filomeno zubieta núñez
Memoria, Patrimonio e Identidad Cultural
Para quienes estamos inmersos en los estudios de la realidad de nuestros pueblos y estamos dedicados al ejercicio de la docencia, no nos es ajeno el abordaje de temas sobre identidad cultural; es más, estamos comprometidos en el quehacer de su construcción, afirmación, defensa, conservación y promoción. De ahí que, sintetizando experiencias propias y ajenas, formulamos algunas propuestas que nos permitan tener las fuentes de recuperación de la memoria y su manejo en las políticas culturales en beneficio de los ámbitos locales y de nuestra provincia.
Nuestros pueblos tienen una variada riqueza cultural que no sólo debe ser explotada sino recuperada, conservada y utilizada en la afirmación de nuestra identidad cultural. Todos, los maestros de los diferentes niveles, los estudiantes, los intelectuales e investigadores, las autoridades, las organizaciones naturales (comunidades, sindicatos, clubes), pueden y deben asumir compromisos por preservar la memoria colectiva y el patrimonio cultural en sus más variadas expresiones como fuentes de afirmación de lo nuestro.
A los docentes, investigadores, a las instituciones culturales, a las autoridades de los ámbitos distritales y provinciales, les proponemos:
1. Recuperar, organizar y poner en servicio los documentos de nuestras instituciones.
Todas nuestras instituciones (municipalidades, comunidades, centros educativos, sindicatos, clubes deportivos, centros culturales, etc.), e inclusive las personas, en el curso de su existencia generan documentos. Documentos que muchas veces al poco tiempo son destruidos por ignorar su enorme importancia:
a. Como evidencia de la gestión realizada, de los pasajes de la vida institucional, del paso de determinadas personas o grupos en su vida institucional. Documentos que permitirán contar con las pruebas jurídicas de primera mano, evaluar la gestión e identificar los yerros, sacar lecciones y asegurar un futuro distinto y superior;
b. Da testimonio de vida y contribuye al desarrollo local, brindando información sobre la vida cotidiana local o institucional en sus distintas etapas, permitiendo identificar los problemas y necesidades y, por lo mismo, planificar las acciones que su desarrollo requieren;
c. Como parte del Patrimonio Cultural de nuestras instituciones y pueblos que queden como evidencias para el futuro y sirvan para reconstruir la historia de la institución, de la comunidad, del distrito, de la provincia y de la región. Hay que tener presente que no existe historia sin fuentes, ésta no se inventa y los documentos son indispensables.
Estas y otras consideraciones jurídicas, científicas, históricas, informativas, culturales, etc. deben convencernos acerca de la necesidad de organizar nuestros archivos. Además tomarlo como una obligación institucional, como una responsabilidad con nuestro pasado, presente y futuro.
2. Acopiar los periódicos, revistas, folletos, volantes y símiles de nuestro ámbito
Los periódicos registran los acontecimientos cotidianos de los pueblos, las acciones de sus hombres, las actividades de sus instituciones, el nacimiento y desarrollo de sus empresas, las manifestaciones de su idiosincrasia; lanzan iniciativas, contribuyen a formar opinión pública. Como coincide el estudioso James Regan, “El periodismo local manifiesta la vida cotidiana con todos sus gozos y conflictos sociales, los sueños de desarrollo y desasosiegos políticos. Es una de la mejores fuentes para conocer la vida de un pueblo”
Para quienes deseamos conocer la realidad de nuestros pueblos, no podemos soslayar la importancia de las fuentes hemerográficas en la búsqueda y obtención de los datos. Muy bien lo remarcaba el maestro Raúl Porras Barrenechea, “la fuente más inmediata a la investigación histórica sobre la etapa republicana son los periódicos. Toda información sobre la vida política y social del Perú en este período tiene que comenzar por ellos”
Sin embargo, los periódicos, revistas y similares de producción provincial o regional no están lo suficientemente valorados como parte del Patrimonio Cultural y, por lo mismo, se hace poco o nada por acopiarlos, conservarlos y darle uso como fuente histórica. Los periódicos, pese a su carácter efímero, constituyen un indicador privilegiado para el análisis de los fenómenos sociales de todo tipo.
