agustín zúñiga gamarra
UN PUNTO DE APOYO PARA BUSCAR LA ESENCIA
La semana laboral ha llegado a su fin, como si fuera una ola de viento suave y tibio acaricia mi mente en esta tarde de domingo cuando me siento en este lugar. Muchas veces quise tener un momento pleno de silencio, disponer de unos minutos para viajar por los caminos infinitos de la mente. Volar por los campos desconocidos de la materia obscura, y aproximarme al origen de la palabra, del pensamiento, de la materia, de la vida y ojalá del actuar.
"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, decía el gran Arquímedes, y eso es lo que nos falta a las personas que vivimos en este mundo preñado de contaminación (incluyo al sonido y las imágenes). Ese punto de apoyo, esa esquina puede estar en la azotea de nuestra casa, en la mesita de nuestro cuarto, en el balcón frente al parque, o en la colina mirando el valle de Aynín y el nevado Yerupajá.
Posesionados en ese punto de apoyo, miraremos con mayor claridad nuestro comportamiento, nuestro accionar, en correspondencia con nuestro papel de seres humanos, sea con nuestra familia, pueblo y país.
El no visitar y desconocer ese punto de apoyo próximo a nosotros, nos conduce a la costumbre de vivir en la superficialidad, en la improvisación, lanzamos opiniones sin reflexión, no tenemos cuidado, de si estamos en la posición de un comunicador social, o de una autoridad de mayor nivel. Puede pasar un mes o un año o tal vez toda una vida, sin habernos tomado la necesidad de visitar ese lugar especial de la reflexión.
Ahora que ese viento agradable golpea mi sien y miro como se sacuden las hojas del árbol, admiro como sería el trajinar de los pensadores griegos, buscando la esencia del ser humano, mediante la meditación, caminando por colinas acompañado de una cantimplora, guareciéndose bajo los árboles y cuevas, pero siempre meditando sus conjeturas.
En ciencias naturales, los físicos teóricos, también utilizan la meditación como la herramienta principal del saber, Gelman Murray, premio nobel de física, decía "yo solo necesito un papel y lápiz para iniciar mi comprensión de la naturaleza", fue él quien puso por primera vez el nombre de Quarks, a los componentes fundamentales de la materia.
En este sentido deberíamos acostumbrarnos a buscar esos "puntos de apoyo" y cuando los identifiquemos, allí debería estar, como "bolso de viaje", los compañeros inseparables, un lápiz y un cuaderno de notas. En las pocas o muchas reuniones que tuviéramos, siempre quedarán rasguños de nuestra búsqueda o aproximación a la esencia. No importa que no tengamos acceso a libros, en ese momento hasta diría que no es recomendable, lo que debe primar es la costumbre de confrontar nuestra mente con la inquietud.
Pero en el momento que nuestras hipótesis, o conclusiones, aspiren a la generalidad, deberíamos confrontar con la realidad, principalmente en los aspectos del comportamiento humano. Es que hablar de sufrimiento sin haber sentido el dolor causa de ese sufrir nunca se alcanzará la verdad. Solo se podrá alcanzar experimentándolo. Así como no se puede sentir el hedor real, cuando pasan imágenes de calles sucias de la parada. Nos obligará a visitar esa calle. O cuando hablamos de la pobreza y frio de los pueblos más alejados de Puno, o Ayacucho, nunca se podrá llegar a su comprensión con solo ver fotos de esos niños en las aulas de las clases de sociología en una linda universidad limeña. En ciencias naturales también pasa eso, el premio nobel de física, Richard Feynman decía "el juez supremo de la verdad es el experimento". La confrontación de la hipótesis con la realidad (experimento) es imprescindible.
Pero hablar de realidad también, tiene su apariencia, de ahí que el físico, Ernesto Sábato, gran escritor propone que la esencia detrás de la realidad es la SUPERREALIDAD, que es más flagrante en el caso de personas. Como ejemplo viene el caso de los peruanos que habitan en las ciudades, donde la gente ama la modernidad y la confortabilidad tecnológica. Entonces cuando se refieren a los peruanos de las zonas rurales o selváticas, demostrando su proclividad a la poca reflexión, argumentan “esos peruanos de cuarta clase no pueden impedir que se utilice la riqueza de esas tierras”, refiriéndose a que los “habitantes oriundos de esas tierras, no saben lo que vale el subsuelo, pues tendría petróleo, o minerales, por lo que se debería arrasar con los bosques y extensiones de plantas".
Estas opiniones solo alcanzaron el aspecto exterior visible en su vestir, poca ropa, poco elaboradas, y sus viviendas muy simples. No se tomaron en cuenta, cómo ellos ven a los árboles, cómo sienten a la naturaleza, y cómo incide en su vida diaria. Así la autoridad o el habitante urbano con aires de sabio, por tener un título universitario, demostraba su poca profundidad, su saber no había alcanzado la interioridad de las personas mencionadas, o afectadas su externalidad no era su realidad, les faltó comprender la superrealidad, aquello que está dentro de ellos de cómo ven, sienten y valoran los campos. Entender su cosmovisión y respetarla.
Este como otros ejemplos, nos demuestran que la reflexión y capacidad de buscar la esencia, no se garantiza con los diplomas y peor si tiene poder para decidir sin miramientos y mucha soberbia característica de la ignorancia.
