ARMANDO ZARAZÚ

El SEÑOR DE CAYAC
El arribo a estas tierras de los conquistadores españoles significó no solo la imposición de un nuevo idioma, nuevas costumbres y nueva religión, esta última de vital importancia para los conquistadores, debido a que la principal justificación que tuvieron para apoderarse de lo que no era suyo, fue la conversión de los paganos o idólatras a la religión que ellos practicaban. Baste recordar las palabras del cura Valverde para capturar y posteriormente ajusticiar al pobre Atahualpa, a quien dicho sea de paso, se le cambió la pena de ser quemado vivo por la del garrote vil…debido a que se bautizó, de todas formas lo despidieron rápido. Posteriormente, durante la colonia, la iglesia tuvo activa participación en la administración, no solo espiritual sino también política de los nuevos territorios. Como ejemplo podemos citar los curatos en los que estaba divida la Provincia de Cajatambo en el siglo XVIII (Ver Chiquián: Cultura e identidad www.chiquianmarka.com/chiquiaacuten-cultura-e-identidad.html de Filomeno Zubieta.
La Villa de Aquia está ubicada aproximadamente a unos diez kilómetros de Chiquián, a orillas del río Pativilca, es una de las poblaciones de origen español más antiguas de la zona y cuenta con una iglesia colonial que es considerada una joya arquitectónica, tanto por su belleza como por su antigüedad. Como todo pueblo andino de nuestro país que se respete, Aquia tiene como patrón religioso al Arcángel San Miguel, Miquichito para sus devotos, el cual es celebrado con una fiesta anual a todo dar el 29 de setiembre y que dura varios días.
La religiosidad del pueblo de Aquia ha sido premiada con la aparición de la imagen de Cristo en una roca a orillas del río Pativilca. Ahora bien, la historia se remonta a poco más de cien años, para ser precisos, el año pasado se celebró el centenario del Señor de Cayac.
Mejor demos una mirada a esa época y veremos a don Abraham Palacios, caminando, con ese paso firme y seguro del campesino andino, pero lento también cuando se trata de un anciano. El recorrido lo hacía diariamente, arriando sus animales, en un periplo de ida y vuelta, de Aquia a su chacra de Manco. El camino pasaba frente a una cueva, oculta por los matorrales, casi a la orilla del río. Es en uno de esos recorridos diarios que don Abraham vio o creyó ver luces que salían de la cueva, movido por la curiosidad se acercó y pudo observar en el fondo de ella una capilla en medio de un haz de luces, alrededor de la cual y semejante a mariposas revoloteaban pequeños angelitos, a la vez que le pareció escuchar voces extrañas e inentendibles. Es de entender entonces que don Abraham pusiera pies en polvorosa y velozmente llegara a su casa. Poco después compartió su visión con dos de sus mejores amigos, don Sócrates Rodríguez B. y don Germán Tapia S., ambos respetables ciudadanos de Aquia.
Parece que los amigos de don Abraham olvidaron lo contado por su amigo y volvieron a sus actividades cotidianas. Sin embargo, la casualidad hizo que un día los dos se encontraran en el camino cercano a Cayac y, como quien conversa más cómodamente se sentaron en una piedra a la vera del camino y a orillas del río a intercambiar ideas, pronto recordaron lo contado por su amigo don Abraham y al tratar de limpiar el lugar de maleza para poder observar mejor la cueva, descubrieron una piedra en forma de Cristo recostado. Volvieron a Aquia y comunicaron su descubrimiento al cura del pueblo, don Martín Tello, afectuosamente llamado cura Tello. Este sacerdote, natural de Aquia, se caracterizó por su profundo amor a la tierra que lo vio nacer. Cuando el techo de la iglesia de Aquia cayó en 1946. El cura Tello formó un comité de reconstrucción que contó con la colaboración de don Severo Cerna y don Ladislao Zarazú, quienes con el apoyo de las doce compañías de la Comunidad Campesina de Aquia lograron en seis meses refaccionar la iglesia. Gran diferencia con lo que sucede ahora. En otra oportunidad comentaremos algunas historias más del cura Tello. Por ahora sigamos con nuestro tema.
La noticia de la aparición de la imagen de Cristo a orillas del río se esparció rápidamente y todas la gente del pueblo, más sus autoridades y el cura Tello a la cabeza, se dirigieron a Cayac para ver el descubrimiento. Efectivamente, a la vista de todos yacía el cuerpo inerte de Cristo, tal como se le veía en la imagen de la procesión del Santo Sepulcro en la noche del Viernes Santo, solo que estaba esculpida en piedra, en medio de la soledad andina del cerro de Cayac, a las orillas del río que está unido a la vida e historia de Aquia, como queriendo premiar con su presencia la religiosidad y humildad de los moradores de la Villa de Aquia.
