Raúl Adanaqué velásquez
PEDRO ZUBIETA Y EL CURATO DE CHIQUIAN[1]
Primera parte
Primera parte
Fuente: AGN. Escribano Francisco Estacio Melendez, protocolo No.365, folios 250-261v.
Por Raúl Adanaqué Velásquez. Historiador, docente UNMSM.
RESUMEN
Los estudios regionales están destacando en estos tiempos por la necesidad de comprender al Perú en su conjunto. En este caso nos referimos a San Francisco de Chiquián, del corregimiento de Cajatambo y actualmente del departamento de Ancash. Asimismo, quiero recordar que Pedro de Zubieta Rojas fue cura y vicario en la doctrina de Chiquián y es considerado por sus habitantes como el fundador. Aquí, el testamento de tan ilustre personaje que además trasladó los restos del doctor Melchor de Liñan y Cisneros, VIII arzobispo de Lima, XXI virrey del Perú, de la bóveda de la catedral en que se entierran los arzobispos y canónigos ubicada en la parte subterránea al altar mayor y los colocó en la iglesia del Sagrario de dicha santa iglesia. A él este homenaje.
Palabras clave.
San Francisco de Chiquián. Melchor de Liñan y Cisneros. Menajes de casa. Reparto de herencia. Donación a monasterios.
Ubicación geográfica de Chiquián.
Probablemente el nombre provenga de Sequiancocha, quedando como recuerdo su derivado Chiquián, nos dice Filomeno Zubieta (2018:8), como una de las dos acepciones de donde deriva el nombre. En la provincia de Bolognesi, conocida en la época colonial como región “Lampas” (Pereyra Plasencia 1989.16:21-54) del Corregimiento de Cajatambo, incorporado por el virrey Francisco de Toledo y, actualmente forma parte del departamento de Ancash.
Siguiendo al maestro Filomeno Zubieta (2018:10-14), destacado estudioso de su región, la extensión territorial de Chiquián es de 184.16 km2. En la parte noreste de la provincia de Bolognesi. Con pisos altitudinales entre 2 000 msnm y 4 000 msnm. Tiene tres caseríos: Carcas, Cuspón y Mesapampa. Sus límites son: Por el norte con el distrito de Aquia y Pampas Chico; por el sur con los distritos de Abelardo Pardo Lezameta y La Primavera; por el este con los distritos de Huasta y Pacllón; por el oeste con los distritos de Ticllos y Cajacay, todos de la provincia de Bolognesi. Cuenta con el río Aynín o Pativilca que recibe las aguas de un conjunto de riachuelos con aguas permanentes que hace productiva la tierra. Así pues, Chiquián posee importantes recursos naturales en la flora y fauna silvestres. Aunque la región de Lampas se vio favorecida por pastizales ideal para la crianza ganadera (Pereyra Plasencia 1989. 16:36). Producción que fue utilizada abastecer a los obrajes del área.
PEDRO ZUBIETA ROJAS.
Don Pedro de Zubieta Rojas fue cura y vicario en la doctrina de San Francisco de Chiquián de la provincia de Cajatambo. El 12 de diciembre de 1705 llegó a Chiquián el Visitador General Francisco Cisneros y Mendoza y ya lo encontró ejerciendo su curato que duró por más de 20 años. Por ello, es considerado el fundador de la Doctrina (Zubieta 2018:51). Por virtud de una permuta con su hermano Bernardo, pasó a regentar la iglesia de Pativilca (6-IX-1723) (Tauro 2001, T. 17:2837)[1].
PEDRO ZUBIETA ROJAS.
Don Pedro de Zubieta Rojas fue cura y vicario en la doctrina de San Francisco de Chiquián de la provincia de Cajatambo. El 12 de diciembre de 1705 llegó a Chiquián el Visitador General Francisco Cisneros y Mendoza y ya lo encontró ejerciendo su curato que duró por más de 20 años. Por ello, es considerado el fundador de la Doctrina (Zubieta 2018:51). Por virtud de una permuta con su hermano Bernardo, pasó a regentar la iglesia de Pativilca (6-IX-1723) (Tauro 2001, T. 17:2837)[1].
