agustín zúñiga gamarra
EL SISMO DEL 31 DE MAYO DE 1970
Era el 31 de mayo, las 15.23 horas, de un día domingo, en Jircán se estaba por iniciar el partido de Futbol Magisterial de Huasta con Chiquián, la gente ya había escuchado por radio el sol en la voz de Lucho Isusqui y los comentarios de Pocho Rospigliosi, el partido de inauguración entre México y Rusia, en el mundial de 1970 en México. El siguiente miércoles jugaría Perú, con Bulgaria, el Perú estaba muy ilusionado porque el equipo había deslumbrado con su juego en las eliminatorias, dejando fuera del mundial por primera vez a la poderosa selección Argentina. Allí, en Jircán, Chole, Nili mis dos hermanas y mi padre, estaban en la tribuna aguardando el encuentro deportivo, mientras que, Marco, Uli, Acucho y mi madre, estábamos en Lima, vivíamos en el barrio de Ingeniería, en la casa de mi tía Zoraida, hermana de mi madre. Todavía no se construía mi casa de hoy, en el mismo barrio. Como era domingo y el sol había salido como si fuera verano, terminado el encuentro de inauguración salimos al parque que daba frente a la casa, para entretenerse jugando dominadas, vóley o tiros de penales.
De pronto la tierra tembló, llamando la atención, todo se detuvo, era muy fuerte no permitía permanecer parado, me agarré de un árbol, hasta que pasaron los extensos 45 segundos, las familias habían dejado sus casas, la mayoría se concentraba en las calles, finalmente pasado el susto, todo siguió igual, parecía un domingo más, en Lima. Sin embargo, las noticias certeras iniciales del sismo aún esperaron hasta la noche, en el noticiero de panamericana televisión, decían que el sismo había tenido una intensidad de 7.8 en la escala de Ritcher, el epicentro se situaba en el mar a 60 Km, al frente de Casma y Chimbote. En la portada de El Comercio, el Lunes 1 de junio, aún no se precisaba la horrenda y verdadera dimensión, solo daban cifras menores. Pero, conforme avanzaba la semana se fue configurando la gran catástrofe, provocada por el sismo, que provocó el desprendimiento de una inmensa pared de nieve, del nevado Huascarán, de un extensión de unos 2kilòmetros de largo por unos 90 m de lado y 70 m de profundidad, el mismo que se convirtió en su descenso en una masa de casi 30 millones de toneladas de hielo, lodo y piedras, la que se desplazaba a una velocidad de casi 400 km/h, bajó tan rápido porque debajo de ella se formó un colchón de aire caliente facilitando su traslado.
Esa inmensa masa cubrió la hermosa ciudad de Yungay Hermosura, las personas que se salvaron, paradójicamente fueron aquellos que lograron subir al cementerio, unas 90 personas, más los niños que habían asistido a un circo en los alrededores del estadio, unas 320 personas.
Los sobrevivientes, cuentan, que: "inicialmente, se oían sonidos como si fueran motores de aviones, pero no se identificaba de qué lado venían, de pronto surgió una inmensa ola de casi 400 metros de alto, votando chispas, como lenguas de fuego, era el mismo apocalipsis y fin del mundo". En minutos desapareció la ciudad los sobrevivientes no pudieron ver nada, se oscureció por el polvo, y cuando se fue aclarando no encontraban su ciudad, ni calles, menos sus familiares. Ese contraste, habría sido doloroso, incomprensible, horrendo, en unos minutos desapareció todo, lo único a que atinaron, fue a arrodillarse, y orar, mientras lloraban y cogidos de la mano, se infundían calor y sosiego.
