armando zarazú aldave
SANTA ROSA EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Es indudable que la humanidad entera está siendo golpeada inmisericordemente por la terrible pandemia que se lleva vidas y más vidas, sin distingos de raza, posición social y riqueza, dejando llanto y dolor en innumerables hogares, no solo de nuestro querido Perú, sino también en diferentes lugares del mundo entero, sin hacer diferencia entre los países ricos y los llamados en proceso de desarrollo.
Hasta lo que se sabe no existe cura segura o vacuna que pueda detener el avance de esta novísima epidemia, la vacuna esperada llegará, pero no está a la vuelta de la esquina, y tardará un poco, solo resta ser pacientes y esperar sin dar mucho crédito a la muchedumbre de charlatanes que no faltan en todas partes. La mejor forma de evitar el contagio es seguir las reglas que las autoridades competentes han establecido, es la única forma de mantenerse sano. No hacerlo implica la posibilidad, no solo de contagiarse sino de llevar el virus a casa y transmitirla a los familiares, poniéndolos en peligro, no solo de contraer la enfermedad, sino también de morir. Lamentablemente es la realidad.
Es indudable que la pandemia ha significado serios trastornos en el diario vivir de la gente y de los pueblos como sociedad. Chiquián en un ejemplo, su principal expresión cultural, aquella de la que todos sus hijos se enorgullecen, la fiesta de Santa Rosa ha sido suspendida y, de acorde a los tiempos modernos que vivimos, se ha hecho una fiesta, si así puede llamársela, virtual; mas que nada para decir que, mientras haya vida no habrá nada que pueda romper, destruir y hacer olvidar la cultura, porque la fiesta de Santa Rosa es justamente eso, reflejo de la cultura chiquiana, aquella que se heredó de los padres, y que ellos heredaron de los suyos.
Como reza un antiguo dicho de las abuelas, a falta de pan buenas son tortas, nada más cierto en este caso, sobre todo si la cibernética está al alcance de la mano. Durante los días de la fiesta de Santa Rosa muchísimas personas echaron mano a sus archivos digitales de fiestas anteriores y las han ido colgando en la red, llevando de esa forma gratos recuerdos a todos los que, de una u otra forma, participaron en fiestas anteriores. El Festival de la Guitarra Chiquiana, evento que ya se ha convertido en parte de la fiesta, organizó su festival de forma virtual, con la participación de numerosos aficionados a la guitarra, quienes deleitaron al público con su virtuosismo musical para interpretar tradicionales canciones que llevaron gratos recuerdos a sus oyentes.
Debido a los tiempos difíciles que se vive, la liturgia religiosa tuvo que realizarse ciñéndose a los estrictos códigos de seguridad requeridos por las autoridades. Las tradicionales procesiones de la fiesta se tuvieron que realizar utilizando camionetas, en cuya plataforma se colocaron las imágenes de Santa Rosa y San Francisco para que pudieran recorrer las calles, es de entender la tristeza que hizo presa de muchos de los espectadores virtuales al ver las calles de sus amada ciudad desiertas.
Las fiestas en honor a Santa Rosa que se realizan en Lima y otras localidades también fueron suspendidas. En el pueblo de Newington, EEUU en donde un grupo de chiquianos celebra la fiesta desde hace casi treinta años, también tuvo que ser suspendida por el mismo motivo. El domingo 6 de setiembre, fecha en la cual se debía haber celebrado la fiesta, los funcionarios de este año asistieron a misa llevando la imagen de la Patrona de Chiquián y a la vez se comprometieron en realizarla el año que viene, de la misma forma como se ha hecho en Chiquián y en los diversos pueblos donde esta se celebra. Una forma de expresar optimismo y confianza que esta pesadilla será superada.
La paralización de la fiesta en Chiquián ha significado un duro revés para el normal de su desarrollo comercial, ya de por sí golpeada por la paralización de las diferentes actividades productivas que mueven su economía. Sabido es que la Fiesta de Santa Rosa, aparte de su significado religioso y festivo relacionadas a ella, es un motor poderoso para la economía de la localidad. Restaurantes, hoteles, transportes e infinidad de otros negocios, literalmente hacían su agosto en esos días. Si a ellos se le suman músicos, cocineros, fabricantes de cuetes y juegos artificiales, bordadores (bandas, estandartes, etc., etc.) que se han quedado sin trabajo, se podrá entender que el impacto económico de la pandemia ha sido fuerte. Como se dice, todo el mundo se ganaba su alguito en esos días por el inmenso flujo de visitantes que llegaban a su suelo para gozar la fiesta y que, de una forma u otra contribuían a la economía chiquiana. A propósito, sería interesante y muy ilustrativo por cierto que algún joven estudioso se dé el trabajo investigar y analizar el impacto que tiene la fiesta en el movimiento económico de Chiquián.