Una doctrina
“era, como se sabe, cierto conjunto específico de pueblos colocados bajo el cuidado de un cura o doctrinero que podía provenir de las filas del clero regular o secular. Por lo general, el nombre de la doctrina provenía de la denominación del más importante de sus pueblos” (Pereyra Plasencia 1989. 16:31)
Según Cosme Bueno, la doctrina de Chiquián quedó establecida de forma definitiva con los poblados de Huasta, Aquia, Matará y Chiquián (cit. Por Pereyra Plasencia. Idem.). Aunque,
[1] Pedro Zubieta Rojas “A poco fue incorporado al Cabildo Metropolitano de Lima, como medio racionero (5-I-1727); y sucesivamente asumió las dignidades de racionero (17-IV-1731) y canónigo (25-V-1732). Concurrió a la sesión en la cual se presentó Pedro de Peralta (15-VI-1736), para solicitar su jubilación en la plaza de contador. Por elección del claustro, ejerció, además, el cargo de rector de la U. de San Marcos (1737-1740); y en el salón general de ésta ordenó la fabricación de una tribuna, que debía reservarse para la asistencia de los miembros del Cabildo Eclesiástico que eventualmente concurriesen a una ceremonia académica. Murió el 5 de julio de 1743.
“era, como se sabe, cierto conjunto específico de pueblos colocados bajo el cuidado de un cura o doctrinero que podía provenir de las filas del clero regular o secular. Por lo general, el nombre de la doctrina provenía de la denominación del más importante de sus pueblos” (Pereyra Plasencia 1989. 16:31)
Según Cosme Bueno, la doctrina de Chiquián quedó establecida de forma definitiva con los poblados de Huasta, Aquia, Matará y Chiquián (cit. Por Pereyra Plasencia. Idem.). Aunque,
[1] Pedro Zubieta Rojas “A poco fue incorporado al Cabildo Metropolitano de Lima, como medio racionero (5-I-1727); y sucesivamente asumió las dignidades de racionero (17-IV-1731) y canónigo (25-V-1732). Concurrió a la sesión en la cual se presentó Pedro de Peralta (15-VI-1736), para solicitar su jubilación en la plaza de contador. Por elección del claustro, ejerció, además, el cargo de rector de la U. de San Marcos (1737-1740); y en el salón general de ésta ordenó la fabricación de una tribuna, que debía reservarse para la asistencia de los miembros del Cabildo Eclesiástico que eventualmente concurriesen a una ceremonia académica. Murió el 5 de julio de 1743.
la reducción de San Francisco de Chiquián aparece recién citada en la documentación tardía de la primera mitad del siglo XVII.
Pedro de Zubieta, hizo su testamento el 18 de marzo de 1741, siendo canónigo de la iglesia metropolitana. Natural de Lima. Hijo legítimo de Joseph de Zubieta y de Andrea de Rojas, ya difuntos, al momento de testar.
El ritual de la muerte.
Confesó el misterio de la santísima trinidad, padre hijo y espíritu santo, tres personas realmente distintas y una esencia divina y en todo lo demás que tiene, cree, confiesa y enseña nuestra santa madre iglesia católica romana.
“debajo de cuia fe y crehencia e vivido y protexto vivir y morir como católico y fiel cristiano ymbocando como ymboco por mi abogada e intercesora a la serenísima reyna de los angeles madre de Dios y señora nuestra”
Y, continua enumerando como santo de su nombre a San José, el santo ángel de la guarda, los santos apóstoles San Pedro y San Pablo, San Francisco de Asís, San Agustín y la Santa Rosa[1] y a todos los santos y santas de la corte celestial, para que intercedan con su divina majestad perdonen sus pecados y ponga su alma en carrera de salvación y, temiendo de la muerte, que es cosa natural a toda criatura humana, otorgó y ordenó su testamento en la forma siguiente:
“Primeramente, encomiendo mi alma a Dios que la crió y redimió con el precio infinito de su preciosa sangre y el cuerpo a la tierra del que fue formado”.
Mandó que cuando Dios lo lleve de la presente vida, se le pongan las vestiduras sacerdotales y se sepulte su cuerpo en la iglesia del monasterio de la Pura y Limpia Concepción de nuestra señora al pie del altar de San José que tenía hecho en la iglesia a su costa o en otra parte que parezca a mis albaceas.
Pidió que su entierro se haga pobre, tarde y le acompañe la cruz alta, el cura y sacristán de su parroquia y 24 sacerdotes a quienes se les dará tres pesos a cada uno y vela de cera de a media libra con cargo de una misa rezada y el acompañamiento que les pareciere a sus albaceas. Todo que se pague de sus bienes.