De lo anterior se desprende la necesidad –y aquí nuestra propuesta- de organizar la hemeroteca de nuestra provincia, acopiando, organizando, conservando y poniendo al servicio de la educación, de la investigación y del turismo los periódicos, las revistas, los folletos, los volantes, los afiches y demás similares producidos en el ámbito de nuestras provincias.
3. Recopilar y organizar la bibliografía de nuestro distrito y provincia
Por lo general desconocemos la cantidad de libros publicados sobre nuestro ámbito distrital y provincial. Muchos son de factura local y otros desde otras latitudes, como Lima. Muchos hijos intelectuales han homenajeado a su tierra con algún producto bibliográfico, resaltando algunas de sus facetas: recursos naturales, economía, historia, arqueología, turismo, folklore, etc. Sin embargo, cuando visitamos las bibliotecas de nuestras instituciones educativas, culturales, gremiales o municipales nos encontramos con la triste realidad de no hallar libro alguno sobre nuestro espacio geográfico.
Lo anterior contrasta con la necesidad de incorporar la temática local, provincial y regional en los contenidos educativos de nuestros estudiantes de todos los niveles educativos o la necesidad de información que requieren los investigadores, turistas y demás interesados.
Esto debe llamar a adoptar medidas inmediatas que pasan sino por la identificación de los libros, su acopio con la consiguiente organización de la bibliografía regional dentro de nuestras bibliotecas institucionales, especialmente municipales y educativas.
En esta dirección se orientan los esfuerzos de AEPA-Bolognesi por acopiar los libros sobre nuestra provincia, la que debe continuar y ponerse a consideración de todos garantizando su cuidado y conservación. Lo otro es estimular, demandar, exigir, lograr que nuestro gobierno municipal implemente proyectos editoriales de apoyo a la producción bibliográfica sobre el ámbito local y provincial. Con estas medidas estimularemos la investigación, la producción bibliográfica y el mejor conocimiento y valoración de los nuestro.
4. Recolectar fotografías y organizar la fototeca distrital y provincial.
Todos estamos familiarizados con las fotografías, es más, en nuestras casas tenemos algunas antiguas en blanco y negro y la mayoría a colores. Otro tanto ocurre con las instituciones, pero a diferencia de las familiares son pocas las que se conservan, la mayoría se extravían al final de cada gestión.
No se conservan colecciones, no se organizan fototecas institucionales, se desconoce el valor de la fotografía como evidencia de una etapa, como recurso cultural, como elemento de construcción o afirmación de la identidad cultural.
Con el paso del tiempo el valor de la fotografía se acrecienta, pues identifica la realidad, expone a la vista de todos un momento importante en la vida de las personas, de las colectividades, del entorno geográfico o citadino. Nos acerca a contextos culturales distintos ya sean estos pasados o presentes. El ojo puede registrar solamente un número limitado de fenómenos, mientras la cámara puede grabar con precisión una cantidad ilimitada de detalles. Además el ojo de la cámara no es subjetivo, no llega a confundirse y no se cansa. La memoria fotográfica proporciona detalles que no siempre se perciben en un primer encuentro, registra una parte genuina de un acontecimiento concreto y, además, ofrece la oportunidad de investigación más amplia.
La gente usa las cámaras para crear imágenes que, a su vez, crean y evocan una realidad que es tanto pasada como presente. Las cámaras son usadas por aquellos que se encuentran a ambos lados del visor: no solamente el fotógrafo que toma la imagen, también los “sujetos” fotografiados que organizar la manera en que son fotografiados, pueden hacer esto teniendo fines personales, sociales, culturales o políticos. Por eso la fotografía, en las manos de cualquier observador anónimo, es fruto y resultado de tal cúmulo de intereses y circunstancias.
Por todo ello la fotografía es ante todo un documento y tiene valor testimonial que contiene un lenguaje y un mensaje articulado en el pasado, inscrita en sí misma, que espera, como la bella durmiente a que alguien la despierte de su letargo y se deleite en su verdadera belleza.
