ARMANDO ZARAZÚ
DIVERSIDAD MUSICAL DEL PERÚ
La música ha sido una de las primeras expresiones culturales que el ser humano ha practicado desde tiempos ancestrales, estando siempre relacionada con las diversas manifestaciones de ánimo del hombre. Como expresión de alegría, dolor y religiosidad, la música ha sido y es, una de las manifestaciones más completas y hermosas del espíritu creativo humano.
Los científicos especulan que los primeros habitantes de lo que ahora es territorio peruano llegaron a poblar los Andes hacen, aproximadamente 10,00 ó 12,000 años. Luego de un proceso natural de adaptación dieron vida a pequeños grupos culturales, los cuales a su vez, fueron parte fundamental en la formación del imperio de los Incas, sociedad en la cual la música era muy importante. La usaban para acompañar los trabajos agrícolas, para cazar, para ir a la guerra y para sus ritos religiosos. Su técnica musical era simple, solamente conocían cinco notas musicales, las cuales fueron más que suficientes para crear preciosas melodías que son la inspiración de la actual cultura musical peruana.
Durante centurias la música tradicional del Perú se ha mantenido sin alteraciones. Los músicos nativos siguen utilizando los mismos instrumentos que sus ancestros, a los cuales han ido incorporando otros, de acuerdo a las circunstancias históricas que le ha tocado vivir al Perú. Está música, con todas sus diferencias regionales, sigue viva y es conocida como música andina. Refleja la herencia cultural peruana y es la fuente principal para la creación de diferentes variaciones musicales conocidas como Chuscada, Muliza, Yaraví, Pasacalle, Huaylas, Huayno, etc.
El Huayno, principal expresión musical y bailable en todo el Perú, es la preferida, gracias a su aceptación y capacidad de venta, de las principales casas de grabación comercial, las cuales hacen excelentes negocios con éste genero musical. Algunos de sus mejores intérpretes gozan del status de estrellas indiscutibles del cantar peruano. Tal fue el caso de Pastorita Huarasina, Flor Pucarina, Picaflor de los Andes, los tres fallecidos, por citar a los antiguos, y de Dina Paúcar, Sonia Morales, amén de los Hermanos Gaitán Castro, entre los ídolos actuales.
Cuando los españoles conquistaron el Perú trajeron dos elementos que tuvieron decisiva influencia en la música peruana, ellos fueron los instrumentos de cuerda y los esclavos negros. Los instrumentos de cuerda fueron rápidamente aceptados e incorporados a su arte por los músicos andinos, quienes los adaptaron a sus necesidades musicales y, en algunos casos, crearon nuevos instrumentos a partir de ellos. Tal es el caso del charango, una pequeña guitarra capaz de ser llevada bajo el brazo y que produce sonidos agudos o el huacrapucro, especie de corneta de forma circular, construida con cuernos de ganado vacuno, hay que recordar que éste animal fue introducido al continente americano por los europeos y por lo tanto es un instrumento que muestra el mestizaje de nuestra cultura, palabreja de marras que, guste o no guste se ajusta a nuestra realidad cultural actual. El arpa y el violín han pasado a ser instrumentos indispensables en la ejecución de la música andina. El arpista peruano puede tocar su instrumento caminando, siguiendo a los bailarines en las calles de las ciudades andinas, característica única en el mundo y que muestra la calidad e ingenio del músico andino.
El esclavo negro introdujo nuevos ritmos, y simples pero prácticos instrumentos de percusión, como la quijada de burro, calabazas y zapallos secos, antecesores del, ahora conocidísimo cajón criolla, mostrando de esta forma su ingenio para adaptarse a la dura realidad que le tocó vivir. La influencia negra fue fundamental en la creación de nuevas expresiones musicales como la Mozamala, Agua de Nieve y Resbalado que luego serán las fuentes de origen de la Marinera.