......................................................
[1] Isabel Flores de Oliva, nació el 20 de abril, en Lima y murió 24 de agosto de 1617. Canonizada por el Papa, Clemente X, en 1617.
Pedro de Zubieta, hizo su testamento el 18 de marzo de 1741, siendo canónigo de la iglesia metropolitana. Natural de Lima. Hijo legítimo de Joseph de Zubieta y de Andrea de Rojas, ya difuntos, al momento de testar.
El ritual de la muerte.
Confesó el misterio de la santísima trinidad, padre hijo y espíritu santo, tres personas realmente distintas y una esencia divina y en todo lo demás que tiene, cree, confiesa y enseña nuestra santa madre iglesia católica romana.
“debajo de cuia fe y crehencia e vivido y protexto vivir y morir como católico y fiel cristiano ymbocando como ymboco por mi abogada e intercesora a la serenísima reyna de los angeles madre de Dios y señora nuestra”
Y, continua enumerando como santo de su nombre a San José, el santo ángel de la guarda, los santos apóstoles San Pedro y San Pablo, San Francisco de Asís, San Agustín y la Santa Rosa[1] y a todos los santos y santas de la corte celestial, para que intercedan con su divina majestad perdonen sus pecados y ponga su alma en carrera de salvación y, temiendo de la muerte, que es cosa natural a toda criatura humana, otorgó y ordenó su testamento en la forma siguiente:
“Primeramente, encomiendo mi alma a Dios que la crió y redimió con el precio infinito de su preciosa sangre y el cuerpo a la tierra del que fue formado”.
Mandó que cuando Dios lo lleve de la presente vida, se le pongan las vestiduras sacerdotales y se sepulte su cuerpo en la iglesia del monasterio de la Pura y Limpia Concepción de nuestra señora al pie del altar de San José que tenía hecho en la iglesia a su costa o en otra parte que parezca a mis albaceas.
Pidió que su entierro se haga pobre, tarde y le acompañe la cruz alta, el cura y sacristán de su parroquia y 24 sacerdotes a quienes se les dará tres pesos a cada uno y vela de cera de a media libra con cargo de una misa rezada y el acompañamiento que les pareciere a sus albaceas. Todo que se pague de sus bienes.
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[1] Isabel Flores de Oliva, nació el 20 de abril, en Lima y murió 24 de agosto de 1617. Canonizada por el Papa, Clemente X, en 1617.
Fuente: AGN. Escribano Francisco Estacio Meléndez, protocolo No.365, folios 250-261v.
Además, deberían asistir a su entierro los niños huérfanos y se le entregaría, al mayordomo de dichos niños, 50 pesos con cargo de una misa cantada con vigilia y responso. Asimismo, fue su voluntad que asistieran las religiones, se refería a delegaciones, de Lima como son Nuestra Señora de la Merced, San Juan de Dios, San Francisco de Paula a cantarle el credo y el responso y, al día siguiente de su entierro, cada comunidad debería celebrar una misa cantada con su vigilia y responso costeando la cera. Para ello, ofreció dejar, a cada religión, es decir a cada iglesia mencionada, 50 pesos de sus bienes.
A las mandas forzosas y acostumbradas mandó 200 pesos. De ellos, 100 para redención de cautivos y los otros 100 pesos se repartirían, por mitad, entre peregrinación de sacerdotes y para San Pedro de Roma. Asimismo, 100 pesos a los santos lugares de Jerusalén donde se obró nuestra redención. Un florín para ayudar a redimir niños cautivos que estaban en tierra de moros. Todo lo dispuesto se pagaría de sus bienes.
Declaró ser hermano de la concordia de los señores sacerdotes y aclaró que había dicho las misas por todos los fallecidos desde el año de 1697 y 1719, hecho que refrendó la misma hermandad volviéndose a asentar en el libro y, era su deseo, se cumpla por parte de dicha hermandad lo que era de su obligación.
