FILOMENO ZUBIETA NÚÑEZ
CHIQUIÁN: CULTURA E IDENTIDAD
Por Filomeno Zubieta Núñez ([1]
Resumen
El levantamiento del Mapa Cultural de un pueblo pasa por la necesaria identificación de sus expresiones culturales. El distrito de Chiquián, en la jurisdicción de la provincia de Bolognesi (Ancash), presenta una gran riqueza en sus manifestaciones culturales que, progresivamente, va concitando la atención no sólo de científicos sociales, sino también de turistas y de especialistas en su práctica y desarrollo. Una aproximación a las expresiones culturales que le otorgan identidad a Chiquián se ofrece en el presente estudio.
Palabras clave: Patrimonio cultural, expresiones culturales, identidad cultural
Introducción
Cuando nos referimos a Chiquián estamos aludiendo a una ciudad, a la capital de la provincia de Bolognesi, a la comunidad campesina y al distrito de ese nombre. En este breve estudio se resaltan los elementos más significativos que, al distrito de Chiquián, le otorgan una identidad cultural.
Chiquián como distrito ¿tiene una identidad cultural? Entendemos que sí. Sí, porque tiene un conjunto de rasgos distintivos, materiales y espirituales, intelectuales y afectivos que lo caracterizan; englobando una configuración geográfica, recursos naturales, memoria histórica, modos de vida, ceremonias, arte, creaciones, tecnología, sistema de valores, tradiciones y creencias. Con su diversidad de elementos es una unidad, una totalidad, una configuración. “Es lo que algo es y aquello por lo cual se le conoce como tal”. La identidad cultural no es otra cosa que el reconocimiento de un pueblo como "si mismo". Es una suma de sumandos diferenciadores en relación al resto.
Así como las personas tienen una identidad: un nombre, una fecha de nacimiento, un lugar en el espacio, un nivel educativo, una condición civil, un derrotero y experiencia acumulada, en fin, un proyecto de vida; así también, los pueblos tienen lo suyo.
Identificar, conocer y valorar los componentes naturales, históricos y culturales que signan lo propio de Chiquián; los elementos que lo diferencian de otras circunscripciones, es importante. Pero, que al mismo tiempo, implica un llamamiento a la defensa de esa identidad, de su derecho a existencia como pueblo, a recuperar y conservar su pasado, sus tradiciones, los componentes de su singularidad, mirando al futuro, afirmando su tendencia al cambio y a la reinvención constante de sus formas de expresión. Es un proceso en formación y transformación, un proceso abierto inacabado, mirando el pasado, viviendo el presente, proyectándose al futuro.
Las expresiones de identidad cultural conforman nuestro Patrimonio Cultural. “El Patrimonio Cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo; la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas” (UNESCO, 1982).
El identificar lo propio de nuestra cultura o las prácticas culturales es importante. Afirmarlo, valorarlo, mucho más. Tomar conciencia de una identidad común, implica también un impulso hacia la preservación de esta identidad, hacia la auto-preservación de la cultura. Hacia este propósito se encaminan estas líneas.
La identidad cultural chiquiana es parte de la singularidad de Bolognesi como provincia y, ésta, una muestra significativa de la multiculturalidad del Perú.
Algunos referentes de la identidad cultural de Chiquián son los que a continuación resaltamos.
1. EL NOMBRE
El nombre de este lugar, al igual que el de otro o de cualquier persona, tiene un origen, siendo este tan antiguo como la misma historia del hombre. Su procedencia puede estar en nombres comunes (algún rasgo físico resaltante, animales típicos, plantas llamativas, creencias del lugar) antiguos que con el transcurso del tiempo, azar, evolución lingüistica de los territorios, etc., han dejado de entenderse; o, también tener su origen en nombres de persona (antropónimos) o derivados de ellos.
El nombre, como se sabe, cumple la misión social de hacer conocer la identidad. En este caso, el origen y significado de Chiquián se pierde en el tiempo; con explicaciones amparadas en la leyenda, con una constante invitación a la investigación.
De las muchas acepciones que habrían originado su denominación, nos parecen significativos dos: Sequian-cocha y chiquia.
El primero –Sequiancocha- alude a la laguna de ese nombre que, hace cientos de años, habría existido en la explanada donde hoy se asienta la ciudad. De las tantas evidencias que refuerzan esta hipótesis resaltamos cuatro:
a. Rodeando a la ciudad encontramos los restos de manantiales que habrían alimentado la antigua laguna: Oro-puquio, Humpay, Parientana y Huamgán.
b. La parte extrema norte de la ciudad termina en profundas grietas, producto del desembalse que habría sufrido la laguna, dada las grandes precipitaciones que colmaron todo su espacio. Las cárcavas y avenamientos que se produjeron y ampliaron, toman hoy los nombres de Chivis, Quiwillán, Mara Urán, Salua Rajra, Alma Rajra Shapash.
c. El mítico manantial de Shapash –al norte de la ciudad de Chiquián-, con abundante agua, que pareciera todo un desagüe hacia el río Aynín, nos dice de la presencia de aguas subterráneas que atraviesan a decenas de metros de profundidad por debajo de la ciudad, generando una serie de leyendas, como aquella que dice de un canal subterráneo que atraviesa por debajo de la actual iglesia.
d. La presencia de dos especies de desagües de la ciudad: Paucarajra (hoy canalizado) y las aguas que bajan por Humpaycuta y atraviesan toda la calle 28 de Julio (más conocido –por este hecho- como Agocalle, por la cantidad de piedras de distinto tamaño y arena que se cubre invierno a invierno). Lluvias torrenciales habrían provocado huaycos que produjeron el embalse de la laguna original y su consiguiente drenaje y desaparición de la laguna conocida como Sequiancocha, quedando como recuerdo su derivado Chiquián.
El segundo –chiquia- alude a una avecilla que trina con su característico chic, chic, chic y que se relaciona con el anuncio de la visita de forasteros que los hogares recibirán. A esta chiquia, o gorrión americano, se le conoce también como pichuichanca; que con su trinar en el patio de las casas y los árboles cercanos alegra el ambiente. De alguna manera simboliza la hospitalidad que caracteriza a las familias chiquianas. El derivado de chiquia, Chiquián es entonces la tierra de las pichuichancas, la tierra donde los visitantes de los pueblos vecinos encontrarán –con toda seguridad- hospedaje y calor hogareño.
A este se agrega el apelativo de espejito del cielo (gracias a Roberto Aldave) que sintetiza la singularidad de su paisaje y el sentimiento telúrico de sus hijos.
Otro tanto ocurre con sus caseríos: Carcas y Cuspón.
Carcas devendría de Carcash término quechua que significa bosta o excremento de ganado vacuno, empleado por los lugareños, como de otros lugares, como combustible. Según informantes lugareños, el lugar fue un espacio donde los animales de las haciendas vecinas, como San Antonio de Cutacarcas, luego de “tomar agua” se apacentaban dejando las huellas de su presencia, el carcash. Con el tiempo el lugar fue denominado: Carcash, Carcas.
Para el caso de Cuspón su toponimia se asocia a la "Leyenda de los viajeros". El lugar se encuentra a la vera del camino real que une Cajatambo con Chiquián, muy transitado por gentes de diversa condición y con motivaciones distintas. Dada las largas distancias que recorrían los viajeros solían descansar en este lugar, donde las bestias de carga liberadas del peso se revolcaban, acción que en el runasimi significa "jochpún", al que se agrega –como precedente- la existencia del paraje denominado "Inca-Tanan" (donde el inca se sienta o descansa). Es decir, la zona siempre fue lugar de descanso de los viajeros, desde tiempos incásicos, coloniales y republicanos. Aun hoy, a Cuspón los quechuahablantes le siguen llamando "Jochpún".
Así como los nombres de Chiquián, Carcas y Cuspón tienen raíces en términos del quechua, otro tanto ocurre con los parajes actuales como Pancal, Matara, Mojón, Huáncar, Chinchupuquio, Mataracocha, Papun, Humpay, Tupucancha, Puscanhuaro, Huayalpampa, etc.
2. EL ESPACIO OCUPADO
Nuestro distrito tiene una extensión territorial de 184,16 km2, con una población 4508 habitantes (de los cuales 4147 en la parte urbana y 361 en lo rural; 2222 varones y 2286 mujeres), según los datos del Censo del 2005, lo que significa una densidad poblacional de 24,5 habitantes por kilómetro cuadrado (el Censo Nacional del 21 de octubre de 2007 esperamos nos brinde cifras más objetivas y confiables).
Chiquián como capital distrital y provincial se encuentra a 3 374 metros de altitud. Tiene dos caseríos en la condición de centros poblados menores, Carcas y Cuspón. El primero se halla a 3 200 metros de altitud y cuenta con mayor población; en tanto el segundo está a 2 800 m.s.n.m y tiene mayor extensión territorial.
Sus límites son: Por el norte con el distrito de Aquia (además de Pampas Chico que corresponde a Recuay); por el sur con los distritos de Abelardo Pardo Lezameta y La Primavera; por el este con los distritos de Huasta y Pacllón; por el oeste con los distritos de Ticllos y Cajacay, todos de la Provincia de Bolognesi. No está demás precisar que el río Pativilca es quien separa a nuestro distrito de los distritos vecinos de Huasta, Pacllón, La Primavera y Abelardo Pardo Lezameta; como también el riachuelo de Puscayán con Ticllos.
Dentro de su espacio físico está una porción importante de la Pampa de Lampas, incluyendo la hermosa y vistosa laguna de Conococha, cuyo desagüe se une a las aguas del río Collota (que nace de los deshielos del nevado de Tucu y las lagunas de Ahuash y Yanacocha) dando origen al río Santa.
El río Aynín o Pativilca recibe las aguas del conjunto de riachuelos que lo alimentan hasta el pueblo de Llaclla, como son Huayhuán (Carcas), Shapash, Sulín (Chiquián) y Tingo (Cuspón). Las lagunas como Carhuas y Alcucocha que también contribuyen con sus desagües o filtraciones.
Las cascadas de Usgor, Pancal, Puto y Umpay-cuta son geoformas y atractivos naturales de enorme potencial turístico. Desde gran parte de su territorio se tiene una vista natural hacia el Yerupajá y la Cordillera del Huayhuash.
3. RECURSOS NATURALES
El distrito de Chiquián posee una rica biodiversidad y rico potencial en recursos naturales.
En su flora destaca el bosque natural de cantutas (símbolo de peruanidad y hospitalidad) de unas 10 hectáreas de extensión en la zona de Matara, circunscripción de su caserío de Cuspón. El ichu que permite una floreciente ganadería vacuna y ovejuna, especialmente en su porción de la Pampa de Lampas.
En las plantas medicinales existen: la achicoria, amor seco (shilco), berro, congona, chamico, escorzonera, huachangana, huamanpinta, huamanripa, huarmish-huarmish, llantén, malva, muña, ortiga (shinua), pumapa-huascán, verbena, hierba santa, etc.
Frutos silvestres comestibles como el muchki, múllaca, pasacapulí, ñupu, súplac, huyu, pitajaya, mito, entre otros.
Entre las plantas que sirven como madera, o para las construcciones, tenemos el aliso, carhuacasha, carrizo, huarango, lloque, maguey, molle, quincha, quishuar, huaromo, etc.
Como combustible: carcarillo, chachacoma, hualanca (cuando seca como “gansha”), quenual, tara, entre otros.
Plantas forrajeras de alimento de los animales –así sean domésticos- son, aparte del ichu, la cebadilla, la acelga silvestre (chuchu-cora), el alfiler, el ballico, el chancor, el kikuyo, el pinuaco (pinuash), el putpush, la shoclla, el trébol, etc.
Otro recurso natural relevante es el faunístico, heterogéneo en su variedad y utilidad. Aves como: el cóndor, la huachua, el huanchaco, el gallinazo, la golondrina, el jilguero, las palomas, la perdiz, el picaflor, la pichuichanca, la torcaza. Mamíferos: el puma, el venado, la vizcacha, el zorzal gris (yocyoco), el zorrillo (añaco). Peces: la trucha. Serpientes: la culebra, la víbora, el coralillo. Mucho de estos animales son utilizados en la alimentación; otros son considerados como dañinos a la salud del hombre, como fuente de transmisión de enfermedades y, también, como animales que causan estragos en las sementeras de .los campesinos. Muchos de estos animales han sido inmortalizados en composiciones poéticas, musicales, mitos y leyendas.
Sus recursos edafológicos son variados y amplios, tiene tierras en actual ocupación para agricultura pero sin uso por la escasez del recurso hídrico para su riego. Hay reservas de tierras para su explotación en el futuro.
Existen recursos mineros en distintos lugares de su espacio geográfico (como en las propias entrañas de la laguna de Conococha). Sin embargo, su explotación no es tema de ninguna urgencia. Lo prioritario es la salvaguarda de nuestra biodiversidad, como lo exigen estos tiempos de calentamiento global.
4. EL DERROTERO HISTÓRICO
a. La antigüedad
Como se está constatando en las páginas de esta publicación, el territorio del distrito de Chiquián presenta más de una veintena de complejos arqueológicos de distinta datación cronológica (como se espera se compruebe al más breve plazo de llevarse adelante proyecto de investigación arqueológica). Esto significa que las evidencias arqueológicas corresponden a la ocupación humana de esta porción territorial desde los 8 mil años previos a la presencia española.
Sitios como Shajshamachay, Capillapunta, Chinchupuquio, Cutacarcas, Pacchay, Amay, Qisuarmarca, Huiquismarca, Puscanhuaro, Pirurocorral, Pasamarca, Matara, -para citar a una muestra representativa- exhiben las evidencias de sus más diversas actividades de todos los tiempos; de recolección, pastoreo, utilización de tierras para la agricultura, como las expresiones de su arte y ritos religiosos.
Progresivamente se va generando una especie de división del trabajo: los pastores y cazadores en las partes altas (puna, como Pampa de Lampas), que consumen carne de vizcachas, llamas, alpacas, venados, huacchuas y que reciben la denominación de llacuaces o yaros; los agricultores de los espacios de utilización de tierras y aguas de las partes bajas (quechua, valle del río Aynín y el de sus afluentes), a quienes se les conocerá como huaris. Entre ellos se desarrollan relaciones de rivalidad como de colaboración, de reciprocidad e intercambio.
Lo anterior es conocido gracias a las referencias que recogen los sacerdotes, extirpadores de idolatrías, en las primeras décadas del siglo XVII; dentro del proceso de evangelización y erradicación de las creencias y religiones nativas. Así la subregión Caxatampu, conquistada por los incas, estuvo conformado por dos antiguos grupos que ocuparon este espacio: los llacuaces y los huaris. Los llacuaces o yaros eran gente de altura, de economía y tradición pastoril, ocupaban las mesetas de la cordillera Huayhuash y de la Pampa de Lampas; vivían de la caza de cérvidos y camélidos sudamericanos (llamas, guanacos, alpacas, vicuñas). Se consideraban hijos del dios Libiac Cancharco (rayo), con su pacarina en el nevado de Yerupajá. Por su lado los huaris eran gente que habían venido del altiplano del Collao, ocupaban las zonas intermedias y bajoandinas; practicaban una economía agrícola de riego y construían andenes (lo que puede observarse a largo y ancho de nuestro territorio), se consideraban hijos del Sol, del lucero del amanecer y de las siete cabrillas. Sus ídolos eran las huancas (piedras alargadas), encontradas en diferentes lugares (como hasta hace poco se conservaban en la plaza de pueblo de Roca).
La ubicación de Sequiancocha, una laguna en el corazón de la región quechua –distinta a la generalidad de las lagunas ubicadas a mayor altitud-, con buenas posibilidades de beneficiar a su progresiva población que se fue asentando en el uso de las tierras aledañas en el desarrollo de la agricultura, da nacimiento a una aldea, configurando al Chiquián antiguo.
La especial ubicación de los distintos ayllus -de sus actuales secciones de Matara, Chiquián, Carcas y Pampa de Lampas- le permitirá una fluida relación con los pueblos no sólo de la margen izquierda del Aynín, sino también con los del Callejón de Conchucos y el Callejón de Huaylas, como de los valles del Fortaleza y del Pativilca. Las diversas expresiones culturales, gracias a esta interrelación, se van homogenizando. Se asimilan las experiencias. Esto permite que el quechua, en su versión Huayhuash[2], se vaya generalizando, afirmándose en todo el entorno de los valles costeños y andinos del Fortaleza, Pativilca, Supe, Huaura, Chancay (para citar su sección nuclear).
