rIMAY cÓNDOR
ESTAMPAS CHIQUIANAS
Don Vidal Alvarado Cruz perteneció a una generación de maestros que hicieron conocer a Chiquián como “tierra de maestros”. Dedicado por entero a su profesión de educador, dejó memorias imborrables en todos los pueblos en los cuales desempeñó su labor educativa. De igual forma su cariño y amor por la tierra que lo vio nacer lo inspiraron para escribir “Estampas Chiquianas”. Libro en el que nos cuenta historias que, como el mismo dice “se refieren a anécdotas y tradiciones con hechos y personajes reales, algunos viven y otros has sido reemplazados por personajes de ficción”. Igualmente expresa que todas las historias de su libro, a excepción del primer relato, ocurrieron en el pueblo que lo vio nacer, Chiquián.
La primera historia que nos presenta el profesor Vidal Alvarado, el único no escenificado en Chiquián, es titulada “La Jerusalén de Ancash” y en ella, mezclando la realidad con lo ficticio cuenta el origen de las montañas que rodean el pueblo de Aquia, además que también desliza una teoría sobre la aparición del culto al Sr. de Cáyac. *
En “El gateado”, entrega una descripción del antiguo campo de fútbol, conocido como Jircan, en donde, hasta ahora se realizan las tradicionales corridas de toros que se ofrecen como parte final de la fiesta de Santa Rosa. Precisamente, la pluma de don Vidal describe, diestramente por cierto, el desarrollo de una corrida de toros, de esas de antaño, en donde no había toreros profesionales, y el espectáculo taurino lo ponían los espontáneos como su personaje Laveriano. En “Los montoneros”, el autor relata un episodio de la historia de Chiquián, su toma por una banda armada de forajidos encabezada por Yanahuayunca, y que convirtieron el templo chiquiano en su cuartel general. Sin embargo, la sagacidad de algunas señoras del pueblo hizo que, luego de una corta estancia, los montoneros pusieran pies en polvorosa.
Otra historia que nos presenta el libro del Sr. Alvarado es titulado en “El fantasma”. En esta narración el autor trata de la eterna subyugación que el chiquiano tiene por las blancas montañas que adornan su tierra. Lo hace para presentar una bella historia de amor, y a la vez para expresar que los fantasmas no existen y si existen, es solo en la imaginación de los crédulos.
Continuando la lectura de “Estampas chiquianas” encontraremos una descripción detallada de las costumbres y desarrollo de la tradicional fiesta de Santa Rosa. Igualmente el autor nos cuenta de cómo es la celebración de la Semana Santa, empezando por el domingo de ramos y las escenificaciones posteriores de la pasión de Cristo que el fervor religioso chiquiano realiza en esos días, las cuales finalizan con el tradicional Huerto de Judas.
El libro termina con algunas historias más, siempre ligadas al diario vivir de Chiquián, en la cual no puede faltar una referente a los deliciosos tocos y a la juventud contemporánea a don Vidal Alvarado Cruz. En suma, un libro cuya lectura será sabrá a miel al paladar literario de los amantes de todo lo chiquiano.
Rimay Cóndor
*www.chiquianmarka.com/el-sentildeor-de-cayac.html
La primera historia que nos presenta el profesor Vidal Alvarado, el único no escenificado en Chiquián, es titulada “La Jerusalén de Ancash” y en ella, mezclando la realidad con lo ficticio cuenta el origen de las montañas que rodean el pueblo de Aquia, además que también desliza una teoría sobre la aparición del culto al Sr. de Cáyac. *
En “El gateado”, entrega una descripción del antiguo campo de fútbol, conocido como Jircan, en donde, hasta ahora se realizan las tradicionales corridas de toros que se ofrecen como parte final de la fiesta de Santa Rosa. Precisamente, la pluma de don Vidal describe, diestramente por cierto, el desarrollo de una corrida de toros, de esas de antaño, en donde no había toreros profesionales, y el espectáculo taurino lo ponían los espontáneos como su personaje Laveriano. En “Los montoneros”, el autor relata un episodio de la historia de Chiquián, su toma por una banda armada de forajidos encabezada por Yanahuayunca, y que convirtieron el templo chiquiano en su cuartel general. Sin embargo, la sagacidad de algunas señoras del pueblo hizo que, luego de una corta estancia, los montoneros pusieran pies en polvorosa.
Otra historia que nos presenta el libro del Sr. Alvarado es titulado en “El fantasma”. En esta narración el autor trata de la eterna subyugación que el chiquiano tiene por las blancas montañas que adornan su tierra. Lo hace para presentar una bella historia de amor, y a la vez para expresar que los fantasmas no existen y si existen, es solo en la imaginación de los crédulos.
Continuando la lectura de “Estampas chiquianas” encontraremos una descripción detallada de las costumbres y desarrollo de la tradicional fiesta de Santa Rosa. Igualmente el autor nos cuenta de cómo es la celebración de la Semana Santa, empezando por el domingo de ramos y las escenificaciones posteriores de la pasión de Cristo que el fervor religioso chiquiano realiza en esos días, las cuales finalizan con el tradicional Huerto de Judas.
El libro termina con algunas historias más, siempre ligadas al diario vivir de Chiquián, en la cual no puede faltar una referente a los deliciosos tocos y a la juventud contemporánea a don Vidal Alvarado Cruz. En suma, un libro cuya lectura será sabrá a miel al paladar literario de los amantes de todo lo chiquiano.
Rimay Cóndor
*www.chiquianmarka.com/el-sentildeor-de-cayac.html