armando zarazú aldave
DÍA DEL MAESTRO
Es bien sabido por sus lectores que Chiquianmarka es el producto del esfuerzo de personas involucradas en la educación, en sus diversos niveles, desde inicial, primaria, secundaria y superior, lo que en buen romance significa que son maestros. Una profesión digna, honorable y sacrificada que, en nuestro país, es celebrada el 6 de julio de todos los años, como una forma de rendir homenaje a todos aquellos dedicados a esta noble profesión. Ese día, en las escuelas se realizan actividades culturales organizadas por los estudiantes quienes, con canciones, bailes, poesías o cualquier otra forma de manifestación artística, muestran su cariño y afecto a quien les muestra la luz del conocimiento y, de esa forma, el camino para que puedan desarrollarse mejor en el largo y duro camino de la vida.
Pocas horas antes de escribir esta nota tuve la suerte de estar presente en la presentación de un libro escrito por un viejo maestro chiquiano, don Alejandro Aldave Montoro. En la actividad cultural que siguió hubo un recital de canciones andinas, interpretadas por cantantes chiquianas, algunas habían sido alumnas del presentador. Una de ellas interpretó un sentido huayno dedicado al maestro y cuya fuga me impactó bastante por resumir en unos cuantos versos lo que es un maestro, decía más o menos así: “médicos, abogados, militares, y profesionales han llegado allí gracias a un maestro”. Letras sencillas pero que encierran una gran verdad, porque es el maestro quien imparte no solo el conocimiento necesario, sino que es el guía o ejemplo a seguir por sus jóvenes estudiantes.
Pocas horas antes de escribir esta nota tuve la suerte de estar presente en la presentación de un libro escrito por un viejo maestro chiquiano, don Alejandro Aldave Montoro. En la actividad cultural que siguió hubo un recital de canciones andinas, interpretadas por cantantes chiquianas, algunas habían sido alumnas del presentador. Una de ellas interpretó un sentido huayno dedicado al maestro y cuya fuga me impactó bastante por resumir en unos cuantos versos lo que es un maestro, decía más o menos así: “médicos, abogados, militares, y profesionales han llegado allí gracias a un maestro”. Letras sencillas pero que encierran una gran verdad, porque es el maestro quien imparte no solo el conocimiento necesario, sino que es el guía o ejemplo a seguir por sus jóvenes estudiantes.
El trabajo del educador es fundamental y muy importante para nuestra sociedad, porque prepara a los futuros ciudadanos, algunos de los cuales más adelante serán los líderes que dirigirán los destinos del país. Indudablemente que no todos llegarán a ocupar cargos de liderazgo, pero si tienen una sólida base, no solo en lo que a educación se refiere, sino también de respeto a valores, como la honradez, por ejemplo, serán piezas importantes en la nueva sociedad que todos deseamos. Por eso, el trabajo del maestro es fundamental para que ello ocurra.
Muchos piensan que el trabajo del maestro es fácil, es frecuente escuchar el clásico sonsonete de “cualquiera puede hacerlo”. Sin embargo, la realidad es diferente, el maestro tiene que compenetrarse en la mentalidad de sus jóvenes estudiantes y ganarse su confianza, como comúnmente se dice “tiene que robarse el corazón de ellos”. Eso no es fácil, el maestro tiene que poseer un carácter especial para lograrlo. Las técnicas y teorías educativas aprendidas en las escuelas para educadores no sirven de nada si el maestro no posee el carácter especial que se necesita para ejercer su noble profesión. La huella que deja un maestro en el corazón de los jóvenes educandos es imperecedera, por eso recuerdan siempre con cariño a su maestro.
Quien escribe esta nota se desempeña como maestro desde hace más de tres décadas fuera del país y por lo tanto conoce por experiencia propia las vivencias del educador. Trabajar con jóvenes implica acercamiento a ellos, muchas veces pensar como ellos para poder lograr puedan captar las enseñanzas que se les imparte. La satisfacción es mayor cuando luego del paso de los años, ellos no olvidan a su viejo maestro y vuelven a visitarlo. Es el mejor premio que puede haber.
¡FELIZ DÍA DEL MAESTRO!
Armando Zarazú Aldave
[email protected]
Muchos piensan que el trabajo del maestro es fácil, es frecuente escuchar el clásico sonsonete de “cualquiera puede hacerlo”. Sin embargo, la realidad es diferente, el maestro tiene que compenetrarse en la mentalidad de sus jóvenes estudiantes y ganarse su confianza, como comúnmente se dice “tiene que robarse el corazón de ellos”. Eso no es fácil, el maestro tiene que poseer un carácter especial para lograrlo. Las técnicas y teorías educativas aprendidas en las escuelas para educadores no sirven de nada si el maestro no posee el carácter especial que se necesita para ejercer su noble profesión. La huella que deja un maestro en el corazón de los jóvenes educandos es imperecedera, por eso recuerdan siempre con cariño a su maestro.
Quien escribe esta nota se desempeña como maestro desde hace más de tres décadas fuera del país y por lo tanto conoce por experiencia propia las vivencias del educador. Trabajar con jóvenes implica acercamiento a ellos, muchas veces pensar como ellos para poder lograr puedan captar las enseñanzas que se les imparte. La satisfacción es mayor cuando luego del paso de los años, ellos no olvidan a su viejo maestro y vuelven a visitarlo. Es el mejor premio que puede haber.
¡FELIZ DÍA DEL MAESTRO!
Armando Zarazú Aldave
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