Cuando en nuestra historia irrumpe el Imperio del Tahuantinsuyo en tiempos de Pachacútec, por las conquista de su hermano Cápac Yupanqui (entre 1445 y 1455), Chiquián queda incorporado al Chinchaysuyo, uno de sus cuatro suyos o regiones, como parte del huamani o provincia de Lampas (colindante y parte de la subregión Caxatampu), dividido –a su vez- en tres guarangas: Lampacollana o Collana Guaranga (con su sede Chiquián), los distintos ayllus que obedecían al control político de esta huaranga (circunscripciones más pequeñas) estaban alrededor de Aquia, Huasta y Matara. Las otras parcialidades, vecinas a Lampacollana, eran la Guaranga de Ocros (con Acas, Cajacay, Yamor, Huayllacayán y Colquioc) y Chaupi Guaranga de Lampas (con Ticllos y Roca) [3]. Es con estas tres guarangas que la provincia de Lampas inicia su historia bajo dominio colonial de los españoles.
- Bajo la dominación española
La llegada de los íberos habría de modificar la realidad histórica del medio. A medida que se fueron afirmando los españoles impusieron las encomiendas y repartimientos, para beneficiarse del trabajo de los naturales como de los productos de sus tierras y sus recursos naturales. En este contexto se reconocieron los cacicazgos (nueva denominación de los curacazgos) para buscar un mayor acercamiento con los indígenas, teniendo como interlocutores a sus señores o principales.
El primer encomendero de las tres guarangas de Lampas (Ocros, Chaupi Guaranga y Collana Guaranga) fue el Dr. Juan Blázquez quien lo recibió hacia 1540 de Francisco Pizarro en compensación por sus servicios a la Corona. A la muerte del referido Blázquez, el licenciado Cristóbal Vaca de Castro otorgó a tres españoles distintos: la Collana Guaranga (que tenía como cacique a Lluculla y como gobernador Curi Páucar) a don Pedro López de Cazalla, Chaupi Guaranga a Juan Blázquez (hijo) y la Guaranga de Ocros a Rodrigo Niño. Con el pacificador Pedro de la Gasca a Juan Blázquez (hijo) se le añade toda la Collana Guaranga. A partir de este hecho, la unión de las encomiendas de Chaupi Guaranga y Collana Guaranga, la encomienda o repartimiento será conocida sólo como la Collana de Lampas[4].
Con Francisco de Toledo como Virrey, la Collana de Lampas es incorporada al Corregimiento de Cajatambo. La encomienda en sí se extingue, el Corregidor de Indios de Cajatambo será –en adelante- quien administre el tributo y la mita indígena. Es recién con este proceso que se van concentrando los ayllus dispersos en “reducciones”.
La administración española decidió establecer las reducciones a fin de centralizar a los indígenas dispersos en ayllus y facilitar sus propósitos de catequización de los naturales, así como el cobro de tributos y enrolarlos para el servicio de la mita. Por lo mismo, las “reducciones” tuvieron una clara significación política (control y dominio del indígena), una conveniencia fiscal (beneficio del tributo y trabajo indígena) y una intencionalidad religiosa (facilitar la propagación de la religión importada). Y, como tal, fueron implantadas compulsiva y violentamente, obligando a los indígenas a abandonar sus aldeas, chacras y querencias (e inclusive destrozándolas) para forzarlos a establecerse en lugares prefijados y aceptar las nuevas imposiciones de los invasores. Las disposiciones, al respecto, eran claras:
“Según lo qual con mayor razón, y justificación podremos compeler a los indios, que dexen los campos, y las idolatrías, y otros vicios, que en ellos exercen, y se reduzcan a los Pueblos, de que se trata, sin atender si gustan, o no gustan de reducirse: pues las razones de utilidad, y conveniencia pública se executan siempre sin atendencias particulares”[5].
En base a la aldea de indios existente en Sequiancocha, los españoles establecieron la nueva “reducción” o pueblo de indios bajo la advocación de San Francisco, su nuevo santo patrono, que pudo ocurrir un 4 de octubre (día del santo patrón) o en otra fecha, entre el gobierno de Francisco de Toledo (1569-1580, lapso en que establecieron la mayor cantidad de “reducciones” dentro del Virreinato del Perú) y una década después. Para el efecto se centralizaron los ayllus dispersos de Macpón, Yaros, Paria, Guamas, Catta, Julca y Allaucanín, al que se le sumaron dos ayllus de forasteros. Posteriormente se fueron asentando algunos españoles como vecinos, en sus dos barrios[6].
En este mismo ínterin se establece el pueblo San Luis de Matara, reduciendo a los naturales de los ayllus sentados en las circunscripciones de Puscanhuaro, Huiquismarca, Pirurocorral, Quisuarmarca, entre otros. La importancia de esta reducción ganadera y agrícola es resaltada en abundante documentación colonial. Tuvo tanta importancia económica, social y política como Chiquián. Sin embargo, una epidemia de fatales consecuencias producida a finales del siglo XVIII (entre 1780 y 1790) diezmó a su población, generando entre sus sobrevivientes una migración a otros lugares; en adelante será un pueblo "arruinado" como lo tipifican los documentos, y recibirá la denominación de Pueblo Viejo de Matara. La causa de su decadencia es explicada mediante la “Leyenda de la Pissana-María": un día, para castigar el mal comportamiento de algunos hijos, llegó a Matara una mujer harapienta, vestida de negro y portando una escoba, luego de barrer la plaza y las calles, como maldecir a sus pobladores, desapareció. Al poco tiempo se desató una peste que barrió con su población. Muchos, huyendo de ésta, se residentaron en Chiquián (incrementando la población de su hanan barrio) y otros bajaron a sus chacras, estableciendo sus moradas en Cuspón. Muchas de las imágenes de la iglesia colonial de Matara se trasladaron a la iglesia de Chiquián, en tanto las de San Luis y San Pedro bajaron a Cuspón donde se levantó una iglesia. Las antiguas festividades y costumbres de Matara, igualmente, se trasladaron. E inclusive la denominación, San Luis de Cuspón. Muchos pueblos, como Carcas, explican sus orígenes en la migración de pobladores de Matara.
Entre fines del siglo XVI e inicios del XVII la doctrina de esta circunscripción recibió el nombre de Collana de Lampas, para posteriormente adoptar la denominación de Doctrina de San Francisco de Chiquián.
El pueblo de Chiquián fue cabecera de la doctrina de San Francisco de Chiquián, que tenía como anexos a los pueblos de indios o reducciones de Aquia, Huasta y Matara. Cuando el 12 de diciembre de 1705 llega a Chiquián el Visitador General Francisco Cisneros y Mendoza, encuentra ya al Dr. Pedro de Zubieta como cura propio de la doctrina de Chiquián, vicario, juez eclesiástico de la provincia de Cajatambo y comisario de la Santa Cruzada. Para el referido año Francisco Pilco Guaranga se desempeñaba como gobernador y cacique principal del repartimiento de la Collana de Lampas, acompañado de Alonso Rimaicóndor como cacique principal del pueblo de San Miguel de Aquia; Francisco Joseph, alcalde ordinario de Chiquián; Alonso Ibáñez, alcalde ordinario del pueblo de Santo Domingo de Huasta; Cristóbal Sánchez, alcalde ordinario de Aquia, entre otros[7]. El referido cura Pedro de Zubieta ejerció su curato por más de 20 años, ganándose el respeto y la consideración de todos los sectores, por el cual se le considera como fundador de la Doctrina. En 1723 fue reemplazado por su hermano Bernardo de Zubieta (para años después asumir el cargo de Rector de la Universidad Mayor de San Marcos). El cura propio Bernardo de Zubieta los días 29 y 30 de agosto de 1726 recibió la visita del Dr Pedro Morcillo Rubio, auxiliar de Lima, encontrando a Miguel de los Ríos como cacique principal y gobernador de la doctrina; Juan de los Ríos, cacique segundo del pueblo y doctrina y Bernardo de la Cruz como alcalde ordinario del pueblo, todos indios ladinos (hablaban correctamente el castellano)[8].
En 1764, el cosmógrafo Cosme Bueno describe a las provincias del Arzobispado de Lima, la Provincia de Cajatambo –donde se halla Chiquián- presenta la siguiente conformación[9]:
Curatos de la Provincia de Cajatambo, siglo XVIII
Curatos Anexos
cajatambo: Astobamba, utcas
Mangas: Poquián, copa, gorgorillo, pacllón, chamas, nanis
Chiquián: Huasta, aquia, matara
Ticllos: Roca, Corpanqui, Llaclla, Canis, Cajamarquilla, Raján
Acas: Carhuapampa, Pimachi, Machaca, Chilcas
Ocros: Choque, Congas, Copa
Cajacay: Huayllacayán, Yamor, Raquia, colquioc, Chaucayán
Cochas: Huanchay
Gorgor: Huancapón, Palpas, Chingos, Cajamarquilla de Gorgor
Churin: Huacho, Curay, Taucur, Acaín, Rapaz, Pachangara, Palpas, Nava, Oyón, Tinta, Mallay
Andajes: Chimba, Carás, Lancha, Caujul, Naván, Conchao
Cochamarca: Yarucaya, Huacan, Maní, Calpa, Aynaca
Ámbar
En la Visita Pastoral que realiza Joseph Antonio de León el 27 de mayo de 1774, además de los ayllus centralizados en Chiquián, se señalan para el pueblo de Santo Domingo de Huasta: Yauca, Huacauya, Collana y los de la quebrada a los que se sumaban los vecinos (españoles); por su lado, el pueblo San Miguel de Aquia tenía como ayllus a Chaupis, Allauca, Pariacancha, Julca, Cospon, Manyan Allauca, sus vecinos (españoles) y Tallenga[10]. En esta visita no se brinda referencias sobre el pueblo San Luis de Matara, sin embargo, por un documento firmado el 27 de agosto de 1788 por el alcalde ordinario de Matara, se sabe de su pleno desarrollo con sus tierras de Pancal, Papún y Cuspón, posiblemente sus ayllus[11]. Es mas, en 1775 aun tenía mayor población que el vecino pueblo de San Cristóbal de Roca (Doctrina de Ticllos).
Para afirmar la cristianización, comprometer a los naturales en actividades de generación de fondos, como el de organizar festividades religiosas en su honor, crearon las cofradías y hermandades. Para 1774 el cura propio de Chiquián, Silvestre Aponte y Andrade, informa que en este lugar existían las cofradías: La Purísima, Nuestra Señora del Carmen, Ánimas, Nuestro Amo (ganado vacuno), San Miguel, Nuestro Amo y la Purísima y Nuestra Señora de Copacabana[12].
Desde tiempos de afirmación de la presencia hispana, las “reducciones” (centro poblado de indios) y comunidades (tierras asignadas a las reducciones), procuraron legalizar la posesión de sus dominios, sujetándose al régimen de la “composición”. Así, los títulos de San Luis de Matara datan de 1612 señalando sus linderos, confirmados por documentos posteriores[13].
Las grandes extensiones de pastizales en las tierras de las reducciones de Matara, Chiquián, Huasta y Aquia, propiciaron la crianza de ganado lanar en sus estancias circunvecinas. La producción lanera, a su vez, estimuló la necesidad de instalar un obraje en la zona, vale decir, un centro manufacturero que elabore telas de distinto tipo (frazadas, ponchos, bayetas, cordellates, mantas) con la utilización de mano de obra del mitayo lugareño. Además, la población nativa, mestiza y hasta española, demandaba con urgencia de telas para la vestimenta, el abrigo y otros usos.
En efecto, por Real Cédula del 20 de abril de 1617 se ordena al virrey Príncipe de Esquilache la instalación de obrajes. Éste informa el 16 de abril de 1618 que se habían tomado las provisiones para la inmediata construcción uno en la provincia de Huaylas, y el otro en términos de Cajatambo, en la Collana de Lampas. Luego de superar imponderables, el encargado don Pedro de Espíndola Marmolejo dedicó parte de 1619 y 1620 a la construcción de la planta física y la provisión de los materiales necesarios en el lugar denominado Picos (desechando a Puscayán, donde se había planeado inicialmente). A inicios de 1621 ya estaba en funcionamiento con muchos mitayos reclutados de los alrededores (Chiquián, Matara, Huasta, Aquia, Roca y Ticllos), teniendo como arrendatario a don Pedro de Lomelín. La exacta ubicación del Obraje de Picos estaba al norte y cerca del pueblo de Chiquián, en el paraje conocido hoy como Obraje. Es más, la invasión y toma de tierras por la administración española para la instalación del obraje dio inicio a los fundos (por no decir haciendas) de la zona, en base a las tierras comunales.
Desde los inicios de la instalación del obraje provocó el rechazo de los naturales de la zona que, liderados por sus curacas, gobernadores y principales, reclamaron por la invasión de sus tierras, la tala de sus árboles, como la recluta y trabajo forzado de 42 tributarios y 97 muchachos permanentes (de dos leguas del entorno, que perjudicaba los intereses del encomendero Juan Blázquez de Verde). En 1620 enviaron memorial al rey Felipe IV. Producto de este reclamo, el 16 de mayo de 1623 se limitó a indígenas provenientes de media legua a la redonda y con salarios similares a los trabajadores voluntarios. Pero años después, en 1628, se revoca la decisión anterior y se dispone la recluta de mitayos en un ámbito de dos leguas a la redonda del obraje, en tiempos de mayor disminución de la población tributaria. Esto provoca una reacción violenta de los naturales con la quema del obraje en dos oportunidades, entre 1629 y 1631. Aparentemente quedó solucionado con el retiro de buena parte de mitayos y la nueva distribución de la mano de obra[14].
El Corregimiento de Cajatambo establecido en 1569 (al que pertenecía Chiquiàn) estaba en comprensión del Arzobispado de Lima. En 1784, luego de la derrota de Tùpac Amaru II (como su logro póstumo), se abolieron los corregimientos y en su reemplazo se erigieron las intendencias y éstas se dividieron en partidos. Chiquiàn formaba parte del Partido de Cajatambo de la Intendencia de Tarma hasta el advenimiento de la independencia.
- Aires de libertad y República
La misma situación de tener a su población sujeta a una serie de exacciones (tributo, mita, maltratos, persecuciones) y la posibilidad de su abolición y superación, propició su participación en las luchas por la independencia, estimulada por el paso de algunos líderes criollos, como el Libertador Simón Bolívar. Destaca la figura del presbítero Manuel Jesús Grilleros, hijo chiquiano, que destacó por su oratoria, capacidad de organización y defensa de la legalidad, participando junto con José Faustino Sánchez Carrión en el primer Congreso de la República.
En el proceso de la independencia, el 12 de febrero de 1821, en Huaura, se da el Reglamento Provisional de don José de San Martín. El territorio independiente se divide en departamentos (las antiguas intendencias), los partidos conservan sus nombres y las parroquias (caso Chiquiàn) son los antecedentes de los actuales distritos. En otras palabras, Chiquian aparece como distrito el 12 de febrero de 1821, dentro del Partido de Cajatambo, de la Intendencia de Tarma. Esto queda confirmado en la primera Constitución Política del Perú de 1823, en cuyo Art. 7º se establece “… la división del territorio en departamentos, los departamentos en provincias, las provincias en distritos y los distritos en parroquias”.
Para 1825 el distrito de Chiquián, como parte de la provincia de Cajatambo, pertenecía al departamento de Huánuco y para 1828, en su nueva denominación de departamento de Junín. Cuando en 1834 se publica la “Guía de Forasteros”, Chiquián es uno de los 6 distritos de la provincia de Cajatambo del departamento de Junín, los otros distritos son Ámbar, Cajatambo, Churín, Mangas y Ocros. Para la Ley del 2 de enero de 1857, sancionada por Ramón Castilla (con los agregados del 22 de agosto del mismo año), la provincia de Cajatambo, que ahora figura como parte del departamento de Ancash, tenía municipalidades distritales en Cajatambo, Mangas, Pacllón, Copa, Chiquián, Aquia, Cajacay, Ticllos, Ocros, Acas, Cochas, Ámbar, Cochamarca, Andares, Churìn, Gorgor y la Vice-Parroquia de Huayllacayán. Todos los municipios con 5 miembros, a excepción de Cajatambo con 6.
En 1865, por intermedio del diputado suplente de Cajatambo, don Bernardo Gamarra, se presenta el primer proyecto de creación de una nueva provincia con su sede capital en Chiquián. No sólo dada la amplitud de su territorio que dificultaba los trámites administrativos, políticos y judiciales en la ciudad de Cajatambo, sino por el ostensible progreso que ostentaba nuestra zona, así lo reconoce el sabio Antonio Raimondi, cuando llega aquí, “Chiquián, bajo todos los puntos de vista es mejor que la misma capital de la provincia, y su clima, como el de la renombrada población de Jauja, tiene fama de ser muy saludable para los enfermos de pulmón”[15].
En la Ley electoral del 17 de diciembre de 1892 se considera al distrito de Chiquián con 5 electores (4 propietarios y 1 suplente), otros distritos comprovincianos tenían más representantes: Cajatambo (10), Gorgor (8), Oyón (7), Mangas (7), Ticllos (7), Ocros (7). Cuando su progreso y ventajas ostensiblemente superaban a la propia capital provincial.