Es en la época de la colonia que empieza la división cultural del Perú en general y de la música en particular. Los españoles trataron de eliminar toda expresión cultural de origen incaico como una forma de subyugar al hombre del Ande. Esta opresión se hizo más fuerte luego del movimiento revolucionario de José Gabriel Condorcanqui, el inmortal Túpac Amura. El hombre andino se vio forzado a mantener su música y danzas dentro de sus comunidades, es decir, de forma soslayada se le fue prohibido, en su propia tierra, el derecho de expresar y mantener libremente, sus manifestaciones culturales. Por otro lado, la población de la costa, formada mayoritariamente, por negros y criollos (descendientes de españoles nacidos en el Perú), crearon música y danzas diferentes, con influencia española, africana y andina.
Párrafo especial merece la música de la selva, la región geográfica más grande peruana pero a la vez, la más olvidada. Su música es reflejo de las culturas musicales de los colonos, procedentes de las diferentes regiones peruanas, que la poblaron desde finales del siglo diecinueve. Sin embargo ha logrado crear ciertos géneros típicos como la Pandilla, la Cajada y la Guaracha Típica. La influencia colombiana se deja sentir bastante en el arte musical de esta zona del territorio peruano. Los instrumentos típicos más usados son el tambor, pito y violín. Hasta ahora no existe un estudio serio de la música de los diferentes grupos nativos que habitan la selva peruana, quizá su lucha diaria por sobrevivir desde la época de la explotación del caucho impidan su desarrollo. El término de “chunchos” con el que despectivamente se les conoce hace más difícil un acercamiento cultural con el llamado "mundo civilizado”.
Luego que Latinoamérica se independizara de España, las jóvenes repúblicas empezaron a buscar su propia identidad cultural que las pueda diferenciar unas de otras. La música y danzas, como expresión de cultura popular se convierten en el primer objetivo de ello, al menos en su rama criolla o mestiza. Quizá el mejor ejemplo de esto sea la Marinera, danza y música peruana muy similar a la Cueca chilena o boliviana e incluso de algunos otros países de habla hispana de nuestro continente que, en sus orígenes, se llamó Zamacueca, pero que por motivos patrióticos, emanados luego de la Guerra del Pacífico, fue bautizada como Marinera por Abelardo Gamarra “el Tunante”. Con el advenimiento del siglo XX el vals vienés es introducido al Perú como una forma musical exclusiva de las clases social y económicamente dominantes. Sin embargo la sapiencia popular, sabia por excelencia, adoptó su ritmo suave y le incorporó lo se llama “salero criollo”, convirtiéndolo en lo se conoce como vals criollo, género costeño que, lamentablemente, va desapareciendo junto a las quintas limeñas, alma de las clases populares de la capital peruana de comienzos del siglo pasado.
La población negra se estableció casi exclusivamente en la capital y la costa peruana. Lima y los valles costeños necesitaban de sus brazos fuertes y trabajadores. Sin embargo, pese a que su influencia musical fue decisiva en la formación de la música criolla, la propia y genuina música afro peruana no recibió el reconocimiento que merece por sí misma hasta hacen pocos años atrás. Hoy los peruanos gozan escuchando y bailando música de Landó, Festejo y Alcatraz, a las que ven como parte genuina de su cultura. Con ello demuestran que valoran y aceptan la música negra de la misma forma que veneran a San Martín de Porras, el único negro incorporado al largo santoral católico, hacen cuarenta y cinco años. Para los que lo hayan olvidado el santo moreno peruano fue casi contemporáneo de Santa Rosa de Lima ¿Alguien dijo racismo?