De pronto la tierra tembló, llamando la atención, todo se detuvo, era muy fuerte no permitía permanecer parado, me agarré de un árbol, hasta que pasaron los extensos 45 segundos, las familias habían dejado sus casas, la mayoría se concentraba en las calles, finalmente pasado el susto, todo siguió igual, parecía un domingo más, en Lima. Sin embargo, las noticias certeras iniciales del sismo aún esperaron hasta la noche, en el noticiero de panamericana televisión, decían que el sismo había tenido una intensidad de 7.8 en la escala de Ritcher, el epicentro se situaba en el mar a 60 Km, al frente de Casma y Chimbote. En la portada de El Comercio, el Lunes 1 de junio, aún no se precisaba la horrenda y verdadera dimensión, solo daban cifras menores. Pero, conforme avanzaba la semana se fue configurando la gran catástrofe, provocada por el sismo, que provocó el desprendimiento de una inmensa pared de nieve, del nevado Huascarán, de un extensión de unos 2kilòmetros de largo por unos 90 m de lado y 70 m de profundidad, el mismo que se convirtió en su descenso en una masa de casi 30 millones de toneladas de hielo, lodo y piedras, la que se desplazaba a una velocidad de casi 400 km/h, bajó tan rápido porque debajo de ella se formó un colchón de aire caliente facilitando su traslado.
Esa inmensa masa cubrió la hermosa ciudad de Yungay Hermosura, las personas que se salvaron, paradójicamente fueron aquellos que lograron subir al cementerio, unas 90 personas, más los niños que habían asistido a un circo en los alrededores del estadio, unas 320 personas.
Los sobrevivientes, cuentan, que: "inicialmente, se oían sonidos como si fueran motores de aviones, pero no se identificaba de qué lado venían, de pronto surgió una inmensa ola de casi 400 metros de alto, votando chispas, como lenguas de fuego, era el mismo apocalipsis y fin del mundo". En minutos desapareció la ciudad los sobrevivientes no pudieron ver nada, se oscureció por el polvo, y cuando se fue aclarando no encontraban su ciudad, ni calles, menos sus familiares. Ese contraste, habría sido doloroso, incomprensible, horrendo, en unos minutos desapareció todo, lo único a que atinaron, fue a arrodillarse, y orar, mientras lloraban y cogidos de la mano, se infundían calor y sosiego.
En ese año el gobierno lo dirigía el General Juan Velasco Alvarado, por lo que decidió que todas las fuerzas armadas, se pusieron en acción. En primer lugar la Fuerza Aérea, que intentó desplazarse hacia las localidades de Ancash el mismo lunes, pero no pudieron averiguar nada, porque no se veían nada, pues una inmensa masa de polvo se había elevado hasta una altura de 17 mil pies (5 mil metros), cubriendo toda posibilidad de acceso, recién pudieron hacerlo y descender con helicópteros el martes y reportar la inimaginable desgracia, los días subsiguientes llegaron las primeras imágenes a través de los noticieros, desnudando la realidad, casi 80 mil personas fallecidas y 20 mil desaparecidas.
Ese sismo lo recuerdo hoy porque un día como ayer, 31 de mayo, muchos de mis amigos, y profesores del Seminario Menor San Francisco de Sales (situado en Los Pinos), desaparecieron, tanto en Huaraz, cuanto en Yungay, y seguro ustedes también radio oyentes, recordarán a algún familiar o amigo, de lo que ocurrido en el sismo de hace 44 años.