La fotografía no es sólo objeto histórico sino también agente articulador de la historia. La fotografía puede ser inscripción y escritura a la vez, hurgando en el pasado de su contenido descubrimos hitos explicando historias.
Si el valor documental de la fotografía es importante para la reconstrucción histórica y como parte integrante del patrimonio cultural de un pueblo, los es también como cúmulo de datos y como actor en una investigación etnográfica, o de otra índole, al evocar instantes perdidos; en un poderoso instrumento metodológico que ayuda al sujeto a enunciar más datos referentes al hecho reflejado en la imagen, al hecho estudiado.
La justificación de tomar fotografías no es únicamente testimonial para probar el “yo estuve allí”, ni un adorno superfluo con el que aumentar el número de páginas de una publicación, sino un modo de trabajar para dejar evidencias de determinados hechos en la vida de las personas, instituciones o pueblos y que, naturalmente evoquen las experiencias de la vida como nunca podrá hacer la escritura.
Por todo lo expuesto, es menester que a través de nuestras instituciones nos propongamos y ejecutemos la recolección de fotografías de todas las épocas y temas y demos vida a una gran fototeca provincial que pueda estar bajo la responsabilidad del gobierno local o de alguna institución comprometida con la salvaguarda del patrimonio cultural de la provincia. Con estas fotografías deben organizarse exposiciones periódicas mostrando aspectos importantes de nuestra zona y poniéndolas a disposición de la investigación, de las publicaciones, de los interesados.
5. Registrar los mitos, cuentos y leyendas, las creencias y supersticiones, el vocabulario provincial
Los mitos son relatos que tienen una ilustración o simbología muy intensa para una cultura en la cual se muestran como una definición divina del origen, existencia y desarrollo. Registran creencias establecidas, habitualmente a través de varias generaciones, con relación a ciertos hechos improbables y sorprendentes que, de acuerdo al mismo, han sucedido en la realidad, los cuales no son posibles de ser verificados de manera objetiva. Pero incluso los hechos históricos pueden servir como mitos si son importantes para una cultura determinada.
Los mitos se caracterizan por tres atributos: siempre se refieren a una cuestión existencial, en relación a la creación de la Tierra, el nacimiento, la muerte y similares; están constituidos por adversarios irreconciliables: creación frente a destrucción, vida contra muerte, dioses frente a hombres; facilitan la reconciliación entre estos extremos a favor de exorcizar nuestra angustia. En fin, están vinculados con las creencias de los pueblos.
Los mitos no manifiestan solamente cómo el ser humano y el mundo en el que vive son como él los ve sino que rememorar mitos alcanza a ser una necesidad vital, no sólo para apaciguar o atenuar los poderes sobrehumanos, también para estimular las mismas caudales creativas y espirituales que transportaron al ser humano a imaginar sus mitos.
Por otro lado, los cuentos son narraciones breves sobre hechos imaginarios, protagonizado por grupos reducidos de personajes y con un argumento sencillo. Presentan varias características: son narradas o relatadas; son ficticias, aun cuando se basen en hechos reales; son argumentales por tener estructuras de hechos entrelazados (acción– consecuencias) en un formato de: introducción – nudo – desenlace.; a diferencia de las novelas, en los cuentos todos los hechos se encadenan en una sola sucesión de hechos; todos los elementos que se mencionan en la narración del cuento están relacionados y funcionan como indicios del argumento; aunque puede haber otros personajes, la historia hablará de uno en particular, que es a quien le ocurren los hechos; están escritos para ser leídos de corrido de principio a fin, si uno corta la lectura, es muy probable que se pierda el efecto narrativo; por y para cumplir con todas las demás características, los cuentos deben ser breves.
Y, las leyendas son narraciones orales o escritas, con una mayor o menor proporción de elementos imaginativos y que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderas o basadas en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad. Se transmiten habitualmente de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia experimentan supresiones, añadidos o modificaciones.
Las leyendas están generalmente relacionadas con una persona, una comunidad, un monumento, un lugar o un acontecimiento. Contienen casi siempre un núcleo básicamente histórico, ampliado en mayor o menor grado con episodios imaginativos. La aparición de los mismos puede depender de motivaciones involuntarias, como errores, malas interpretaciones o exageraciones, o bien de la acción consciente de una o más personas que, por razones interesadas o puramente estéticas, desarrollan el embrión original.
