por la independencia.
José Antonio Salazar Mejía
[email protected]