RIMAY CÓNDOR
Durante uno de mis viajes a Huaraz, tuve la suerte de encontrar la revista titulada El Libro Azul, boletín informativo cultural de la Biblioteca Pública de la Municipalidad de Huaraz. Revisándola encontré el excelente artículo que publicamos a continuación, y cuyo autor el Dr. Luis Salazar Mejía, continúa trabajando en el mismo tema para convertirlo en libro. Esta nota es de mucho interés, no solo para los amantes de la música de nuestra tierra, sino para todos aquellos interesados en su cultura.
Rimay Cóndor
Rimay Cóndor
LA MÚSICA EN EL DEPARTAMENTO DE ANCASH I
La Música Andina Ancashina, su estilo y características son únicos y desde la época incaica, los sucesivos pueblos han ido creando y dejando huellas, las mismas que están siendo recogidas acuciosamente por el investigador y musicólogo huaracino Luis Alberto Salazar Mejía. Este artículo devela la historia de nuestra música forjada hasta la década de los 60 del siglo y milenio pasado”.
La música en la época prehispánica
El actual departamento de Ancash, por su situación geográfica, ha sido morada de cazadores-recolectores que ya hace casi 10,000 años dejaron sus huellas en la cueva de Guitarrero. Algunos siglos más tarde en Sechín. Las Haldas, La Galgada, Moxexe, entre otros centros monumentales, los pobladores del suelo ancashino mostraron un desarrollo cultural grande. Consecuencia de ello, en el primer milenio A.C., con Chavín se llega a la cúspide del primer periodo en nuestra riquísima historia: El horizonte temprano.
Poco podemos saber sobre el desarrollo musical de esas épocas. Para las ciencias es claro, que los primeros seres humanos que poblaron América ya tenían un cierto desarrollo cultural. Es de suponer que ya fabricaban instrumentos musicales. Se piensa que las flautas de agujero central, como las encontradas en Caral y Kotosh, fueron instrumentos traídos del Asia.
El hallazgo, en el 2001, en la galería de las ofrendas del templo de Chavín de Huántar, de 22 trompetas hechas de grandes caracolas marinas nos dice mucho sobre la importancia de la música dentro de esta cultura. También es de señalar que algunos investigadores ven en la construcción del “castillo” de Chavín un sistema hidráulico capaz de producir sonidos que habrían sido utilizados durante las principales ceremonias rituales. Por otro lado, en 1941, se encontró en Gotush una quena de 13.2 cm., y 3 huecos equidistantes a 6, 7.9 y 7.8 cm., de la desembocadura (Stevenson. 1960:11).
El pututo fue un instrumento musical muy apreciado. La dificultad de conseguir conchas marinas para fabricarlo (éstas solo viven en aguas marinas calientes, en Centro América) fue remediada fabricándolos en cerámica. Muchos de ellos han sido encontrados en territorio ancashino y algunos se conservan en museos de Huaraz y Sechín.
Poco podemos saber sobre el desarrollo musical de esas épocas. Para las ciencias es claro, que los primeros seres humanos que poblaron América ya tenían un cierto desarrollo cultural. Es de suponer que ya fabricaban instrumentos musicales. Se piensa que las flautas de agujero central, como las encontradas en Caral y Kotosh, fueron instrumentos traídos del Asia.
El hallazgo, en el 2001, en la galería de las ofrendas del templo de Chavín de Huántar, de 22 trompetas hechas de grandes caracolas marinas nos dice mucho sobre la importancia de la música dentro de esta cultura. También es de señalar que algunos investigadores ven en la construcción del “castillo” de Chavín un sistema hidráulico capaz de producir sonidos que habrían sido utilizados durante las principales ceremonias rituales. Por otro lado, en 1941, se encontró en Gotush una quena de 13.2 cm., y 3 huecos equidistantes a 6, 7.9 y 7.8 cm., de la desembocadura (Stevenson. 1960:11).
El pututo fue un instrumento musical muy apreciado. La dificultad de conseguir conchas marinas para fabricarlo (éstas solo viven en aguas marinas calientes, en Centro América) fue remediada fabricándolos en cerámica. Muchos de ellos han sido encontrados en territorio ancashino y algunos se conservan en museos de Huaraz y Sechín.
Después del decaimiento de Chavín, ya en los inicios de nuestra era, una cultura conocida como Recuay, floreció en tierras ancashinas. Se han encontrado “antaras” de tubos hechos de cerámica y caña; trompetas de barro con formas de caracolas marinas y pequeñas “quenas” de huesos de tres agujeros pertenecientes a esa cultura. En su cerámica, los Recuay, representaron muchos tocadores de “quenas” y flautas de pan (“antaras”), algunos de ellos con monos en el hombro, y, también un personaje tocando una flauta de pan escalonada (en “W”). Así mismo escenas de bailes, con personajes agarrados de la mano.