Los mitos, las leyendas y los cuentos vinculados a nuestros pueblos, a sus prácticas cotidianas, que circulan en el habla popular, debemos recopilarlos, estudiarlos y valorarlos como parte de nuestro patrimonio y elementos que contribuyan a la afirmación de nuestra identidad cultural. Aquí, sobretodo, nuestros docentes y alumnos de los distintos niveles educativos tienen una grata responsabilidad.
El conjunto de creencias, supersticiones y palabras propias, típicas de nuestro entorno regional o provincial, producto del quehacer cotidiano alimentado por el imaginario colectivo nos presenta nuevas responsabilidades de recopilación y estudio en el que, también, deben comprometerse maestros y alumnos.
6. Inventariar a nuestros sitios arqueológicos e inmuebles históricos
El espacio geográfico de nuestros distritos y provincias contiene una serie de evidencias de pueblos desaparecidos. Tenemos inmuebles prehispánicos, hispánicos y republicanos de enorme valor histórico, artístico y testimonial que conforman otros componentes del Patrimonio Cultural que merece ser inventariado, estudiado, valorado, conservado y defendido.
Los sitios arqueológicos plenamente inventariados, pueden facilitar su registro e inscripción como monumentos arqueológicos por parte del Ministerio de Cultura, igualmente la investigación arqueológica, y su utilización como recurso y atractivo turístico.
Otro tanto puede ocurrir con los templos coloniales (como los de Aquia, Huasta, Mangas, por citar algunos), las casonas coloniales o republicanas que, de acuerdo a su valor histórico y artístico, pueden ser incorporados como monumentos históricos. Estos inmuebles debidamente restaurados, cuidados y defendidos serán fuentes de conocimiento y valoración de nuestro pasado, valiosos recursos turísticos del medio e instrumentos de afirmación de lo nuestro.
7. Identificar, registrar, conocer y valorar las expresiones inmateriales de nuestra cultura
A los mitos, leyendas, supersticiones y vocabulario locales, distritales y de la provincia, es importante registrar otras evidencias de nuestro Patrimonio Inmaterial: aspectos de la vida cotidiana, las festividades en sus distintas manifestaciones y ´pocas, las prácticas comunales en trabajo o fiesta, las pràcticas y ritos en los distintos momentos de la vida de las personas, instituciones, comunidades, pueblos y distritos.
Por ejemplo, en la Comunidad de Cuspón se mantienen y practican el uso de los quipus en los ritos funerarios, expresiones de este y diverso tipo se conservan en distintos pueblos que merecen ser identificados, estudiados y conservados como parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial.
Acciones de identificación, recolección, estudio, valoración y protección pueden seguirse con otras expresiones de nuestro patrimonio local o provincial (festividades, artesanía, platos típicos, plantas medicinales, indumentaria típica, vivienda, etc.). Pero, lo que deseamos, es dejar plenamente establecida la gran responsabilidad-tarea que todos, autoridades y no, tenemos con la recuperación de nuestra memoria, la defensa de nuestro patrimonio y la construcción o afirmación de nuestra identidad cultural.
Bibliografía básica
Federación Española de Municipios y Provincias (2009). Guía para la evaluación de políticas culturales locales. Madrid: FEM. 80 pp.
Ministerio de Cultura (2014). Manual sobre declaratorias de expresiones del Patrimonio Cultural Inmaterial como Patrimonio Cultural de la Nación. Lima: Ministerio de Cultura.
Rausell, Kou (2007). Cultura, estrategia pare el desarrollo local. Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. 289 pp.
Tono Martínez, José (2007). Conceptos y experiencias de gestión cultural. Madrid: Ministerio de Cultura. 107 pp.
Urrutia, Paulina et al (2006). Diagnóstico de la gestión cultural de los municipios de Chile. Valparaiso: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. 86 pp.