La inmediata reacción de todos fue tratar de transportar la imagen a la iglesia del pueblo, tarea imposible, la imagen es la punta visible de una roca cuya base se pierde en las profundidades del lecho del rio. Siempre bajo la dirección del cura Tello y las autoridades, se nombró como Procuradores del Señor de Cayac a los que habían encontrado la imagen, don Sócrates Rodríguez B. y don Germán Tapia S., quienes hicieron construir una pequeña capilla a orillas del río, para proteger la imagen y para que los peregrinos tuvieran oportunidad de decir sus oraciones, además de encender velas y poner flores. En la década del setenta, los destacados ciudadanos aquinos don Luis Fernández y don Pedro Cueva hicieron construir, con dinero propio y algunas donaciones, una capilla más grande y acogedora. Posteriormente, el alcalde de Aquia mandó construir la actual capilla, de arquitectura más moderna.
El Señor de Cayac es celebrado el 3 de mayo, como no podía ser de otra forma, la festividad cuenta con varios mayordomos, los cuales se encargan de organizarla, además ese día alegran la ocasión, con su graciosa y fina danza, los jijantes de Aquia, que se acompañan con una orquesta de cuerdas. Desde hacen tres o cuatro años y movidos por su fe religiosa, participan también los afamados Negritos de Huallanca. Hace poco más de un año, el 24 de agosto del 2014, el Obispo de Huaraz, Monseñor Eduardo Velázquez organizó una peregrinación con alrededor de 500 devotos, procedentes de Huaraz y el Callejón de Huaylas y lo declaró “Santuario del Señor de Cayac”.
Cuando viaje a Chiquián estimado lector, de una vuelta por Aquia; de ese hermoso pueblo, a pocos minutos de camino por la orilla izquierda del río llegará al Santuario del Señor de Cayac.
Este artículo ha sido escrito basado en información proporcionada por el Sr. Manuel Tapia Barreto, hijo de uno de los que encontraron la imagen del Señor de Cayac y de la Sra. Luz Zarazú de Alvarado, estudiosa de las tradiciones y cultura de su querida tierra aquina.
Armando Zarazú
[email protected]
El arribo a estas tierras de los conquistadores españoles significó no solo la imposición de un nuevo idioma, nuevas costumbres y nueva religión, esta última de vital importancia para los conquistadores, debido a que la principal justificación que tuvieron para apoderarse de lo que no era suyo, fue la conversión de los paganos o idólatras a la religión que ellos practicaban. Baste recordar las palabras del cura Valverde para capturar y posteriormente ajusticiar al pobre Atahualpa, a quien dicho sea de paso, se le cambió la pena de ser quemado vivo por la del garrote vil…debido a que se bautizó, de todas formas lo despidieron rápido. Posteriormente, durante la colonia, la iglesia tuvo activa participación en la administración, no solo espiritual sino también política de los nuevos territorios. Como ejemplo podemos citar los curatos en los que estaba divida la Provincia de Cajatambo en el siglo XVIII (Ver Chiquián: Cultura e identidad www.chiquianmarka.com/chiquiaacuten-cultura-e-identidad.html de Filomeno Zubieta.
La Villa de Aquia está ubicada aproximadamente a unos diez kilómetros de Chiquián, a orillas del río Pativilca, es una de las poblaciones de origen español más antiguas de la zona y cuenta con una iglesia colonial que es considerada una joya arquitectónica, tanto por su belleza como por su antigüedad. Como todo pueblo andino de nuestro país que se respete, Aquia tiene como patrón religioso al Arcángel San Miguel, Miquichito para sus devotos, el cual es celebrado con una fiesta anual a todo dar el 29 de setiembre y que dura varios días.
La religiosidad del pueblo de Aquia ha sido premiada con la aparición de la imagen de Cristo en una roca a orillas del río Pativilca. Ahora bien, la historia se remonta a poco más de cien años, para ser precisos, el año pasado se celebró el centenario del Señor de Cayac.