Cuando se trata del conocimiento, el poder lo tiene aquel que indagó y estudió más la esencia. Por eso busquemos y habituémonos a visitar ese punto de apoyo que moverá nuestras vidas.
La Pluma del Viento
Lima, diciembre de 2016
[email protected]
"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, decía el gran Arquímedes, y eso es lo que nos falta a las personas que vivimos en este mundo preñado de contaminación (incluyo al sonido y las imágenes). Ese punto de apoyo, esa esquina puede estar en la azotea de nuestra casa, en la mesita de nuestro cuarto, en el balcón frente al parque, o en la colina mirando el valle de Aynín y el nevado Yerupajá.
Posesionados en ese punto de apoyo, miraremos con mayor claridad nuestro comportamiento, nuestro accionar, en correspondencia con nuestro papel de seres humanos, sea con nuestra familia, pueblo y país.
El no visitar y desconocer ese punto de apoyo próximo a nosotros, nos conduce a la costumbre de vivir en la superficialidad, en la improvisación, lanzamos opiniones sin reflexión, no tenemos cuidado, de si estamos en la posición de un comunicador social, o de una autoridad de mayor nivel. Puede pasar un mes o un año o tal vez toda una vida, sin habernos tomado la necesidad de visitar ese lugar especial de la reflexión.
Ahora que ese viento agradable golpea mi sien y miro como se sacuden las hojas del árbol, admiro como sería el trajinar de los pensadores griegos, buscando la esencia del ser humano, mediante la meditación, caminando por colinas acompañado de una cantimplora, guareciéndose bajo los árboles y cuevas, pero siempre meditando sus conjeturas.
En ciencias naturales, los físicos teóricos, también utilizan la meditación como la herramienta principal del saber, Gelman Murray, premio nobel de física, decía "yo solo necesito un papel y lápiz para iniciar mi comprensión de la naturaleza", fue él quien puso por primera vez el nombre de Quarks, a los componentes fundamentales de la materia.
En este sentido deberíamos acostumbrarnos a buscar esos "puntos de apoyo" y cuando los identifiquemos, allí debería estar, como "bolso de viaje", los compañeros inseparables, un lápiz y un cuaderno de notas. En las pocas o muchas reuniones que tuviéramos, siempre quedarán rasguños de nuestra búsqueda o aproximación a la esencia. No importa que no tengamos acceso a libros, en ese momento hasta diría que no es recomendable, lo que debe primar es la costumbre de confrontar nuestra mente con la inquietud.
Pero en el momento que nuestras hipótesis, o conclusiones, aspiren a la generalidad, deberíamos confrontar con la realidad, principalmente en los aspectos del comportamiento humano. Es que hablar de sufrimiento sin haber sentido el dolor causa de ese sufrir nunca se alcanzará la verdad. Solo se podrá alcanzar experimentándolo. Así como no se puede sentir el hedor real, cuando pasan imágenes de calles sucias de la parada. Nos obligará a visitar esa calle. O cuando hablamos de la pobreza y frio de los pueblos más alejados de Puno, o Ayacucho, nunca se podrá llegar a su comprensión con solo ver fotos de esos niños en las aulas de las clases de sociología en una linda universidad limeña. En ciencias naturales también pasa eso, el premio nobel de física, Richard Feynman decía "el juez supremo de la verdad es el experimento". La confrontación de la hipótesis con la realidad (experimento) es imprescindible.
Pero hablar de realidad también, tiene su apariencia, de ahí que el físico, Ernesto Sábato, gran escritor propone que la esencia detrás de la realidad es la SUPERREALIDAD, que es más flagrante en el caso de personas. Como ejemplo viene el caso de los peruanos que habitan en las ciudades, donde la gente ama la modernidad y la confortabilidad tecnológica. Entonces cuando se refieren a los peruanos de las zonas rurales o selváticas, demostrando su proclividad a la poca reflexión, argumentan “esos peruanos de cuarta clase no pueden impedir que se utilice la riqueza de esas tierras”, refiriéndose a que los “habitantes oriundos de esas tierras, no saben lo que vale el subsuelo, pues tendría petróleo, o minerales, por lo que se debería arrasar con los bosques y extensiones de plantas".
Estas opiniones solo alcanzaron el aspecto exterior visible en su vestir, poca ropa, poco elaboradas, y sus viviendas muy simples. No se tomaron en cuenta, cómo ellos ven a los árboles, cómo sienten a la naturaleza, y cómo incide en su vida diaria. Así la autoridad o el habitante urbano con aires de sabio, por tener un título universitario, demostraba su poca profundidad, su saber no había alcanzado la interioridad de las personas mencionadas, o afectadas su externalidad no era su realidad, les faltó comprender la superrealidad, aquello que está dentro de ellos de cómo ven, sienten y valoran los campos. Entender su cosmovisión y respetarla.
Este como otros ejemplos, nos demuestran que la reflexión y capacidad de buscar la esencia, no se garantiza con los diplomas y peor si tiene poder para decidir sin miramientos y mucha soberbia característica de la ignorancia.
Cuando se trata del conocimiento, el poder lo tiene aquel que indagó y estudió más la esencia. Por eso busquemos y habituémonos a visitar ese punto de apoyo que moverá nuestras vidas.
La Pluma del Viento
Lima, diciembre de 2016
[email protected]