A partir de los años sesenta y, a consecuencia de problemas sociales, políticos y económicos, miles de habitantes de los Andes peruanos se han desplazado a Lima, con la esperanza de encontrar trabajo y mejorar sus condiciones de vida. Como todo inmigrante de primera generación este grupo mantiene sus costumbres y tradiciones culturales además del orgullo de ser “serrano” (nacido en la sierra o los Andes). Los hijos nacidos o criados en Lima ya no quieren ser “serranos”. Todo lo relacionado a la sierra es sinónimo de atraso -cuanto más limeño o, al menos costeño, es mejor- por lo tanto quieren diferenciarse lo más posible de sus raíces culturales y ponerse más a tono con su nuevo hábitat, nace la Chicha, que viene a ser una fusión de la Cumbia colombiana y el humilde Huayno. Como el nombre de Chicha tiene connotaciones andinas y se le vincula con los sectores más pobres a quienes se mira por sobre el hombro, se le cambia el nombre. Ahora se llama técnocumbia, suena más moderno y alejado de lo “serrano”. Sin embargo, con éste milenio está apareciendo una corriente musical diferente, más conciliadora y más de acorde con la realidad cultural peruana, que no reniega de sus orígenes andinos y que, por el contrario, las revalora y exalta. Se le conoce como Novo Andino y tiene, entre sus propulsores, a figuras de la talla de William Luna, Max Castro, Damaris y Yolanda Pinares, por citar algunos, los cuales apuestan por la continuidad de sus raíces culturales y se sienten orgullosos de ellas.
La instrumentación de la música peruana es variada y se identifica plenamente con el género musical en el cual se utiliza. Muestra además y, con claridad, la diversidad musical de la tierra de los Incas. La clasificación está basada en el origen de los instrumentos:
· Nativos: Quena, flauta hecha de madera, carrizo o hueso. Zampoña o Siku, grupo de cañas unidas, muy similar a la flauta de Pan.
· Europeos: Guitarra, arpa, violín y mandolina. Además tenemos el charango, guitarra pequeña adaptada a las necesidades musicales andinas.
Africanos: Quijada de burro, cajón criollo.
De lo expuesto se puede apreciar que la expresión musical peruana es diversa y va cambiando de acuerdo al desarrollo histórico peruano, mostrando dos características fundamentales, primero, la de estar profundamente relacionada al desarrollo social y cultural del Perú y segundo, tener relación directa con sus ancestros culturales, dando razón, de esa forma, al ilustre tradicionalista Ricardo Palma, quien no mintió cuando expresó que en el Perú, quien no tiene de inga tiene de mandinga.
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La música ha sido una de las primeras expresiones culturales que el ser humano ha practicado desde tiempos ancestrales, estando siempre relacionada con las diversas manifestaciones de ánimo del hombre. Como expresión de alegría, dolor y religiosidad, la música ha sido y es, una de las manifestaciones más completas y hermosas del espíritu creativo humano.
Los científicos especulan que los primeros habitantes de lo que ahora es territorio peruano llegaron a poblar los Andes hacen, aproximadamente 10,00 ó 12,000 años. Luego de un proceso natural de adaptación dieron vida a pequeños grupos culturales, los cuales a su vez, fueron parte fundamental en la formación del imperio de los Incas, sociedad en la cual la música era muy importante. La usaban para acompañar los trabajos agrícolas, para cazar, para ir a la guerra y para sus ritos religiosos. Su técnica musical era simple, solamente conocían cinco notas musicales, las cuales fueron más que suficientes para crear preciosas melodías que son la inspiración de la actual cultura musical peruana.
Durante centurias la música tradicional del Perú se ha mantenido sin alteraciones. Los músicos nativos siguen utilizando los mismos instrumentos que sus ancestros, a los cuales han ido incorporando otros, de acuerdo a las circunstancias históricas que le ha tocado vivir al Perú. Está música, con todas sus diferencias regionales, sigue viva y es conocida como música andina. Refleja la herencia cultural peruana y es la fuente principal para la creación de diferentes variaciones musicales conocidas como Chuscada, Muliza, Yaraví, Pasacalle, Huaylas, Huayno, etc.
El Huayno, principal expresión musical y bailable en todo el Perú, es la preferida, gracias a su aceptación y capacidad de venta, de las principales casas de grabación comercial, las cuales hacen excelentes negocios con éste genero musical. Algunos de sus mejores intérpretes gozan del status de estrellas indiscutibles del cantar peruano. Tal fue el caso de Pastorita Huarasina, Flor Pucarina, Picaflor de los Andes, los tres fallecidos, por citar a los antiguos, y de Dina Paúcar, Sonia Morales, amén de los Hermanos Gaitán Castro, entre los ídolos actuales.
