armando zarazú aldave
TERMINANDO UN AÑO DOLOROSO
Estamos finalizando un año que ha tenido y sigue teniendo al mundo entero viviendo en continua zozobra y temor; con la inseguridad de no saber cómo será el próximo día, así de simple; algo que ni en nuestros peores sueños pudimos imaginar. Lamentablemente, es la verdad, porque sencillamente no hay la seguridad y certeza de saber cuándo terminará esta pesadilla de una vez por todas.
Durante el transcurso de esta pandemia hemos visto con tristeza como las celebraciones familiares, sociales y costumbristas se han tenido que suspender o, en el mejor de los casos recurrir a la llamada comunicación moderna, algo que, la verdad sea dicha, solo la entienden los jóvenes. Así hemos visto como la imagen de Santa Rosa recorrió las desiertas calles de nuestro Chiquián del alma acomodada en la tolva de una camioneta y no en los hombros de sus fieles como era costumbre. Igualmente, muchas celebraciones religiosas características de nuestra tierra se han realizado de manera virtual a través de la Internet. Las llamadas misas virtuales se han puesto de moda, llevando tranquilidad espiritual a sus creyentes y a los deudos de los que se fueron hace muchos años y quienes ahora, imagino estarán sorprendidos con los rezos y oraciones virtuales, a los cuales no estaban acostumbrados en vida los ahora recordados.
Cuando parecía que nuestra tierra estaba a salvo de los acechos de la pandemia, vemos con tristeza, dolor e impotencia que últimamente está siendo atacada con ferocidad inusitada, que ésta ha causado ya ocho víctimas, dejando sumidos en el dolor y la desesperación a sus familiares y, al resto de la población, que ahora vive sumergida en el miedo e incertidumbre.
Inicialmente, cuando se declaró el estado de emergencia sanitaria en el país, se colocaron tranqueras para impedir el ingreso de personas no residentes en Chiquián, lamentablemente la mal llamada "viveza criolla", así llaman a la irresponsabilidad, hizo que muchos hicieran caso omiso de las reglamentaciones e ingresaran clandestinamente a la población; lamentablemente con el virus no se juega y ahora vemos los lamentables resultados. Por otro lado, parece que no hubo la adecuada información sobre las formas de tratar de evitar el contagio, de la obligación y forma de usar la mascarilla. Si a ello le agregamos la falta de distribución gratuita para aquellos que no pudieran adquirirla, se podrá ver que la situación se iba convirtiendo en una bomba de tiempo con mecha corta.
Ahora bien, es necesario recalcar que el ser humano es el principal responsable de la expansión de este mal. Hasta ahora existe gente que no quiere y se niega rotundamente a seguir las reglas de salubridad para mantener alejado el virus. Siguen las reuniones sociales o familiares como si todo estuviera normal y ellos fueran inmunes al virus. Esa actitud es una de las principales causas para cada día haya más infectados.
Hace un par de días ha llegado a Chiquián personal de la Red de Salud Huaylas Sur, a la cual corresponde el Centro de Salud de Chiquián, también personal de la Dirección Regional de Salud DIRESA, quienes están en seguimiento de las posibles personas infectadas y de quienes han estado en contacto con ellas para lograr identificarlas y tratar de que guarden la cuarentena respectiva. Bien sabemos que la pandemia es mundial y que tiene a todo el mundo, menos a los políticos, preocupados por su salud y futuro, Chiquián no es la excepción.
Diciembre, un mes usualmente alegre por las cercanías de las fiestas de fin de año, se ha convertido en uno lúgubre, en el que la desconfianza, el temor a ser infectado y la desesperada búsqueda de curación y esperanza, si se tuvo la mala suerte de serlo, han covertido las festividades de fin de año en una triste caricatura de lo que fueron en años anteriores. En estos momentos solo nos queda cuidarnos, y hacer lo mismo con nuestros seres queridos, a la vez de seguir las reglas de seguridad respectivas, hacerlo permitirá salir más pronto de esta pesadilla.
No puedo terminar esta nota sin antes recordar a muchos nuestros familiares y amigos de infancia, juventud y adultez que se han ido víctimas de la pandemia. Dentro de ellos Hugo Agüero, Carlos Alvarado, Héctor Robles, César Machuca, Sandro Minaya, Teobaldo Minaya, Óscar Tapia Padilla, Diógenes Cristóbal Cerrate, Arquímedes Calderón Parra y tantos otros más cuyos nombres se me olvidan, cuya desaparición ha enlutado numerosos hogares chiquianos. A algunos los conocí a otros no, pero son parte de ese Chiquián que poco a poco se va yendo por culpa de la pandemia.