Por mi parte quiero recordar al niño que vivía a una cuadra de mi casa en el barrio Venecia, Javi Barrenechea, mi primaria la pasé junto a él en la Prevocacional 351, junto a Efraín Vásquez, Quique Pardo, Calolo Garro y Gelacio Tafur, estudiamos toda la primaria, dirigidos por nuestros maestros, Pedro Gutiérrez, Anatolio Calderón, Jorge Bravo, y Arcadio Zubieta, pero con Javi solíamos ser empedernidos jugadores de todos los deportes y juegos, en especial el bolero, nos habíamos especializado en mantener las carambolas unos 20 a 30 en un solo envión, igual éramos clásicos rivales de boxeo en actuaciones deportivas con pantalón corto y todo, nuestra cercanía y amistad era tanta, que terminado primaria, también nos fuimos a estudiar a Huaraz al Internado del Seminario, allí nos daban libre los sábados para volver el domingo a las 18 horas, en muchos de esos fines de semana, él me invitaba a visitar algún fin de semana, la casa de su tío, en el barrio de Belén, era ingeniero que tenía una muy buena posición económica, casa grande y carro, con él íbamos a visitar diversos lugares, parajes, estadio o cine. Javi falleció seguramente dentro del cine Huaraz, o en las calles vecinas, yo por seguir la especialidad de ciencias, dejé el Seminario, donde se estudiaba únicamente letras, por lo que mi quinto año de secundaria en 1970, lo hice en Lima.
Mediante estos cortos minutos, quiero saludar a doña Ñipi, su madre, que vive en Chiquián, y también a sus hermanos, para decirles que hoy estoy recordando a Javi, viendo fotos, pasando imágenes en la mente, y aunque tengo la tristeza de tal catástrofe, también tengo la alegría de la amistad y que en su nombre me gustaría abrazarla a su madre y hermanos por ello les envío mis saludos y recuerdos. No quisiera irme por las ramas de lo que es un sismo, o sus causas o consecuencias, sino volver a la fecha y recordar a nuestros familiares, o amigos que nos dejaron físicamente en una tarde catastrófica de hace 46 años.
Ese sismo lo recuerdo hoy porque un día como ayer, 31 de mayo, muchos de mis amigos, y profesores del Seminario Menor San Francisco de Sales (situado en Los Pinos), desaparecieron, tanto en Huaraz, cuanto en Yungay, y seguro ustedes también radio oyentes, recordarán a algún familiar o amigo, de lo que ocurrido en el sismo de hace 44 años.
Por mi parte quiero recordar al niño que vivía a una cuadra de mi casa en el barrio Venecia, Javi Barrenechea, mi primaria la pasé junto a él en la Prevocacional 351, junto a Efraín Vásquez, Quique Pardo, Calolo Garro y Gelacio Tafur, estudiamos toda la primaria, dirigidos por nuestros maestros, Pedro Gutiérrez, Anatolio Calderón, Jorge Bravo, y Arcadio Zubieta, pero con Javi solíamos ser empedernidos jugadores de todos los deportes y juegos, en especial el bolero, nos habíamos especializado en mantener las carambolas unos 20 a 30 en un solo envión, igual éramos clásicos rivales de boxeo en actuaciones deportivas con pantalón corto y todo, nuestra cercanía y amistad era tanta, que terminado primaria, también nos fuimos a estudiar a Huaraz al Internado del Seminario, allí nos daban libre los sábados para volver el domingo a las 18 horas, en muchos de esos fines de semana, él me invitaba a visitar algún fin de semana, la casa de su tío, en el barrio de Belén, era ingeniero que tenía una muy buena posición económica, casa grande y carro, con él íbamos a visitar diversos lugares, parajes, estadio o cine. Javi falleció seguramente dentro del cine Huaraz, o en las calles vecinas, yo por seguir la especialidad de ciencias, dejé el Seminario, donde se estudiaba únicamente letras, por lo que mi quinto año de secundaria en 1970, lo hice en Lima.
Mediante estos cortos minutos, quiero saludar a doña Ñipi, su madre, que vive en Chiquián, y también a sus hermanos, para decirles que hoy estoy recordando a Javi, viendo fotos, pasando imágenes en la mente, y aunque tengo la tristeza de tal catástrofe, también tengo la alegría de la amistad y que en su nombre me gustaría abrazarla a su madre y hermanos por ello les envío mis saludos y recuerdos. No quisiera irme por las ramas de lo que es un sismo, o sus causas o consecuencias, sino volver a la fecha y recordar a nuestros familiares, o amigos que nos dejaron físicamente en una tarde catastrófica de hace 46 años.