AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA
EN EL DÍA DE LA MADRE: FELIZ DÍA MAMÁ
La madre es eterna,
Su presencia es permanente,
Renacen en los hijos y nietos.
En las alegrías y tristezas
Las queremos y amamos
Cada minuto, cada día.
Las madres, por su don especial de traer hijos al mundo, se ven obligadas a defender su retoño con todas sus fuerzas. En un país como el Perú, ellas se convierten en el ser más importante para el desarrollo de la persona, y del futuro ciudadano, prácticamente de ella dependerá si el niño se nutrió bien, si recibió amor, si aprendió a ser disciplinado, tolerante, emprendedor, estudioso y honrado.
Su mayor dolor es no poder darle lo mejor que quisiera. Le falta educación, porque se hizo madre muy temprano, le falta oportunidades de trabajo, zurce las ropitas para que duren más, si se trata de ropas nuevas tienen que ser para sus hijos, busca los alimentos más baratos yendo hasta los lugares de acopio, aunque queden muy distantes de su casa, sufre al ver que su niño no tiene espacios seguros para su entretenimiento. Si tiene suerte consigue trabajo, sea como lavandera o cocinera, pocas logran trabajar en una fábrica u hospital o escuela. Cada sol que ingresa lo utiliza de la mejor manera porque sabe de su importancia.
En un día como hoy todos quisiéramos dedicarles algo muy especial a nuestras madres. Pero si lo hacemos con nuestras palabras, con seguridad será el regalo más apreciado, ella no diferencia si vino de un poeta o de su hijo, para ella es lo mejor. Por eso solo le basta una palabra, una flor, un gesto, un beso para ser la madre más feliz.
Cuando recuerdo a mi madre, la memoria me lleva a las calles, escuela, desfiles, iglesia, procesiones, primera comunión, en mi pueblo natal, Chiquián. Por lo que hoy bastaría con relatarle a mi madre, cada uno de esos pasajes, dónde ella me acompañó, me enseño, me aconsejó, me reprimió.
Ella en este día no espera ningún regalo material, ella aprendió a ver y valorar las profundidades de los actos, de los sentimientos y sabe que nuestra compañía, nuestro trabajo, nuestras familias, cómo vivimos, cómo nos comportamos en nuestros hogares, si allí hay felicidad ese es su mayor anhelo. Desea que en este día estemos juntos todos, y todos nos referimos a los hijos, las nueras, los yernos, los nietos y bisnietos. Ella quisiera cocinar, atendernos, acariciar a los más pequeños, y si hay que posar para unas fotos mejor, porque en su mente y corazón, sabe que cuando la edad avanza, los momentos de soledad aumentan y allí ella necesita, los retratos, porque todavía desea ver a sus hijos como eran de pequeños y compararlos con los nietos de ahora, ella sabe cuánto ha sacado el nieto del papá de la mamá o de los abuelos, no solo en la parte física sino en su personalidad.
Ahora que el tiempo pasó, sus alegrías las construyen de la forma más simple, lee y relee las cartas, recorre su vida viendo los álbumes y sí, de tanto en tanto, espera ansiosa la llamada de su hijo, hija o nietecito. Su gastada memoria le pone dificultades para marcar el teléfono, ella vive pendiente por saber cómo van los hijos, está al tanto de los nombres y cumple años de toda la prole, y como no saberlo si todos los días las menciona en sus plegarias, seguramente que el dios de sus ruegos se aprendió el nombre de cada uno de ellos de tanto repetirlos en sus oraciones y pedir por su salud, amor, trabajo y felicidad.
Ella sabe que la vida que le queda es corta pero quiere que en el nicho que ya compró, con sus ahorros, estén también junto a ella los de sus hijos, como queriendo que cuando el polvo extinga sus huesos las almas de la familia sigan eternamente juntos.
En el laberinto de la vida y exigencias del trabajo, a veces, postergamos una llamada, un saludo, un paseo para visitar museos, llevarla al mar a mirar juntos la puesta del sol, pensamos que hay tiempo todavía pero cuando queremos darle aquel cariño guardado, la oportunidad parece desaparecer.
Madre en Chiquián me trajiste al mundo, la luz que sentí por vez primera fue junto a ti, las primeras sonrisas las aprendí de tus labios, tú me enseñaste a caminar, a levantarse sin temor ante las caídas, de tus manos ajadas por el frío vestía ropas limpias, tus dedos tejieron mis primeros gorritos para que el viento no deforme mis pensamientos, hasta tus reprimendas hoy sé que fueron bendiciones para enderezar mis pasos.
Madre también observé a escondidas tu dolor, tu llanto, y comprendí que preferías guardarlas para ti. Hoy que los años han transcurrido, y tus cabellos blancos se confunden con las nubes del cielo, me duele no haberte abrazado más veces, no haberte enviado más flores, no haberte escrito más cartas, no haber acompañado más tus penas.
La soberbia de la juventud me hizo creer que la vida es extensa y da tiempo, cuan equivocado estaba, porque la vida al fin y al cabo se alimenta de la sonrisa de la madre viva.
Feliz día mamá Luchi, feliz día hermanas Chole y Nili y madres Chiquianas y Bolognesinas.