Chiquianmarka hace votos para que esta pesadilla pase y que pronto podamos seguir viviendo, como lo hacíamos hace poco menos de un año, visitando a nuestra familia y amigos, reuniéndonos con ellos y sobre todo sin miedo y temor a respirar el aire de nuestra tierra.
Armando Zarazú aldave.
Durante el transcurso de esta pandemia hemos visto con tristeza como las celebraciones familiares, sociales y costumbristas se han tenido que suspender o, en el mejor de los casos recurrir a la llamada comunicación moderna, algo que, la verdad sea dicha, solo la entienden los jóvenes. Así hemos visto como la imagen de Santa Rosa recorrió las desiertas calles de nuestro Chiquián del alma acomodada en la tolva de una camioneta y no en los hombros de sus fieles como era costumbre. Igualmente, muchas celebraciones religiosas características de nuestra tierra se han realizado de manera virtual a través de la Internet. Las llamadas misas virtuales se han puesto de moda, llevando tranquilidad espiritual a sus creyentes y a los deudos de los que se fueron hace muchos años y quienes ahora, imagino estarán sorprendidos con los rezos y oraciones virtuales, a los cuales no estaban acostumbrados en vida los ahora recordados.
Cuando parecía que nuestra tierra estaba a salvo de los acechos de la pandemia, vemos con tristeza, dolor e impotencia que últimamente está siendo atacada con ferocidad inusitada, que ésta ha causado ya ocho víctimas, dejando sumidos en el dolor y la desesperación a sus familiares y, al resto de la población, que ahora vive sumergida en el miedo e incertidumbre.
Inicialmente, cuando se declaró el estado de emergencia sanitaria en el país, se colocaron tranqueras para impedir el ingreso de personas no residentes en Chiquián, lamentablemente la mal llamada "viveza criolla", así llaman a la irresponsabilidad, hizo que muchos hicieran caso omiso de las reglamentaciones e ingresaran clandestinamente a la población; lamentablemente con el virus no se juega y ahora vemos los lamentables resultados. Por otro lado, parece que no hubo la adecuada información sobre las formas de tratar de evitar el contagio, de la obligación y forma de usar la mascarilla. Si a ello le agregamos la falta de distribución gratuita para aquellos que no pudieran adquirirla, se podrá ver que la situación se iba convirtiendo en una bomba de tiempo con mecha corta.
Ahora bien, es necesario recalcar que el ser humano es el principal responsable de la expansión de este mal. Hasta ahora existe gente que no quiere y se niega rotundamente a seguir las reglas de salubridad para mantener alejado el virus. Siguen las reuniones sociales o familiares como si todo estuviera normal y ellos fueran inmunes al virus. Esa actitud es una de las principales causas para cada día haya más infectados.
Hace un par de días ha llegado a Chiquián personal de la Red de Salud Huaylas Sur, a la cual corresponde el Centro de Salud de Chiquián, también personal de la Dirección Regional de Salud DIRESA, quienes están en seguimiento de las posibles personas infectadas y de quienes han estado en contacto con ellas para lograr identificarlas y tratar de que guarden la cuarentena respectiva. Bien sabemos que la pandemia es mundial y que tiene a todo el mundo, menos a los políticos, preocupados por su salud y futuro, Chiquián no es la excepción.
Diciembre, un mes usualmente alegre por las cercanías de las fiestas de fin de año, se ha convertido en uno lúgubre, en el que la desconfianza, el temor a ser infectado y la desesperada búsqueda de curación y esperanza, si se tuvo la mala suerte de serlo, han covertido las festividades de fin de año en una triste caricatura de lo que fueron en años anteriores. En estos momentos solo nos queda cuidarnos, y hacer lo mismo con nuestros seres queridos, a la vez de seguir las reglas de seguridad respectivas, hacerlo permitirá salir más pronto de esta pesadilla.
No puedo terminar esta nota sin antes recordar a muchos nuestros familiares y amigos de infancia, juventud y adultez que se han ido víctimas de la pandemia. Dentro de ellos Hugo Agüero, Carlos Alvarado, Héctor Robles, César Machuca, Sandro Minaya, Teobaldo Minaya, Óscar Tapia Padilla, Diógenes Cristóbal Cerrate, Arquímedes Calderón Parra y tantos otros más cuyos nombres se me olvidan, cuya desaparición ha enlutado numerosos hogares chiquianos. A algunos los conocí a otros no, pero son parte de ese Chiquián que poco a poco se va yendo por culpa de la pandemia.
Chiquianmarka hace votos para que esta pesadilla pase y que pronto podamos seguir viviendo, como lo hacíamos hace poco menos de un año, visitando a nuestra familia y amigos, reuniéndonos con ellos y sobre todo sin miedo y temor a respirar el aire de nuestra tierra.
Armando Zarazú aldave.