Mejor demos una mirada a esa época y veremos a don Abraham Palacios, caminando, con ese paso firme y seguro del campesino andino, pero lento también cuando se trata de un anciano. El recorrido lo hacía diariamente, arriando sus animales, en un periplo de ida y vuelta, de Aquia a su chacra de Manco. El camino pasaba frente a una cueva, oculta por los matorrales, casi a la orilla del río. Es en uno de esos recorridos diarios que don Abraham vio o creyó ver luces que salían de la cueva, movido por la curiosidad se acercó y pudo observar en el fondo de ella una capilla en medio de un haz de luces, alrededor de la cual y semejante a mariposas revoloteaban pequeños angelitos, a la vez que le pareció escuchar voces extrañas e inentendibles. Es de entender entonces que don Abraham pusiera pies en polvorosa y velozmente llegara a su casa. Poco después compartió su visión con dos de sus mejores amigos, don Sócrates Rodríguez B. y don Germán Tapia S., ambos respetables ciudadanos de Aquia.
Parece que los amigos de don Abraham olvidaron lo contado por su amigo y volvieron a sus actividades cotidianas. Sin embargo, la casualidad hizo que un día los dos se encontraran en el camino cercano a Cayac y, como quien conversa más cómodamente se sentaron en una piedra a la vera del camino y a orillas del río a intercambiar ideas, pronto recordaron lo contado por su amigo don Abraham y al tratar de limpiar el lugar de maleza para poder observar mejor la cueva, descubrieron una piedra en forma de Cristo recostado. Volvieron a Aquia y comunicaron su descubrimiento al cura del pueblo, don Martín Tello, afectuosamente llamado cura Tello. Este sacerdote, natural de Aquia, se caracterizó por su profundo amor a la tierra que lo vio nacer. Cuando el techo de la iglesia de Aquia cayó en 1946. El cura Tello formó un comité de reconstrucción que contó con la colaboración de don Severo Cerna y don Ladislao Zarazú, quienes con el apoyo de las doce compañías de la Comunidad Campesina de Aquia lograron en seis meses refaccionar la iglesia. Gran diferencia con lo que sucede ahora. En otra oportunidad comentaremos algunas historias más del cura Tello. Por ahora sigamos con nuestro tema.
La noticia de la aparición de la imagen de Cristo a orillas del río se esparció rápidamente y todas la gente del pueblo, más sus autoridades y el cura Tello a la cabeza, se dirigieron a Cayac para ver el descubrimiento. Efectivamente, a la vista de todos yacía el cuerpo inerte de Cristo, tal como se le veía en la imagen de la procesión del Santo Sepulcro en la noche del Viernes Santo, solo que estaba esculpida en piedra, en medio de la soledad andina del cerro de Cayac, a las orillas del río que está unido a la vida e historia de Aquia, como queriendo premiar con su presencia la religiosidad y humildad de los moradores de la Villa de Aquia.
La inmediata reacción de todos fue tratar de transportar la imagen a la iglesia del pueblo, tarea imposible, la imagen es la punta visible de una roca cuya base se pierde en las profundidades del lecho del rio. Siempre bajo la dirección del cura Tello y las autoridades, se nombró como Procuradores del Señor de Cayac a los que habían encontrado la imagen, don Sócrates Rodríguez B. y don Germán Tapia S., quienes hicieron construir una pequeña capilla a orillas del río, para proteger la imagen y para que los peregrinos tuvieran oportunidad de decir sus oraciones, además de encender velas y poner flores. En la década del setenta, los destacados ciudadanos aquinos don Luis Fernández y don Pedro Cueva hicieron construir, con dinero propio y algunas donaciones, una capilla más grande y acogedora. Posteriormente, el alcalde de Aquia mandó construir la actual capilla, de arquitectura más moderna.
El Señor de Cayac es celebrado el 3 de mayo, como no podía ser de otra forma, la festividad cuenta con varios mayordomos, los cuales se encargan de organizarla, además ese día alegran la ocasión, con su graciosa y fina danza, los jijantes de Aquia, que se acompañan con una orquesta de cuerdas. Desde hacen tres o cuatro años y movidos por su fe religiosa, participan también los afamados Negritos de Huallanca. Hace poco más de un año, el 24 de agosto del 2014, el Obispo de Huaraz, Monseñor Eduardo Velázquez organizó una peregrinación con alrededor de 500 devotos, procedentes de Huaraz y el Callejón de Huaylas y lo declaró “Santuario del Señor de Cayac”.
Cuando viaje a Chiquián estimado lector, de una vuelta por Aquia; de ese hermoso pueblo, a pocos minutos de camino por la orilla izquierda del río llegará al Santuario del Señor de Cayac.
Este artículo ha sido escrito basado en información proporcionada por el Sr. Manuel Tapia Barreto, hijo de uno de los que encontraron la imagen del Señor de Cayac y de la Sra. Luz Zarazú de Alvarado, estudiosa de las tradiciones y cultura de su querida tierra aquina.
Armando Zarazú
[email protected]