félix jaimes valderrama
EL MAS TRAVIESO DEL BARRIO

Mis amigos de barrio, que compartimos momentos felices de nuestra niñez, a pesar del tiempo que haya pasado, los recuerdo con mucho cariño.
Nuestro grupo era Ivan Robles, su hermano Héctor Robles, Carlos Alarcón, Jorge Vásquez, su hermano Efraín Vásquez, Nalo Alvarado, Enrique Marzano, Alfonzo Aranda y Iván Rivera Sam y el que escribe Felix Jaimes.
Recuerdo que jugábamos con una llanta de camión, nos metíamos en ella para rodar en la calle Leoncio Prado desde la casa del Sr Pablo Calderón hacia cuesta abajo, eran la llanta que pertenecía al Padre de mi amigo Nalo, él la sacaba para que todos podamos jugar.
Una fecha a Nalo se le ocurrió cruzar con la llanta la acequia de Yarush que se encontraba al costado de la casa de la Sra. Victoria Montoro quien era abuela de nuestro amigo Nalo. A él se le ocurre poner piedras al borde de la acequia para que la llanta al chocar eleve vuelo y cruce el canal, probamos con la llanta vacía y cruzo satisfactoriamente, entonces Nalo dio la idea de subir la cuesta más arriba de lo usual para tener más velocidad, una vez allí, él se metió en la llanta y nos dijo que empujáramos con todas nuestras fuerzas, y así fue. La llanta tomo gran velocidad con nuestro amigo adentro, una vez que llego a chocar con las piedras se elevó y todos pensamos que lo iba a lograr, pero no fue así, cayó en medio de la acequia que no era salubre.
Todos al ver que no lo logró nos reímos a carcajadas, y corrimos a ver como estaba para socorrerlo. Lo sacamos y estaba todo sucio y mojado, lo llevamos a la pila de agua que se encontraba junto a la acequia en la esquina de la casa del Sr. Cornelio Moran. Y él no se amilano en lo absoluto, se reía de la locura que había hecho, tal carácter nos contagiaba de risas y alegría, Esas imágenes quedaron grabadas en mi memoria.
Aquí otro relato de nuestras travesuras en nuestro barrio. Nosotros teníamos de 13 a 15 años de edad, un sábado en la noche nos encontrábamos jugando en la calle y vemos pasar a los Evangelistas que se dirigían a su culto. En eso, nuestro amigo Nalo, siempre con sus ocurrencias nos dice para jugarles una broma a los Evangelistas.
Ellos tenían su Culto más arriba de donde nos rodábamos con la llanta y dicho sea de paso la abuela de Nalo, la señora Victoria Montoro también era evangelista. Entonces nos pusimos de acuerdo en cómo podríamos asustarles y quedamos en que uno de nosotros se disfrace de un alma (fantasma) y para ello teníamos que sortear quien iba a ser el elegido para asustar a los Evangelistas que salían del culto a las 11 de la noche.
Por azares del destino me toco la suerte de que yo me disfrace, entonces me preparé para realizar la broma, saqué una sábana blanca de mi casa, le hice un nudo en la punta de la sabana simulando un capirucho y me envolví con ello, luego me escondí debajo del rosal blanco que existía al frente del culto, aprovechando que el alumbrado era muy bajo, espere un rato y luego comenzaron a salir, cuando ya habían salido todos, salgo de mi escondite con movimientos terroríficos empiezo a caminar detrás de los Evangelistas, y ellos al verme empezaron a correr despavoridos junto con el pastor, se caían y se levantaban gritando “Misericordia Señor” y seguían corriendo.
En esos instantes que estoy actuando mi papel de fantasma, escucho un ruido a mis espaldas y volteo para ver que era, y veo un alma negra que me seguía muy lentamente, parecía que no pisaba el suelo, me toque de nervios por el susto, tire mi atuendo desesperadamente y corrí hacia mis compañeros que también empezaron a correr con la boca seca de miedo por ver al fantasma detrás mío, cada quien se fue por su lado.
Después de un buen rato nos reunimos en nuestro punto de encuentro habitual y nuestro compañero Nalo no llegaba, entonces vimos llegar a Nalo con una sonrisa en su rostro de cachete a cachete, nos había engañado a todos, él era el alma negra que salió desde la parte más alta por la casa del Sr. Fidel Valarezo, nos contó su Azaña, nosotros terminamos en una sonrisa comentando el susto que nos había dado y también a los del culto, estos últimos no llegaron a descubrir quienes fueron los autores de dicha broma, lo hemos tenido en secreto hasta la fecha.
Por estas ocurrencias y travesuras de adolescente nuestro amigo Nalo se ganó el apelativo de “Niño Terrible”, nuestro entrañable amigo era uno de los más inquietos del grupo, de un temperamento muy jovial y comprensivo, de un temple de acero que un buen militar como él lo tiene.
Se dio la oportunidad de encontrarme y conversar con él en la presentación del Libro del Profesor Alejando Aldave hace unos años, y le comenté que estaba escribiendo varios relatos de nuestra vida juvenil, y él me brindo su autorización para tomar su nombre y poder dar a conocer nuestra historia de la cual también soy parte.