La participación chiquiana en el conflicto del Pacífico está constatada por una serie de evidencias documentales, (como las Memorias del Mariscal Andrés A. Cáceres), testimoniales y hemerográficas. Personajes como Antolín Maldonado, Ambrosio Mejía, Delfín Rondón o Pío Estrada Alvarado, son algunos de los que desempeñaron un papel patriótico en esta infausta guerra. Y cuando por estas tierras pasaron Leoncio Prado o Andrés A. Cáceres, recibieron todo el calor, apoyo y estímulo de la familia chiquiana.
El 21 de noviembre de 1893[16], con el cúmplase el Presidente Constitucional don Remigio Morales Bermúdez, se otorga a Chiquiàn el título de Villa Incontrastable, en reconocimiento al importante rol de sus hijos durante la Guerra con Chile y de manera especial para con el Héroe de la Breña; además (como lo exigía la Ley del 18 de setiembre de 1847) de acreditar el incremento de su población, la existencia de un rico potencial en recursos, como de las evidencias de su adelanto en los ramos de agricultura, industria y comercio.
Entre fines del siglo XIX e inicios del XX, Chiquián fue el centro de la atención policial y social, por las andanzas de Luis Pardo, primero como integrante de las montoneras del Dr. Augusto Durand contra el gobierno de don Nicolás de Piérola y luego como bandolero social satanizado y perseguido hasta su asesinato en 1909.
En este lapso, como culminación de gestiones y luchas de los pueblos y distritos del norte cajatambino, el 22 de octubre de 1903 Chiquián se convierte en Capital de Provincia, ante el desmembramiento de Cajatambo que da origen a la Provincia de Bolognesi.
Finalmente, el 4 de noviembre de 1908 se otorga a Chiquiàn la categoría de Ciudad por Ley Nº 797 sancionada por el Presidente Augusto B. Leguía por su condición de capital de provincia; porque reunía las exigencias de la Ley del 18 de octubre de 1894: incremento de su población urbana, ingresos suficientes de su municipalidad y sostener a màs de 300 alumnos de ambos sexos.
La Constitución Política de 1920 disponía el reconocimiento de las Comunidades de Indígenas para el amparo de sus derechos, especialmente de sus tierras. Las comunidades de nuestro distrito, acogiéndose a sus alcances, obtienen su reconocimiento por sendas Resoluciones Supremas: el 3 de mayo de 1929 Cuspón, el 26 de octubre de 1933 Chiquián y el 29 de mayo de 1940 Carcas. Particularmente esta última tuvo que esperar la recuperación de sus tierras en manos de la hacienda de Cutacarcas y superar las enormes limitaciones que tenía por la escasez de áreas de cultivo. Puede decirse que en la década del 70 del siglo XX empieza una nueva historia para Carcas.
Es a lo largo del siglo XX donde puede advertirse nuevos cambios a tono con lo que sucede en el país y, naturalmente, por el empeño y la buena disposición de sus hijos. Así, en 1907 se crea el centro educativo de mayor renombre y significación para sus hijos, el siempre conocido como Escuela Prevocacional de Varones Nº 351 a donde concurrían escolares de pueblos distantes por ser –por mucho tiempo- la única en brindar educación primaria completa. Poco tiempo después se crea la Escuela de Mujeres conocida por su número 352. A finales de los 40 el Jardín de Infancia. Otro tanto ocurre a inicios de los 40 con la instalación de las escuelas mixtas en Carcas y Cuspón con formación sólo hasta 3º de primaria (a fines de los 50 en Carcas se desdobla en el de mujeres y varones, lo mismo ocurre en Cuspón a mediados de los 60). Luego se incorporarían nuevos centros educativos de educación elemental.
La educación secundaria recién se concreta en 1957 con la apertura del Colegio Nacional Coronel Bolognesi; pocos años después se crea el Colegio de Mujeres Santa Rosa de Lima que, en 1974, se fusiona al colegio anterior. En 1962 se concreta la Escuela Normal Mixta para la formación de profesores de educación primaria que, lastimosamente, fue cerrada a la década de su funcionamiento. Igual suerte corrió el Instituto Nacional Agropecuario Nº 102. En 1983 se crea el Instituto Superior Tecnológico de Chiquián con un hermoso local heredado de desaparecido INA Nº 102. Finalmente, en 1990 se crea el nuevo Colegio Secundario que desde 1992 lleva el nombre del ilustre chiquiano Guillermo Bracale Ramos.
Progresivamente la infraestructura física sobretodo de la ciudad de Chiquián fue cambiando: se apertura el Parque Bolognesi (1935), La Sociedad de Beneficencia Pública (1941, que toma la administración del Cementerio General), el Mercado de Abastos (1943), el Centro de Salud (con su local desde 1963), la apertura de la Avenida Circunvalación-Santa Rosa a inicios de los 70, el Palacio Municipal y la Iglesia Matriz (1978), el Centro Cívico y el Parque del Óvalo Luis Pardo (1995), el Parque del Maestro (2003), el asfaltado de sus calles (al que se agrega el tramo Mojón-Chiquián), en fin un conjunto de obras y la apertura de nuevos servicios (restaurantes, hoteles, transportes, electricidad, Internet, TV, etc.) que relativamente ha cambiado su fisonomía tradicional.
Sus caseríos, con concejos municipales menores, cuentan con los servicios básicos de agua potable, electricidad y telefonía comunal. Cuspón espera se haga realidad su carretera tan esperada para salir del aislamiento y facilitar el flujo turístico ante el rico potencial que ofrece.
[1] Nació en Cuspón, distrito de Chiquián (Bolognesi, Ancash). Profesor Principal de la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión, en la especialidad de Historia. Fundador del Archivo Provincial de Huaura-Huacho, hoy Archivo Regional de Lima. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Presidente del Centro Cultural Luis Pardo (Huacho). Sobre el ámbito de su nacimiento tiene publicados los siguientes libros: Por la ruta del Huayhuash, los recursos turísticos de la Provincia de Bolognesi, 2003; Cuspón: Comunidad e identidad, 2003; Chiquián: arqueología, identidad y turismo, coautor 2008; Tras las huellas de Luis Pardo, 2009.
[2] Sobre el particular los aportes de Alfredo Torero son significativas, al que se suman los del lingüista Gustavo Solís Fonseca (nacido en Llaclla), autor de la tesis doctoral Zonificación (Dia) lectal del Quechua de la Provincia de Bolognesi (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1976).
[3] Román Robles en su estudio “Las iglesias andinas: huellas de la cristianización y religiosidad popular”, citando a Waldemar Espinoza dice “Para la administración de esta amplia región, los incas lo dividieron en cinco subregiones, cuyas sedes fueron: Cajatambo (2 huarancas), Andajes (2 huarancas), Collana de Lampas (3 huarancas), Ambar (1 huaranca) y Cayao (2 huarancas). De acuerdo a la organización burocrática que establecieron los quechuas, Cajatambo como región debió estar gobernado por el Jatun Curaca o Capac Curac”
[4] PEREYRA PLASENCIA, Hugo. 1989. Chiquián y la región de Lampas entre los siglos XVI y XVII. BIRA. Págs. 26-28.
[5] SOLÓRZANO, Juan. 1736. Política Indiana. Tomo I: 183.
[6] Visitas. Doctrina San Francisco de Chiquián, 1774. Legajo 5, expediente 8, 22 folios. Archivo Obispado de Huacho.
[7] Visitas. Doctrina San Francisco de Chiquián, 1705. Leg. 3. Exp. 12. 12 folios. Archivo Obispado de Huacho.
[8] Visitas. Chiquián. 1726. Leg. 4. Exp. 2. 4 folios. Archivo Obispado de Huacho.
[9] BUENO, Cosme. 1764. (1951) Geografía del Perú Virreinal. Pág. 40.
[10] Véase nota 5.
[11] Citado por ZUBIETA, Filomeno. 2003. Cuspón: Comunidad e identidad. Pág. 17.
[12] Véase nota 5.
[13] Véase D2774, 1612-1862, Testimonio de los Títulos de los indios de Matara y Cuspón. Sala de Investigaciones. Biblioteca Nacional del Perú.
[14] PEREYRA PLASENCIA. Ob. Cit. Págs. 37-44.
[15] Citado por ROBLES, Román. 1996. Chiquián: tradición y modernidad. Pág. 9.
[16] En muchas publicaciones se menciona el año 1839. Nuestra versión se basa en la publicación oficial del Ministerio de Hacienda y Comercio. TARAZONA, Justino. 1968. Demarcación Política del Perú. Tomo I. Pág. 417.
c. Aires de libertad y República
La misma situación de tener a su población sujeta a una serie de exacciones (tributo, mita, maltratos, persecuciones) y la posibilidad de su abolición y superación, propició su participación en las luchas por la independencia, estimulada por el paso de algunos líderes criollos, como el Libertador Simón Bolívar. Destaca la figura del presbítero Manuel Jesús Grilleros, hijo chiquiano, que destacó por su oratoria, capacidad de organización y defensa de la legalidad, participando junto con José Faustino Sánchez Carrión en el primer Congreso de la República.
En el proceso de la independencia, el 12 de febrero de 1821, en Huaura, se da el Reglamento Provisional de don José de San Martín. El territorio independiente se divide en departamentos (las antiguas intendencias), los partidos conservan sus nombres y las parroquias (caso Chiquiàn) son los antecedentes de los actuales distritos. En otras palabras, Chiquian aparece como distrito el 12 de febrero de 1821, dentro del Partido de Cajatambo, de la Intendencia de Tarma. Esto queda confirmado en la primera Constitución Política del Perú de 1823, en cuyo Art. 7º se establece “… la división del territorio en departamentos, los departamentos en provincias, las provincias en distritos y los distritos en parroquias”.
Para 1825 el distrito de Chiquián, como parte de la provincia de Cajatambo, pertenecía al departamento de Huánuco y para 1828, en su nueva denominación de departamento de Junín. Cuando en 1834 se publica la “Guía de Forasteros”, Chiquián es uno de los 6 distritos de la provincia de Cajatambo del departamento de Junín, los otros distritos son Ámbar, Cajatambo, Churín, Mangas y Ocros. Para la Ley del 2 de enero de 1857, sancionada por Ramón Castilla (con los agregados del 22 de agosto del mismo año), la provincia de Cajatambo, que ahora figura como parte del departamento de Ancash, tenía municipalidades distritales en Cajatambo, Mangas, Pacllón, Copa, Chiquián, Aquia, Cajacay, Ticllos, Ocros, Acas, Cochas, Ámbar, Cochamarca, Andares, Churìn, Gorgor y la Vice-Parroquia de Huayllacayán. Todos los municipios con 5 miembros, a excepción de Cajatambo con 6.
En 1865, por intermedio del diputado suplente de Cajatambo, don Bernardo Gamarra, se presenta el primer proyecto de creación de una nueva provincia con su sede capital en Chiquián. No sólo dada la amplitud de su territorio que dificultaba los trámites administrativos, políticos y judiciales en la ciudad de Cajatambo, sino por el ostensible progreso que ostentaba nuestra zona, así lo reconoce el sabio Antonio Raimondi, cuando llega aquí, “Chiquián, bajo todos los puntos de vista es mejor que la misma capital de la provincia, y su clima, como el de la renombrada población de Jauja, tiene fama de ser muy saludable para los enfermos de pulmón”[1].
En la Ley electoral del 17 de diciembre de 1892 se considera al distrito de Chiquián con 5 electores (4 propietarios y 1 suplente), otros distritos comprovincianos tenían más representantes: Cajatambo (10), Gorgor (8), Oyón (7), Mangas (7), Ticllos (7), Ocros (7). Cuando su progreso y ventajas ostensiblemente superaban a la propia capital provincial.
La participación chiquiana en el conflicto del Pacífico está constatada por una serie de evidencias documentales, (como las Memorias del Mariscal Andrés A. Cáceres), testimoniales y hemerográficas. Personajes como Antolín Maldonado, Ambrosio Mejía, Delfín Rondón o Pío Estrada Alvarado, son algunos de los que desempeñaron un papel patriótico en esta infausta guerra. Y cuando por estas tierras pasaron Leoncio Prado o Andrés A. Cáceres, recibieron todo el calor, apoyo y estímulo de la familia chiquiana.
El 21 de noviembre de 1893[2], con el cúmplase el Presidente Constitucional don Remigio Morales Bermúdez, se otorga a Chiquiàn el título de Villa Incontrastable, en reconocimiento al importante rol de sus hijos durante la Guerra con Chile y de manera especial para con el Héroe de la Breña; además (como lo exigía la Ley del 18 de setiembre de 1847) de acreditar el incremento de su población, la existencia de un rico potencial en recursos, como de las evidencias de su adelanto en los ramos de agricultura, industria y comercio.
Entre fines del siglo XIX e inicios del XX, Chiquián fue el centro de la atención policial y social, por las andanzas de Luis Pardo, primero como integrante de las montoneras del Dr. Augusto Durand contra el gobierno de don Nicolás de Piérola y luego como bandolero social satanizado y perseguido hasta su asesinato en 1909.
En este lapso, como culminación de gestiones y luchas de los pueblos y distritos del norte cajatambino, el 22 de octubre de 1903 Chiquián se convierte en Capital de Provincia, ante el desmembramiento de Cajatambo que da origen a la Provincia de Bolognesi.
Finalmente, el 4 de noviembre de 1908 se otorga a Chiquiàn la categoría de Ciudad por Ley Nº 797 sancionada por el Presidente Augusto B. Leguía por su condición de capital de provincia; porque reunía las exigencias de la Ley del 18 de octubre de 1894: incremento de su población urbana, ingresos suficientes de su municipalidad y sostener a màs de 300 alumnos de ambos sexos.
La Constitución Política de 1920 disponía el reconocimiento de las Comunidades de Indígenas para el amparo de sus derechos, especialmente de sus tierras. Las comunidades de nuestro distrito, acogiéndose a sus alcances, obtienen su reconocimiento por sendas Resoluciones Supremas: el 3 de mayo de 1929 Cuspón, el 26 de octubre de 1933 Chiquián y el 29 de mayo de 1940 Carcas. Particularmente esta última tuvo que esperar la recuperación de sus tierras en manos de la hacienda de Cutacarcas y superar las enormes limitaciones que tenía por la escasez de áreas de cultivo. Puede decirse que en la década del 70 del siglo XX empieza una nueva historia para Carcas.
Es a lo largo del siglo XX donde puede advertirse nuevos cambios a tono con lo que sucede en el país y, naturalmente, por el empeño y la buena disposición de sus hijos. Así, en 1907 se crea el centro educativo de mayor renombre y significación para sus hijos, el siempre conocido como Escuela Prevocacional de Varones Nº 351 a donde concurrían escolares de pueblos distantes por ser –por mucho tiempo- la única en brindar educación primaria completa. Poco tiempo después se crea la Escuela de Mujeres conocida por su número 352. A finales de los 40 el Jardín de Infancia. Otro tanto ocurre a inicios de los 40 con la instalación de las escuelas mixtas en Carcas y Cuspón con formación sólo hasta 3º de primaria (a fines de los 50 en Carcas se desdobla en el de mujeres y varones, lo mismo ocurre en Cuspón a mediados de los 60). Luego se incorporarían nuevos centros educativos de educación elemental.
La educación secundaria recién se concreta en 1957 con la apertura del Colegio Nacional Coronel Bolognesi; pocos años después se crea el Colegio de Mujeres Santa Rosa de Lima que, en 1974, se fusiona al colegio anterior. En 1962 se concreta la Escuela Normal Mixta para la formación de profesores de educación primaria que, lastimosamente, fue cerrada a la década de su funcionamiento. Igual suerte corrió el Instituto Nacional Agropecuario Nº 102. En 1983 se crea el Instituto Superior Tecnológico de Chiquián con un hermoso local heredado de desaparecido INA Nº 102. Finalmente, en 1990 se crea el nuevo Colegio Secundario que desde 1992 lleva el nombre del ilustre chiquiano Guillermo Bracale Ramos.
Progresivamente la infraestructura física sobretodo de la ciudad de Chiquián fue cambiando: se apertura el Parque Bolognesi (1935), La Sociedad de Beneficencia Pública (1941, que toma la administración del Cementerio General), el Mercado de Abastos (1943), el Centro de Salud (con su local desde 1963), la apertura de la Avenida Circunvalación-Santa Rosa a inicios de los 70, el Palacio Municipal y la Iglesia Matriz (1978), el Centro Cívico y el Parque del Óvalo Luis Pardo (1995), el Parque del Maestro (2003), el asfaltado de sus calles (al que se agrega el tramo Mojón-Chiquián), en fin un conjunto de obras y la apertura de nuevos servicios (restaurantes, hoteles, transportes, electricidad, Internet, TV, etc.) que relativamente ha cambiado su fisonomía tradicional.
