manuel nieves fabian
EL CEQUIA PISAY Y JUCHA PISAY EN CANIS
(Provincia de Bolognesi – Ancash)
(Provincia de Bolognesi – Ancash)
El cequia y jucha pisay son costumbres de la comunidad practicadas desde la antigüedad, muy posiblemente desde la llegada de los waris a estas tierras. Esto se demuestra por el canal de irrigación y el reservorio encontrado en el resto arqueológico de Goto punta – Antacocha, lamentablemente destruido para darle otros usos.
Los pobladores de Canis, desde tiempos antiguos aprovecharon las aguas de los manantiales, siendo el primero Puquio, luego Tecllo, después Coca. Para agrandar sus campos de cultivo aprovecharon las aguas de Tambucar y Cuchicorral que recibía la afluencia de otros manantiales a lo largo de las quebradas hasta llegar a Pacocha.
Hasta ahora son utilizadas para la agricultura las tomas de agua y los reservorios de Tambucar, Tecllo y Pacocha. Cada una de estas tomas tienen sus jueces a de agua o repartidores.
La toma más grande es la de Tambucar que riega gran parte de los terrenos de la comunidad.
Antiguamente el relimpio de las acequias y los reservorios era mucho más festivo. Era una de las fiestas más importantes dedicadas a la agricultura; por eso en estas fiestas era indispensable la música interpretada por el pinkullero, quien acompañado de su tambor alegraba la jornada. Hoy, este personaje ha desaparecido
La costumbre del cequia pisay y el jucha pisay siempre lo hacían adelantándose a las épocas de lluvia, luego fijaron para el 29 de setiembre, el día de la fiesta de San Miguel.
Los encargados de velar por la conservación de los usos y costumbres, así como por la defensa de la comunidad eran los Varayoc, encabezado por el alcalde pedáneo, el campo el regidor y el alguacil. Estas autoridades eran elegidas por el período de un año el 25 de diciembre. Al final de la reunión se elegía a los jueces de agua de las tomas de Pacocha, Tambucar, Tecllo y Coca.
El día 03 de enero se realizaba el cambio de Vara, es decir, el entrante recibía la Vara consistente en un palo de waromo de unos dos metros, adornado con flores y enchapes de plata que terminaba en una cruz del mismo metal,
El alcalde pedáneo era el curaca del Imperio Incaico que los españoles reemplazaron el nombre de acuerdo a las costumbres traídas de España. Esta autoridad recaía sobre la persona con más experiencia y era la figura más representativa de la comunidad. Él administraba los bienes y las rentas, conservaba los libros, documentos y demás archivos. Como era la autoridad principal ordenaba la marcha de la comunidad y todos le tenían respeto y obediencia.
El campo tenía por misión cuidar las sementeras, es decir, velar por el desarrollo de las plantas para que no sean dañadas por los animales por descuido de sus dueños, y así se preocupaba para que haya buenas cosechas y la comunidad no sufriera el hambre en épocas de carestía.
El alguacil era la autoridad de menor jerarquía y como tal, en las faenas comunales se encargaba de repartir la coca y el aguardiente, proveer las semillas para la siembra, viajar a los pueblos vecinos o a la provincia llevando recados. En años posteriores y hasta ahora, a este viajero también le llaman propio.
Un día antes del cequia y jucha pisay el alcalde pedáneo manda pregonar al alguacil, ya sea cuadra por cuadra o subido en la parte más alta del pueblo, en el lugar denominado “La Cruz”, quien a voz en cuello anuncia:
Los pobladores de Canis, desde tiempos antiguos aprovecharon las aguas de los manantiales, siendo el primero Puquio, luego Tecllo, después Coca. Para agrandar sus campos de cultivo aprovecharon las aguas de Tambucar y Cuchicorral que recibía la afluencia de otros manantiales a lo largo de las quebradas hasta llegar a Pacocha.
Hasta ahora son utilizadas para la agricultura las tomas de agua y los reservorios de Tambucar, Tecllo y Pacocha. Cada una de estas tomas tienen sus jueces a de agua o repartidores.
La toma más grande es la de Tambucar que riega gran parte de los terrenos de la comunidad.
