oamar llanos espinoza
LAS PIEDRAS ENCANTADAS DE PEDRO
(Cuento)
(Cuento)
Pedro es un hombre de campo, dedicado a la crianza de los animales y al cultivo de la tierra; aparte de sus labores habituales, comparte la soledad con distracciones en la pesca y caza de la fauna silvestre.
Un buen día, el animoso Pedro, coge su carabina y se va de caza a las punas de Shipán, recorre los parajes frígidos de Cachipata, Llaguerpata, Contadera, Gaganani y Chontapunta, en busca de algunos mamíferos silvestres, en especial, el venado que era su preferido. De pronto vio un animal raro que no era venado ni tarugo. ¿Qué será?, había que descifrar el enigma, con el pulso y la mirada fija, presionó el gatillo de su arma y dio cuenta de su presa que cayó inerte; pero la curiosidad seguía latente, el campesino se acercó al cuerpo del cuadrúpedo y de inmediato sobre sus hombres lo llevó a su choza de Shipán, allí la esperaba su inseparable Hermelinda, ambos degollaron los restos del rumiante insólito, entre sus vísceras encontraron dos piedras verdes y brillosas como turquesas; objetos extraños que dejó atónitos a los sorprendidos personajes. Pedro reacciona ilusionado del hallazgo y coge las piedras “encantadas” y lo guarda en su “picsha” o “huallqui” (bolso) como una joya preciada.
Al caer la noche, ya en el aposento de su humilde choza de paja y piedras, luego de platicar con su compañera sobre lo ocurrido en el día, y de la rareza del animal y las piedras encontradas en su interior, Pedro se quedó dormido profundamente por el cansancio de la jornada , entre sueños de medianoche entró una mujer muy bella y elegante, al oído le habló al cazador: “Debes guardar y cuidar las piedras preciosas porque se trata de un regalo especial de tu amada…”, y fugazmente desapareció la fémina tentadora. De inmediato se despertó Pedro por la inoportuna visita. ¿Qué pasa?, ¿es sueño o realidad?, preguntaba el exaltado campesino y no encontraba explicación al significado de su sueño, sólo entendía que debía guardar secreto el encargo de la quimérica mujer.
Pasaron los años y seguía en el anonimato las piedras preciosas guardadas en la “picsha” junto con la coca el “iscopuro” o caleador. Cierto día la esposa de Pedro, movida por las necesidades apremiantes del hogar, recurre a coger las piedras verduscas y lo lleva al pueblo de Huallanca para cambiar por algunas monedas, mientras Pedro se quedó en la choza de su estancia cuidando sus animales, y en otro de sus sueños raros se presentó otra vez la mujer fantasma para reclamarle el regalo concedido, el sorprendido hombre buscó la prenda por todas partes sin conseguirla. Desde esa fecha todo le iba mal al sufrido Pedro por no conservar el secreto.
Don Manongo Márquez dueño de Shipán, se interesa por la situación infeliz del atormentado Pedro, le propone arreglar su “suerte” y muy cerca de la choza hay un “tapado” o “entierro” de sorpresas. A tan grata noticia el cazador Pedro echa mano a sus ilusiones y comenzó a desenterrar en noche de luna, con lampa y pico abrió la tierra encantada con la creencia de encontrar alhajas de oro y plata. Cuál sería la sorpresa final que, en el fondo de la fosa descubrió la momia de una mujer con piel de alpaca y adornadas con piedras turquesas verdosas y brillosas, y los pies de venado; de todas maneras extrajo el tapado extravagante que podría cambiar su destino. No pasó mucho tiempo y el desdichado Pedro falleció víctima de una enfermedad propia de los que desentierran tapados.
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- Mauro Aquino Albornoz, pintor y escritor (Huallanca). Falleció en Lima: 13-02-1996
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Omar Llanos Espinoza
[email protected]
Un buen día, el animoso Pedro, coge su carabina y se va de caza a las punas de Shipán, recorre los parajes frígidos de Cachipata, Llaguerpata, Contadera, Gaganani y Chontapunta, en busca de algunos mamíferos silvestres, en especial, el venado que era su preferido. De pronto vio un animal raro que no era venado ni tarugo. ¿Qué será?, había que descifrar el enigma, con el pulso y la mirada fija, presionó el gatillo de su arma y dio cuenta de su presa que cayó inerte; pero la curiosidad seguía latente, el campesino se acercó al cuerpo del cuadrúpedo y de inmediato sobre sus hombres lo llevó a su choza de Shipán, allí la esperaba su inseparable Hermelinda, ambos degollaron los restos del rumiante insólito, entre sus vísceras encontraron dos piedras verdes y brillosas como turquesas; objetos extraños que dejó atónitos a los sorprendidos personajes. Pedro reacciona ilusionado del hallazgo y coge las piedras “encantadas” y lo guarda en su “picsha” o “huallqui” (bolso) como una joya preciada.
Al caer la noche, ya en el aposento de su humilde choza de paja y piedras, luego de platicar con su compañera sobre lo ocurrido en el día, y de la rareza del animal y las piedras encontradas en su interior, Pedro se quedó dormido profundamente por el cansancio de la jornada , entre sueños de medianoche entró una mujer muy bella y elegante, al oído le habló al cazador: “Debes guardar y cuidar las piedras preciosas porque se trata de un regalo especial de tu amada…”, y fugazmente desapareció la fémina tentadora. De inmediato se despertó Pedro por la inoportuna visita. ¿Qué pasa?, ¿es sueño o realidad?, preguntaba el exaltado campesino y no encontraba explicación al significado de su sueño, sólo entendía que debía guardar secreto el encargo de la quimérica mujer.
Pasaron los años y seguía en el anonimato las piedras preciosas guardadas en la “picsha” junto con la coca el “iscopuro” o caleador. Cierto día la esposa de Pedro, movida por las necesidades apremiantes del hogar, recurre a coger las piedras verduscas y lo lleva al pueblo de Huallanca para cambiar por algunas monedas, mientras Pedro se quedó en la choza de su estancia cuidando sus animales, y en otro de sus sueños raros se presentó otra vez la mujer fantasma para reclamarle el regalo concedido, el sorprendido hombre buscó la prenda por todas partes sin conseguirla. Desde esa fecha todo le iba mal al sufrido Pedro por no conservar el secreto.
Don Manongo Márquez dueño de Shipán, se interesa por la situación infeliz del atormentado Pedro, le propone arreglar su “suerte” y muy cerca de la choza hay un “tapado” o “entierro” de sorpresas. A tan grata noticia el cazador Pedro echa mano a sus ilusiones y comenzó a desenterrar en noche de luna, con lampa y pico abrió la tierra encantada con la creencia de encontrar alhajas de oro y plata. Cuál sería la sorpresa final que, en el fondo de la fosa descubrió la momia de una mujer con piel de alpaca y adornadas con piedras turquesas verdosas y brillosas, y los pies de venado; de todas maneras extrajo el tapado extravagante que podría cambiar su destino. No pasó mucho tiempo y el desdichado Pedro falleció víctima de una enfermedad propia de los que desentierran tapados.
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- Mauro Aquino Albornoz, pintor y escritor (Huallanca). Falleció en Lima: 13-02-1996
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Omar Llanos Espinoza
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