Sus caseríos, con concejos municipales menores, cuentan con los servicios básicos de agua potable, electricidad y telefonía comunal. Cuspón espera se haga realidad su carretera tan esperada para salir del aislamiento y facilitar el flujo turístico ante el rico potencial que ofrece.
1. LOS MONUMENTOS ARQUEOLÓGICOS
Chiquián como distrito presenta una gran cantidad de evidencias de su pasado prehispánico. En la circunscripción del propio Chiquián tenemos a Shajshamachay, Huanya, Chinchupuquio, Chiccho, Chivis, Capillapunta, Huarampatay, Pashpa, Picu-Picu, Toca, Torrepata, Huáncar. En el caserío de Carcas: Cutacarcas, Pacchay y Amay. En el caserío de Cuspón: Quisuarmarca, Huiquismarca, Puscanhuaro, Incatánan, Chaupigoshtu, Pirurocorral, Pasamarca, Hualtuyoc, Matara, Hualtuyoj, Sapu-Sapu, Ichic-Carhuas, Huishra, Pumatián, Geguecruz, Cashash, Lanlishpata, Shilquipunta. A éstos y otros sitios arqueológicos se agregan los restos del pueblo colonial de Matara.
A pesar de que nuestro distrito cuenta con más de una veintena de sitios arqueológicos, es lamentable constatar que, en el Registro Nacional de Sitios Arqueológicos Declarados Patrimonio Cultural de la Nación por el Instituto Nacional de Cultura, sólo tengamos inscrito a Torrepata de un total de 4542 del ámbito nacional. Esto ocurrió el 19 de febrero de 2003 con la Resolución Directoral Nacional Nº 80-INC-2003.
Muchos distritos de la Provincia de Bolognesi, -como Colquioc, Aquia y Huasta- tienen más sitios arqueológicos inscritos como parte del Patrimonio Cultural. Se impone la necesidad de acciones concretas encaminadas a este fin y que sean el inicio de su puesta en valor para su consideración como potenciales lugares de visita con fines de investigación y turismo.
La presente publicación esperamos sirva de acicate y fundamento a nuestras autoridades, sobre todo municipales, para que dispongan su registro y declaratoria como zonas intangibles y parte del Patrimonio Cultural del distrito y la provincia, mediante normas específicas de obligado cumplimiento, elevando las correspondientes resoluciones al Instituto Nacional de Cultura, INC, tanto a la filial de Huaraz como la sede nacional de Lima. Lo que hagamos en Chiquián, ampliado a cada uno de nuestros distritos, conllevará a tener el Registro Provincial del Patrimonio Cultural Arqueológico.
2. LAS CASONAS TRADICIONALES
Tanto en Chiquián como en Carcas y Cuspón tenemos casas que nos dicen mucho de nuestras décadas de vida tradicional, a base piedra o adobe, con magueyes y “chaclas”, techos con paja o teja; algunas por su singularidad, por su valor artístico e histórico o sentimental deben ser registradas como monumentos históricos por el Instituto Nacional de Cultura. De manera somera podemos mencionar algunas.
La casa-hacienda de Luis Pardo en Pancal que requiere de urgente restauración por su condición de recurso turístico e histórico, espacio central de la vida de un personaje emblemático de nuestra historia.
El local de la ex - Prevocacional 351, por donde desfilaron miles de alumnos y cientos de maestros, testimonio de las vivencias más gratas de varias generaciones. Hoy parcialmente ocupado por la UGEL-Bolognesi, pero que puede ser restaurado en su integridad para dar paso al funcionamiento, por ejemplo, de un Museo de la Educación Bolognesina o del Museo de la Identidad, como propusiéramos anteriormente[3].
La casona ubicada entre Dos de Mayo (500-520) y Leoncio Prado que perteneciera al maestro y Alcalde Provincial, Calixto Vicuña Calderón, donde por muchos años funcionara la Caja de Depósitos y Consignaciones (antecesora del Banco de la Nación).
La Casona de la calle Comercio Nº 1300 que perteneciera a la familia del Dr. Pedro Luna Arieta, hoy gracias al cuidado de Betty Márquez su actual dueña, conserva sus características originales y nos muestra las grandezas de su pasado y brinda las evidencias de la vida cotidiana de antaño.
La casa del maestro José Maturana, en la intersección de las calles Comercio y Tarapacá; la de don Arturo Aldave Reyes –donde está el Museo María Reyes Barba, calle Tarapacá-; la casa de doña Victoria Montoro – calle Leoncio Prado, donde funcionó por 11 años el Colegio Coronel Bolognesi-; la casa del extinto maestro Mario Reyes Barba (calle Comercio); la casona del desaparecido músico Florentino Aldave; y otros fácilmente identificables –junto a los mencionados párrafos arriba- conforman el Chiquián cuadrado, tradicional, histórico que requiere de restauración, conservación y defensa como parte de la singularidad chiquiana.
Un espacio social importante, hoy descuidado por no decir abandonado, es el Cementerio General. En su seno están depositados los restos de los hombres y mujeres que por generaciones construyeron Chiquián. Reclama una urgente atención. Puede y debe ser un lugar decente como se merecen nuestros ancestros; un centro de visita obligada de familiares, estudiantes, investigadores y turistas, como ocurre en muchos lugares del Perú y del mundo.
De sus caseríos merecen un mayor cuidado sus iglesias. Agregamos, igualmente, las hermosas y tradicionales casas y chozas rodeadas de corrales a lo largo de la puna, especialmente en la comprensión de Pampa de Lampas.
3. LAS EDIFICACIONES CONTEMPORÁNEAS
Los últimos 40 años han significado para el distrito cambios notables. El espacio físico de sus asentamientos humanos se ha modernizado. Nuevas obras, servicios y construcciones se ofrecen para la comodidad de sus habitantes como de sus visitantes.
A la tradicional Plaza de Armas y al Parque Bolognesi, se han sumado el Óvalo de Luis Pardo y el Parque del Maestro. Estos dos últimos no significan sino el reconocimiento del protagonismo del bandolero y justiciero social, como lo fue Luis Pardo Novoa y el de nuestros maestros en todas sus épocas. Si de intelectuales se trata, el distrito tiene toda una pléyade de nombres de maestros que ofrecer (Calixto Vicuña Calderón, César Figueroa Cuentas, Dolorita Aguirre, Emiliana Valenzuela, Antonio Zúñiga, etc.).
Edificaciones notables existen especialmente en la ciudad capital: la Iglesia Matriz de corte moderno, incluyendo el complejo parroquial; el Local Municipal; el Centro Cívico (albergando a instituciones públicas importantes) y el del Centro Social dentro del perímetro de la Plaza de Armas.
Locales educativos, culturales, sociales e institucionales notables son: la Biblioteca Municipal “Ramos Alva”; los locales de los centros educativos primarios, secundarios y del Instituto Superior Tecnológico; el Centro de Salud, el local de la Policía Nacional, el local del Comedor Casa-Hogar “San Vicente de Paul”.
Entre los centros recreacionales y deportivos destacan el Estadio Municipal “Carlos Bracale Ramos”, el Complejo Recreacional de Oro Puquio y el Coliseo Cerrado Moderno. Al que sumamos el Campo Deportivo de Jircán con sus proyecciones de modernización.
Hospedajes donde pueden encontrar la calidez y hospitalidad chiquiana, los visitantes como el Hotel San Miguel, el Gran Hotel y Restaurante Huayhuash, el Albergue Turístico El Mirador y el Hotel Los Nogales de Chiquián entre los más notables. A ellos se suman los establecimientos de expendio de viandas, los restaurantes, etc.
4. LAS INSTITUCIONES SOCIALES Y CULTURALES
En el distrito tenemos organizaciones naturales como son las comunidades campesinas de Carcas, Cuspón y Chiquián, debidamente reconocidas, con sus tierras amparadas por sus respectivos títulos de propiedad y sus correspondientes autoridades. Aquí está la base social que garantiza la conservación de la cultura viva, de la memoria histórica y de la propia identidad cultural.
Otras instituciones que conjugan calor humano con la competencia sana, son los clubes deportivos; inicialmente surgieron en base a la rivalidad de los barrios (hana y hurin) notorio en la ciudad capital y sus caseríos. Tienen un rico historial no sólo de triunfos y derrotas, también de convivencias, anécdotas y realizaciones. En la ciudad de Chiquián destacan: Club Cultural Deportivo Alianza Chiquián, Club Atlético Tarapacá, el Club Sport Cahuide, el Sport Jaimes. Las tres primeras tienen más de 70 años de vigencia. Al que se agrega la rivalidad natural entre los equipos de las instituciones educativas. Existe en el medio la Liga Distrital de Fútbol.
Fuera del entorno territorial, llevados por la añoranza del terruño, como mecanismo de unión y confraternidad, la práctica de sus costumbres y festividades y, en algunos casos, reunir fondos para la ayuda a su pueblo; sus hijos residentes en Lima, Huacho, Huaraz y hasta en el extranjero están organizados en centros sociales e institucionales. En Lima funcionan el Club Chiquián, la Asociación Chiquián, la Asociación de Vivienda Municipal Luis Pardo Novoa, la Asociación de Exalumnos del Colegio Coronel Bolognesi, la Asociación de Hijos San Luis de Cuspón Residentes en Lima, la Asociación Hijos de Carcas. Otro tanto ocurre en Huacho, los tres pueblos tienen sus instituciones, además del Centro Cultural Luis Pardo. En Huaraz, está en funcionamiento una agrupación de chiquianos. Con motivo de brindar apoyo en la gestión de algunas obras (asfaltado de la carretera Mojón-Chiquián) o en fechas significativas (Centenario de la Provincia, Bodas de Oro del Colegio Coronel Bolognesi), sus hijos inmediatamente se organizan y actúan. Algo de resaltar, es el sostenimiento de programas, radiales donde se convoca, se informa, se propaga la música y sentimiento hacia el terruño.
5. LOS PLATOS TÍPICOS
Los platos típicos son preparados con ingredientes del lugar, bajo un estilo local y su consumo, en algunos casos, es ocasional (en fechas especiales, generalmente festivas) y en otros cotidiano, diario. Mencionamos algunas.
El pegan-caldo o caldo de cabeza (se hierve la cabeza y patas junto al mondongo de reses, borregos o caprinos) se sirve con mote (pelado de maíz) y sus hierbas picadas (culantro y cebolla china). Infaltable en toda reunión festiva o familiar;
El jaca-rojru o locro de cuy que considera al cuy al palo asado en brasa y previamente embadurnado con chinchu, ajo y ají molido; se sirve con el locro (papas arenosas peladas y sancochadas con ají panca). Es la vianda más apreciada en toda reunión social, familiar o colectiva, sin distingo de clases, lugares y edades;
La Pachamanca. Es uno de los platos típicos que más sobresale en toda reunión social o festiva. Para su preparación se calienta el horno construido a base de piedras; cuando está caliente de derruye y se entremezclan piedras calientes con papas, ocas, mashuas, choclos y habas, además de carnes de res, borrego, caprino y cuy previamente sazonados; se cubre con huarmish-huarmish u otras hierbas y luego se cubre con tierra, colocando una cruz en su cúspide; luego de una hora se extraen y se sirven a los comensales;
El caldo de fiesta o fiesta-caldo (o yacu-caldo), presente en toda fiesta patronal o costumbrista; considera al caldo a base de carne de res o borrego con hierbas y ají tostado, se sirve acompañado de cancha o pan de fiesta. A pesar de la sencillez de su preparación y presentación es muy agradable; quien no lo prueba puede decirse que no ha participado de la fiesta.
A los anteriores que son de consumo ocasional por lo mismo festivo (familiar o colectivo, social o religioso), podemos agregar unos cuantos más de una larga lista platos típicos de consumo cotidiano.
El santu-caldo o la sopa más sencilla y de rápida preparación a base de huevos y hierbas (culantro, cebolla). La jara-lagua o sopa de maíz con hierbas de la huerta al que se agregan huevos y queso. El pari, sopa preparada a base papa mondada y trozada al que se agrega una hierba llamada pari, previamente molida con sal, ají algunas hierbas; tiene un sabor especial y es reanimante en las mañanas. La sopa de chochoca, preparada con harina de maíz blanco (previamente semisancochada y secada antes de moler) y sus aditivos para consumo previo al inicio de las faenas. Las ensaladas preparadas con calabaza verde, caigua o berros, aprovechando los meses de su aparición y abundancia.
El sango o parpa, que reemplaza el pan, se prepara con harina de trigo o maíz tostado, mezclado con agua hirviendo al que previamente se le ha añadido manteca de chancho, hierbas y sal o azúcar.
Los chicharrones, con las carnes de las distintas partes del cerdo, divididas en pequeños trozos y sometidos al calor en vasijas de arcilla de boca ancha, con sal necesaria; se degusta con mote, papas o cancha. El jamón, son los perniles o brazuelos del cerdo que luego de ser embadurnados con bastante sal, ají y hierbas es guardado a cierta altura del fogón para, luego de dos o más meses, ser consumidos con las ensaladas, los caldos, secos y cancas (cocinado a brasa), acompañados de papa, cancha o mote. El tamal, preparado con las carnes de las distintas partes de la cabeza del chancho, harina de maíz hervida con hierbas, huevos, aceitunas; todo envuelto en panca de maíz en forma circular, se hierve o calienta en el tiesto para su posterior degustación. El ronganish, morcilla o relleno, preparado a base de hiervas (hierbabuena, col, cebolla, etc.), mezclados con la sangre del chancho y rellenas en sus tripas para luego ser hervidas y servidas. El jash-jash, es la tripa del chancho puesta a secar con sal; se le saborea después de unos tres meses, luego de cocerlas en la brasa del fogón, acompañado de cancha.
El picante de yuyo, las hojas del yuyo (a veces de quinua) sancochadas y exprimidas de su líquido se prepara en picante con papas sancochadas y peladas; es consumido en las épocas de lluvia (febrero y marzo) en que se manifiesta en cantidad la planta silvestre del yuyo. El Pojti que no es sino el olluco sancochado y aplastado con hierbas (chinchu, perejil, culantro, orégano), ají y queso, servido con papas peladas y sancochadas. El picante de carapulca o papaseca, preparada con la papa deshidratada y sazonada con cuero de chancho (carancho).
La cashpa, el choclo puesto a la brasa con toda la panca, consumida en meses y semanas previas a la cosecha del maíz, se degusta con charqui o queso. La anquiusha, es el choclo desgranado y tostado al estilo de la cancha, de obligada degustación en los meses de junio y julio. La humita, preparada a base de choclo molido con azúcar (canela y clavo) o sal (con queso), además de la manteca de chancho; también se prepara del maíz pelado. El jara-muti o pelado del maíz con ceniza para que pueda salir la cáscara; sirve de base para la preparación de otros platos, incluso después de secas.
El jollmi, el pelado de trigo hervido y servido sin azúcar. La llunca, el trigo resbalado o depilado, ligeramente aplastado que se usa para preparar los caldos con col, verduras y carne;
La huatia, en el horno de piedra construida para estos casos en la chacra o en el horno del pan de la casa, previamente calentada, se introducen las calabazas maduras, las que al ser cocidas toman el nombre de huatia; es el postre al natural más agradable.
El queso que es un producto tradicional, consumido con las papas de color, el choclo o la cancha, así como aditivo de las sopas o secos. Otros derivados de la leche, igualmente apreciados son: la mantequilla, el requesón (el suero hervido y colado mezclado con sal), la cachizada (la cuajada salada y mezclada con cebolla china y culantro picados, servidos con papas sancochadas).
Las tortas que se preparan con harina de maíz o trigo mezclado con masa y levadura. Hay una gran variedad de tortas y derivados: pan de país, las jaratantas, semitas, los cristus, los cuayes, el pan de punta; es decir, al gusto y sabor de las ocasiones.
Los bizcochuelos, preparados a base de harina, chuño y huevos batidos; especialmente para las colaciones en las fiestas de techa de casa, los quitañaques y las fiestas patronales.
La chicha, preparada con maíz, jora, cáscara de naranja y otras hierbas; se cuela antes de depositarlas en los cántaros para su fermentación; el espesado que queda se degusta con azúcar y es conocido como el anchi. La chicha es la bebida infaltable en toda ocasión familiar, festiva o de faenas, para saciar la sed; en algunas faenas comunales se consume la aloja que es la chicha azucarada y con abundantes pétalos de rosa, etc.; algunos la consumen en las mañanas luego de hervirlas.
El chinguirito, conocido también como calentado, calientito o caliche, es la bebida alcohólica y “medicinal” más apreciada por los parroquianos, jóvenes, adultos y ancianos; en todas las épocas, incluyendo las festivas. Se hierven hojas medicinales (ccola-wiru, escorzonera, huamanripa) con cáscara de naranja y azúcar, luego se mezcla con igual cantidad de aguardiente y se vuelve a hervir, para luego servir a los beneficiados. En las noches y en las reuniones de amanecida no puede faltar este “licor de los dioses”.