Fue voluntad de Pedro Zubieta que, desde el día siguiente de su entierro, se haga un novenario de misas cantadas por los señores canónigos, sus compañeros, en la iglesia del Monasterio de Nuestra Señora de la Concepción en el altar de San José, dándose la limosna de 50 pesos, por cada día asistido a dicho novenario, al cabildo y demás ministros del coro y por oficiar la música de su entierro y, por este novenario, se les entregaría a las religiosas y seglares que componían el coro de la música de dicho monasterio 200 pesos y, la cera que en dicho novenario se gastaría, sería costeada de sus bienes, se entiende al tiempo del responso y de la misa para que las velas vayan sirviendo en los días del novenario.
Mandas a los hospitales.
Mandó se den a los hospitales de San Andrés (de españoles), Santa Ana (de indios), De La Caridad (mujeres españolas), San Bartolomé (de esclavos y libertos), los Betlemitas (refugio de incurables), Santo Toribio de Maravillas (de incurables), los incurables de San Pedro Alcántara, San Lázaro (leprosos), Del Espíritu Santo (gentes del mar y parientes), el del refugio y San Pedro (para curas), 50 pesos a cada uno con cargo de una misa cantada, vigilia y responso en el hospital.
Mandas a los monasterios.
Mandó a los monasterios de Nuestra Señora del Prado, Carmen Alto, Carmen Bajo, Trinitarias, Descalzas, Jesús María, Santa Rosa, las Mercedarias y las Nazarenas, 25 pesos a cada uno con cargo de una misa cantada con su vigilia.
Nuestra Señora de la Concepción.
Dispuso la construcción de un altar a San José en el Monasterio de Nuestra Señora de la Concepción de Lima. Por el altar gastó más de 5,000 pesos. Además, el santo tenía su diadema de plata de realce dorada, su vara con su azucena de plata y seis cornucopias de plata de realce las cuales se entregarían a la madre vicaria que lo fuere de dicho monasterio. Incluyendo dos vestidos de brocado[1] y, para el adorno de su iglesia una colgadura de Damasco carmesí de Granada que había costado 2,000 pesos. La colgadura se debería mantener en dicha iglesia, es decir Nuestra Señora de la Concepción, sin que los albaceas ni herederos puedan pretender derecho alguno. Colgadura que solamente se usaría para la fiesta que se celebraría al dicho glorioso santo. Además, señaló se saquen de sus bienes 4,000 pesos para que se impongan a censo, sobre fincas seguras, cuyos réditos se invertirían en la forma que se señalaba en el testamento.
También, dicha colgadura se utilizaría en el altar mayor en las fiestas de la purísima concepción y su obtavaria[2] para la semana santa y pascua hasta el lunes de cuasimodo[3]. Además, la colgadura no podía salir a otra parte porque de ser así, el testador la aplicaba y cedía al Monasterio de Nuestra Señora del Prado para que sirviera en su iglesia porque ahí se congregaron sus tres hermanas legítimas de las cuales murió la mayor nombrada Silvestra de San Agustín y aún vivían dos llamadas Josepha Santa Rosa y Thomasa de San Pedro, a las tres dotó para que sean religiosas de velo negro a razón de 3,195 pesos, además de cera y propina. Probablemente, dicha cantidad ascendió a cada una de ellas.
Mandas a los beaterios.
[1] En italiano broccato ( En el documento: brocato. Tejido de lujo que da la impresión de estar bordado pero el efecto se debe a la trama superpuesta.
[2] Ocho días de rezo.
[3] La fiesta de cuasimodo es una celebración religiosa muy famosa, se realiza el primer domingo siguiente a la pascua de resurrección. WIKIPEDIA.
A las mandas forzosas y acostumbradas mandó 200 pesos. De ellos, 100 para redención de cautivos y los otros 100 pesos se repartirían, por mitad, entre peregrinación de sacerdotes y para San Pedro de Roma. Asimismo, 100 pesos a los santos lugares de Jerusalén donde se obró nuestra redención. Un florín para ayudar a redimir niños cautivos que estaban en tierra de moros. Todo lo dispuesto se pagaría de sus bienes.
Declaró ser hermano de la concordia de los señores sacerdotes y aclaró que había dicho las misas por todos los fallecidos desde el año de 1697 y 1719, hecho que refrendó la misma hermandad volviéndose a asentar en el libro y, era su deseo, se cumpla por parte de dicha hermandad lo que era de su obligación.