Filomeno Zubieta Núñez
[email protected]
Para quienes estamos inmersos en los estudios de la realidad de nuestros pueblos y estamos dedicados al ejercicio de la docencia, no nos es ajeno el abordaje de temas sobre identidad cultural; es más, estamos comprometidos en el quehacer de su construcción, afirmación, defensa, conservación y promoción. De ahí que, sintetizando experiencias propias y ajenas, formulamos algunas propuestas que nos permitan tener las fuentes de recuperación de la memoria y su manejo en las políticas culturales en beneficio de los ámbitos locales y de nuestra provincia.
Nuestros pueblos tienen una variada riqueza cultural que no sólo debe ser explotada sino recuperada, conservada y utilizada en la afirmación de nuestra identidad cultural. Todos, los maestros de los diferentes niveles, los estudiantes, los intelectuales e investigadores, las autoridades, las organizaciones naturales (comunidades, sindicatos, clubes), pueden y deben asumir compromisos por preservar la memoria colectiva y el patrimonio cultural en sus más variadas expresiones como fuentes de afirmación de lo nuestro.
A los docentes, investigadores, a las instituciones culturales, a las autoridades de los ámbitos distritales y provinciales, les proponemos:
1. Recuperar, organizar y poner en servicio los documentos de nuestras instituciones.
Todas nuestras instituciones (municipalidades, comunidades, centros educativos, sindicatos, clubes deportivos, centros culturales, etc.), e inclusive las personas, en el curso de su existencia generan documentos. Documentos que muchas veces al poco tiempo son destruidos por ignorar su enorme importancia:
a. Como evidencia de la gestión realizada, de los pasajes de la vida institucional, del paso de determinadas personas o grupos en su vida institucional. Documentos que permitirán contar con las pruebas jurídicas de primera mano, evaluar la gestión e identificar los yerros, sacar lecciones y asegurar un futuro distinto y superior;
b. Da testimonio de vida y contribuye al desarrollo local, brindando información sobre la vida cotidiana local o institucional en sus distintas etapas, permitiendo identificar los problemas y necesidades y, por lo mismo, planificar las acciones que su desarrollo requieren;
c. Como parte del Patrimonio Cultural de nuestras instituciones y pueblos que queden como evidencias para el futuro y sirvan para reconstruir la historia de la institución, de la comunidad, del distrito, de la provincia y de la región. Hay que tener presente que no existe historia sin fuentes, ésta no se inventa y los documentos son indispensables.
Estas y otras consideraciones jurídicas, científicas, históricas, informativas, culturales, etc. deben convencernos acerca de la necesidad de organizar nuestros archivos. Además tomarlo como una obligación institucional, como una responsabilidad con nuestro pasado, presente y futuro.
2. Acopiar los periódicos, revistas, folletos, volantes y símiles de nuestro ámbito
Los periódicos registran los acontecimientos cotidianos de los pueblos, las acciones de sus hombres, las actividades de sus instituciones, el nacimiento y desarrollo de sus empresas, las manifestaciones de su idiosincrasia; lanzan iniciativas, contribuyen a formar opinión pública. Como coincide el estudioso James Regan, “El periodismo local manifiesta la vida cotidiana con todos sus gozos y conflictos sociales, los sueños de desarrollo y desasosiegos políticos. Es una de la mejores fuentes para conocer la vida de un pueblo”
Para quienes deseamos conocer la realidad de nuestros pueblos, no podemos soslayar la importancia de las fuentes hemerográficas en la búsqueda y obtención de los datos. Muy bien lo remarcaba el maestro Raúl Porras Barrenechea, “la fuente más inmediata a la investigación histórica sobre la etapa republicana son los periódicos. Toda información sobre la vida política y social del Perú en este período tiene que comenzar por ellos”
Sin embargo, los periódicos, revistas y similares de producción provincial o regional no están lo suficientemente valorados como parte del Patrimonio Cultural y, por lo mismo, se hace poco o nada por acopiarlos, conservarlos y darle uso como fuente histórica. Los periódicos, pese a su carácter efímero, constituyen un indicador privilegiado para el análisis de los fenómenos sociales de todo tipo.