La Pluma del Viento
Lima, mayo del 2016
La madre es eterna,
Su presencia es permanente,
Renacen en los hijos y nietos.
En las alegrías y tristezas
Las queremos y amamos
Cada minuto, cada día.
Las madres, por su don especial de traer hijos al mundo, se ven obligadas a defender su retoño con todas sus fuerzas. En un país como el Perú, ellas se convierten en el ser más importante para el desarrollo de la persona, y del futuro ciudadano, prácticamente de ella dependerá si el niño se nutrió bien, si recibió amor, si aprendió a ser disciplinado, tolerante, emprendedor, estudioso y honrado.
Su mayor dolor es no poder darle lo mejor que quisiera. Le falta educación, porque se hizo madre muy temprano, le falta oportunidades de trabajo, zurce las ropitas para que duren más, si se trata de ropas nuevas tienen que ser para sus hijos, busca los alimentos más baratos yendo hasta los lugares de acopio, aunque queden muy distantes de su casa, sufre al ver que su niño no tiene espacios seguros para su entretenimiento. Si tiene suerte consigue trabajo, sea como lavandera o cocinera, pocas logran trabajar en una fábrica u hospital o escuela. Cada sol que ingresa lo utiliza de la mejor manera porque sabe de su importancia.
En un día como hoy todos quisiéramos dedicarles algo muy especial a nuestras madres. Pero si lo hacemos con nuestras palabras, con seguridad será el regalo más apreciado, ella no diferencia si vino de un poeta o de su hijo, para ella es lo mejor. Por eso solo le basta una palabra, una flor, un gesto, un beso para ser la madre más feliz.
Cuando recuerdo a mi madre, la memoria me lleva a las calles, escuela, desfiles, iglesia, procesiones, primera comunión, en mi pueblo natal, Chiquián. Por lo que hoy bastaría con relatarle a mi madre, cada uno de esos pasajes, dónde ella me acompañó, me enseño, me aconsejó, me reprimió.
Ella en este día no espera ningún regalo material, ella aprendió a ver y valorar las profundidades de los actos, de los sentimientos y sabe que nuestra compañía, nuestro trabajo, nuestras familias, cómo vivimos, cómo nos comportamos en nuestros hogares, si allí hay felicidad ese es su mayor anhelo. Desea que en este día estemos juntos todos, y todos nos referimos a los hijos, las nueras, los yernos, los nietos y bisnietos. Ella quisiera cocinar, atendernos, acariciar a los más pequeños, y si hay que posar para unas fotos mejor, porque en su mente y corazón, sabe que cuando la edad avanza, los momentos de soledad aumentan y allí ella necesita, los retratos, porque todavía desea ver a sus hijos como eran de pequeños y compararlos con los nietos de ahora, ella sabe cuánto ha sacado el nieto del papá de la mamá o de los abuelos, no solo en la parte física sino en su personalidad.
Ahora que el tiempo pasó, sus alegrías las construyen de la forma más simple, lee y relee las cartas, recorre su vida viendo los álbumes y sí, de tanto en tanto, espera ansiosa la llamada de su hijo, hija o nietecito. Su gastada memoria le pone dificultades para marcar el teléfono, ella vive pendiente por saber cómo van los hijos, está al tanto de los nombres y cumple años de toda la prole, y como no saberlo si todos los días las menciona en sus plegarias, seguramente que el dios de sus ruegos se aprendió el nombre de cada uno de ellos de tanto repetirlos en sus oraciones y pedir por su salud, amor, trabajo y felicidad.
Ella sabe que la vida que le queda es corta pero quiere que en el nicho que ya compró, con sus ahorros, estén también junto a ella los de sus hijos, como queriendo que cuando el polvo extinga sus huesos las almas de la familia sigan eternamente juntos.
En el laberinto de la vida y exigencias del trabajo, a veces, postergamos una llamada, un saludo, un paseo para visitar museos, llevarla al mar a mirar juntos la puesta del sol, pensamos que hay tiempo todavía pero cuando queremos darle aquel cariño guardado, la oportunidad parece desaparecer.
Madre en Chiquián me trajiste al mundo, la luz que sentí por vez primera fue junto a ti, las primeras sonrisas las aprendí de tus labios, tú me enseñaste a caminar, a levantarse sin temor ante las caídas, de tus manos ajadas por el frío vestía ropas limpias, tus dedos tejieron mis primeros gorritos para que el viento no deforme mis pensamientos, hasta tus reprimendas hoy sé que fueron bendiciones para enderezar mis pasos.
Madre también observé a escondidas tu dolor, tu llanto, y comprendí que preferías guardarlas para ti. Hoy que los años han transcurrido, y tus cabellos blancos se confunden con las nubes del cielo, me duele no haberte abrazado más veces, no haberte enviado más flores, no haberte escrito más cartas, no haber acompañado más tus penas.
La soberbia de la juventud me hizo creer que la vida es extensa y da tiempo, cuan equivocado estaba, porque la vida al fin y al cabo se alimenta de la sonrisa de la madre viva.
Feliz día mamá Luchi, feliz día hermanas Chole y Nili y madres Chiquianas y Bolognesinas.
La Pluma del Viento
Lima, mayo del 2016