RIMAY CÓNDOR
LA INOLVIDABLE MERCEDES SOSA
La música es una de las manifestaciones culturales que el ser humano ha cultivado desde tiempos inmemoriales, le sirve para manifestar sus estados de ánimo y también la utiliza como medio que expresa la razón de ser de la sociedad que vive. Hay música religiosa, militar, clásica, festiva, romántica y la llamada regional, mal llamada folclórica en nuestro medio. Dentro de esta última, la música popular, encontramos ídolos que gracias a sus especiales dotes de manifestación artística vocal, llegan al corazón del pueblo y se identifican con él, dando razón de esta forma la forma a lo que JC Mariátegui sostenía “el arte nace del pueblo y va hacía él”. Nada más cierto en el caso de la artista a la que se hace homenaje en esa nota.
Mercedes Sosa, “La Negra” Sosa, interprete tucumana, identificada con el sentir y las vivencias de su pueblo, no solo del que la viera nacer, sino de todo el continente, al que ella supo llegar gracias a la profundidad de sus canciones y a su inconfundible voz. Esta extraordinaria intérprete latinoamericana desapareció a los 74 años de los cuales dedicó más de cincuenta a difundir su arte. De ella se dijo que “era la voz de los sin voz”, es decir la de los desposeídos, de aquellos a los que la vida no les dio nada.
Mercedes vio la primera luz en la provincia argentina de Tucumán un 9 de julio de 1935. Desde sus años juveniles mostró una inclinación innata por la música y danzas tradicionales de tu terruño, lo cual hizo que, a comienzos de los años sesenta, hiciera su primera producción discográfica, titulada Canciones con fundamento, título premonitorio de su carrera musical. Todas las canciones interpretadas por Mercedes Sosa siempre han llevado un mensaje que ella supo transmitir con estilo sin igual. Su inconfundible figura robusta, acariciando el bombo legüero, pronto se hizo conocida, no solo en la Argentina, sino en escenarios del exterior. A finales de la década del sesenta ya era una figura de dimensiones internacionales, con presentaciones triunfales en Europa, Estados Unidos y toda Latinoamérica, experiencias que le permitieron ir recopilando canciones que se adaptaban a su estilo musical, lo cual le permitió contar con un repertorio latinoamericano que pocos artistas han logrado equiparar.
La temática de las canciones que interpretaba Mercedes Sosa la convirtieron en uno de los pilares de lo que, por los años iniciales de la segunda mitad del siglo pasado, se conocía en Latinoamérica como La nueva canción, movimiento artístico rico en autores e intérpretes profundamente ligados al diario vivir de sus gentes. Es, en esos años, que ella graba, en colaboración con los compositores argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, dos de sus más conocidas y notables creaciones discográficas: Cantata Sudamericana y Mujeres Argentinas. En esa misma época graba un homenaje a la poeta y folklorista chilena Violeta Parra, una de cuyas canciones, Gracias a la vida, adquiere estilo y características inconfundibles en la voz de Mercedes Sosa, convirtiéndose en la mas solicitada en cada una de sus presentaciones. Por otro lado, su incansable afán de buscar nuevas canciones para incorporarlas a su repertorio, hace que su horizonte musical se amplíe con composiciones del brasileño Milton Nascimento y de los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, de innegable contenido social.
En la segunda mitad de los años setenta, Argentina fue gobernada por una junta militar que se caracterizó por la brutalidad sangrienta con que reprimió a su pueblo y que cometió crímenes que enlutaron más de treinta mil hogares argentinos, que hasta ahora siguen buscando a sus familiares desaparecidos por las fuerzas represoras. En ese ambiente de terror y persecución la voz de Mercedes Sosa era como una piedra en el zapato para la dictadura. La censura a sus canciones y, el hostigamiento a sus presentaciones, eran problemas con los que ella tenía que lidiar todos los días en la Argentina de esa época. Víctor Heredia, compositor de algunos temas que Mercedes Sosa hizo famosos, como Razón de vivir, dijo en una oportunidad “Ella fue la voz de los que no tenían voz en la época de la dictadura y llevó la angustia por los derechos humanos en Argentina a todo el mundo”. Y era cierto, la cantante no retrocedía un paso en su lucha en contra los opresores. Grabó un disco titulado Hasta la victoria, hecho que no se lo perdonaron, apresándola durante un concierto en la ciudad de La Plata, junto a centenares de asistentes al concierto. El repudio internacional que originó este hecho hizo que los militares liberaran a la artista, la cual tuvo que abandonar Argentina para buscar refugio, primero en París y luego en Madrid, ciudades desde donde continuó denunciando los abusos y crímenes que cometía la junta militar gobernante. Finalmente, cuando estos cayeron luego del desastre de la guerra de las Malvinas, Mercedes Sosa pudo regresar a la tierra que tanto amaba para continuar su carrera artística identificada, con mayor razón ahora, con la problemática social, no solo de Argentina, sino de toda Latinoamérica.