Antiguamente el relimpio de las acequias y los reservorios era mucho más festivo. Era una de las fiestas más importantes dedicadas a la agricultura; por eso en estas fiestas era indispensable la música interpretada por el pinkullero, quien acompañado de su tambor alegraba la jornada. Hoy, este personaje ha desaparecido
La costumbre del cequia pisay y el jucha pisay siempre lo hacían adelantándose a las épocas de lluvia, luego fijaron para el 29 de setiembre, el día de la fiesta de San Miguel.
Los encargados de velar por la conservación de los usos y costumbres, así como por la defensa de la comunidad eran los Varayoc, encabezado por el alcalde pedáneo, el campo el regidor y el alguacil. Estas autoridades eran elegidas por el período de un año el 25 de diciembre. Al final de la reunión se elegía a los jueces de agua de las tomas de Pacocha, Tambucar, Tecllo y Coca.
El día 03 de enero se realizaba el cambio de Vara, es decir, el entrante recibía la Vara consistente en un palo de waromo de unos dos metros, adornado con flores y enchapes de plata que terminaba en una cruz del mismo metal,
El alcalde pedáneo era el curaca del Imperio Incaico que los españoles reemplazaron el nombre de acuerdo a las costumbres traídas de España. Esta autoridad recaía sobre la persona con más experiencia y era la figura más representativa de la comunidad. Él administraba los bienes y las rentas, conservaba los libros, documentos y demás archivos. Como era la autoridad principal ordenaba la marcha de la comunidad y todos le tenían respeto y obediencia.
El campo tenía por misión cuidar las sementeras, es decir, velar por el desarrollo de las plantas para que no sean dañadas por los animales por descuido de sus dueños, y así se preocupaba para que haya buenas cosechas y la comunidad no sufriera el hambre en épocas de carestía.
El alguacil era la autoridad de menor jerarquía y como tal, en las faenas comunales se encargaba de repartir la coca y el aguardiente, proveer las semillas para la siembra, viajar a los pueblos vecinos o a la provincia llevando recados. En años posteriores y hasta ahora, a este viajero también le llaman propio.
Un día antes del cequia y jucha pisay el alcalde pedáneo manda pregonar al alguacil, ya sea cuadra por cuadra o subido en la parte más alta del pueblo, en el lugar denominado “La Cruz”, quien a voz en cuello anuncia:
–¡Comunkunaaa... wiyayaaaaayyy....!:
(¡Comuneros… escuchen!)
¡Waraymi cequia pisay y jucha pisaaayyy!
(¡Mañana se llevará a cabo el relimpio de la acequia y el estanque!)
¡Lampa, barritaaa, machitiii!
(¡Lleven lampa, barreta, machete!)
¡Tambucar ciquiaaa!
(¡La acequia de Tambucar!)
¡Kuchku juchaaa!
(¡El estanque de Kuchku!)
Generalmente el pregón se lleva a cabo entre las seis y siete de la noche, hora en que toda la población se encuentra cenando o reposando, luego de las infaltables tareas diarias.
Cequia pisay
Al amanecer del 29 de setiembre, todos los comuneros provistos de sus herramientas se dirigen a la toma de Tambucar. Al llegar al lugar se sientan a orillas de la acequia y el alguacil reparte la coca para la catipada, seguidamente invita una copa de ron. El comunero al recibir la copa arroja unas cuántas gotas al piso invitando al jirka para que el trabajo termine sin novedad.
(¡Comuneros… escuchen!)
¡Waraymi cequia pisay y jucha pisaaayyy!
(¡Mañana se llevará a cabo el relimpio de la acequia y el estanque!)
¡Lampa, barritaaa, machitiii!
(¡Lleven lampa, barreta, machete!)
¡Tambucar ciquiaaa!
(¡La acequia de Tambucar!)
¡Kuchku juchaaa!
(¡El estanque de Kuchku!)
Generalmente el pregón se lleva a cabo entre las seis y siete de la noche, hora en que toda la población se encuentra cenando o reposando, luego de las infaltables tareas diarias.
Cequia pisay
Al amanecer del 29 de setiembre, todos los comuneros provistos de sus herramientas se dirigen a la toma de Tambucar. Al llegar al lugar se sientan a orillas de la acequia y el alguacil reparte la coca para la catipada, seguidamente invita una copa de ron. El comunero al recibir la copa arroja unas cuántas gotas al piso invitando al jirka para que el trabajo termine sin novedad.
