FEDERICO KAUFFMANN DOIG
YAINO EL COLOSO DE POMABAMBA (*)
Después de Chavín de Huántar, es Yayno el complejo arquitectónico más portentoso de Áncash. Se ubica en la antigua región de Conchucos que se extiende por el flanco oriental de la Cordillera Blanca y el curso del río Marañón.
No obstante que fue visitado por Pedro Rojas Ponce en los años 30 a instancias de su maestro Julio C. Tello, puede decirse que Yayno sigue inédito e ignorado, a pesar de que por su condición ciclópea es, uno de los monumentos más extensos del Perú antiguo.
Yayno está ubicado a 4 075 m.s.n.m., en una pendiente próxima a la cima de una alta montaña denominada Pañajirca, que dista de Pomabamba aproximadamente 25 kilómetros. Se trata de un conglomerado arquitectónico constituido por construcciones de planta tanto rectangular como circular, por plazoletas y por graderías que dan acceso a la cima luego de franquear portadas de las que lamentablemente sólo quedan vestigios.
Al contemplar los enormes muros de Yayno, llama la atención el efecto especial que producen las dos tonalidades de piedras empleadas. Las claras fueron colocadas formando hileras horizontales y destacan por su gran tamaño y forma cuadrada. Las de tono oscuro son de tamaño pequeño, tabloides y de forma rectangular. Las últimas fueron empleadas para rellenar los espacios entre una y otra fila de piedras grandes, así como también para tapiar los resquicios presentes entre pedrón y pedrón; corresponden al llamado tipo pachilla o cuña.
Yayno está conformado por un conglomerado de construcciones de tamaño diverso. Entre éstas destaca una, por su tamaño ciclópeo y planta cuadrada, ya que en su mayoría los edificios acusan en Yayno planta circular. Mide aproximadamente 30 m de ancho por 60 m de largo, incluyendo los sectores que le fueron adicionados. Sus muros se elevan por más de 12 m. En su interior se presentan más de 20 construcciones de planta cuadrada.
En el reconocimiento de Yayno efectuado en el año 2001 por el autor, fue asistido por Donato Apolín, quien exploró los rastros de los recintos que aún pueden ser detectados; su labor contribuyó a perfeccionar el plano del monumento levantado en una fotografía aérea.
(*) “Yayno: el coloso de Pomabamba”
Atlas Regional del Perú (Ancash) 22, pp. 59-60. Lima 2004
[Versión resumida de FKD: HAPA (Historia y Arqueología del Perú Antiguo) v.3, pp. 482-488]
No obstante que fue visitado por Pedro Rojas Ponce en los años 30 a instancias de su maestro Julio C. Tello, puede decirse que Yayno sigue inédito e ignorado, a pesar de que por su condición ciclópea es, uno de los monumentos más extensos del Perú antiguo.
Yayno está ubicado a 4 075 m.s.n.m., en una pendiente próxima a la cima de una alta montaña denominada Pañajirca, que dista de Pomabamba aproximadamente 25 kilómetros. Se trata de un conglomerado arquitectónico constituido por construcciones de planta tanto rectangular como circular, por plazoletas y por graderías que dan acceso a la cima luego de franquear portadas de las que lamentablemente sólo quedan vestigios.
Al contemplar los enormes muros de Yayno, llama la atención el efecto especial que producen las dos tonalidades de piedras empleadas. Las claras fueron colocadas formando hileras horizontales y destacan por su gran tamaño y forma cuadrada. Las de tono oscuro son de tamaño pequeño, tabloides y de forma rectangular. Las últimas fueron empleadas para rellenar los espacios entre una y otra fila de piedras grandes, así como también para tapiar los resquicios presentes entre pedrón y pedrón; corresponden al llamado tipo pachilla o cuña.
Yayno está conformado por un conglomerado de construcciones de tamaño diverso. Entre éstas destaca una, por su tamaño ciclópeo y planta cuadrada, ya que en su mayoría los edificios acusan en Yayno planta circular. Mide aproximadamente 30 m de ancho por 60 m de largo, incluyendo los sectores que le fueron adicionados. Sus muros se elevan por más de 12 m. En su interior se presentan más de 20 construcciones de planta cuadrada.
En el reconocimiento de Yayno efectuado en el año 2001 por el autor, fue asistido por Donato Apolín, quien exploró los rastros de los recintos que aún pueden ser detectados; su labor contribuyó a perfeccionar el plano del monumento levantado en una fotografía aérea.