Fue voluntad de Pedro Zubieta que, desde el día siguiente de su entierro, se haga un novenario de misas cantadas por los señores canónigos, sus compañeros, en la iglesia del Monasterio de Nuestra Señora de la Concepción en el altar de San José, dándose la limosna de 50 pesos, por cada día asistido a dicho novenario, al cabildo y demás ministros del coro y por oficiar la música de su entierro y, por este novenario, se les entregaría a las religiosas y seglares que componían el coro de la música de dicho monasterio 200 pesos y, la cera que en dicho novenario se gastaría, sería costeada de sus bienes, se entiende al tiempo del responso y de la misa para que las velas vayan sirviendo en los días del novenario.
Mandas a los hospitales.
Mandó se den a los hospitales de San Andrés (de españoles), Santa Ana (de indios), De La Caridad (mujeres españolas), San Bartolomé (de esclavos y libertos), los Betlemitas (refugio de incurables), Santo Toribio de Maravillas (de incurables), los incurables de San Pedro Alcántara, San Lázaro (leprosos), Del Espíritu Santo (gentes del mar y parientes), el del refugio y San Pedro (para curas), 50 pesos a cada uno con cargo de una misa cantada, vigilia y responso en el hospital.
Mandas a los monasterios.
Mandó a los monasterios de Nuestra Señora del Prado, Carmen Alto, Carmen Bajo, Trinitarias, Descalzas, Jesús María, Santa Rosa, las Mercedarias y las Nazarenas, 25 pesos a cada uno con cargo de una misa cantada con su vigilia.
Nuestra Señora de la Concepción.
Dispuso la construcción de un altar a San José en el Monasterio de Nuestra Señora de la Concepción de Lima. Por el altar gastó más de 5,000 pesos. Además, el santo tenía su diadema de plata de realce dorada, su vara con su azucena de plata y seis cornucopias de plata de realce las cuales se entregarían a la madre vicaria que lo fuere de dicho monasterio. Incluyendo dos vestidos de brocado[1] y, para el adorno de su iglesia una colgadura de Damasco carmesí de Granada que había costado 2,000 pesos. La colgadura se debería mantener en dicha iglesia, es decir Nuestra Señora de la Concepción, sin que los albaceas ni herederos puedan pretender derecho alguno. Colgadura que solamente se usaría para la fiesta que se celebraría al dicho glorioso santo. Además, señaló se saquen de sus bienes 4,000 pesos para que se impongan a censo, sobre fincas seguras, cuyos réditos se invertirían en la forma que se señalaba en el testamento.
También, dicha colgadura se utilizaría en el altar mayor en las fiestas de la purísima concepción y su obtavaria[2] para la semana santa y pascua hasta el lunes de cuasimodo[3]. Además, la colgadura no podía salir a otra parte porque de ser así, el testador la aplicaba y cedía al Monasterio de Nuestra Señora del Prado para que sirviera en su iglesia porque ahí se congregaron sus tres hermanas legítimas de las cuales murió la mayor nombrada Silvestra de San Agustín y aún vivían dos llamadas Josepha Santa Rosa y Thomasa de San Pedro, a las tres dotó para que sean religiosas de velo negro a razón de 3,195 pesos, además de cera y propina. Probablemente, dicha cantidad ascendió a cada una de ellas.
Mandas a los beaterios.
[1] En italiano broccato ( En el documento: brocato. Tejido de lujo que da la impresión de estar bordado pero el efecto se debe a la trama superpuesta.
[2] Ocho días de rezo.
[3] La fiesta de cuasimodo es una celebración religiosa muy famosa, se realiza el primer domingo siguiente a la pascua de resurrección. WIKIPEDIA.
A los beaterios, de Copacabana, Santa Rosa de Viterbo, el de las Recogidas de la Purísima, el de las Atormentadas y Nuestra Señora de Cocharcas, donó 25 pesos a cada uno con cargo de una misa cantada.
Capellanía.
Declaró regentar la capellanía fundada por el canónigo Francisco Hernández situada en una casa que estaba en la ciudad frente de la puerta de Santa Apolonia que lindaba con casas de los herederos de Pedro de Castilla, cuyo nombramiento se hizo por parte del cabildo eclesiástico, y los documentos de su fundación estaban en el Archivo del juzgado eclesiástico o en la mesa capitular.
