Alfonzo Valderrama González
MADRECITA
Hermosa ñusta trigueña nacida en los andes,
pomapatina encantadora de sangre caliente, infatigable pastora que distes hijos grandes, formaste, educaste, tu valor lo contagiaste. Shirishjanca, cordillera blanca llena de uranio, Jupaymarca, ciudadela de las ánimas ficticias, te vieron nacer, te dieron su amor como al indio, compartieron tu vida, en todas las circunstancias. Contemplando la belleza de nuestros andes, me alimenté de tu leche, hasta los tres años, al verte hilar, coser, tejer en tus ratos libres, jugando, cantando, bailando te di mis cariños. Cultivaste mis ilusiones de joven adolescente, a mi corazón enseñaste, que se ama con candor, en abrazante fuego incandescente lo convertiste, la tornaste libre como al venado, como al cóndor. Pasando por alto mis malcriadeces, mis errores, soportando la nefasta carga de la indiferencia, de la sociedad decadente, cruel, llena de horrores, me educaste con amor, para no caer en desgracia. Bebiendo juntos las aguas de Paria, en vacaciones, ordeñando lecheras de nuestras vacas cruzadas, pastando nuestras ovejas, entonando canciones, noté que te sacrificabas como Micaela Bastidas. Andrea González, flor silvestre, madre adorada, cuánto siento tu ausencia?, cuánto te extraño? te fuiste al más allá, en la mejor etapa de tu vida, tu ejemplo lo llevo presente con mucho cariño. Mentalmente aspiro los aires de nuestra puna, recuerdo nítidamente tus consejos, santa madre al escuchar en mi conciencia el ulular de la sirena, siento, que cual ave mensajera, sigues en la cumbre. 1975 10mo. Poema. Poemario Tiempos de Vivir. |
Nota: La fotografía de la cabecera de la nota fue tomada por el Sr. Abriles Cano Vásquez.