Las mazamorras de calabazas (solas o con harinas de tocos o de maíz), de tocos (muy apreciadas por las parturientas), de trigo sancochado (shirimpo), de pelado de cebada (el chucarito), de maíz molido con sal y consumido con cancha. La raya-api, es otra mazamorra, de papa rallada muy sabrosa cuando se le mezcla con leche. El colado o dulce de frijoles o habas consumidas con pan y con mazamorra de arroz con leche, especialmente en la Semana Santa.
Cada unos de estos potajes, tienen su propio contexto, así como el espacio, público y privado, que marcan o evocan los mensajes culturales.
Hace falta que, por lo menos, algunos de estos platos típicos sean incorporados a la lista de opciones de los restaurantes que, cada vez, recibe más visitantes y turistas.
6. LAS FIESTAS PATRONALES, TRADICIONALES Y COMUNALES
Las fiestas patronales, cuyos orígenes se remontan a tiempos de la ocupación española, son las de mayor fervor religioso, gastronómico y festivo. En la ciudad capital el santo patrón San Francisco tiene como su fecha central el 4 de octubre (del 2 al 8), bajo la responsabilidad de 4 mayordomos que ofrecen el “pan bendito” a todos los feligreses luego de la misa y el consiguiente convite. Esta ha decaído en los últimos cien años, siendo desplazada por la fiesta de Santa Rosa. En cambio la Fiesta de Santa Rosa, goza de mayor aceptación y convocatoria; teniendo como funcionario al Capitán y sus acompañantes (al son de la banda de músicos); el Inca y sus pallas (con acompañamiento de orquesta de cuerdas); los mayordomos, mayorales, etc. La fiesta se inicia el 28 de agosto y culmina el 4 de setiembre, con las “elecciones” de los funcionarios de la fiesta del año siguiente. Una fiesta menor es la del Señor del Camino o Conchuyaco, entre el 12 y 16 de mayo, con la presentación de los negritos.
En Carcas la fiesta mayor es en homenaje a la Virgen del Carmen, patrona del pueblo, cuya fecha central es el 29 de julio. Antaño, la fiesta se iniciaba el 25 de julio y culminaba el 2 de agosto, con Capitán, Incas y sus pallas, amenizadas por la banda de músicos y la orquesta de cuerdas. Otras fiestas son, o eran, el de San Pedro el 29 de junio, con los negritos y los jijas; la fiesta del Señor de Mayo en la segunda semana de mayo, con las kiayas; la fiesta de la Virgen de Lourdes el 11 de febrero; la fiesta de la Humildad de Cristo el martes de Semana Santa; y, por último, la fiesta de Santa Catalina (patrona de los agricultores) el 25 de noviembre. El capitán, el inca y sus pallas, así como los mayordomos y mayorales, según los casos, se responsabilizan de la conducción, gastos y majestuosidad.
Por su lado, en Cuspón, cuyos orígenes están en el pueblo colonial de Matara, antaño tenía la fiesta de San Pedro el 10 de julio con negritos y diablitos como danzantes y exponentes de la alegría, bajo responsabilidad de los mayordomos. La otra fiesta que ha sobrevivido a duras penas –pues algunos años deja de celebrarse, limitándose sólo a la misa y procesión- es la de San Luis con su día central el 5 de noviembre, con Capitán, Inca, Rumiñahui y pallas, así como banda de músicos y orquesta de cuerdas.
“Ambos ceremoniales, el del Inca y el del Capitán, forman estructuras de representación simbólicas muy familiares para los campesinos de la región. El Inca representa lo autóctono, lo colorido, el canto triste, el sonido de los violines y también al derrotado. Contrariamente, el Capitán; que baila con la cabeza levantada, es el símbolo masculino, por el estruendo de la música y el uso de las armas y el caballo”[4].
Las festividades costumbristas de los carnavales, quitañaque, Navidad y Año Nuevo, los cumpleaños, etc. tienen una personalidad típica, lugareña. Los trabajos comunales se desarrollan en un marco festivo, en el relimpio de canales y reservorios, mantenimiento de caminos, los cercos comunales, etc. acompañados del pincullero, algunas veces con el “nunatoro”, los “rucus” o los “huarastucoj”.
Entre las danzas y bailes típicos –a parte del capitán, el inca y las pallas- se suman los bailes de los negritos, los diablitos, los gijas (especialmente en las festividades de del Corpus Christi), el rayán (en la techa-casa, en proceso de desaparición, con pocas personas que lo bailan en Matara y Cuspón).
7. LA PRODUCCIÓN MANUFACTURERA
Con el queso y sus derivados como símbolos de la identidad del distrito y que goza de merecida fama, dentro y fuera del departamento de Ancash. Si bien para la comercialización se producen quesos en el propio Chiquián como en Carcas y Cuspón; también es cierto que se aprovechan algunos otros derivados de la leche, como son la mantequilla, el requesón y la cachizada.
Subsistiendo en el tiempo, encontramos telares que permiten la continuidad en la confección del tradicional poncho habano con rayas blancas, tan característico de nuestro distrito como de los distritos vecinos. Además, estos telares permiten la producción de frazadas multicolores, bayetas, jergas, costales, entre otros productos.
Los pocos sombrereros se encargan de restaurar los sombreros de paja o paño maltratados por el uso o por los efectos de las lluvias. Los herreros se encargan de producir los herrajes para los caballos, los caishis, rejas para los arados y racuanas.
Hasta años atrás, nuestros talabarteros competían con los huaracinos en la confección de ajuares de los caballos de paso y de uso común (monturas, estribos, cabestrillos, caronas, espuelas).
Muchas familias solucionan sus limitaciones de vestuario con el hilado y tejido de chompas, medias, bufandas, guantes y gorros a base lana de oveja.
[1] Citado por ROBLES, Román. 1996. Chiquián: tradición y modernidad. Pág. 9.
[2] En muchas publicaciones se menciona el año 1839. Nuestra versión se basa en la publicación oficial del Ministerio de Hacienda y Comercio. TARAZONA, Justino. 1968. Demarcación Política del Perú. Tomo I. Pág. 417.
[3] Véase, ZUBIETA. 2003. Por la Ruta del Huayhuash, los recursos turísticos de la provincia de Bolognesi. Pág. 143.
[4] BURGA, Manuel. 1988. Nacimiento de una utopía: muerte y resurrección de los incas. Págs. 42-43.
1. EL PATRIMONIO BIBLIOGRÁFICO
Chiquián, como distrito, cuenta con estudios y publicaciones bibliográficas y hemerográficas –tanto de parte de sus hijos como de especialistas foráneos interesados en estudiar su cultura- que contribuyen a conocer y afirmar su identidad cultural.
Eugenio Garro, políglota del entorno de José Carlos Mariátegui que realizaba traducciones de estudios de intelectuales extranjeros para la Revista Amauta, escribió una serie de cuentos de sabor chiquiano como El solitario (1930, que insertamos en nuestra Revista Vertiente Nº 2 en marzo de 1981). Sobre este chiquiano, el desaparecido intelectual y político Alfonso Ramos Alva tenía muy avanzado su estudio de valoración.
Alberto Carrillo Ramírez (1908-1992) fue el pionero en los estudios sobre nuestra provincia que los fue publicando en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, luego editados en cuatro pequeños volúmenes con el título de Ensayo monográfico de la Provincia de Bolognesi en 1953 con motivo del Cincuentenario de la Provincia de Bolognesi. Más tarde, como culminación de una década de intensa investigación publicó el único estudio serio y completo sobre héroe popular chiquiano, Luis Pardo el Gran Bandido en 1967. Una segunda edición corregida y aumentada apareció en 1976 y la edición definitiva en 1987, poco antes de su fallecimiento. Publicó también Dos Próceres Ancashinos donde resalta la figura del chiquiano Manuel Jesús Gonzáles Grilleros en la lucha por nuestra Independencia. A parte de escritos sobre temas diversos (Poemas cavernarios no recomendable para académicos, retróg[r]ados i cucufatos, en 1982), tenía por publicar dos estudios relacionados a su tierra natal: Las Montoneras de Chiquián y Un Héroe Civil Chiquiano.
Rubén Barrenechea Núñez (1925-1995), ilustre pedagogo autor de textos escolares de castellano, lengua y literatura para la educación secundaria, participó en los Juegos Florales Magisteriales de 1960 con un trabajo literario de temática chiquiana, luego fue publicado con el título de Turumanya.
Tres antropólogos egresados de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Hernán Castillo Ardiles, Teresa E. de Castillo y Arcenio Revilla) con el auspicio del Proyecto Perú-Cornell, luego de permanecer cerca de tres meses en la Comunidad de Carcas realizando estudios, publicaron Carcas: La Comunidad Olvidada. En sus nueve capítulos se destacan los aspectos geográficos, económicos y culturales de los que ellos denominan una comunidad olvidada. Su estudio puede darnos una idea de los logros de este caserío en los últimos 40 años producto del esfuerzo de sus pobladores.
Enma Cerrate Valenzuela, catedrática de Universidad Nacional Mayor de San Marcos entre 1947 y 1991, con especialización en Flora Altoandina, tienes estudios y publicaciones sobre la vegetación del valle de Aynín (por ejemplo en el Boletín de Lima); es más, muchas de las muestras de plantas típicas de nuestro entorno se exhiben en el Museo de Historia Natural de la UNMSM.
Los historiadores Alberto Flores Galindo y Manuel Burga Díaz, como parte de su dedicación a la historia de las mentalidades, visitaron Chiquián y otros lugares de nuestra provincia para estudiar sus fiestas tradicionales ligadas a la utopía andina, sus apreciaciones y conclusiones están en las páginas de sus libros Buscando un Inca: Identidad y utopía en los Andes (1987) y Nacimiento de una Utopía: Muerte y resurrección de los incas (1988), respectivamente.
Hugo Pereyra Plascencia, de la Pontificia Universidad Católica, publicó en el Boletín del Instituto Riva Agüero Nº 16, el año 1989, un interesante estudio para nuestra historia: Chiquián y la Región de Lampas entre los siglos XVI y XVII.
Vidal Alvarado Cruz compiló un importante puñado de anécdotas y tradiciones de nuestro acervo cultural que los publicó en 1996 con el título de Estampas Chiquianas.
El antropólogo y docente sanmarquino Román Robles Mendoza publicó en diciembre de 1996 Chiquián: Tradición y Modernidad, un registro de la vida económica y cultual, como de las expresiones de la Fiesta de Santa Rosa, levantado con sus alumnos en la visita realizada a nuestra ciudad. Este estudioso tiene además, muchos escritos como Las Bandas de Músicos, las bellas artes musicales en el sur de Ancash (libro publicado en 2000) o Las iglesias andinas: huellas de la cristianización y religiosidad popular, para citar dos casos, donde aborda aspectos relevantes de la historia y cultura de Chiquián.
Óscar Colchado Lucio, prolífico y laureado escritor, dedicó parte de su esfuerzo literario a revalorar la figura señera del bandolero chiquiano con su novela publicada en 1998 con el título Viva Luis Pardo!
Mario Reyes Barba, - maestro de muchas generaciones- como parte del homenaje a la Provincia de Bolognesi en su fecha centenaria, publicó en 2002 Chiquián, la Incontrastable Villa, compendio histórico de un pueblo en transformación. Anunció una segunda parte dedicada a temas ecológicos, socioeconómicos y culturales, su avanzada edad y fallecimiento frustraron su aporte valioso al conocimiento y divulgación de aspectos importantes de la realidad chiquiana.
Hugo Agüero Alva, recogiendo vivencias propias y de coterráneos sobre la Fiesta de Santa Rosa, publicó su libro en el 2003 con el sugestivo título de 30 de agosto en el pueblo de Chiquián.
Filomeno Zubieta Núñez, sumándose al homenaje a nuestra provincia en su I Centenario de Creación Política, publicó en el 2003 dos libros: Por la Ruta del Huayhuash: los recursos turísticos de la provincia de Bolognesi y Cuspón: Comunidad e Identidad (versión actualizada al publicado en 1996 como Cuspón, un reencuentro con nuestra comunidad); Chiquián: arqueología, identidad y turismo (coautor, 2008); Tras las huellas de Luis Pardo (2009).
Héctor Gamarra Espinoza, en la intencionalidad de los tres anteriores, publica en el 2003 Historia de Chiquián, hombres del agua clara, 1470-2003; con apuntes para la historia de la Provincia. Al decir del autor “se trata de un trabajo polémico, complejo, escrito con una posición muy definida”.
El arqueólogo Arturo Ruiz estrada, como un avance de sus investigaciones en el ámbito de nuestro distrito desde 1996, publicó en el 2003 su estudio Antiguas ocupaciones humanas en Cuspón: Provincia de Bolognesi; incorporado en el compendio de Bebel Ibarra Asencios intitulado Arqueología de la Sierra de Ancash, propuestas y perspectivas.
La institución cultural ACUNOY que dirige en Chiquián Alex Milla Curi, reunió un manojo de bellas poesías de factura y temática local y publicó en el 2005, Nuestras Ofrendas al Yerupajá.
El maestro Alejandro Aldave Montoro, finalizando el año 2006 nos entregó su libro Educación, música y cultura en un papel; dividido en seis capítulos que muestra facetas importantes de Chiquián dentro del contexto de la Provincia de Bolognesi.
Arnaldo Alvarado Balarezo, que por muchos años resalta las bondades de nuestro entorno, nos ofreció en el 2007 cuatro libros en pre-prensa: Relatos campesinos, Del mismo trigo, Mis cantares y Hola Shay, con motivo de los 50 años de nuestro Colegio Coronel Bolognesi, en colecciones restringidas.
Efraín Vásquez Veramendi, en el 2007 dio vida al conjunto de relatos que circulaban en las páginas de Internet, la mayoría recogiendo vivencias propias y ajenas, con el título de Crónicas chiquianas.
El Centenario del fallecimiento de Luis Pardo Novoa (5 de enero de 2009) mereció la publicación de revistas y libros, como la obra teatral Luis Pardo justiciero lejendario de Áureo Sotelo Huerta o el libro de poesías Luis Pardo para llevarte siempre de Augusto Escalante Apaéstegui.
Todos estos libros y alguno que pudiéramos estar obviando, junto con las publicaciones periódicas, como son las revistas institucionales de diverso orden y lugar (municipales, comunales, centros educativos, clubes deportivos, etc.), animados por la identificación con la tierra chiquiana –así sea en Lima, Huacho, Huaraz u otro lugar- requieren ser acopiadas y centralizadas en la nueva Biblioteca Municipal para su identificación, lectura, valoración y conservación. No olvidemos que los libros, revistas y periódicos son, también, parte del Patrimonio Cultural de nuestro distrito, de la provincia y del Perú.
Otra atención, no menos importante, merecen los documentos de las instituciones públicas y privadas. En los libros de actas y los papeles de diverso tema, destinatario y origen en poder de nuestras comunidades campesinas, municipalidad y agencias municipales, autoridades de diverso orden, centros educativos, clubes deportivos, instituciones culturales, -como en los libros y revistas- están las fuentes escritas para reconstruir y escribir la historia de nuestro pueblo y de sus instituciones.
2. COMPOSITORES E INTÉRPRETES VERNACULARES
Desde épocas ancestrales el distrito de Chiquián se ha distinguido por ser cuna de excelentes compositores e intérpretes de la música vernacular y de otros géneros. Los más recordados son, sin lugar a dudas, Bernardo Escobedo, “Bellota” y Calixto Palacios Carrillo, “Cañita”. Ambos hicieron famosa la canción “Cañita huayta sin corazón”.
En el dominio del arpa se distinguieron don Florentino Aldave Calderón, Estanislao y Hermenegildo Zubieta, Maurelio Reyes; continuado por Lorenzo Padilla, "El satanás del arpa", "Anacleto Pachapleto", Toribio Moreno y José Jaimes. Un buen seguidor de ellos es aun el maestro Alejandro Aldave Montoro. En el violín resaltaron Juan y Valerio Jaimes, Julio Carhuachín, Guillermo Zubieta, Manuel Quispe Hinostroza, Teodomiro Carrillo y Eleodoro Gamarra Salinas.
En la caja y el píncullo brilló don Emiliano Ríos y don Antonio Papua Toro con su roncadora y como pregonero, hoy sigue sus pasos Domingo Guzmán Rivera.
En la mandolina destacaron doña Ernestina Yábar Calderón, César Figueroa Cuentas, "Shimilán", Cástulo Rivera y Cesáreo Calderón.
En la guitarra causaron sensación Lorenzo Yábar, Alberto Núñez, el “Chino” Benito Calderón con su consabida “Neblina Blanca”, Pedro Loarte, Bernardo Arellano, el zurdo Máximo Calderón, Alberto Carrillo, los hermanos Asiclo, José y Germán Romero, entre otros. Por ellos y otros, Chiquián tiene renombre como tierra de buenos guitarristas.