Luego de terminar el reparto de la bebida, el alguacil y el juez de aguas de esa toma, provistos de un maguey o carrizo de unos dos metros de largo, pronuncian el nombre del comunero y les van señalando los topos del tamaño del carrizo. Al concluir con el último de la lista vuelven al primero, y así sucesivamente hasta llegar al reservorio.
El trabajo es en competencia, mientras las mujeres rozan las malezas o pequeños árboles de los bordes de la acequia, los varones, manejando diestramente la lampa van arrojando el barro acumulado dejando limpio los topos señalados.
Jucha pisay
Al llegar al estanque hacen un alto, y los comuneros se dividen en dos grupos: Los que pertenecen a San Miguel y a Arcángel.
Esta división de los comuneros en dos mitades posiblemente tiene su origen con la imposición de la religión cristiana y la aparición de la imagen de arcángel Miguel en el pueblo, conocido como el “líder de los ejércitos de ángeles”. Lo cierto es que para esta competencia del relimpio del reservorio, los comuneros imaginariamente dividen al pueblo en dos mitades. Del centro hacia el Sur se le conoce como el barrio de Nukay, y del centro hacia el Norte, como el barrio de Pakay. De acuerdo a esta división los comuneros por tradición pertenecen ya sea a Arcángel o a San Miguel.
Siendo el trabajo del jucha pisay mucho más complejo que el cequia pisay los comuneros se preparan con días de antelación. Entre ellos planifican cuántos y quiénes deben ser los que amontonan del barro o el lodo, quiénes deben trasportar los montículos de barro hasta la orilla del reservorio, quiénes deben esperar en la parte superior, al borde del estanque, quiénes deben arrojar estos desperdicios y devolver en el mismo sentido los recipientes, baldes, latas, costales, en fin.
Cuando los comuneros de Arcángel y San Miguel se encuentran listos, el alguacil divide el reservorio en dos mitades y señala el lugar donde trabajarán cada uno de ellos.
El trabajo es labor de hormiga, cada uno cumple su papel, no hay tiempo para mirar el uno al otro, al final siempre hay un vencedor. Los victoriosos haciendo alarde de su destreza en el trabajo abandonan en el reservorio y se ubican en la parte superior y desde allí empiezan las chacotas mientras que los perdedores, humillados, continúan trabajando. Para sellar la victoria las mujeres forman grupos y entonan los harawis de triunfo:
Tarar tarar wayta
waytallay,
ashengallaykita
tarirkutankitaq
way palumitallay,
waytallay.
Flor de tara, flor de tara,
lo que has buscado
has encontrado,
ay palomita,
ay florcita linda.
Entonces los varones, en grupo y a una sola, voz completan con una sonora japarida: ¡Wajiiiiiiiii!
Al concluir el jucha pisay, después del mediodía, el reservorio queda limpio, entonces la banda de músicos que
El trabajo es en competencia, mientras las mujeres rozan las malezas o pequeños árboles de los bordes de la acequia, los varones, manejando diestramente la lampa van arrojando el barro acumulado dejando limpio los topos señalados.
Jucha pisay
Al llegar al estanque hacen un alto, y los comuneros se dividen en dos grupos: Los que pertenecen a San Miguel y a Arcángel.
Esta división de los comuneros en dos mitades posiblemente tiene su origen con la imposición de la religión cristiana y la aparición de la imagen de arcángel Miguel en el pueblo, conocido como el “líder de los ejércitos de ángeles”. Lo cierto es que para esta competencia del relimpio del reservorio, los comuneros imaginariamente dividen al pueblo en dos mitades. Del centro hacia el Sur se le conoce como el barrio de Nukay, y del centro hacia el Norte, como el barrio de Pakay. De acuerdo a esta división los comuneros por tradición pertenecen ya sea a Arcángel o a San Miguel.
Siendo el trabajo del jucha pisay mucho más complejo que el cequia pisay los comuneros se preparan con días de antelación. Entre ellos planifican cuántos y quiénes deben ser los que amontonan del barro o el lodo, quiénes deben trasportar los montículos de barro hasta la orilla del reservorio, quiénes deben esperar en la parte superior, al borde del estanque, quiénes deben arrojar estos desperdicios y devolver en el mismo sentido los recipientes, baldes, latas, costales, en fin.
Cuando los comuneros de Arcángel y San Miguel se encuentran listos, el alguacil divide el reservorio en dos mitades y señala el lugar donde trabajarán cada uno de ellos.