Apasionada por la búsqueda de nuevas experiencias artísticas, Mercedes Sosa hizo presentaciones y grabaciones con artistas de géneros musicales diferentes al suyo, como Charly García, Fito Páez y León Greco. Con este último grabó en vivo una inolvidable versión de Solo le pido a Dios. La carrera de la inolvidable “Negra”, como cariñosamente la llamaba su público, fue en ascenso. Continuó grabando y haciendo presentaciones a través del mundo entero, obteniendo un éxito pocas veces deparado a los artistas latinoamericanos, como lo prueba su presentación en la Capilla Sextina del Vaticano en 1994. En el 2002 se presentó en los Estados Unidos, llenando completamente el Lincoln Center y el Carnagie Hall de Nueva York. Ese mismo año lo hizo en el Coliseum de Roma. Definitivamente había tocado el cielo de la fama.
Durante su carrera artística Mercedes Sosa recibió múltiples muestras de aprecio y cariño de sus innumerables seguidores, centros culturales, universidades, gobiernos y organizaciones internacionales. Las Naciones Unidas le otorgaron el premio UNIFEM, en reconocimiento a su infatigable defensa de los derechos de la mujer. También fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.
El legado artístico de esta extraordinaria intérprete latinoamericana no solo está representado por la calidad de sus interpretaciones, sino también por su mensaje de paz y defensa de los derechos humanos, además de su indiscutible compromiso para con los desposeídos y con la cultura popular.
Rimay Cóndor
La música es una de las manifestaciones culturales que el ser humano ha cultivado desde tiempos inmemoriales, le sirve para manifestar sus estados de ánimo y también la utiliza como medio que expresa la razón de ser de la sociedad que vive. Hay música religiosa, militar, clásica, festiva, romántica y la llamada regional, mal llamada folclórica en nuestro medio. Dentro de esta última, la música popular, encontramos ídolos que gracias a sus especiales dotes de manifestación artística vocal, llegan al corazón del pueblo y se identifican con él, dando razón de esta forma la forma a lo que JC Mariátegui sostenía “el arte nace del pueblo y va hacía él”. Nada más cierto en el caso de la artista a la que se hace homenaje en esa nota.
Mercedes Sosa, “La Negra” Sosa, interprete tucumana, identificada con el sentir y las vivencias de su pueblo, no solo del que la viera nacer, sino de todo el continente, al que ella supo llegar gracias a la profundidad de sus canciones y a su inconfundible voz. Esta extraordinaria intérprete latinoamericana desapareció a los 74 años de los cuales dedicó más de cincuenta a difundir su arte. De ella se dijo que “era la voz de los sin voz”, es decir la de los desposeídos, de aquellos a los que la vida no les dio nada.
Mercedes vio la primera luz en la provincia argentina de Tucumán un 9 de julio de 1935. Desde sus años juveniles mostró una inclinación innata por la música y danzas tradicionales de tu terruño, lo cual hizo que, a comienzos de los años sesenta, hiciera su primera producción discográfica, titulada Canciones con fundamento, título premonitorio de su carrera musical. Todas las canciones interpretadas por Mercedes Sosa siempre han llevado un mensaje que ella supo transmitir con estilo sin igual. Su inconfundible figura robusta, acariciando el bombo legüero, pronto se hizo conocida, no solo en la Argentina, sino en escenarios del exterior. A finales de la década del sesenta ya era una figura de dimensiones internacionales, con presentaciones triunfales en Europa, Estados Unidos y toda Latinoamérica, experiencias que le permitieron ir recopilando canciones que se adaptaban a su estilo musical, lo cual le permitió contar con un repertorio latinoamericano que pocos artistas han logrado equiparar.