(*) “Yayno: el coloso de Pomabamba”
Atlas Regional del Perú (Ancash) 22, pp. 59-60. Lima 2004
[Versión resumida de FKD: HAPA (Historia y Arqueología del Perú Antiguo) v.3, pp. 482-488]
En el entorno de Pomabamba se yergue un sinnúmero de restos arqueológicos, los que han sido registrados en una monografía cuyo autor es Félix Egúsquiza Rondan. En cuanto a la litoescultura, abundante en la región de Conchucos, Victor Nell Obregón ha descrito el reciente hallazgo de monolitos realizado accidentalmente en el área de Pomabamba.
La construcción más extensa, a la que ya nos hemos referido, registra adheridas a sus paredes interiores hileras de cámaras rectangulares, que interpretamos como graneros o collcas.
De estar en lo cierto, su presencia indicaría que la función de este gran complejo arquitectónico pudo ser el fungir de centro de la administración de la producción de los comestibles y del almacenamiento de los excedentes, para hacer frente a años improductivos a causa de catástrofes desatadas por el fenómeno de El Niño. Adicionalmente, su carácter monumental debía prestigiar a la élite gobernante que allí residía.
Un recinto conformado por diversos muros circulares, presente en la parte más alta del conjunto, debió de ser sede conspicua del culto y de los rituales que allí tenían lugar. Por su complejidad, Tello estimó que era un observatorio astronómico. Los rituales debían coadyuvar a que la producción de los alimentos fuera lo suficientemente abundante como para cubrir la demanda. Algo que era difícil lograr, debido a que la población experimentaba un rápido crecimiento y a que el territorio del Perú es limitado en tierras aptas para el cultivo y azotado, además, por catástrofes atmosféricas recurrentes. Precisamente aquello explica la importancia que se les daba a los rituales, puesto que el único medio con el que contaba el hombre para "defenderse" de los azotes provocados por la naturaleza era el de la magia.
La antigüedad de Yayno podría estimarse, grosso modo, en unos 1 200 años, pero el monumento debió seguir vigente aún después de producida la incorporación de los conchucos al Incario, en la segunda mitad del siglo XV d.C. Los cálculos sobre su antigüedad los deduce el autor basado en el supuesto de que su arquitectura adopta como modelo la forma de la chullpa, patrón cultural difundido extensamente con la expansión Tiwanaku-Wari (o Wari) y que, en su dispersión, desarrolló modalidades regionales diversas. En el caso de Yayno, recogiendo también tradiciones anteriores, como las de Chavín y Recuay (cerámica).
Las consideraciones expuestas conducen a estimar que Yayno fue un centro, destinado, al igual que otros complejos arquitectónicos andinos, a velar por una eficaz administración de la producción de los comestibles, así como a servir de sede del culto y de los rituales dirigidos a exorcizar el hambre.
La construcción más extensa, a la que ya nos hemos referido, registra adheridas a sus paredes interiores hileras de cámaras rectangulares, que interpretamos como graneros o collcas.
De estar en lo cierto, su presencia indicaría que la función de este gran complejo arquitectónico pudo ser el fungir de centro de la administración de la producción de los comestibles y del almacenamiento de los excedentes, para hacer frente a años improductivos a causa de catástrofes desatadas por el fenómeno de El Niño. Adicionalmente, su carácter monumental debía prestigiar a la élite gobernante que allí residía.
Un recinto conformado por diversos muros circulares, presente en la parte más alta del conjunto, debió de ser sede conspicua del culto y de los rituales que allí tenían lugar. Por su complejidad, Tello estimó que era un observatorio astronómico. Los rituales debían coadyuvar a que la producción de los alimentos fuera lo suficientemente abundante como para cubrir la demanda. Algo que era difícil lograr, debido a que la población experimentaba un rápido crecimiento y a que el territorio del Perú es limitado en tierras aptas para el cultivo y azotado, además, por catástrofes atmosféricas recurrentes. Precisamente aquello explica la importancia que se les daba a los rituales, puesto que el único medio con el que contaba el hombre para "defenderse" de los azotes provocados por la naturaleza era el de la magia.
La antigüedad de Yayno podría estimarse, grosso modo, en unos 1 200 años, pero el monumento debió seguir vigente aún después de producida la incorporación de los conchucos al Incario, en la segunda mitad del siglo XV d.C. Los cálculos sobre su antigüedad los deduce el autor basado en el supuesto de que su arquitectura adopta como modelo la forma de la chullpa, patrón cultural difundido extensamente con la expansión Tiwanaku-Wari (o Wari) y que, en su dispersión, desarrolló modalidades regionales diversas. En el caso de Yayno, recogiendo también tradiciones anteriores, como las de Chavín y Recuay (cerámica).
Las consideraciones expuestas conducen a estimar que Yayno fue un centro, destinado, al igual que otros complejos arquitectónicos andinos, a velar por una eficaz administración de la producción de los comestibles, así como a servir de sede del culto y de los rituales dirigidos a exorcizar el hambre.