Con este relato, hago un reconocimiento póstumo a mi amigo NALO ALVARADO, que sea recordado como el más jovial del barrio.
Felix Jaimes Valderrama
[email protected]
Nuestro grupo era Ivan Robles, su hermano Héctor Robles, Carlos Alarcón, Jorge Vásquez, su hermano Efraín Vásquez, Nalo Alvarado, Enrique Marzano, Alfonzo Aranda y Iván Rivera Sam y el que escribe Felix Jaimes.
Recuerdo que jugábamos con una llanta de camión, nos metíamos en ella para rodar en la calle Leoncio Prado desde la casa del Sr Pablo Calderón hacia cuesta abajo, eran la llanta que pertenecía al Padre de mi amigo Nalo, él la sacaba para que todos podamos jugar.
Una fecha a Nalo se le ocurrió cruzar con la llanta la acequia de Yarush que se encontraba al costado de la casa de la Sra. Victoria Montoro quien era abuela de nuestro amigo Nalo. A él se le ocurre poner piedras al borde de la acequia para que la llanta al chocar eleve vuelo y cruce el canal, probamos con la llanta vacía y cruzo satisfactoriamente, entonces Nalo dio la idea de subir la cuesta más arriba de lo usual para tener más velocidad, una vez allí, él se metió en la llanta y nos dijo que empujáramos con todas nuestras fuerzas, y así fue. La llanta tomo gran velocidad con nuestro amigo adentro, una vez que llego a chocar con las piedras se elevó y todos pensamos que lo iba a lograr, pero no fue así, cayó en medio de la acequia que no era salubre.
Todos al ver que no lo logró nos reímos a carcajadas, y corrimos a ver como estaba para socorrerlo. Lo sacamos y estaba todo sucio y mojado, lo llevamos a la pila de agua que se encontraba junto a la acequia en la esquina de la casa del Sr. Cornelio Moran. Y él no se amilano en lo absoluto, se reía de la locura que había hecho, tal carácter nos contagiaba de risas y alegría, Esas imágenes quedaron grabadas en mi memoria.
Aquí otro relato de nuestras travesuras en nuestro barrio. Nosotros teníamos de 13 a 15 años de edad, un sábado en la noche nos encontrábamos jugando en la calle y vemos pasar a los Evangelistas que se dirigían a su culto. En eso, nuestro amigo Nalo, siempre con sus ocurrencias nos dice para jugarles una broma a los Evangelistas.
Ellos tenían su Culto más arriba de donde nos rodábamos con la llanta y dicho sea de paso la abuela de Nalo, la señora Victoria Montoro también era evangelista. Entonces nos pusimos de acuerdo en cómo podríamos asustarles y quedamos en que uno de nosotros se disfrace de un alma (fantasma) y para ello teníamos que sortear quien iba a ser el elegido para asustar a los Evangelistas que salían del culto a las 11 de la noche.
Por azares del destino me toco la suerte de que yo me disfrace, entonces me preparé para realizar la broma, saqué una sábana blanca de mi casa, le hice un nudo en la punta de la sabana simulando un capirucho y me envolví con ello, luego me escondí debajo del rosal blanco que existía al frente del culto, aprovechando que el alumbrado era muy bajo, espere un rato y luego comenzaron a salir, cuando ya habían salido todos, salgo de mi escondite con movimientos terroríficos empiezo a caminar detrás de los Evangelistas, y ellos al verme empezaron a correr despavoridos junto con el pastor, se caían y se levantaban gritando “Misericordia Señor” y seguían corriendo.
En esos instantes que estoy actuando mi papel de fantasma, escucho un ruido a mis espaldas y volteo para ver que era, y veo un alma negra que me seguía muy lentamente, parecía que no pisaba el suelo, me toque de nervios por el susto, tire mi atuendo desesperadamente y corrí hacia mis compañeros que también empezaron a correr con la boca seca de miedo por ver al fantasma detrás mío, cada quien se fue por su lado.
Después de un buen rato nos reunimos en nuestro punto de encuentro habitual y nuestro compañero Nalo no llegaba, entonces vimos llegar a Nalo con una sonrisa en su rostro de cachete a cachete, nos había engañado a todos, él era el alma negra que salió desde la parte más alta por la casa del Sr. Fidel Valarezo, nos contó su Azaña, nosotros terminamos en una sonrisa comentando el susto que nos había dado y también a los del culto, estos últimos no llegaron a descubrir quienes fueron los autores de dicha broma, lo hemos tenido en secreto hasta la fecha.
Por estas ocurrencias y travesuras de adolescente nuestro amigo Nalo se ganó el apelativo de “Niño Terrible”, nuestro entrañable amigo era uno de los más inquietos del grupo, de un temperamento muy jovial y comprensivo, de un temple de acero que un buen militar como él lo tiene.
Se dio la oportunidad de encontrarme y conversar con él en la presentación del Libro del Profesor Alejando Aldave hace unos años, y le comenté que estaba escribiendo varios relatos de nuestra vida juvenil, y él me brindo su autorización para tomar su nombre y poder dar a conocer nuestra historia de la cual también soy parte.
Con este relato, hago un reconocimiento póstumo a mi amigo NALO ALVARADO, que sea recordado como el más jovial del barrio.
Felix Jaimes Valderrama
[email protected]