La temática de las canciones que interpretaba Mercedes Sosa la convirtieron en uno de los pilares de lo que, por los años iniciales de la segunda mitad del siglo pasado, se conocía en Latinoamérica como La nueva canción, movimiento artístico rico en autores e intérpretes profundamente ligados al diario vivir de sus gentes. Es, en esos años, que ella graba, en colaboración con los compositores argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, dos de sus más conocidas y notables creaciones discográficas: Cantata Sudamericana y Mujeres Argentinas. En esa misma época graba un homenaje a la poeta y folklorista chilena Violeta Parra, una de cuyas canciones, Gracias a la vida, adquiere estilo y características inconfundibles en la voz de Mercedes Sosa, convirtiéndose en la mas solicitada en cada una de sus presentaciones. Por otro lado, su incansable afán de buscar nuevas canciones para incorporarlas a su repertorio, hace que su horizonte musical se amplíe con composiciones del brasileño Milton Nascimento y de los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, de innegable contenido social.
En la segunda mitad de los años setenta, Argentina fue gobernada por una junta militar que se caracterizó por la brutalidad sangrienta con que reprimió a su pueblo y que cometió crímenes que enlutaron más de treinta mil hogares argentinos, que hasta ahora siguen buscando a sus familiares desaparecidos por las fuerzas represoras. En ese ambiente de terror y persecución la voz de Mercedes Sosa era como una piedra en el zapato para la dictadura. La censura a sus canciones y, el hostigamiento a sus presentaciones, eran problemas con los que ella tenía que lidiar todos los días en la Argentina de esa época. Víctor Heredia, compositor de algunos temas que Mercedes Sosa hizo famosos, como Razón de vivir, dijo en una oportunidad “Ella fue la voz de los que no tenían voz en la época de la dictadura y llevó la angustia por los derechos humanos en Argentina a todo el mundo”. Y era cierto, la cantante no retrocedía un paso en su lucha en contra los opresores. Grabó un disco titulado Hasta la victoria, hecho que no se lo perdonaron, apresándola durante un concierto en la ciudad de La Plata, junto a centenares de asistentes al concierto. El repudio internacional que originó este hecho hizo que los militares liberaran a la artista, la cual tuvo que abandonar Argentina para buscar refugio, primero en París y luego en Madrid, ciudades desde donde continuó denunciando los abusos y crímenes que cometía la junta militar gobernante. Finalmente, cuando estos cayeron luego del desastre de la guerra de las Malvinas, Mercedes Sosa pudo regresar a la tierra que tanto amaba para continuar su carrera artística identificada, con mayor razón ahora, con la problemática social, no solo de Argentina, sino de toda Latinoamérica.
Apasionada por la búsqueda de nuevas experiencias artísticas, Mercedes Sosa hizo presentaciones y grabaciones con artistas de géneros musicales diferentes al suyo, como Charly García, Fito Páez y León Greco. Con este último grabó en vivo una inolvidable versión de Solo le pido a Dios. La carrera de la inolvidable “Negra”, como cariñosamente la llamaba su público, fue en ascenso. Continuó grabando y haciendo presentaciones a través del mundo entero, obteniendo un éxito pocas veces deparado a los artistas latinoamericanos, como lo prueba su presentación en la Capilla Sextina del Vaticano en 1994. En el 2002 se presentó en los Estados Unidos, llenando completamente el Lincoln Center y el Carnagie Hall de Nueva York. Ese mismo año lo hizo en el Coliseum de Roma. Definitivamente había tocado el cielo de la fama.
Durante su carrera artística Mercedes Sosa recibió múltiples muestras de aprecio y cariño de sus innumerables seguidores, centros culturales, universidades, gobiernos y organizaciones internacionales. Las Naciones Unidas le otorgaron el premio UNIFEM, en reconocimiento a su infatigable defensa de los derechos de la mujer. También fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO.
El legado artístico de esta extraordinaria intérprete latinoamericana no solo está representado por la calidad de sus interpretaciones, sino también por su mensaje de paz y defensa de los derechos humanos, además de su indiscutible compromiso para con los desposeídos y con la cultura popular.
Rimay Cóndor