De lo anterior se desprende la necesidad –y aquí nuestra propuesta- de organizar la hemeroteca de nuestra provincia, acopiando, organizando, conservando y poniendo al servicio de la educación, de la investigación y del turismo los periódicos, las revistas, los folletos, los volantes, los afiches y demás similares producidos en el ámbito de nuestras provincias.
3. Recopilar y organizar la bibliografía de nuestro distrito y provincia
Por lo general desconocemos la cantidad de libros publicados sobre nuestro ámbito distrital y provincial. Muchos son de factura local y otros desde otras latitudes, como Lima. Muchos hijos intelectuales han homenajeado a su tierra con algún producto bibliográfico, resaltando algunas de sus facetas: recursos naturales, economía, historia, arqueología, turismo, folklore, etc. Sin embargo, cuando visitamos las bibliotecas de nuestras instituciones educativas, culturales, gremiales o municipales nos encontramos con la triste realidad de no hallar libro alguno sobre nuestro espacio geográfico.
Lo anterior contrasta con la necesidad de incorporar la temática local, provincial y regional en los contenidos educativos de nuestros estudiantes de todos los niveles educativos o la necesidad de información que requieren los investigadores, turistas y demás interesados.
Esto debe llamar a adoptar medidas inmediatas que pasan sino por la identificación de los libros, su acopio con la consiguiente organización de la bibliografía regional dentro de nuestras bibliotecas institucionales, especialmente municipales y educativas.
En esta dirección se orientan los esfuerzos de AEPA-Bolognesi por acopiar los libros sobre nuestra provincia, la que debe continuar y ponerse a consideración de todos garantizando su cuidado y conservación. Lo otro es estimular, demandar, exigir, lograr que nuestro gobierno municipal implemente proyectos editoriales de apoyo a la producción bibliográfica sobre el ámbito local y provincial. Con estas medidas estimularemos la investigación, la producción bibliográfica y el mejor conocimiento y valoración de los nuestro.
4. Recolectar fotografías y organizar la fototeca distrital y provincial.
Todos estamos familiarizados con las fotografías, es más, en nuestras casas tenemos algunas antiguas en blanco y negro y la mayoría a colores. Otro tanto ocurre con las instituciones, pero a diferencia de las familiares son pocas las que se conservan, la mayoría se extravían al final de cada gestión.
No se conservan colecciones, no se organizan fototecas institucionales, se desconoce el valor de la fotografía como evidencia de una etapa, como recurso cultural, como elemento de construcción o afirmación de la identidad cultural.
Con el paso del tiempo el valor de la fotografía se acrecienta, pues identifica la realidad, expone a la vista de todos un momento importante en la vida de las personas, de las colectividades, del entorno geográfico o citadino. Nos acerca a contextos culturales distintos ya sean estos pasados o presentes. El ojo puede registrar solamente un número limitado de fenómenos, mientras la cámara puede grabar con precisión una cantidad ilimitada de detalles. Además el ojo de la cámara no es subjetivo, no llega a confundirse y no se cansa. La memoria fotográfica proporciona detalles que no siempre se perciben en un primer encuentro, registra una parte genuina de un acontecimiento concreto y, además, ofrece la oportunidad de investigación más amplia.
La gente usa las cámaras para crear imágenes que, a su vez, crean y evocan una realidad que es tanto pasada como presente. Las cámaras son usadas por aquellos que se encuentran a ambos lados del visor: no solamente el fotógrafo que toma la imagen, también los “sujetos” fotografiados que organizar la manera en que son fotografiados, pueden hacer esto teniendo fines personales, sociales, culturales o políticos. Por eso la fotografía, en las manos de cualquier observador anónimo, es fruto y resultado de tal cúmulo de intereses y circunstancias.
Por todo ello la fotografía es ante todo un documento y tiene valor testimonial que contiene un lenguaje y un mensaje articulado en el pasado, inscrita en sí misma, que espera, como la bella durmiente a que alguien la despierte de su letargo y se deleite en su verdadera belleza.
La fotografía no es sólo objeto histórico sino también agente articulador de la historia. La fotografía puede ser inscripción y escritura a la vez, hurgando en el pasado de su contenido descubrimos hitos explicando historias.