Hay una reconocida tradición en el cultivo de la música, el canto y el baile.
Composiciones como “Aguas de Usgor”, “En las Faldas de Cochapata”, “Cerrito de Huayalpampa”, “Caruaspunta Escorzonera”, “Jaracoto”, “Luis Pardo”, “Capuliñahui”, “Chiquiana Soy”, “Laguna de Conococha”, etc. expresan los más diversos sentimientos y momentos de la vida. Muchas de las composiciones no tienen autor registrado, estos están en el anonimato y es menester reivindicar su contribución al desarrollo de lo nuestro.
Entre los compositores hay que resaltar al maestro Germán Romero, Alejandro Romero, Santiago Gamarra Garro, Claudio Rivera Jaimes, Sabina Loarte de Pardo, etc.
Los intérpretes individuales que gozan de reconocimiento gracias a su esfuerzo y empeño, ya que no cuentan con apoyo oficial o empresarial alguno, son Nieves Alvarado Aldave, Carlos Oro Lázaro, Elsa navarro Márquez “Duquesa del folklore”, Claudio Alfonso Aranda Ibarra, Mariela Romero García “Flor de la cantuta”, Ketty Rivera “Lucerito de Chiquián”, Julia Garro “Estrellita de Chiquián”, Consuelo V. Valderrama “La mamacita”, Gilbert Alejos Minaya “”El Solitario de Chiquián”, Claudio Rivera Jaimes “El Cholo Chiquiano”, Chela Allauca, Reyda Alvarado, Alicia Ramírez Minaya, Bonifacio Gamarra Vásquez, Pablo Aldave Zubieta, etc.
Entre los conjuntos musicales destacan: Conjunto Brisas del Yerupajá dirigido por Wilfredo Valderrama Urbina, Conjunto Melodías de Bolognesi de Chiquián que tiene como Director a Segundino Minaya, Conjunto Musical Luis Pardo de Chiquián con Gregorio Rímac Valenzuela como Director, Orquesta Los Andes de Bolognesi de Chiquián que dirigen Pedro Ramírez y Martín Palomino, el Conjunto Musical Chiquián que dirige Angel Gamarra C. y otros conjuntos de reciente aparición pero de gran aceptación.
Destacan igualmente las bandas de músicos. Desde la presencia de Maglorio Collantes Díaz que dirigiera la primera banda de músicos, pasando por el trabajo de largo alcance de don Florentino Aldave, sus hijos y nietos, hasta las actuales, han pasado décadas de glorias y triunfos. Aquí hay resaltar la enorme importancia de las bandas escolares de los Colegios Coronel Bolognesi y Guillermo Bracale Ramos, verdaderos semilleros de las bandas que dan brillo a Chiquián y la provincia de Bolognesi. Igualmente destacar la labor de dos grandes maestros de colegio: Visitación Laos y Facundo Jara Jacha.
En las fiestas de todo tipo no faltan la interpretaciones musicales de los mencionados y otros que obviamos involuntariamente, sea en grabaciones o en persona.
3. PERSONAJES NOTABLES
De los muchos lugareños de fines del siglo XIX, mencionamos a don Antolín Maldonado Gamarra de destacada participación en la Guerra del Pacífico.
Luis Pardo, el bandolero romántico, es el personaje de mayor reconocimiento entre fines del s. XIX e inicios del XX, en su época condenado y perseguido, hoy ha sido reivindicado como justiciero social y héroe popular. Es más, en su homenaje –por el Centenario de su fallecimiento- los días 3, 4 y 5 de enero de 2009 se realizó en Chiquián el VII Encuentro de Escritores y Poetas de Ancash, AEPA, editándose la Revista Cultural de Ancash N° 2 con auspicio de la Municipalidad Provincial de Bolognesi.
Hijos que destacaron en el mundo de la política, paseando orgullosos nombre de la ciudad de su procedencia, como los hermanos Santiago y Abelardo Pardo Lezameta, Carlos y Guillermo Bracale Ramos. Contribuyeron con su provincia desde los cargos que ocuparon.
De los muchos escritores, destacamos a Eugenio Garro y Alberto Carrillo Ramírez. El primero, pese a la enorme tarea de análisis de obras literarias, como de las traducciones que debía realizar como parte del equipo de José Carlos Mariátegui, no se olvidó del lugar de su procedencia y rescató un manojo de cuentos y leyendas de sabor lugareño. El segundo, fue el primero en realizar estudios sobre nuestra provincia y realizó la investigación más sustantiva sobre la personalidad y trayectoria de Luis Pardo.
En fin, una lista interminable de hijos de todas las épocas que honran a su tierra en los diferentes campos del quehacer social.
4. RITOS, SUPERSTICIONES, MITOS Y LEYENDAS
En nuestro distrito existen una serie de rituales en una serie de actividades de la vida cotidiana como en sus festividades, trabajos comunales o particulares, en las facetas de su vida o muerte. Sus raíces se pierden en el tiempo y en su recorrido han sufrido mutaciones. Por ejemplo, antes de cada faena y antes de “chacchar”, los peones brindar la coca, el cigarro y el ron al “Áuquilu“, que no es sino el “pago a la tierra”, para que la faena del día sea fructífera y sin mayores contratiempos. Los caminantes de un pueblo a otro, tienen sus “mojones”, lugares donde depositan piedritas o ramas de plantas, expresando sus deseos de tener un viaje tranquilo y sin cansancio. En Cuspón todavía subsisten los “quipus funerarios”, cordón de hilos entrelazados y con nudos que se amarran en la cintura del difunto para que “pueda tener un viaje sin mayores dificultades hacia sus destino”. Como lo señala el Dr. Arturo Ruiz Estrada:
“De lo que tenemos noticia es que los quipus de Cuspón van siempre junto al muerto para protegerlo del demonio o de los malos espíritus en su vida de ultratumba. El código representado en los cordeles y nudos es para obstaculizar al diablo, el atraer el alma del difunto. Resulta ciertamente insólito el uso funerario de los quipus de Cuspón, pero demuestra la mismo tiempo la persistencia del quipu andino en el presente y se vislumbra la popularidad que tuvo en tiempos prehispánicos”[1].
Por otro lado, existen una serie de creencias y supersticiones que dicen mucho de la ideología de nuestros pobladores, como las que siguen:
- Cuando se sale de viaje y el primer encuentro es con una mujer, mala suerte; si con varón, buena; con dos varones, mucho mejor.
- Encontrarse con una culebra en el camino, la chacra o la casa es señal que no se retornara al lugar.
- La presencia de grillos bulleros indica que pronto se abandonara el lugar para no volver a demorar el retorno.
- El canto de la paca-paca cerca al pueblo y el aullido de perros anuncia una próxima muerte.
- Picazones en la palma de la mano señal de que se recibirá dinero, en la planta de los pies que se saldrá de viaje
- La presencia del moscón negro, conocido como "queresa" o "gengrish" en el interior de la casa anunciando la muerte de un miembro de la familia.
- El canto de la pichuichanca muy cerca de la casa con sus cantos, “chic, chic, chic” señala la llegada de un huésped.
- Que uno de los pabellones del oído esté caliente es señal de que alguien esta ablando mal de uno.
- La aparición de arañas o tarántulas en la casa indica la proximidad de lluvias.
Vinculados –igualmente- a su historia, prácticas cotidianas, creencias y supersticiones, hay una serie de leyendas y cuentos como La leyenda de Pisanamaría que explica la desaparición del pueblo colonial de Matara, el surgimiento del pueblo de Cuspón y el incremento de la población de Chiquián. Las leyendas de Cushish (o la Laguna de Yarpún) o El venado encantado de Carcas de utilidad para combatir la avaricia y la codicia.
Los cuentos Amor y sacrificio de una madre y Papacuru que buscan motivar a los jóvenes en la necesidad del trabajo y el reconocimiento del amor de los padres. El cuento del Ichic Ollco que construye una serie de historias alrededor de los oconales y puquios. Los cuentos del Jegue-Alma que dicen de las cabezas rodantes de los compadres convertidos en amantes, muchos de ellos dizque encontrados en noches de luna llena. El cuento de Juan Oso que hace alusión a un personaje de gran fortaleza física y que, con el paso del tiempo, se le a vinculado a con un hombre natural de Matara, cuyos descendientes hoy están asentados en Chiquián; La leyenda de la cantuta que explica por qué en Matara hay abundancia de esta Flor Símbolo del Perú.
El conjunto de “historias” construidas alrededor de Luis Pardo, el gran bandolero chiquiano, convirtiéndolo en un personaje de leyenda. Sobre él su mejor biógrafo, Alberto Carrillo Ramírez, dice en 1967:
“Desde 60 años atrás, no ha habido nombre que se haya repetido más ni que haya subyugado tanto las mentes populares como el de este célebre bandolero; personaje discutido que, a más de haber llegado hasta el pináculo de la fama, se ha incorporado a la leyenda, con iridiscencias mágicas y sugestivas. Se han dicho de él cosas inverosímiles; se le han atribuido hechos extraordinarios, asombrosos, hasta el punto de convertirlo en el bandolero ideal, desnaturalizando, de esta manera, su auténtica personalidad”[2].
Estas y otras expresiones de nuestra literatura oral requieren de ser recopiladas, analizadas y explicadas no sólo como parte de nuestra reconstrucción histórica e identidad cultural, sino también para ser explotada como recurso turístico.
5. EL VOCABULARIO
El habla de esta tierra con su singularidad en dejo, tonalidad y términos. Existe un vocabulario nacido y empleado en la zona que a sus hijos les permite una comunicación fluida y ser identificados en cualquier lugar del mundo. Muchos de estos términos devienen del quechua que, por su uso cotidiano, han sido incorporados al habla popular.
Una pequeña muestra es lo que se ofrece a continuación.
Aloja.- Chicha azucarada y con pétalos de flores que se distribuye en las fiestas tradicionales y faenas comunales.
Añaco.- Denominación que se asigna al animal añash
Apasinacuy.- Encargo verbal, escrito o material (encomienda) entre conocidos.
Caishi.- Herramienta de trabajo similar a la antigua racuana.
Camachico.- Persona de confianza del “funcionario” de la fiesta, encargado de recepcionar, guardar, controlar y distribuir los víveres y licores, de su buena disposición depende el éxito de la fiesta.
Cantor.- Persona que, ante la ausencia o falta del cura, dirige las oraciones, entierros o cánticos religiosos.
Colacion.- Retribución en roscas, panes, biscochuelos, pan de maíz, etc. por el "hualgasinacuy".
Cumplimiento.- Banquete que se ofrece al reciente compadre o "quelli".
Chacla.- Palo delgado o largo que se emplea e el techo de la casa.
Chinaco.- Amanerado, homosexual, gay
Chinguirito.- O "calentado", bebida espirituosa y caliente preparada con alcohol, escorzonera, huamanripa, Cáscara de naranja, limón y azúcar.
Chuncar.- Jugar con bolitas de cristal o los frutos del choloque (choloco, como se le conoce en el medio).
Curiosa.- Mujer entendida en curar las enfermedades con plantas medicinales y animales, así como atender los casos de partos.
Derecho.-Pago o retribución en dinero o en especie a una autoridad, funcionario o particular, por su actuación o servicio.
Diablito.- Danzante cuyo disfraz imita al diablo.
Elecciones.- Acto público en las festividades donde las personas voluntariamente se ofrecen cumplir como “funcionarios” en la fiesta del año venidero.
Funcionario.- Persona que asume las obligaciones para celebrar una fiesta, especialmente religiosa.
Huachcu.- Faja tejida de hilos multicolores de lana de oveja.
Hualgasicuy.- Ofrenda en dinero o especie que se prende en el pecho del funcionario de la fiesta patronal, en el corte de pelo en la techa de casa.
Huatia.- Calabaza asada en el horno de la chacra o de la casa.
Jochapisay.- Actividad comunal que consiste en el relimpio de l estanque.
Llicla.- Pequeña manta bordada que cubre la espalda de las mujeres.
Marimacha.- Mujer con actitudes varoniles, sin pareja, sin hijos.
Mayorala.-Cargo desempeñado en las fiestas con la responsabilidad de adornar con flores las andas procesionales
Nuna-toro.- Hombre disfrazado de toro que imita a este, persiguiendo a chicos y grandes amenizando las faenas comunales.
Pachón.- Persona gorda con la barriga crecida.
Palinca.- Tribuna armada con madera y sogas sobre el que se colocan pellejos y sillas para observar con seguridad la corrida de toros.
Pegan-caldo.- Plato típico conocido como caldo de cabeza.
Pinquichida.- Baile a los sones de la orquesta de cuerdas en la que participa el entorno familiar del funcionario en la fiesta patronal
Piqui.- Productos de la costa que el recién llegado hace probar a sus vecinos o familiares.
Procurador.-Encargado de hacer cumplir las obligaciones en las fiestas religiosas o comunales.
Propio.- Persona enviada exprofesamente para cumplir una tarea, trabajo o entrega de un mensaje.
Quelli.- Persona que ayuda con víveres, dinero, caballos o banda de músicos al funcionario de una fiesta.
Rantin.- Versión lugareña del ayni pre-hispánico, es el préstamo del trabajo.
Rucu.- Anciano, danzante que imita al anciano.
Shaplaco.- Leguleyo, alabancioso, presuntuoso, fantasioso, el que habla más de la cuenta o el que ofrece algo y no cumple.
Shay.- Término que se usa para dirigirse al amigo.
Shulaco.- denominación con que se conoce a las lagartijas, derivación de shulash.
Shunay.- Asignación de un animal tierno a favor del hijo o nieto en retribución a su trabajo o cariño.
Tucumán.- Gorro de lana que no solo cubre la cabeza, también los oídos y la mejilla.
Uiuj.- Interjección que denota cansancio.
Yocyoco.- Denominación con que se le conoce al zorzal (del quechua Yucyush).
Yunta.- Par de toros unidos al yugo que jala el arado en la chacra.
Yupanacuy.- Trabajo agrícola no remunerado y en beneficio particular, consistente en la condición de quien trabaja mejor y más rápido a cambio de comida, chicha, coca, ron, cigarro. Etc.
6. EL SENTIMIENTO CHIQUIANO
Como pocos, los que procedemos del distrito de Chiquián nos sentimos muy orgullosos del lugar de nuestra procedencia, no sólo somos “chiquianos en sí”, sino vamos más allá, somos “chiquianos para sí”. Como muy bien lo sintetiza Arnaldo Alvarado Balarezo: “De repente podrá alejarse un chiquiano de su tierra, pero jamás se aislará ese sentimiento telúrico que subyace en su corazón y alma, porque Chiquián es el vestido y también el alimento cotidiano para el espíritu de cada uno de nosotros por lejos que algunos nos encontremos”. Esto es garantía de proyección al futuro, de afirmación de nuestra identidad cultural.
Colofón
Este conjunto de expresiones naturales y culturales, como recursos, valores y bienes, merecen ser rescatados, estudiados, revalorados, promocionados, conservados y defendidos, como medio de afirmar nuestra identidad local, regional y nacional, además de ser explotados como recursos de investigación, de educación y de recepción del turismo.
La identidad chiquiana está en permanente proceso de construcción. Es consecuencia de los aportes de sus hijos en todos los tiempos de su historia, alimentado por la adopción de elementos de la cultura universal, produciendo un importante sincretismo cultural del que todos participamos y que nos permite renovarnos permanentemente.
Que esta publicación aperture la discusión sobre lo nuestro. Que la mirada atrás nos permita extraer las lecciones del pasado y de nuestros mayores. Que tengamos lo nuestro por siempre, como legado y continuidad.
Bibliografía básica
ARANDA ARRIETA, Arturo (Director)
1994-97 Eco regional. Revista de opinión, debate, turismo y desarrollo.
II época. N°s. 6 al 10. Lima. Perú.
BUENO, Cosme.
1764. (1951) Geografía del Perú Virreinal. Publicado por Daniel Valcárcel. 162 pp.
BURGA DÍAZ, Manuel
1988 Nacimiento de una utopía: Muerte y resurrección de los incas. Instituto de Apoyo Agrario. Lima. Perú.
CARRILLO RAMÍREZ, Alberto
1953 Ensayo Monográfico de la Provincia de Bolognesi. 3 Vol. Tipografía Córdova. Arequipa. Perú.
1973 Luis Pardo, el Gran Bandido. Segunda edición. Editorial Asencios. Lima, Perú.
CASTILLO ARDILES, Hernán / DEL CASTILLO, Teresa / REVILLA, A.