Siglos más tarde los Huaylas, Conchucos, Pincos y Caxatambos fueron conquistados por los quechuas cuzqueños y pasaron a formar parte del Tahuantinsuyo. Se les impuso el quechua y el culto al sol, pero las lengucullas locales como el cullí, el culto a Guari, Libiac, Catequill y Pariacaca y las músicas ligadas a su advocación no fueron desterradas completamente. Posiblemente ya en esta época era de uso el “pincullo” y la “caja”, aunque no se han encontrado evidencias arqueológicas de ello. También es muy probable que existieran varios tipos de música: la relacionada a los rituales religiosos, al trabajo comunal y a las actividades festivas o de duelo.
Siglos más tarde los Huaylas, Conchucos, Pincos y Caxatambos fueron conquistados por los quechuas cuzqueños y pasaron a formar parte del Tahuantinsuyo. Se les impuso el quechua y el culto al sol, pero las lengucullas locales como el cullí, el culto a Guari, Libiac, Catequill y Pariacaca y las músicas ligadas a su advocación no fueron desterradas completamente. Posiblemente ya en esta época era de uso el “pincullo” y la “caja”, aunque no se han encontrado evidencias arqueológicas de ello. También es muy probable que existieran varios tipos de música: la relacionada a los rituales religiosos, al trabajo comunal y a las actividades festivas o de duelo.
La música en la colonia
Danza del Chusco - Martínez de Compañón. Pag. 159
Los invasores españoles llegaron a territorio ancashino poco después de los trágicos sucesos de Cajamarca, en enero de 1533. Durante el virreinato, Ancash estuvo conformado por los corregimientos de Huaylas, Conchucos, Cajatambo y Santa; el corregimiento de Santa correspondía a parte de la costra del actual departamento: el corregimiento de Huaylas correspondía al valle del río Santa (Callejón de Huaylas); el corregimiento de Conchucos a los pueblos de la zona de Conchucos y, el corregimiento de Cajatambo comprendía los pueblos situados al sur de Recuay: Chiquián, Huasta, Aquia, Cajacay y Cajatambo, entre otros.
Sobre la música durante el periodo colonial no existen datos específicos. Sin embargo, en los documentos sobre la extirpación de idolatrías se puede ver como algunos de los antiguos cultos y rituales persistieron y, probablemente la música ligada a ellos. Es esta época en que se introducen los instrumentos de cuerda: el arpa, el violín y la vihuela o guitarra. También se puede afirmar que se introdujo la embocadura de boquilla en los instrumentos de viento; éstos fueron adoptados. Se sabe que durante las últimas décadas del siglo XVII se crearon conventos de frailes en Huaraz y otros pueblos del departamento y, cofradías religiosas, algunas de ellas formadas por “naturales”. Es probable que en ese entonces se crearan muchas de las danzas, música y vestuarios que son parte de las fiestas patronales actuales -aunque es necesario señalarlo– algunas danzas y música subsistieron con las modificaciones propias del tiempo y de las circunstancias.
Lo que persistió en música fue la escala pentafónica, hasta hoy la más utilizada, y que viene a ser como un núcleo central en la conformación de la música ancashina y de todo el territorio del antiguo Tahuantinsuyo. Quizás lo que cambió fue que esta escala, que probablemente tenía su propio temperamento (producto de, por ejemplo, la construcción de instrumentos de viento con orificios equidistantes), ha ido en la mayoría de los casos adoptando el “temperamento igual”.
En este periodo ya se puede distinguir el mestizaje musical de las prácticas que representaban una continuidad de la música prehispánica. Pero, es difícil trazar fronteras entre ambas músicas porque estas su imbrican. Por otro lado, las diferencias de la música de Huaylas y Conchucos –menores si se toma en cuenta las diferencias entre la música de Huaylas y Conchucos con los pueblos que pertenecieron al antiguo corregimientos de Cajatambo- comenzaron a dibujar tres sub-áreas culturales y musicales en territorio ancashino (serían cuatro si tomamos en cuenta a la costa ancashina).
También suponemos que el binomio “pincullo” (o rayán) y caja se hizo de uso intensivo, toda vez que, en España, desde aproximadamente el siglo XIII existe un binomio muy similar (el “txistu” vasco).
De la época colonial nos han llegado los nombres de dos músicos ancashinos: Josefa Tineo, nacida en Huaraz en 1641, quien en 1660 se comprometió a actuar en Lima, en la compañía teatral de Ruíz de Lara y a tañer el arpa. Tocaba igualmente con mucha habilidad la guitarra. –También actuó como arpista en 1661 y 1663. Fue acusada de hechicería para atraerse a los hombres, por el Tribunal de la Inquisición y fue condenada a salir a pública vergüenza por las calles de Lima el 16 de febrero de 1666 (Barbacci 1949). El segundo es el violinista Nicolás Medina, natural de la provincia de Conchucos, quien a los veinte años, firma, el 21 de noviembre de 1775 –en el Cuzco-, un contrato con don Melchor Gómez de León, “maestro en la facultad de zolfa toque de violín”, mediante el cual, el segundo se compromete, en el plazo de seis años a aprender a tocar el violín y que en todas “aquellas funciones de Discantes, Misas y Vísperas en las iglesias donde fuere a tocar lo ha de ser con mi venia participándome donde va y cuanto le paguen por función y de lo que fuere ha de partir conmigo igualmente como también de la cantidad que le contribuyeren donde yo lo enviare a tocar, sea en casas, o iglesias sin que los referidos seis años se separe de mi compañía ni resuelva de su persona hasta que sean cumplidos y se verifique su total instrucción y magisterio en el arte a que me obligo”. (Id. 1940).