Si el valor documental de la fotografía es importante para la reconstrucción histórica y como parte integrante del patrimonio cultural de un pueblo, los es también como cúmulo de datos y como actor en una investigación etnográfica, o de otra índole, al evocar instantes perdidos; en un poderoso instrumento metodológico que ayuda al sujeto a enunciar más datos referentes al hecho reflejado en la imagen, al hecho estudiado.
La justificación de tomar fotografías no es únicamente testimonial para probar el “yo estuve allí”, ni un adorno superfluo con el que aumentar el número de páginas de una publicación, sino un modo de trabajar para dejar evidencias de determinados hechos en la vida de las personas, instituciones o pueblos y que, naturalmente evoquen las experiencias de la vida como nunca podrá hacer la escritura.
Por todo lo expuesto, es menester que a través de nuestras instituciones nos propongamos y ejecutemos la recolección de fotografías de todas las épocas y temas y demos vida a una gran fototeca provincial que pueda estar bajo la responsabilidad del gobierno local o de alguna institución comprometida con la salvaguarda del patrimonio cultural de la provincia. Con estas fotografías deben organizarse exposiciones periódicas mostrando aspectos importantes de nuestra zona y poniéndolas a disposición de la investigación, de las publicaciones, de los interesados.
5. Registrar los mitos, cuentos y leyendas, las creencias y supersticiones, el vocabulario provincial
Los mitos son relatos que tienen una ilustración o simbología muy intensa para una cultura en la cual se muestran como una definición divina del origen, existencia y desarrollo. Registran creencias establecidas, habitualmente a través de varias generaciones, con relación a ciertos hechos improbables y sorprendentes que, de acuerdo al mismo, han sucedido en la realidad, los cuales no son posibles de ser verificados de manera objetiva. Pero incluso los hechos históricos pueden servir como mitos si son importantes para una cultura determinada.
Los mitos se caracterizan por tres atributos: siempre se refieren a una cuestión existencial, en relación a la creación de la Tierra, el nacimiento, la muerte y similares; están constituidos por adversarios irreconciliables: creación frente a destrucción, vida contra muerte, dioses frente a hombres; facilitan la reconciliación entre estos extremos a favor de exorcizar nuestra angustia. En fin, están vinculados con las creencias de los pueblos.
Los mitos no manifiestan solamente cómo el ser humano y el mundo en el que vive son como él los ve sino que rememorar mitos alcanza a ser una necesidad vital, no sólo para apaciguar o atenuar los poderes sobrehumanos, también para estimular las mismas caudales creativas y espirituales que transportaron al ser humano a imaginar sus mitos.
Por otro lado, los cuentos son narraciones breves sobre hechos imaginarios, protagonizado por grupos reducidos de personajes y con un argumento sencillo. Presentan varias características: son narradas o relatadas; son ficticias, aun cuando se basen en hechos reales; son argumentales por tener estructuras de hechos entrelazados (acción– consecuencias) en un formato de: introducción – nudo – desenlace.; a diferencia de las novelas, en los cuentos todos los hechos se encadenan en una sola sucesión de hechos; todos los elementos que se mencionan en la narración del cuento están relacionados y funcionan como indicios del argumento; aunque puede haber otros personajes, la historia hablará de uno en particular, que es a quien le ocurren los hechos; están escritos para ser leídos de corrido de principio a fin, si uno corta la lectura, es muy probable que se pierda el efecto narrativo; por y para cumplir con todas las demás características, los cuentos deben ser breves.
Y, las leyendas son narraciones orales o escritas, con una mayor o menor proporción de elementos imaginativos y que generalmente quieren hacerse pasar por verdaderas o basadas en la verdad, o ligada en todo caso a un elemento de la realidad. Se transmiten habitualmente de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia experimentan supresiones, añadidos o modificaciones.
Las leyendas están generalmente relacionadas con una persona, una comunidad, un monumento, un lugar o un acontecimiento. Contienen casi siempre un núcleo básicamente histórico, ampliado en mayor o menor grado con episodios imaginativos. La aparición de los mismos puede depender de motivaciones involuntarias, como errores, malas interpretaciones o exageraciones, o bien de la acción consciente de una o más personas que, por razones interesadas o puramente estéticas, desarrollan el embrión original.