1965 Carcas: la comunidad olvidada. Editorial Estudios Andinos. Lima. Perú.
FLORES GALINDO, Alberto
1987 Buscando un Inca. Editorial Horizonte. Lima. Perú.
INSTITUO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMATICA
2002 Almanaque de Ancash, 2001-2002. OTDETI-INEI. Lima.
2006 Resultados definitivos del Censo de Población 2005. www.inei.gob.pe . Lima. Perú.
KOLFF, Adam / BARTLE, Jim
1998 Cordillera Huayhuash. Perú. Nuevas Imágenes S.A./ Instituto de Montaña. Lima. Perú.
LA REPÚBLICA, División Editorial
2002 Montañas Mágicas del Perú. Tomo 2: Huaylas y Huayhuash. Compañía Impresora Peruana, S. A. Lima. Perú.
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE BOLOGNESI
2000 Wilacuy. Memoria Anual 1999. Imagen Institucional. Chiquián. Perú.
2001 Chiquián informa. Producciones Tuctupillín. Chiquián. Perú.
2003 Chiquiàn, espejito del cielo. Doble tríptico turístico.
PEISA, Ediciones
2003 Atlas Departamental del Perú. Tomo 4: Ancash-Huànuco. Ediciones Peisa – La República. Lima, Perú.
PEREIRA PLASCENCIA, Hugo
1988 “Chiquiàn y la región de Lampas entre los siglos XVI y XVII. Una hipótesis sobre el surgimiento de las campañas de extirpación de idolatrías en el arzobispado de Lima”. Boletín del Instituto Riva Agüero. Tomo 16. Págs. 20-30. PUCP. Lima. Perú.
REYES BARBA, Mario
2002 Chiquián, la incontrastable villa. Compendio histórico de un pueblo en transformación. Graficentro Sales & Servis S.A. Lima. Perú.
ROBLES MENDOZA, Román
1996 Chiquián: Tradición y modernidad. UNMSM. Lima. Perú.
2000 La Banda de Músicos. Las bellas artes musicales en el sur de Ancash. UNMSM. Lima. Perú.
2006 “ación Política del Perú. Tomo I. Ministerio de Hacienda y Comercio. 680 pp.
ZUBIETA NUÑEZ, Filomeno
2003 Por la ruta del Huayhuash. Los recursos turísticos de la Provincia de Bolognesi. Gráfica Imagen. Huacho. Perú.
2003ª Cuspón.: comunidad e identidad. Gráfica Imagen. Huacho. Perú.
2009 Tras las huellas de Luis Pardo. Gráfica Imagen. Huacho. Perú.
Internet
http:// www. chiquian. com
http://cuspon.webcindario.com
http://www.munibolognesi.gob.pe
Las iglesias andinas: huellas de la cristianización y religiosidad popular”. Revista de Antropología. UNMSM.
RUIZ ESTRADA, Arturo/ ZUBIETA, Filomeno/ ALDAVE, Roberto
2008 Chiquián: arqueología, identidad y turismo. Gráfica Imagen. Huacho. 140 pp.
SOLÍS FONSECA, Gustavo
1976 Zonificación (Dia) lectal del Quechua de la Provincia de Bolognesi. Tesis doctoral. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
SOLÓRZANO, Juan.
1736 Política Indiana. Tomo I. CHS. Madrid. España. 580 pp.
TARAZONA, Justino
1968. Demarc
[1] RUIZ, Arturo. 1998. Los quipus funerarios de Cuspón. Boletín del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Nº. 8. Pág. 13.
[2] CARRILLO, Alberto. 1967. Luis Pardo, el gran bandido. Pág. I.
Chiquián, como distrito, cuenta con estudios y publicaciones bibliográficas y hemerográficas –tanto de parte de sus hijos como de especialistas foráneos interesados en estudiar su cultura- que contribuyen a conocer y afirmar su identidad cultural.
Eugenio Garro, políglota del entorno de José Carlos Mariátegui que realizaba traducciones de estudios de intelectuales extranjeros para la Revista Amauta, escribió una serie de cuentos de sabor chiquiano como El solitario (1930, que insertamos en nuestra Revista Vertiente Nº 2 en marzo de 1981). Sobre este chiquiano, el desaparecido intelectual y político Alfonso Ramos Alva tenía muy avanzado su estudio de valoración.
Alberto Carrillo Ramírez (1908-1992) fue el pionero en los estudios sobre nuestra provincia que los fue publicando en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, luego editados en cuatro pequeños volúmenes con el título de Ensayo monográfico de la Provincia de Bolognesi en 1953 con motivo del Cincuentenario de la Provincia de Bolognesi. Más tarde, como culminación de una década de intensa investigación publicó el único estudio serio y completo sobre héroe popular chiquiano, Luis Pardo el Gran Bandido en 1967. Una segunda edición corregida y aumentada apareció en 1976 y la edición definitiva en 1987, poco antes de su fallecimiento. Publicó también Dos Próceres Ancashinos donde resalta la figura del chiquiano Manuel Jesús Gonzáles Grilleros en la lucha por nuestra Independencia. A parte de escritos sobre temas diversos (Poemas cavernarios no recomendable para académicos, retróg[r]ados i cucufatos, en 1982), tenía por publicar dos estudios relacionados a su tierra natal: Las Montoneras de Chiquián y Un Héroe Civil Chiquiano.
Rubén Barrenechea Núñez (1925-1995), ilustre pedagogo autor de textos escolares de castellano, lengua y literatura para la educación secundaria, participó en los Juegos Florales Magisteriales de 1960 con un trabajo literario de temática chiquiana, luego fue publicado con el título de Turumanya.
Tres antropólogos egresados de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Hernán Castillo Ardiles, Teresa E. de Castillo y Arcenio Revilla) con el auspicio del Proyecto Perú-Cornell, luego de permanecer cerca de tres meses en la Comunidad de Carcas realizando estudios, publicaron Carcas: La Comunidad Olvidada. En sus nueve capítulos se destacan los aspectos geográficos, económicos y culturales de los que ellos denominan una comunidad olvidada. Su estudio puede darnos una idea de los logros de este caserío en los últimos 40 años producto del esfuerzo de sus pobladores.
Enma Cerrate Valenzuela, catedrática de Universidad Nacional Mayor de San Marcos entre 1947 y 1991, con especialización en Flora Altoandina, tienes estudios y publicaciones sobre la vegetación del valle de Aynín (por ejemplo en el Boletín de Lima); es más, muchas de las muestras de plantas típicas de nuestro entorno se exhiben en el Museo de Historia Natural de la UNMSM.
Los historiadores Alberto Flores Galindo y Manuel Burga Díaz, como parte de su dedicación a la historia de las mentalidades, visitaron Chiquián y otros lugares de nuestra provincia para estudiar sus fiestas tradicionales ligadas a la utopía andina, sus apreciaciones y conclusiones están en las páginas de sus libros Buscando un Inca: Identidad y utopía en los Andes (1987) y Nacimiento de una Utopía: Muerte y resurrección de los incas (1988), respectivamente.
Hugo Pereyra Plascencia, de la Pontificia Universidad Católica, publicó en el Boletín del Instituto Riva Agüero Nº 16, el año 1989, un interesante estudio para nuestra historia: Chiquián y la Región de Lampas entre los siglos XVI y XVII.
Vidal Alvarado Cruz compiló un importante puñado de anécdotas y tradiciones de nuestro acervo cultural que los publicó en 1996 con el título de Estampas Chiquianas.
El antropólogo y docente sanmarquino Román Robles Mendoza publicó en diciembre de 1996 Chiquián: Tradición y Modernidad, un registro de la vida económica y cultual, como de las expresiones de la Fiesta de Santa Rosa, levantado con sus alumnos en la visita realizada a nuestra ciudad. Este estudioso tiene además, muchos escritos como Las Bandas de Músicos, las bellas artes musicales en el sur de Ancash (libro publicado en 2000) o Las iglesias andinas: huellas de la cristianización y religiosidad popular, para citar dos casos, donde aborda aspectos relevantes de la historia y cultura de Chiquián.
Óscar Colchado Lucio, prolífico y laureado escritor, dedicó parte de su esfuerzo literario a revalorar la figura señera del bandolero chiquiano con su novela publicada en 1998 con el título Viva Luis Pardo!
Mario Reyes Barba, - maestro de muchas generaciones- como parte del homenaje a la Provincia de Bolognesi en su fecha centenaria, publicó en 2002 Chiquián, la Incontrastable Villa, compendio histórico de un pueblo en transformación. Anunció una segunda parte dedicada a temas ecológicos, socioeconómicos y culturales, su avanzada edad y fallecimiento frustraron su aporte valioso al conocimiento y divulgación de aspectos importantes de la realidad chiquiana.
Hugo Agüero Alva, recogiendo vivencias propias y de coterráneos sobre la Fiesta de Santa Rosa, publicó su libro en el 2003 con el sugestivo título de 30 de agosto en el pueblo de Chiquián.
Filomeno Zubieta Núñez, sumándose al homenaje a nuestra provincia en su I Centenario de Creación Política, publicó en el 2003 dos libros: Por la Ruta del Huayhuash: los recursos turísticos de la provincia de Bolognesi y Cuspón: Comunidad e Identidad (versión actualizada al publicado en 1996 como Cuspón, un reencuentro con nuestra comunidad); Chiquián: arqueología, identidad y turismo (coautor, 2008); Tras las huellas de Luis Pardo (2009).
Héctor Gamarra Espinoza, en la intencionalidad de los tres anteriores, publica en el 2003 Historia de Chiquián, hombres del agua clara, 1470-2003; con apuntes para la historia de la Provincia. Al decir del autor “se trata de un trabajo polémico, complejo, escrito con una posición muy definida”.
El arqueólogo Arturo Ruiz estrada, como un avance de sus investigaciones en el ámbito de nuestro distrito desde 1996, publicó en el 2003 su estudio Antiguas ocupaciones humanas en Cuspón: Provincia de Bolognesi; incorporado en el compendio de Bebel Ibarra Asencios intitulado Arqueología de la Sierra de Ancash, propuestas y perspectivas.
La institución cultural ACUNOY que dirige en Chiquián Alex Milla Curi, reunió un manojo de bellas poesías de factura y temática local y publicó en el 2005, Nuestras Ofrendas al Yerupajá.
El maestro Alejandro Aldave Montoro, finalizando el año 2006 nos entregó su libro Educación, música y cultura en un papel; dividido en seis capítulos que muestra facetas importantes de Chiquián dentro del contexto de la Provincia de Bolognesi.
Arnaldo Alvarado Balarezo, que por muchos años resalta las bondades de nuestro entorno, nos ofreció en el 2007 cuatro libros en pre-prensa: Relatos campesinos, Del mismo trigo, Mis cantares y Hola Shay, con motivo de los 50 años de nuestro Colegio Coronel Bolognesi, en colecciones restringidas.
Efraín Vásquez Veramendi, en el 2007 dio vida al conjunto de relatos que circulaban en las páginas de Internet, la mayoría recogiendo vivencias propias y ajenas, con el título de Crónicas chiquianas.
El Centenario del fallecimiento de Luis Pardo Novoa (5 de enero de 2009) mereció la publicación de revistas y libros, como la obra teatral Luis Pardo justiciero lejendario de Áureo Sotelo Huerta o el libro de poesías Luis Pardo para llevarte siempre de Augusto Escalante Apaéstegui.
Todos estos libros y alguno que pudiéramos estar obviando, junto con las publicaciones periódicas, como son las revistas institucionales de diverso orden y lugar (municipales, comunales, centros educativos, clubes deportivos, etc.), animados por la identificación con la tierra chiquiana –así sea en Lima, Huacho, Huaraz u otro lugar- requieren ser acopiadas y centralizadas en la nueva Biblioteca Municipal para su identificación, lectura, valoración y conservación. No olvidemos que los libros, revistas y periódicos son, también, parte del Patrimonio Cultural de nuestro distrito, de la provincia y del Perú.
Otra atención, no menos importante, merecen los documentos de las instituciones públicas y privadas. En los libros de actas y los papeles de diverso tema, destinatario y origen en poder de nuestras comunidades campesinas, municipalidad y agencias municipales, autoridades de diverso orden, centros educativos, clubes deportivos, instituciones culturales, -como en los libros y revistas- están las fuentes escritas para reconstruir y escribir la historia de nuestro pueblo y de sus instituciones.
2. COMPOSITORES E INTÉRPRETES VERNACULARES
Desde épocas ancestrales el distrito de Chiquián se ha distinguido por ser cuna de excelentes compositores e intérpretes de la música vernacular y de otros géneros. Los más recordados son, sin lugar a dudas, Bernardo Escobedo, “Bellota” y Calixto Palacios Carrillo, “Cañita”. Ambos hicieron famosa la canción “Cañita huayta sin corazón”.
En el dominio del arpa se distinguieron don Florentino Aldave Calderón, Estanislao y Hermenegildo Zubieta, Maurelio Reyes; continuado por Lorenzo Padilla, "El satanás del arpa", "Anacleto Pachapleto", Toribio Moreno y José Jaimes. Un buen seguidor de ellos es aun el maestro Alejandro Aldave Montoro. En el violín resaltaron Juan y Valerio Jaimes, Julio Carhuachín, Guillermo Zubieta, Manuel Quispe Hinostroza, Teodomiro Carrillo y Eleodoro Gamarra Salinas.
En la caja y el píncullo brilló don Emiliano Ríos y don Antonio Papua Toro con su roncadora y como pregonero, hoy sigue sus pasos Domingo Guzmán Rivera.
En la mandolina destacaron doña Ernestina Yábar Calderón, César Figueroa Cuentas, "Shimilán", Cástulo Rivera y Cesáreo Calderón.
En la guitarra causaron sensación Lorenzo Yábar, Alberto Núñez, el “Chino” Benito Calderón con su consabida “Neblina Blanca”, Pedro Loarte, Bernardo Arellano, el zurdo Máximo Calderón, Alberto Carrillo, los hermanos Asiclo, José y Germán Romero, entre otros. Por ellos y otros, Chiquián tiene renombre como tierra de buenos guitarristas.
Hay una reconocida tradición en el cultivo de la música, el canto y el baile.
Composiciones como “Aguas de Usgor”, “En las Faldas de Cochapata”, “Cerrito de Huayalpampa”, “Caruaspunta Escorzonera”, “Jaracoto”, “Luis Pardo”, “Capuliñahui”, “Chiquiana Soy”, “Laguna de Conococha”, etc. expresan los más diversos sentimientos y momentos de la vida. Muchas de las composiciones no tienen autor registrado, estos están en el anonimato y es menester reivindicar su contribución al desarrollo de lo nuestro.
Entre los compositores hay que resaltar al maestro Germán Romero, Alejandro Romero, Santiago Gamarra Garro, Claudio Rivera Jaimes, Sabina Loarte de Pardo, etc.
Los intérpretes individuales que gozan de reconocimiento gracias a su esfuerzo y empeño, ya que no cuentan con apoyo oficial o empresarial alguno, son Nieves Alvarado Aldave, Carlos Oro Lázaro, Elsa navarro Márquez “Duquesa del folklore”, Claudio Alfonso Aranda Ibarra, Mariela Romero García “Flor de la cantuta”, Ketty Rivera “Lucerito de Chiquián”, Julia Garro “Estrellita de Chiquián”, Consuelo V. Valderrama “La mamacita”, Gilbert Alejos Minaya “”El Solitario de Chiquián”, Claudio Rivera Jaimes “El Cholo Chiquiano”, Chela Allauca, Reyda Alvarado, Alicia Ramírez Minaya, Bonifacio Gamarra Vásquez, Pablo Aldave Zubieta, etc.
Entre los conjuntos musicales destacan: Conjunto Brisas del Yerupajá dirigido por Wilfredo Valderrama Urbina, Conjunto Melodías de Bolognesi de Chiquián que tiene como Director a Segundino Minaya, Conjunto Musical Luis Pardo de Chiquián con Gregorio Rímac Valenzuela como Director, Orquesta Los Andes de Bolognesi de Chiquián que dirigen Pedro Ramírez y Martín Palomino, el Conjunto Musical Chiquián que dirige Angel Gamarra C. y otros conjuntos de reciente aparición pero de gran aceptación.
Destacan igualmente las bandas de músicos. Desde la presencia de Maglorio Collantes Díaz que dirigiera la primera banda de músicos, pasando por el trabajo de largo alcance de don Florentino Aldave, sus hijos y nietos, hasta las actuales, han pasado décadas de glorias y triunfos. Aquí hay resaltar la enorme importancia de las bandas escolares de los Colegios Coronel Bolognesi y Guillermo Bracale Ramos, verdaderos semilleros de las bandas que dan brillo a Chiquián y la provincia de Bolognesi. Igualmente destacar la labor de dos grandes maestros de colegio: Visitación Laos y Facundo Jara Jacha.
En las fiestas de todo tipo no faltan la interpretaciones musicales de los mencionados y otros que obviamos involuntariamente, sea en grabaciones o en persona.
3. PERSONAJES NOTABLES
De los muchos lugareños de fines del siglo XIX, mencionamos a don Antolín Maldonado Gamarra de destacada participación en la Guerra del Pacífico.
