omar llanos espinoza
LA MADRE CAMPESINA Y SUS GUAGUAS

En las zonas alto-andinas, de punas frías y desoladas, los campesinos comparten sus vivencias cuidando los animales que, muchas veces se convierten en los seres más queridos ante la ausencia de los hijos que emigraron a la gran ciudad.
CUANDO LOS HIJOS SE VAN
En una de las estancias ganaderas de Huallanca (Bolognesi-Ancash) vivía una madre campesina en compañía de sus animales domésticos, más las vacas y sus becerros, ovejas y corderos, y los fieles perros como guardianes del rebaño; a los animales los consideraba como sus “guaguas” o hijos, con quiénes compartía el trajín diario en la choza, el rodeo, corrales, pajonales, entre cerros, quebradas y ríos. Ella quedó sola en la estancia porque sus hijos dejaron el lar nativo por razones de estudio y trabajo para radicar en la capital de república; no tenía noticias de ellos, ni retornaban a la estancia para ver a la madre.
INVITACION A BODA
Cierto día, la humilde campesina recibió una carta inesperada de una de sus hijas que vivía en Lima, anunciándole que muy pronto va contraer matrimonio, y le invita para que esté presente en dicha ceremonia religiosa y pueda dar la bendición de madre; ya enviaría los pasajes respectivos para que viaje.
La madre abnegada al saber tal invitación de la hija, se puso pensativa y en la disyuntiva de cumplir el compromiso y dejar sus animales a su suerte o simplemente disculparse por no asistir a la boda; debiendo decidir y contestar de inmediato.
PRIMERO LOS BECERROS, SUS GUAGUAS
Luego de algunos días de cavilaciones, decide y contesta con otra carta, donde manifiesta lo siguiente:
“Que le disculpe por no poder asistir a la ceremonia de su matrimonio porque justo en días van a parir varias vacas y tiene que cuidar los becerritos del ataque de los cóndores, además, hay varios corderitos recién nacidos que también requieren protegerles del acecho de los zorros. Comprenderás que estos animalitos son mi sustento diario, mi compañía y consuelo en la puna frígida y desolada; no puedo abandonar a mis guaguas porque son todavía tiernos y no hay quien los cuide en mi ausencia y el temor de perderlos. Como madre sólo me queda darte mi bendición y desearte muchas felicidades en la nueva etapa de tu vida”.
MENSAJE
Cuando los hijos se van la madre queda sola en la puna, pero tiene el consuelo de la compañía de sus animales, los seres más cercanos que reemplaza a los hijos que están en lejanas tierras, y no hay comunicación frecuente. El ser humano se adapta a las circunstancias y a los retos de la vida.
No poder asistir a la boda de la hija es una decisión comprensible porque prefiere cuidar sus animales por ser el sustento diario que, un ocasional compromiso protocolar y pasajero.
Omar Llanos Espinoza
[email protected]
CUANDO LOS HIJOS SE VAN
En una de las estancias ganaderas de Huallanca (Bolognesi-Ancash) vivía una madre campesina en compañía de sus animales domésticos, más las vacas y sus becerros, ovejas y corderos, y los fieles perros como guardianes del rebaño; a los animales los consideraba como sus “guaguas” o hijos, con quiénes compartía el trajín diario en la choza, el rodeo, corrales, pajonales, entre cerros, quebradas y ríos. Ella quedó sola en la estancia porque sus hijos dejaron el lar nativo por razones de estudio y trabajo para radicar en la capital de república; no tenía noticias de ellos, ni retornaban a la estancia para ver a la madre.
INVITACION A BODA
Cierto día, la humilde campesina recibió una carta inesperada de una de sus hijas que vivía en Lima, anunciándole que muy pronto va contraer matrimonio, y le invita para que esté presente en dicha ceremonia religiosa y pueda dar la bendición de madre; ya enviaría los pasajes respectivos para que viaje.
La madre abnegada al saber tal invitación de la hija, se puso pensativa y en la disyuntiva de cumplir el compromiso y dejar sus animales a su suerte o simplemente disculparse por no asistir a la boda; debiendo decidir y contestar de inmediato.
PRIMERO LOS BECERROS, SUS GUAGUAS
Luego de algunos días de cavilaciones, decide y contesta con otra carta, donde manifiesta lo siguiente:
“Que le disculpe por no poder asistir a la ceremonia de su matrimonio porque justo en días van a parir varias vacas y tiene que cuidar los becerritos del ataque de los cóndores, además, hay varios corderitos recién nacidos que también requieren protegerles del acecho de los zorros. Comprenderás que estos animalitos son mi sustento diario, mi compañía y consuelo en la puna frígida y desolada; no puedo abandonar a mis guaguas porque son todavía tiernos y no hay quien los cuide en mi ausencia y el temor de perderlos. Como madre sólo me queda darte mi bendición y desearte muchas felicidades en la nueva etapa de tu vida”.
MENSAJE
Cuando los hijos se van la madre queda sola en la puna, pero tiene el consuelo de la compañía de sus animales, los seres más cercanos que reemplaza a los hijos que están en lejanas tierras, y no hay comunicación frecuente. El ser humano se adapta a las circunstancias y a los retos de la vida.
No poder asistir a la boda de la hija es una decisión comprensible porque prefiere cuidar sus animales por ser el sustento diario que, un ocasional compromiso protocolar y pasajero.
Omar Llanos Espinoza
[email protected]