Los mitos, las leyendas y los cuentos vinculados a nuestros pueblos, a sus prácticas cotidianas, que circulan en el habla popular, debemos recopilarlos, estudiarlos y valorarlos como parte de nuestro patrimonio y elementos que contribuyan a la afirmación de nuestra identidad cultural. Aquí, sobretodo, nuestros docentes y alumnos de los distintos niveles educativos tienen una grata responsabilidad.
El conjunto de creencias, supersticiones y palabras propias, típicas de nuestro entorno regional o provincial, producto del quehacer cotidiano alimentado por el imaginario colectivo nos presenta nuevas responsabilidades de recopilación y estudio en el que, también, deben comprometerse maestros y alumnos.
6. Inventariar a nuestros sitios arqueológicos e inmuebles históricos
El espacio geográfico de nuestros distritos y provincias contiene una serie de evidencias de pueblos desaparecidos. Tenemos inmuebles prehispánicos, hispánicos y republicanos de enorme valor histórico, artístico y testimonial que conforman otros componentes del Patrimonio Cultural que merece ser inventariado, estudiado, valorado, conservado y defendido.
Los sitios arqueológicos plenamente inventariados, pueden facilitar su registro e inscripción como monumentos arqueológicos por parte del Ministerio de Cultura, igualmente la investigación arqueológica, y su utilización como recurso y atractivo turístico.
Otro tanto puede ocurrir con los templos coloniales (como los de Aquia, Huasta, Mangas, por citar algunos), las casonas coloniales o republicanas que, de acuerdo a su valor histórico y artístico, pueden ser incorporados como monumentos históricos. Estos inmuebles debidamente restaurados, cuidados y defendidos serán fuentes de conocimiento y valoración de nuestro pasado, valiosos recursos turísticos del medio e instrumentos de afirmación de lo nuestro.
7. Identificar, registrar, conocer y valorar las expresiones inmateriales de nuestra cultura
A los mitos, leyendas, supersticiones y vocabulario locales, distritales y de la provincia, es importante registrar otras evidencias de nuestro Patrimonio Inmaterial: aspectos de la vida cotidiana, las festividades en sus distintas manifestaciones y ´pocas, las prácticas comunales en trabajo o fiesta, las pràcticas y ritos en los distintos momentos de la vida de las personas, instituciones, comunidades, pueblos y distritos.
Por ejemplo, en la Comunidad de Cuspón se mantienen y practican el uso de los quipus en los ritos funerarios, expresiones de este y diverso tipo se conservan en distintos pueblos que merecen ser identificados, estudiados y conservados como parte de nuestro Patrimonio Cultural Inmaterial.
Acciones de identificación, recolección, estudio, valoración y protección pueden seguirse con otras expresiones de nuestro patrimonio local o provincial (festividades, artesanía, platos típicos, plantas medicinales, indumentaria típica, vivienda, etc.). Pero, lo que deseamos, es dejar plenamente establecida la gran responsabilidad-tarea que todos, autoridades y no, tenemos con la recuperación de nuestra memoria, la defensa de nuestro patrimonio y la construcción o afirmación de nuestra identidad cultural.
Bibliografía básica
Federación Española de Municipios y Provincias (2009). Guía para la evaluación de políticas culturales locales. Madrid: FEM. 80 pp.
Ministerio de Cultura (2014). Manual sobre declaratorias de expresiones del Patrimonio Cultural Inmaterial como Patrimonio Cultural de la Nación. Lima: Ministerio de Cultura.
Rausell, Kou (2007). Cultura, estrategia pare el desarrollo local. Madrid: Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. 289 pp.
Tono Martínez, José (2007). Conceptos y experiencias de gestión cultural. Madrid: Ministerio de Cultura. 107 pp.
Urrutia, Paulina et al (2006). Diagnóstico de la gestión cultural de los municipios de Chile. Valparaiso: Consejo Nacional de la Cultura y las Artes. 86 pp.
Filomeno Zubieta Núñez
[email protected]