JOSÉ ANTONIO SALAZAR MEJÍA
KANAN PUNUN
Versión basada en un relato de mi padre, don Antonio Salazar Rivero. Narrado en 1965, cuando él tenía 83 años.
La institución Educativa Sabio Antonio Raimondi, tiene su local sobre una gigantesca huaca andina. Es, probablemente, el edificio más singular de Huarás: una construcción de estilo republicano se alza sobre los cimientos de un templo andino, el templo de Kanapún; y como el colegio necesita aulas, en los últimos años le han añadido cuatro toscos y desproporcionado pabellones de material noble. El conjunto resultante es una feroz muestra de la bizarra creatividad de nuestros arquitectos locales.
Investigaciones arqueológicas dan cuenta de cómo Pumacayán, la gran huaca dedicada al dio Guari, Kanapún era un templo andino en donde se reverenciaba a las deidades del lugar. Su construcción piramidal así lo indica. Ambos se encuentran ubicados en forma equidistante del río Quillcay. Y como se ha llegado a establecer la época de su construcción inicial.
El antiguo poblador huarasino aseveraba que ambos templos, Pumacayán y Kanapún, se conectaban mediante un túnel subterráneo. Que a fines del siglo XIX, mientras se construía el chalet de don Moisés Estremadoyro, al abrir los cimientos encontraron el ingreso a dicho túnel y es fama que, introduciendo un niño por él, este regresó a la superficie trayendo una pesada mazorca de maíz hecha completamente de oro. En el aluvión del 13 de diciembre de 1941, el edificio fue el único que no pudo ser tumbado por la fuerza de las aguas.
Allí se salvaron muchas personas. –Recuerda con nosostalgia el profesor Moisés Núñez, quien estuvo en el lugar ese día y es testigo de excepción del suceso. –No pasó lo mismo con los que vivían en los chalets que estaba a su lado. Todos fueron arrasados. Es que sus bases estaban hechas de piedar y se insertan profundamente en el suelo.
El origen del nombre del nombre de Kanapún, con que se conocía ya el lugar a la llegada de los españoles, es muy singular. La tradición da cuenta que en la época de la invasión Inca a nuestro suelo, Huayna Qapaq, el inca gobernante llegó seguido de gran sequito a las tierras del Intipa Huaylla, praderas del sol, como se llamaba por entonces al Callejón de Huaylas; de Huaylla ha derivado el término Huaylas. Es necesario recordar que los Incas llegaron hacía el 1460, guiados por ese enorme conquistador que fue Túpac Yupanqui, el hijo del gran Pachakúteq. Solo 70 años duró la presencia cusqueña en nuestra tierra, en 1533 asentaron acá sus reales los invasores españoles.
El Qhapaq Ñan, o Camino de Inca, tenía muchas rutas. La principal llegaba del Cusco a Cajamarca, pasaba por Huánuco Pampa y entraba a nuestra tierra por la zona de Conchucos, luego por Andamarca en Pallasca enlazaba con Huamachuco para llegar al balneario donde los Incas descansaban de sus trabajos. Po ello es sintomático que el Inca Huayna Qapaq, desviándose de la ruta principal, tomara el camino del gran templo de Chavín, crusara la cordillera por Yanashallas, e ingresara por Olleros al frente de sus tropas.
¿Cuán era la situación política de ese entonces? Nuestras indagaciones indican que no eran favorable para los cusqueños. Las heridas de la pasada guerra entre Huaylas e Incas aun no cerraban y eran muchos los curacas que complotaban para liberar estas tierras de la presencia Inca. Enterado de estos hechos, Huayna Qapaq consultó al oráculo del Coricancha.
- ¿Qué debo hacer para evitar el levantamiento de los Huaras y los Huaylas?
- Poderoso hijo del Sol, tienes que establecer lazos de sangre con esa gente
contestó lacónicamente el acertado oráculo.
Sin más, el Inca programó su salida hacía el Chinchaysuyo. Traía ricos presentes para agasajar a los curacas de esta zona. Entre ellos destacaban finos vestidos tejidos por las akllas del Cuzco, valiosos objetos de oro que sus orfebres habían copiado del gran jardín del Coricancha, grandes cantidades de granos y ganado seleccionado.
Corría el año de 1512 cuando Huayna Qapaq llegó a la llacta de los Huaras. En señal de respeto, dejó sus ofrendas en el templo de Pumacayán y luego pasó a Kanapún. Impresionado por la exuberante belleza del lugar, pleno el ubérrimo valle de cultivos de maíz y pastizales, se extasió con la singular vista de los nevados. Al fondo del Intipa Huaylla divisó el Huandoy a al Huascarán, luego al Hualcán y al Copa, y finalmente al conjunto que cual diadema circundan las alturas del lugar, el Vallunarrraju, el Oqshapalka y el Ranrapalca, el Rima Rima y el Churup.