La fiesta de Chiquián no se realizó este año, con toda seguridad volverá el próximo, llevando alegría y regocijo a todo corazón chiquiano dondequiera que sea.
Armando Zarazú Aldave
[email protected]
Hasta lo que se sabe no existe cura segura o vacuna que pueda detener el avance de esta novísima epidemia, la vacuna esperada llegará, pero no está a la vuelta de la esquina, y tardará un poco, solo resta ser pacientes y esperar sin dar mucho crédito a la muchedumbre de charlatanes que no faltan en todas partes. La mejor forma de evitar el contagio es seguir las reglas que las autoridades competentes han establecido, es la única forma de mantenerse sano. No hacerlo implica la posibilidad, no solo de contagiarse sino de llevar el virus a casa y transmitirla a los familiares, poniéndolos en peligro, no solo de contraer la enfermedad, sino también de morir. Lamentablemente es la realidad.
Es indudable que la pandemia ha significado serios trastornos en el diario vivir de la gente y de los pueblos como sociedad. Chiquián en un ejemplo, su principal expresión cultural, aquella de la que todos sus hijos se enorgullecen, la fiesta de Santa Rosa ha sido suspendida y, de acorde a los tiempos modernos que vivimos, se ha hecho una fiesta, si así puede llamársela, virtual; mas que nada para decir que, mientras haya vida no habrá nada que pueda romper, destruir y hacer olvidar la cultura, porque la fiesta de Santa Rosa es justamente eso, reflejo de la cultura chiquiana, aquella que se heredó de los padres, y que ellos heredaron de los suyos.
Como reza un antiguo dicho de las abuelas, a falta de pan buenas son tortas, nada más cierto en este caso, sobre todo si la cibernética está al alcance de la mano. Durante los días de la fiesta de Santa Rosa muchísimas personas echaron mano a sus archivos digitales de fiestas anteriores y las han ido colgando en la red, llevando de esa forma gratos recuerdos a todos los que, de una u otra forma, participaron en fiestas anteriores. El Festival de la Guitarra Chiquiana, evento que ya se ha convertido en parte de la fiesta, organizó su festival de forma virtual, con la participación de numerosos aficionados a la guitarra, quienes deleitaron al público con su virtuosismo musical para interpretar tradicionales canciones que llevaron gratos recuerdos a sus oyentes.
Debido a los tiempos difíciles que se vive, la liturgia religiosa tuvo que realizarse ciñéndose a los estrictos códigos de seguridad requeridos por las autoridades. Las tradicionales procesiones de la fiesta se tuvieron que realizar utilizando camionetas, en cuya plataforma se colocaron las imágenes de Santa Rosa y San Francisco para que pudieran recorrer las calles, es de entender la tristeza que hizo presa de muchos de los espectadores virtuales al ver las calles de sus amada ciudad desiertas.
Las fiestas en honor a Santa Rosa que se realizan en Lima y otras localidades también fueron suspendidas. En el pueblo de Newington, EEUU en donde un grupo de chiquianos celebra la fiesta desde hace casi treinta años, también tuvo que ser suspendida por el mismo motivo. El domingo 6 de setiembre, fecha en la cual se debía haber celebrado la fiesta, los funcionarios de este año asistieron a misa llevando la imagen de la Patrona de Chiquián y a la vez se comprometieron en realizarla el año que viene, de la misma forma como se ha hecho en Chiquián y en los diversos pueblos donde esta se celebra. Una forma de expresar optimismo y confianza que esta pesadilla será superada.
La paralización de la fiesta en Chiquián ha significado un duro revés para el normal de su desarrollo comercial, ya de por sí golpeada por la paralización de las diferentes actividades productivas que mueven su economía. Sabido es que la Fiesta de Santa Rosa, aparte de su significado religioso y festivo relacionadas a ella, es un motor poderoso para la economía de la localidad. Restaurantes, hoteles, transportes e infinidad de otros negocios, literalmente hacían su agosto en esos días. Si a ellos se le suman músicos, cocineros, fabricantes de cuetes y juegos artificiales, bordadores (bandas, estandartes, etc., etc.) que se han quedado sin trabajo, se podrá entender que el impacto económico de la pandemia ha sido fuerte. Como se dice, todo el mundo se ganaba su alguito en esos días por el inmenso flujo de visitantes que llegaban a su suelo para gozar la fiesta y que, de una forma u otra contribuían a la economía chiquiana. A propósito, sería interesante y muy ilustrativo por cierto que algún joven estudioso se dé el trabajo investigar y analizar el impacto que tiene la fiesta en el movimiento económico de Chiquián.
La fiesta de Chiquián no se realizó este año, con toda seguridad volverá el próximo, llevando alegría y regocijo a todo corazón chiquiano dondequiera que sea.
Armando Zarazú Aldave
[email protected]