Luis Pardo, el bandolero romántico, es el personaje de mayor reconocimiento entre fines del s. XIX e inicios del XX, en su época condenado y perseguido, hoy ha sido reivindicado como justiciero social y héroe popular. Es más, en su homenaje –por el Centenario de su fallecimiento- los días 3, 4 y 5 de enero de 2009 se realizó en Chiquián el VII Encuentro de Escritores y Poetas de Ancash, AEPA, editándose la Revista Cultural de Ancash N° 2 con auspicio de la Municipalidad Provincial de Bolognesi.
Hijos que destacaron en el mundo de la política, paseando orgullosos nombre de la ciudad de su procedencia, como los hermanos Santiago y Abelardo Pardo Lezameta, Carlos y Guillermo Bracale Ramos. Contribuyeron con su provincia desde los cargos que ocuparon.
De los muchos escritores, destacamos a Eugenio Garro y Alberto Carrillo Ramírez. El primero, pese a la enorme tarea de análisis de obras literarias, como de las traducciones que debía realizar como parte del equipo de José Carlos Mariátegui, no se olvidó del lugar de su procedencia y rescató un manojo de cuentos y leyendas de sabor lugareño. El segundo, fue el primero en realizar estudios sobre nuestra provincia y realizó la investigación más sustantiva sobre la personalidad y trayectoria de Luis Pardo.
En fin, una lista interminable de hijos de todas las épocas que honran a su tierra en los diferentes campos del quehacer social.
4. RITOS, SUPERSTICIONES, MITOS Y LEYENDAS
En nuestro distrito existen una serie de rituales en una serie de actividades de la vida cotidiana como en sus festividades, trabajos comunales o particulares, en las facetas de su vida o muerte. Sus raíces se pierden en el tiempo y en su recorrido han sufrido mutaciones. Por ejemplo, antes de cada faena y antes de “chacchar”, los peones brindar la coca, el cigarro y el ron al “Áuquilu“, que no es sino el “pago a la tierra”, para que la faena del día sea fructífera y sin mayores contratiempos. Los caminantes de un pueblo a otro, tienen sus “mojones”, lugares donde depositan piedritas o ramas de plantas, expresando sus deseos de tener un viaje tranquilo y sin cansancio. En Cuspón todavía subsisten los “quipus funerarios”, cordón de hilos entrelazados y con nudos que se amarran en la cintura del difunto para que “pueda tener un viaje sin mayores dificultades hacia sus destino”. Como lo señala el Dr. Arturo Ruiz Estrada:
“De lo que tenemos noticia es que los quipus de Cuspón van siempre junto al muerto para protegerlo del demonio o de los malos espíritus en su vida de ultratumba. El código representado en los cordeles y nudos es para obstaculizar al diablo, el atraer el alma del difunto. Resulta ciertamente insólito el uso funerario de los quipus de Cuspón, pero demuestra la mismo tiempo la persistencia del quipu andino en el presente y se vislumbra la popularidad que tuvo en tiempos prehispánicos”[1].
Por otro lado, existen una serie de creencias y supersticiones que dicen mucho de la ideología de nuestros pobladores, como las que siguen:
- Cuando se sale de viaje y el primer encuentro es con una mujer, mala suerte; si con varón, buena; con dos varones, mucho mejor.
- Encontrarse con una culebra en el camino, la chacra o la casa es señal que no se retornara al lugar.
- La presencia de grillos bulleros indica que pronto se abandonara el lugar para no volver a demorar el retorno.
- El canto de la paca-paca cerca al pueblo y el aullido de perros anuncia una próxima muerte.
- Picazones en la palma de la mano señal de que se recibirá dinero, en la planta de los pies que se saldrá de viaje
- La presencia del moscón negro, conocido como "queresa" o "gengrish" en el interior de la casa anunciando la muerte de un miembro de la familia.
- El canto de la pichuichanca muy cerca de la casa con sus cantos, “chic, chic, chic” señala la llegada de un huésped.
- Que uno de los pabellones del oído esté caliente es señal de que alguien esta ablando mal de uno.
- La aparición de arañas o tarántulas en la casa indica la proximidad de lluvias.
Vinculados –igualmente- a su historia, prácticas cotidianas, creencias y supersticiones, hay una serie de leyendas y cuentos como La leyenda de Pisanamaría que explica la desaparición del pueblo colonial de Matara, el surgimiento del pueblo de Cuspón y el incremento de la población de Chiquián. Las leyendas de Cushish (o la Laguna de Yarpún) o El venado encantado de Carcas de utilidad para combatir la avaricia y la codicia.
Los cuentos Amor y sacrificio de una madre y Papacuru que buscan motivar a los jóvenes en la necesidad del trabajo y el reconocimiento del amor de los padres. El cuento del Ichic Ollco que construye una serie de historias alrededor de los oconales y puquios. Los cuentos del Jegue-Alma que dicen de las cabezas rodantes de los compadres convertidos en amantes, muchos de ellos dizque encontrados en noches de luna llena. El cuento de Juan Oso que hace alusión a un personaje de gran fortaleza física y que, con el paso del tiempo, se le a vinculado a con un hombre natural de Matara, cuyos descendientes hoy están asentados en Chiquián; La leyenda de la cantuta que explica por qué en Matara hay abundancia de esta Flor Símbolo del Perú.
El conjunto de “historias” construidas alrededor de Luis Pardo, el gran bandolero chiquiano, convirtiéndolo en un personaje de leyenda. Sobre él su mejor biógrafo, Alberto Carrillo Ramírez, dice en 1967:
“Desde 60 años atrás, no ha habido nombre que se haya repetido más ni que haya subyugado tanto las mentes populares como el de este célebre bandolero; personaje discutido que, a más de haber llegado hasta el pináculo de la fama, se ha incorporado a la leyenda, con iridiscencias mágicas y sugestivas. Se han dicho de él cosas inverosímiles; se le han atribuido hechos extraordinarios, asombrosos, hasta el punto de convertirlo en el bandolero ideal, desnaturalizando, de esta manera, su auténtica personalidad”[2].
Estas y otras expresiones de nuestra literatura oral requieren de ser recopiladas, analizadas y explicadas no sólo como parte de nuestra reconstrucción histórica e identidad cultural, sino también para ser explotada como recurso turístico.
5. EL VOCABULARIO
El habla de esta tierra con su singularidad en dejo, tonalidad y términos. Existe un vocabulario nacido y empleado en la zona que a sus hijos les permite una comunicación fluida y ser identificados en cualquier lugar del mundo. Muchos de estos términos devienen del quechua que, por su uso cotidiano, han sido incorporados al habla popular.
Una pequeña muestra es lo que se ofrece a continuación.
Aloja.- Chicha azucarada y con pétalos de flores que se distribuye en las fiestas tradicionales y faenas comunales.
Añaco.- Denominación que se asigna al animal añash
Apasinacuy.- Encargo verbal, escrito o material (encomienda) entre conocidos.
Caishi.- Herramienta de trabajo similar a la antigua racuana.
Camachico.- Persona de confianza del “funcionario” de la fiesta, encargado de recepcionar, guardar, controlar y distribuir los víveres y licores, de su buena disposición depende el éxito de la fiesta.
Cantor.- Persona que, ante la ausencia o falta del cura, dirige las oraciones, entierros o cánticos religiosos.
Colacion.- Retribución en roscas, panes, biscochuelos, pan de maíz, etc. por el "hualgasinacuy".
Cumplimiento.- Banquete que se ofrece al reciente compadre o "quelli".
Chacla.- Palo delgado o largo que se emplea e el techo de la casa.
Chinaco.- Amanerado, homosexual, gay
Chinguirito.- O "calentado", bebida espirituosa y caliente preparada con alcohol, escorzonera, huamanripa, Cáscara de naranja, limón y azúcar.
Chuncar.- Jugar con bolitas de cristal o los frutos del choloque (choloco, como se le conoce en el medio).
Curiosa.- Mujer entendida en curar las enfermedades con plantas medicinales y animales, así como atender los casos de partos.
Derecho.-Pago o retribución en dinero o en especie a una autoridad, funcionario o particular, por su actuación o servicio.
Diablito.- Danzante cuyo disfraz imita al diablo.
Elecciones.- Acto público en las festividades donde las personas voluntariamente se ofrecen cumplir como “funcionarios” en la fiesta del año venidero.
Funcionario.- Persona que asume las obligaciones para celebrar una fiesta, especialmente religiosa.
Huachcu.- Faja tejida de hilos multicolores de lana de oveja.
Hualgasicuy.- Ofrenda en dinero o especie que se prende en el pecho del funcionario de la fiesta patronal, en el corte de pelo en la techa de casa.
Huatia.- Calabaza asada en el horno de la chacra o de la casa.
Jochapisay.- Actividad comunal que consiste en el relimpio de l estanque.
Llicla.- Pequeña manta bordada que cubre la espalda de las mujeres.
Marimacha.- Mujer con actitudes varoniles, sin pareja, sin hijos.
Mayorala.-Cargo desempeñado en las fiestas con la responsabilidad de adornar con flores las andas procesionales
Nuna-toro.- Hombre disfrazado de toro que imita a este, persiguiendo a chicos y grandes amenizando las faenas comunales.
Pachón.- Persona gorda con la barriga crecida.
Palinca.- Tribuna armada con madera y sogas sobre el que se colocan pellejos y sillas para observar con seguridad la corrida de toros.
Pegan-caldo.- Plato típico conocido como caldo de cabeza.
Pinquichida.- Baile a los sones de la orquesta de cuerdas en la que participa el entorno familiar del funcionario en la fiesta patronal
Piqui.- Productos de la costa que el recién llegado hace probar a sus vecinos o familiares.
Procurador.-Encargado de hacer cumplir las obligaciones en las fiestas religiosas o comunales.
Propio.- Persona enviada exprofesamente para cumplir una tarea, trabajo o entrega de un mensaje.
Quelli.- Persona que ayuda con víveres, dinero, caballos o banda de músicos al funcionario de una fiesta.
Rantin.- Versión lugareña del ayni pre-hispánico, es el préstamo del trabajo.
Rucu.- Anciano, danzante que imita al anciano.
Shaplaco.- Leguleyo, alabancioso, presuntuoso, fantasioso, el que habla más de la cuenta o el que ofrece algo y no cumple.
Shay.- Término que se usa para dirigirse al amigo.
Shulaco.- denominación con que se conoce a las lagartijas, derivación de shulash.
Shunay.- Asignación de un animal tierno a favor del hijo o nieto en retribución a su trabajo o cariño.
Tucumán.- Gorro de lana que no solo cubre la cabeza, también los oídos y la mejilla.
Uiuj.- Interjección que denota cansancio.
Yocyoco.- Denominación con que se le conoce al zorzal (del quechua Yucyush).
Yunta.- Par de toros unidos al yugo que jala el arado en la chacra.
Yupanacuy.- Trabajo agrícola no remunerado y en beneficio particular, consistente en la condición de quien trabaja mejor y más rápido a cambio de comida, chicha, coca, ron, cigarro. Etc.
6. EL SENTIMIENTO CHIQUIANO
Como pocos, los que procedemos del distrito de Chiquián nos sentimos muy orgullosos del lugar de nuestra procedencia, no sólo somos “chiquianos en sí”, sino vamos más allá, somos “chiquianos para sí”. Como muy bien lo sintetiza Arnaldo Alvarado Balarezo: “De repente podrá alejarse un chiquiano de su tierra, pero jamás se aislará ese sentimiento telúrico que subyace en su corazón y alma, porque Chiquián es el vestido y también el alimento cotidiano para el espíritu de cada uno de nosotros por lejos que algunos nos encontremos”. Esto es garantía de proyección al futuro, de afirmación de nuestra identidad cultural.
Colofón
Este conjunto de expresiones naturales y culturales, como recursos, valores y bienes, merecen ser rescatados, estudiados, revalorados, promocionados, conservados y defendidos, como medio de afirmar nuestra identidad local, regional y nacional, además de ser explotados como recursos de investigación, de educación y de recepción del turismo.
La identidad chiquiana está en permanente proceso de construcción. Es consecuencia de los aportes de sus hijos en todos los tiempos de su historia, alimentado por la adopción de elementos de la cultura universal, produciendo un importante sincretismo cultural del que todos participamos y que nos permite renovarnos permanentemente.
Que esta publicación aperture la discusión sobre lo nuestro. Que la mirada atrás nos permita extraer las lecciones del pasado y de nuestros mayores. Que tengamos lo nuestro por siempre, como legado y continuidad.
Bibliografía básica
ARANDA ARRIETA, Arturo (Director)
1994-97 Eco regional. Revista de opinión, debate, turismo y desarrollo.
II época. N°s. 6 al 10. Lima. Perú.
BUENO, Cosme.
1764. (1951) Geografía del Perú Virreinal. Publicado por Daniel Valcárcel. 162 pp.
BURGA DÍAZ, Manuel
1988 Nacimiento de una utopía: Muerte y resurrección de los incas. Instituto de Apoyo Agrario. Lima. Perú.
CARRILLO RAMÍREZ, Alberto
1953 Ensayo Monográfico de la Provincia de Bolognesi. 3 Vol. Tipografía Córdova. Arequipa. Perú.
1973 Luis Pardo, el Gran Bandido. Segunda edición. Editorial Asencios. Lima, Perú.
CASTILLO ARDILES, Hernán / DEL CASTILLO, Teresa / REVILLA, A.
1965 Carcas: la comunidad olvidada. Editorial Estudios Andinos. Lima. Perú.
FLORES GALINDO, Alberto
1987 Buscando un Inca. Editorial Horizonte. Lima. Perú.
INSTITUO NACIONAL DE ESTADÍSTICA E INFORMATICA
2002 Almanaque de Ancash, 2001-2002. OTDETI-INEI. Lima.
2006 Resultados definitivos del Censo de Población 2005. www.inei.gob.pe . Lima. Perú.
KOLFF, Adam / BARTLE, Jim
1998 Cordillera Huayhuash. Perú. Nuevas Imágenes S.A./ Instituto de Montaña. Lima. Perú.
LA REPÚBLICA, División Editorial
2002 Montañas Mágicas del Perú. Tomo 2: Huaylas y Huayhuash. Compañía Impresora Peruana, S. A. Lima. Perú.
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE BOLOGNESI
2000 Wilacuy. Memoria Anual 1999. Imagen Institucional. Chiquián. Perú.
2001 Chiquián informa. Producciones Tuctupillín. Chiquián. Perú.
2003 Chiquiàn, espejito del cielo. Doble tríptico turístico.
PEISA, Ediciones
2003 Atlas Departamental del Perú. Tomo 4: Ancash-Huànuco. Ediciones Peisa – La República. Lima, Perú.
PEREIRA PLASCENCIA, Hugo
1988 “Chiquiàn y la región de Lampas entre los siglos XVI y XVII. Una hipótesis sobre el surgimiento de las campañas de extirpación de idolatrías en el arzobispado de Lima”. Boletín del Instituto Riva Agüero. Tomo 16. Págs. 20-30. PUCP. Lima. Perú.
REYES BARBA, Mario
2002 Chiquián, la incontrastable villa. Compendio histórico de un pueblo en transformación. Graficentro Sales & Servis S.A. Lima. Perú.
ROBLES MENDOZA, Román
1996 Chiquián: Tradición y modernidad. UNMSM. Lima. Perú.
2000 La Banda de Músicos. Las bellas artes musicales en el sur de Ancash. UNMSM. Lima. Perú.
2006 “ación Política del Perú. Tomo I. Ministerio de Hacienda y Comercio. 680 pp.
ZUBIETA NUÑEZ, Filomeno
2003 Por la ruta del Huayhuash. Los recursos turísticos de la Provincia de Bolognesi. Gráfica Imagen. Huacho. Perú.
2003ª Cuspón.: comunidad e identidad. Gráfica Imagen. Huacho. Perú.
2009 Tras las huellas de Luis Pardo. Gráfica Imagen. Huacho. Perú.
Internet
http:// www. chiquian. com
http://cuspon.webcindario.com
http://www.munibolognesi.gob.pe
Las iglesias andinas: huellas de la cristianización y religiosidad popular”. Revista de Antropología. UNMSM.
RUIZ ESTRADA, Arturo/ ZUBIETA, Filomeno/ ALDAVE, Roberto
2008 Chiquián: arqueología, identidad y turismo. Gráfica Imagen. Huacho. 140 pp.
SOLÍS FONSECA, Gustavo
1976 Zonificación (Dia) lectal del Quechua de la Provincia de Bolognesi. Tesis doctoral. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
SOLÓRZANO, Juan.
1736 Política Indiana. Tomo I. CHS. Madrid. España. 580 pp.
TARAZONA, Justino
1968. Demarc
[1] RUIZ, Arturo. 1998. Los quipus funerarios de Cuspón. Boletín del Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Nº. 8. Pág. 13.
[2] CARRILLO, Alberto. 1967. Luis Pardo, el gran bandido. Pág. I.