El Inca, reconoció que en todos sus dominios no había paisaje más impresionante que este, y satisfecho, emitió su célebre frase:
“Kanan Punun”
“Aquí descansamos”.
El templo, que hasta entonces tenía otro nombre, quedó bautizado por Huayna Qapaq y con el correr del tiempo, la frase fue simplificándose y al final solo quedó Kanapún.
¿Pero que hizo Huayna Qapaq para seguir el consejo del oráculo del Koricancha? Agasajó de modo formidable a los curacas de las dos parcialidades levantiscas, los Huaras y los Huaylas. Desposó a Anas Qolque, Brillantemente Astuta, hija del curaca de los Huaras. Lo propio hizo con Quntuy Huachu, Camellón Perfumado, hija del curaca de Huaylas.
Al casarse el Hijo del Sol con ellas, quedaban establecidos los lazos de sangre entre el pueblo Inca y nuestros pueblos. En 1513 y 1517 nacerían los hijos de Huayna Qapaq. Anas Qolque le dio un varón a quien la historia conoce con el nombre de Inca Paullo; quien como todo hijo varón del monarca, sería llevado al cusco para ser educado a la usanza Inca. Quntuy Huachu le dio una niña. Quispe Sisa o Flor de diamante, ella se quedó a vivir en Hatun Huaylas.
La suerte de los hijos huaylinos de Huayna Qapaq sería distinta, pero muy ligada a los cabecillas de los cabecillas de las hordas europeas que inrrumpierron en nuestro suelo en 1532. A la muerte de Huáscar y Atahualpa, roto el dominio de las panacas cusqueñas, inesperadamente Paullo se encontró en la línea de sucesión. Quispe Sisa fue llevada a Cajamarca cuando estuvo cautivo Atahualpa. El Inca quiso establece lazos de sangre con su captor, Francisco Pizarro, ofreciendo a la ñusta como su esposa. Pizarro la aceptó, pero hizo matar al Inca, pues no entendía nada de la diplomacia andina. Los dos únicos hijos que tendría Pizarro, se los dio Quispe Sisa, bautizada como doña Inés de Huaylas Yupanqui, madre de doña Francisca Pizarro, la primera mestiza del nuevo Perú.
José Antonio Salazar Mejía
La institución Educativa Sabio Antonio Raimondi, tiene su local sobre una gigantesca huaca andina. Es, probablemente, el edificio más singular de Huarás: una construcción de estilo republicano se alza sobre los cimientos de un templo andino, el templo de Kanapún; y como el colegio necesita aulas, en los últimos años le han añadido cuatro toscos y desproporcionado pabellones de material noble. El conjunto resultante es una feroz muestra de la bizarra creatividad de nuestros arquitectos locales.
Investigaciones arqueológicas dan cuenta de cómo Pumacayán, la gran huaca dedicada al dio Guari, Kanapún era un templo andino en donde se reverenciaba a las deidades del lugar. Su construcción piramidal así lo indica. Ambos se encuentran ubicados en forma equidistante del río Quillcay. Y como se ha llegado a establecer la época de su construcción inicial.
El antiguo poblador huarasino aseveraba que ambos templos, Pumacayán y Kanapún, se conectaban mediante un túnel subterráneo. Que a fines del siglo XIX, mientras se construía el chalet de don Moisés Estremadoyro, al abrir los cimientos encontraron el ingreso a dicho túnel y es fama que, introduciendo un niño por él, este regresó a la superficie trayendo una pesada mazorca de maíz hecha completamente de oro. En el aluvión del 13 de diciembre de 1941, el edificio fue el único que no pudo ser tumbado por la fuerza de las aguas.
Allí se salvaron muchas personas. –Recuerda con nosostalgia el profesor Moisés Núñez, quien estuvo en el lugar ese día y es testigo de excepción del suceso. –No pasó lo mismo con los que vivían en los chalets que estaba a su lado. Todos fueron arrasados. Es que sus bases estaban hechas de piedar y se insertan profundamente en el suelo.
El origen del nombre del nombre de Kanapún, con que se conocía ya el lugar a la llegada de los españoles, es muy singular. La tradición da cuenta que en la época de la invasión Inca a nuestro suelo, Huayna Qapaq, el inca gobernante llegó seguido de gran sequito a las tierras del Intipa Huaylla, praderas del sol, como se llamaba por entonces al Callejón de Huaylas; de Huaylla ha derivado el término Huaylas. Es necesario recordar que los Incas llegaron hacía el 1460, guiados por ese enorme conquistador que fue Túpac Yupanqui, el hijo del gran Pachakúteq. Solo 70 años duró la presencia cusqueña en nuestra tierra, en 1533 asentaron acá sus reales los invasores españoles.