A fines del siglo XVIII el obispo de Trujillo, Baltazar Martínez de Compañón escribió su obra “Trujillo del Perú”, en la que se encuentran láminas con pinturas de danzas, e instrumentos y también partituras de música de Trujillo y Lambayeque. Entre las danzas representadas está la danza del “chusco”. Para Portella (1988) la chuscada estaría asociada a esta danza. En estas pinturas puede verse el uso intensivo del binomio “pincullo y caja” y del arpa. Pensamos que en nuestro departamento también era muy utilizado en esa época.
Continuará en la próxima edición.
Sobre la música durante el periodo colonial no existen datos específicos. Sin embargo, en los documentos sobre la extirpación de idolatrías se puede ver como algunos de los antiguos cultos y rituales persistieron y, probablemente la música ligada a ellos. Es esta época en que se introducen los instrumentos de cuerda: el arpa, el violín y la vihuela o guitarra. También se puede afirmar que se introdujo la embocadura de boquilla en los instrumentos de viento; éstos fueron adoptados. Se sabe que durante las últimas décadas del siglo XVII se crearon conventos de frailes en Huaraz y otros pueblos del departamento y, cofradías religiosas, algunas de ellas formadas por “naturales”. Es probable que en ese entonces se crearan muchas de las danzas, música y vestuarios que son parte de las fiestas patronales actuales -aunque es necesario señalarlo– algunas danzas y música subsistieron con las modificaciones propias del tiempo y de las circunstancias.
Lo que persistió en música fue la escala pentafónica, hasta hoy la más utilizada, y que viene a ser como un núcleo central en la conformación de la música ancashina y de todo el territorio del antiguo Tahuantinsuyo. Quizás lo que cambió fue que esta escala, que probablemente tenía su propio temperamento (producto de, por ejemplo, la construcción de instrumentos de viento con orificios equidistantes), ha ido en la mayoría de los casos adoptando el “temperamento igual”.
En este periodo ya se puede distinguir el mestizaje musical de las prácticas que representaban una continuidad de la música prehispánica. Pero, es difícil trazar fronteras entre ambas músicas porque estas su imbrican. Por otro lado, las diferencias de la música de Huaylas y Conchucos –menores si se toma en cuenta las diferencias entre la música de Huaylas y Conchucos con los pueblos que pertenecieron al antiguo corregimientos de Cajatambo- comenzaron a dibujar tres sub-áreas culturales y musicales en territorio ancashino (serían cuatro si tomamos en cuenta a la costa ancashina).
También suponemos que el binomio “pincullo” (o rayán) y caja se hizo de uso intensivo, toda vez que, en España, desde aproximadamente el siglo XIII existe un binomio muy similar (el “txistu” vasco).
De la época colonial nos han llegado los nombres de dos músicos ancashinos: Josefa Tineo, nacida en Huaraz en 1641, quien en 1660 se comprometió a actuar en Lima, en la compañía teatral de Ruíz de Lara y a tañer el arpa. Tocaba igualmente con mucha habilidad la guitarra. –También actuó como arpista en 1661 y 1663. Fue acusada de hechicería para atraerse a los hombres, por el Tribunal de la Inquisición y fue condenada a salir a pública vergüenza por las calles de Lima el 16 de febrero de 1666 (Barbacci 1949). El segundo es el violinista Nicolás Medina, natural de la provincia de Conchucos, quien a los veinte años, firma, el 21 de noviembre de 1775 –en el Cuzco-, un contrato con don Melchor Gómez de León, “maestro en la facultad de zolfa toque de violín”, mediante el cual, el segundo se compromete, en el plazo de seis años a aprender a tocar el violín y que en todas “aquellas funciones de Discantes, Misas y Vísperas en las iglesias donde fuere a tocar lo ha de ser con mi venia participándome donde va y cuanto le paguen por función y de lo que fuere ha de partir conmigo igualmente como también de la cantidad que le contribuyeren donde yo lo enviare a tocar, sea en casas, o iglesias sin que los referidos seis años se separe de mi compañía ni resuelva de su persona hasta que sean cumplidos y se verifique su total instrucción y magisterio en el arte a que me obligo”. (Id. 1940).
A fines del siglo XVIII el obispo de Trujillo, Baltazar Martínez de Compañón escribió su obra “Trujillo del Perú”, en la que se encuentran láminas con pinturas de danzas, e instrumentos y también partituras de música de Trujillo y Lambayeque. Entre las danzas representadas está la danza del “chusco”. Para Portella (1988) la chuscada estaría asociada a esta danza. En estas pinturas puede verse el uso intensivo del binomio “pincullo y caja” y del arpa. Pensamos que en nuestro departamento también era muy utilizado en esa época.
Continuará en la próxima edición.