La casa fue tasada por el padre Cristóbal Caballero, del Real y militar orden de Nuestra Señora de la Merced y maestro mayor de obras por su majestad, conjuntamente con Juan Iñigo de Erazu, que obtuvo el cargo en 6,486 pesos corrientes de a ocho reales para que con sus arrendamientos se dijesen las misas rezadas que correspondiesen a la limosna de dos pesos por cada una en cada año. El testador ya había celebrado104 que era el número que producía el arrendamiento de dicha casa.
El año de 1738, el contador Juan de Barnachea, ante la necesidad de dinero para ciertas oficinas, pidió en el juzgado eclesiástico que la casa se rematase públicamente para lo cual la hizo tasar por medio de Santiago Rosales, maestro subalterno de fábricas[1], quien según su dictamen la apreció en la cantidad de 150 pesos de censo redimible en cada año, en perjuicio de la capellanía respecto de disminuir los sufragios a las benditas animas pues era preciso sujetar las misas a la renta que produjere y se perjudicarían los capellanes con el menoscabo de su renta y que no podía permitir porque solo era un usufructuario sin perjuicio a las ánimas ni a los sucesores de dicha capellanía. No obstante, a instancias de Andrés de Munibe arcediano de la iglesia, provisor y vicario general el arzobispado y el marqués de Casa Concha del consejo de su majestad y oidor decano de la Real Audiencia, se interpusieron para que se realice de todas maneras el remate. Efectivamente, se ejecutó a fin de excusar enemistades y malos afectos que se pudieron haber originado y, para evitar este inconveniente y, valiéndose de lo que el derecho le permitía, en tales casos, resguardar su derecho a salvo y poder usar del recurso contra dicho remate y reclamar lo que se hubiese hacer por la expresada casa para que no corriese peligro respecto de que el consentimiento solo había sido por los señores arriba expresados, según constaba de la exclamación que otorgada ante José de Torres escribano real, el 16 de noviembre de 1738, sobre el cual se había determinado presentarse en juicio.
[1] Para reedificación o restauración de la iglesia.
Capellanía.
Declaró regentar la capellanía fundada por el canónigo Francisco Hernández situada en una casa que estaba en la ciudad frente de la puerta de Santa Apolonia que lindaba con casas de los herederos de Pedro de Castilla, cuyo nombramiento se hizo por parte del cabildo eclesiástico, y los documentos de su fundación estaban en el Archivo del juzgado eclesiástico o en la mesa capitular.
La casa fue tasada por el padre Cristóbal Caballero, del Real y militar orden de Nuestra Señora de la Merced y maestro mayor de obras por su majestad, conjuntamente con Juan Iñigo de Erazu, que obtuvo el cargo en 6,486 pesos corrientes de a ocho reales para que con sus arrendamientos se dijesen las misas rezadas que correspondiesen a la limosna de dos pesos por cada una en cada año. El testador ya había celebrado104 que era el número que producía el arrendamiento de dicha casa.
El año de 1738, el contador Juan de Barnachea, ante la necesidad de dinero para ciertas oficinas, pidió en el juzgado eclesiástico que la casa se rematase públicamente para lo cual la hizo tasar por medio de Santiago Rosales, maestro subalterno de fábricas[1], quien según su dictamen la apreció en la cantidad de 150 pesos de censo redimible en cada año, en perjuicio de la capellanía respecto de disminuir los sufragios a las benditas animas pues era preciso sujetar las misas a la renta que produjere y se perjudicarían los capellanes con el menoscabo de su renta y que no podía permitir porque solo era un usufructuario sin perjuicio a las ánimas ni a los sucesores de dicha capellanía. No obstante, a instancias de Andrés de Munibe arcediano de la iglesia, provisor y vicario general el arzobispado y el marqués de Casa Concha del consejo de su majestad y oidor decano de la Real Audiencia, se interpusieron para que se realice de todas maneras el remate. Efectivamente, se ejecutó a fin de excusar enemistades y malos afectos que se pudieron haber originado y, para evitar este inconveniente y, valiéndose de lo que el derecho le permitía, en tales casos, resguardar su derecho a salvo y poder usar del recurso contra dicho remate y reclamar lo que se hubiese hacer por la expresada casa para que no corriese peligro respecto de que el consentimiento solo había sido por los señores arriba expresados, según constaba de la exclamación que otorgada ante José de Torres escribano real, el 16 de noviembre de 1738, sobre el cual se había determinado presentarse en juicio.
[1] Para reedificación o restauración de la iglesia.
Continuará en el próximo número...