El Qhapaq Ñan, o Camino de Inca, tenía muchas rutas. La principal llegaba del Cusco a Cajamarca, pasaba por Huánuco Pampa y entraba a nuestra tierra por la zona de Conchucos, luego por Andamarca en Pallasca enlazaba con Huamachuco para llegar al balneario donde los Incas descansaban de sus trabajos. Po ello es sintomático que el Inca Huayna Qapaq, desviándose de la ruta principal, tomara el camino del gran templo de Chavín, crusara la cordillera por Yanashallas, e ingresara por Olleros al frente de sus tropas.
¿Cuán era la situación política de ese entonces? Nuestras indagaciones indican que no eran favorable para los cusqueños. Las heridas de la pasada guerra entre Huaylas e Incas aun no cerraban y eran muchos los curacas que complotaban para liberar estas tierras de la presencia Inca. Enterado de estos hechos, Huayna Qapaq consultó al oráculo del Coricancha.
- ¿Qué debo hacer para evitar el levantamiento de los Huaras y los Huaylas?
- Poderoso hijo del Sol, tienes que establecer lazos de sangre con esa gente
contestó lacónicamente el acertado oráculo.
Sin más, el Inca programó su salida hacía el Chinchaysuyo. Traía ricos presentes para agasajar a los curacas de esta zona. Entre ellos destacaban finos vestidos tejidos por las akllas del Cuzco, valiosos objetos de oro que sus orfebres habían copiado del gran jardín del Coricancha, grandes cantidades de granos y ganado seleccionado.
Corría el año de 1512 cuando Huayna Qapaq llegó a la llacta de los Huaras. En señal de respeto, dejó sus ofrendas en el templo de Pumacayán y luego pasó a Kanapún. Impresionado por la exuberante belleza del lugar, pleno el ubérrimo valle de cultivos de maíz y pastizales, se extasió con la singular vista de los nevados. Al fondo del Intipa Huaylla divisó el Huandoy a al Huascarán, luego al Hualcán y al Copa, y finalmente al conjunto que cual diadema circundan las alturas del lugar, el Vallunarrraju, el Oqshapalka y el Ranrapalca, el Rima Rima y el Churup.
El Inca, reconoció que en todos sus dominios no había paisaje más impresionante que este, y satisfecho, emitió su célebre frase:
“Kanan Punun”
“Aquí descansamos”.
El templo, que hasta entonces tenía otro nombre, quedó bautizado por Huayna Qapaq y con el correr del tiempo, la frase fue simplificándose y al final solo quedó Kanapún.
¿Pero que hizo Huayna Qapaq para seguir el consejo del oráculo del Koricancha? Agasajó de modo formidable a los curacas de las dos parcialidades levantiscas, los Huaras y los Huaylas. Desposó a Anas Qolque, Brillantemente Astuta, hija del curaca de los Huaras. Lo propio hizo con Quntuy Huachu, Camellón Perfumado, hija del curaca de Huaylas.
Al casarse el Hijo del Sol con ellas, quedaban establecidos los lazos de sangre entre el pueblo Inca y nuestros pueblos. En 1513 y 1517 nacerían los hijos de Huayna Qapaq. Anas Qolque le dio un varón a quien la historia conoce con el nombre de Inca Paullo; quien como todo hijo varón del monarca, sería llevado al cusco para ser educado a la usanza Inca. Quntuy Huachu le dio una niña. Quispe Sisa o Flor de diamante, ella se quedó a vivir en Hatun Huaylas.
La suerte de los hijos huaylinos de Huayna Qapaq sería distinta, pero muy ligada a los cabecillas de los cabecillas de las hordas europeas que inrrumpierron en nuestro suelo en 1532. A la muerte de Huáscar y Atahualpa, roto el dominio de las panacas cusqueñas, inesperadamente Paullo se encontró en la línea de sucesión. Quispe Sisa fue llevada a Cajamarca cuando estuvo cautivo Atahualpa. El Inca quiso establece lazos de sangre con su captor, Francisco Pizarro, ofreciendo a la ñusta como su esposa. Pizarro la aceptó, pero hizo matar al Inca, pues no entendía nada de la diplomacia andina. Los dos únicos hijos que tendría Pizarro, se los dio Quispe Sisa, bautizada como doña Inés de Huaylas Yupanqui, madre de doña Francisca Pizarro, la primera mestiza del nuevo Perú.
José Antonio Salazar Mejía