El trabajo es labor de hormiga, cada uno cumple su papel, no hay tiempo para mirar el uno al otro, al final siempre hay un vencedor. Los victoriosos haciendo alarde de su destreza en el trabajo abandonan en el reservorio y se ubican en la parte superior y desde allí empiezan las chacotas mientras que los perdedores, humillados, continúan trabajando. Para sellar la victoria las mujeres forman grupos y entonan los harawis de triunfo:
Tarar tarar wayta
waytallay,
ashengallaykita
tarirkutankitaq
way palumitallay,
waytallay.
Flor de tara, flor de tara,
lo que has buscado
has encontrado,
ay palomita,
ay florcita linda.
Entonces los varones, en grupo y a una sola, voz completan con una sonora japarida: ¡Wajiiiiiiiii!
Al concluir el jucha pisay, después del mediodía, el reservorio queda limpio, entonces la banda de músicos que
durante la competencia ha estado amenizando con lo mejor de su repertorio ingresan al reservorio conjuntamente con el capitán y las pallas, y sobre el piso limpio del estanque, ante la alegría de los comuneros, realizan diversas mudanzas.
Mientras la gente goza olvidándose de la competencia, las mujeres de los comuneros, como si fuera una procesión, provistos de los potajes más sabrosos, van llegando e ingresando al reservorio. Cuando creen que ya han llegado todas las mujeres, el alcalde pedáneo da la orden de sentarse formando un inmenso círculo; entonces, las mujeres que se han colocado detrás de sus esposos tienden los manteles blancos finamente bordados sobre unas mantas de lana y empiezan a servir las infaltables humitas, las tortillas de huevo con bastante cebolla china, el picante de cuy, el escabeche de gallina y otros variados potajes. Antes de iniciar el almuerzo, el alcalde se pone de pie y cuando se ha hecho el silencio inicia su discurso donde mayormente hace referencia las costumbres de los abuelos e invoca que se debe continuar practicando, luego hace una arenga para que los comuneros cumplan sus deberes en casa y en el pueblo para el progreso y el bienestar.
Las palabras del alcalde son reforzadas por los notables y otros comuneros.
Lo más característico de este almuerzo de confraternidad es el intercambio de potajes entre los vecinos, los familiares o los amigos. Este intercambio consiste en que uno de ellos llena el plato de un potaje y entrega a la otra persona, entonces, en agradecimiento, la persona que recibió el potaje, llena el plato con otro potaje, de tal manera quienes apetecen el potaje no preparado, puedan saborearlo.
Al concluir el almuerzo, con la misma alegría, retornan bailando por el camino real al son de la banda de músicos hasta llegar al pueblo, donde continúan festejando la fiesta de San Miguel.
Manuel Nieves Fabián
[email protected]
Mientras la gente goza olvidándose de la competencia, las mujeres de los comuneros, como si fuera una procesión, provistos de los potajes más sabrosos, van llegando e ingresando al reservorio. Cuando creen que ya han llegado todas las mujeres, el alcalde pedáneo da la orden de sentarse formando un inmenso círculo; entonces, las mujeres que se han colocado detrás de sus esposos tienden los manteles blancos finamente bordados sobre unas mantas de lana y empiezan a servir las infaltables humitas, las tortillas de huevo con bastante cebolla china, el picante de cuy, el escabeche de gallina y otros variados potajes. Antes de iniciar el almuerzo, el alcalde se pone de pie y cuando se ha hecho el silencio inicia su discurso donde mayormente hace referencia las costumbres de los abuelos e invoca que se debe continuar practicando, luego hace una arenga para que los comuneros cumplan sus deberes en casa y en el pueblo para el progreso y el bienestar.
Las palabras del alcalde son reforzadas por los notables y otros comuneros.
Lo más característico de este almuerzo de confraternidad es el intercambio de potajes entre los vecinos, los familiares o los amigos. Este intercambio consiste en que uno de ellos llena el plato de un potaje y entrega a la otra persona, entonces, en agradecimiento, la persona que recibió el potaje, llena el plato con otro potaje, de tal manera quienes apetecen el potaje no preparado, puedan saborearlo.
Al concluir el almuerzo, con la misma alegría, retornan bailando por el camino real al son de la banda de músicos hasta llegar al pueblo, donde continúan festejando la fiesta de San Miguel.
Manuel Nieves Fabián
[email protected]