josé antonio salazar mejía
UN PRESIDENTE ENAMORADO
Narración recogida en 1980. Del informante no recuerdo el nombre, era un músico del conjunto “Los viajeros de Llumpa”, a quien conocí en Lima, en casa de mi hermano mellizo, Luis.
Don Ramón Castilla estuvo enamorado en mi tierra. Así es joven, aunque usted no lo crea, el general echaba babas por una llumpina. Hay fama que allá en Conchucos están las mujeres más bonitas del Perú, será, porque son altas y blancas; pero yo digo que su belleza está en el corazón.
Le contaré como fue esa historia, que antes se hablaba mucho en San Luis y hasta en el mismo Chacas. Margarita Mariluz Gutierrez era una bellísima niña que a los doce años fue llevada por su padre a Lima para que estudie y no sea como todas las mujeres de ese tiempo, que solo se preparaban para servir al marido.
Ya en Lima, al cuarto año de su estancia allí, Margarita abandonó los estudios y se puso a trabajar. Como habría sido, pero a los dieciséis años estaba trabajando nada menos que en el mismísimo Palacio de Gobierno, como aprendiz de ama de llaves.
Qué año sería, pero por entonces llegó a la presidencia el general don Ramón Castilla. Castilla se enamoró a primera vista de Margarita, pero supo guardarse para sí sus sentimientos. ¡Imagínese usted joven, el héroe de mil batallas, el más grande estadista del país, enamorado como un colegial! La niña habría pensado que el militar podría ser su padre y no notó los pequeños detalles con los que don Ramón le expresaba su cariño.
Así fueron pasando los cuatro años de su mandato presidencial, cuando de un momento a otro Margarita renunció a su trabajo y desapareció de Lima. Dejó un buen trabajo, pues ya era la ama de llaves oficial de Palacio. ¿Qué habría pasado? ¿Descubrió el amor del Presidente? ¿Ella se enamoró a su vez? Lo cierto es que abandonó la capital. Esto le dolió mucho a don Ramón, le afectó tanto que abandonó el proyecto de su reelección. ¡Por amor, estas y otras cosas hacen los varones!
Apenas dejó el cargo, don Ramón Castilla se vino a buscar a Margarita. Cuentan que cuando llegó a Huarás, acompañado por un negro liberto, le entró la curiosidad para ver cómo habían quedado las torres de la Catedral. Se acordaba muy bien que había destinado diez mil soles de esa época para que hagan unas preciosas torres. ¡Cuál sería su cólera al ver las dos torres inconclusas! Lleno de indignación había dicho “¡Diez mil soles, diez mil soles…diez mil ladrones!”. Y no se quiso quedar muchos días en Huarás.
Tomó camino de Quebrada Honda y apareció en nuestra tierra. Hasta ahora existe una cueva que llaman “Ramón Castilla”, porque es fama que allí pasó la noche el mariscal. Don Ramón se instaló en las minas de “Potosí”, cerca a Llacma con el pretexto de buscar mineral.
MI mamá contaba una bonita anécdota sobre este hecho. Decía que el alcalde de Llacma, al enterarse de la actividad minera en “Potosí”, envió un petitorio al propietario, indicándole que debía acercarse al concejo pues o había solicitado la autorización municipal. Cuál sería su sorpresa cuando vio aparecer en su triste despacho al expresidente del Perú vestido de gala, con uniforme de general y sombrero de tres picos con penachos de pluma. “Sepa usted señor alcalde, que los minerales del subsuelo son propiedad del Estado, no de los municipios”, le dijo muy serio. El pobre alcalde se moría de vergüenza dándole sus disculpas.
Don Ramón logró entrevistarse con Margarita. La joven le dio largas con prudencia, supo mantener en línea al enamorado. Como ya se acercaba la fiesta del “Corpus”. En junio, Margarita le invitó a que la acompañara a la procesión. Fue un acontecimiento en Llumpa ver al bravo militar llevar el palio del Santísimo. Hasta ahora se comenta como se desvivía el general por lograr los favores de Margarita. En pleno baile por la fiesta del Corpus, la invitó a zapatear una marinera; mientras que la pareja bailaba, el negro liberto que le acompañaba, iba echando monedas de oro al piso.
Cerca de San Luis Había un solar propiedad de la familia de Margarita. Allí se reunía la pareja de tarde en tarde. Mucho se ha hablado sobre si Margarita aceptó los requerimientos de don Ramón Castilla, o no. Lo cierto joven, es que no dejaba de visitarla mientras estuvo en “Potosí”.
En esa época, don Ramón hizo construir tres molinos a orillas del río Ingenio, que hasta ahora se conservan. La gente de San Luis les llama “los molinos de Castilla”, y allí entretenía su tiempo en espera de una decisión de Margarita.
El corazón es bastante huraño. Margarita solo quiso conservar la amistad del Presidente. Y así pasó el tiempo. Hasta que don Ramón se convenció de que nada más podía hacer. ¡Ay joven, así es el amor! Dicen que la despedida fue bastante triste. El general Castilla se fue jurándole amor eterno. Algún sentimiento debió despertar en Margarita, pues ella nunca se casó. La mujer más bella de su época prefirió conservarse sola.
MI madre la conoció, joven. Margarita Mariluz murió bien entrado ya el siglo XX, y aunque anciana, conservaba intacta su belleza. Mamá me contaba que nunca quiso hablar de sus amores con Castilla, prefería cambiar de conversación. Cuando se le tocaba el tema, esbozaba una sonrisa y su rostro se cubría de cierto rubor. Pero nunca habló de sus amores con el presidente Castilla.
Castilla volvió a la presidencia en 1856, luego de encabezar una revolución. Si perdió en el amor, ganó en la guerra. ¡Así es la vida, joven, así es la vida!
José Antonio Salazar Mejía
[email protected]