Cuando los españoles conquistaron el Perú trajeron dos elementos que tuvieron decisiva influencia en la música peruana, ellos fueron los instrumentos de cuerda y los esclavos negros. Los instrumentos de cuerda fueron rápidamente aceptados e incorporados a su arte por los músicos andinos, quienes los adaptaron a sus necesidades musicales y, en algunos casos, crearon nuevos instrumentos a partir de ellos. Tal es el caso del charango, una pequeña guitarra capaz de ser llevada bajo el brazo y que produce sonidos agudos o el huacrapucro, especie de corneta de forma circular, construida con cuernos de ganado vacuno, hay que recordar que éste animal fue introducido al continente americano por los europeos y por lo tanto es un instrumento que muestra el mestizaje de nuestra cultura, palabreja de marras que, guste o no guste se ajusta a nuestra realidad cultural actual. El arpa y el violín han pasado a ser instrumentos indispensables en la ejecución de la música andina. El arpista peruano puede tocar su instrumento caminando, siguiendo a los bailarines en las calles de las ciudades andinas, característica única en el mundo y que muestra la calidad e ingenio del músico andino.
El esclavo negro introdujo nuevos ritmos, y simples pero prácticos instrumentos de percusión, como la quijada de burro, calabazas y zapallos secos, antecesores del, ahora conocidísimo cajón criolla, mostrando de esta forma su ingenio para adaptarse a la dura realidad que le tocó vivir. La influencia negra fue fundamental en la creación de nuevas expresiones musicales como la Mozamala, Agua de Nieve y Resbalado que luego serán las fuentes de origen de la Marinera.
Es en la época de la colonia que empieza la división cultural del Perú en general y de la música en particular. Los españoles trataron de eliminar toda expresión cultural de origen incaico como una forma de subyugar al hombre del Ande. Esta opresión se hizo más fuerte luego del movimiento revolucionario de José Gabriel Condorcanqui, el inmortal Túpac Amura. El hombre andino se vio forzado a mantener su música y danzas dentro de sus comunidades, es decir, de forma soslayada se le fue prohibido, en su propia tierra, el derecho de expresar y mantener libremente, sus manifestaciones culturales. Por otro lado, la población de la costa, formada mayoritariamente, por negros y criollos (descendientes de españoles nacidos en el Perú), crearon música y danzas diferentes, con influencia española, africana y andina.
Párrafo especial merece la música de la selva, la región geográfica más grande peruana pero a la vez, la más olvidada. Su música es reflejo de las culturas musicales de los colonos, procedentes de las diferentes regiones peruanas, que la poblaron desde finales del siglo diecinueve. Sin embargo ha logrado crear ciertos géneros típicos como la Pandilla, la Cajada y la Guaracha Típica. La influencia colombiana se deja sentir bastante en el arte musical de esta zona del territorio peruano. Los instrumentos típicos más usados son el tambor, pito y violín. Hasta ahora no existe un estudio serio de la música de los diferentes grupos nativos que habitan la selva peruana, quizá su lucha diaria por sobrevivir desde la época de la explotación del caucho impidan su desarrollo. El término de “chunchos” con el que despectivamente se les conoce hace más difícil un acercamiento cultural con el llamado "mundo civilizado”.
Luego que Latinoamérica se independizara de España, las jóvenes repúblicas empezaron a buscar su propia identidad cultural que las pueda diferenciar unas de otras. La música y danzas, como expresión de cultura popular se convierten en el primer objetivo de ello, al menos en su rama criolla o mestiza. Quizá el mejor ejemplo de esto sea la Marinera, danza y música peruana muy similar a la Cueca chilena o boliviana e incluso de algunos otros países de habla hispana de nuestro continente que, en sus orígenes, se llamó Zamacueca, pero que por motivos patrióticos, emanados luego de la Guerra del Pacífico, fue bautizada como Marinera por Abelardo Gamarra “el Tunante”. Con el advenimiento del siglo XX el vals vienés es introducido al Perú como una forma musical exclusiva de las clases social y económicamente dominantes. Sin embargo la sapiencia popular, sabia por excelencia, adoptó su ritmo suave y le incorporó lo se llama “salero criollo”, convirtiéndolo en lo se conoce como vals criollo, género costeño que, lamentablemente, va desapareciendo junto a las quintas limeñas, alma de las clases populares de la capital peruana de comienzos del siglo pasado.
La población negra se estableció casi exclusivamente en la capital y la costa peruana. Lima y los valles costeños necesitaban de sus brazos fuertes y trabajadores. Sin embargo, pese a que su influencia musical fue decisiva en la formación de la música criolla, la propia y genuina música afro peruana no recibió el reconocimiento que merece por sí misma hasta hacen pocos años atrás. Hoy los peruanos gozan escuchando y bailando música de Landó, Festejo y Alcatraz, a las que ven como parte genuina de su cultura. Con ello demuestran que valoran y aceptan la música negra de la misma forma que veneran a San Martín de Porras, el único negro incorporado al largo santoral católico, hacen cuarenta y cinco años. Para los que lo hayan olvidado el santo moreno peruano fue casi contemporáneo de Santa Rosa de Lima ¿Alguien dijo racismo?
A partir de los años sesenta y, a consecuencia de problemas sociales, políticos y económicos, miles de habitantes de los Andes peruanos se han desplazado a Lima, con la esperanza de encontrar trabajo y mejorar sus condiciones de vida. Como todo inmigrante de primera generación este grupo mantiene sus costumbres y tradiciones culturales además del orgullo de ser “serrano” (nacido en la sierra o los Andes). Los hijos nacidos o criados en Lima ya no quieren ser “serranos”. Todo lo relacionado a la sierra es sinónimo de atraso -cuanto más limeño o, al menos costeño, es mejor- por lo tanto quieren diferenciarse lo más posible de sus raíces culturales y ponerse más a tono con su nuevo hábitat, nace la Chicha, que viene a ser una fusión de la Cumbia colombiana y el humilde Huayno. Como el nombre de Chicha tiene connotaciones andinas y se le vincula con los sectores más pobres a quienes se mira por sobre el hombro, se le cambia el nombre. Ahora se llama técnocumbia, suena más moderno y alejado de lo “serrano”. Sin embargo, con éste milenio está apareciendo una corriente musical diferente, más conciliadora y más de acorde con la realidad cultural peruana, que no reniega de sus orígenes andinos y que, por el contrario, las revalora y exalta. Se le conoce como Novo Andino y tiene, entre sus propulsores, a figuras de la talla de William Luna, Max Castro, Damaris y Yolanda Pinares, por citar algunos, los cuales apuestan por la continuidad de sus raíces culturales y se sienten orgullosos de ellas.
La instrumentación de la música peruana es variada y se identifica plenamente con el género musical en el cual se utiliza. Muestra además y, con claridad, la diversidad musical de la tierra de los Incas. La clasificación está basada en el origen de los instrumentos:
· Nativos: Quena, flauta hecha de madera, carrizo o hueso. Zampoña o Siku, grupo de cañas unidas, muy similar a la flauta de Pan.
· Europeos: Guitarra, arpa, violín y mandolina. Además tenemos el charango, guitarra pequeña adaptada a las necesidades musicales andinas.
Africanos: Quijada de burro, cajón criollo.
De lo expuesto se puede apreciar que la expresión musical peruana es diversa y va cambiando de acuerdo al desarrollo histórico peruano, mostrando dos características fundamentales, primero, la de estar profundamente relacionada al desarrollo social y cultural del Perú y segundo, tener relación directa con sus ancestros culturales, dando razón, de esa forma, al ilustre tradicionalista Ricardo Palma, quien no mintió cuando expresó que en el Perú, quien no tiene de inga tiene de mandinga.
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