armando zarazú aldave
ESENCIA DE LAS FESTIVIDADES DE FIN DE AÑO
La llegada de la última parte del año viene acompañada de festividades tradicionales, cuyas celebraciones tienen mucho de espiritual como de material. Lamentablemente y gracias a la insistencia de los comerciantes, quienes literalmente bombardean a sus posibles clientes con propaganda de sus productos, el mensaje de espiritualidad se transforma en uno más mundano, de competencia y de satisfacción de egos, más acorde a los tiempos modernos que vivimos que al mensaje esencial de lo que deberían ser las fiestas que se avecinan.
La Navidad es otra fiesta que mueve el fervor de multitudes, no solo en este país, sino en el mundo entero. Sus orígenes, o mejor el motivo de su origen, se remonta a poco más de dos mil años, en medio de la pobreza y humildad de sus personajes. Quien sabe que la imagen que proyecta el nacimiento de un niño en medio de un establo, rodeado de animales, sea más impactante para el creyente que todas las historias tejidas alrededor de dicho suceso. Ahora bien, ¿Cómo se celebra la Navidad? Por todo lo alto, como dirían algunos. Los regalos tienen que ser de marca y cuanto más caros mejor, esto satisface la vanidad del que los hace, muestra su capacidad económica y, en el mundo materialista en que vivimos, lo hace sentirse mejor. Mientras que el que los recibe, también pone su granito de arena en ese mundo banal. Simplemente considera que se lo merece y sería casi un insulto que el regalo que recibe sea de menos calidad y precio. El ego, de los que regalan y de los que los reciben, se infla a fin de año.
Lejanos están los días en que esta festividad, tan íntima y espiritual en su esencia, era celebrada en familia, sin la vana fastuosidad con la que ahora algunos la festejan y muestran a través de las redes sociales, alardeando de sus lujos y posibilidades económicas, olvidando la esencia y el motivo de la festividad.
Ojalá no sea el caso de ustedes estimados lectores. ¡Felices Fiestas de Fin de Año!
Armando Zarazú Aldave
Nota: La fotografía de la cabecera es de Dante Aldave.
La Navidad es otra fiesta que mueve el fervor de multitudes, no solo en este país, sino en el mundo entero. Sus orígenes, o mejor el motivo de su origen, se remonta a poco más de dos mil años, en medio de la pobreza y humildad de sus personajes. Quien sabe que la imagen que proyecta el nacimiento de un niño en medio de un establo, rodeado de animales, sea más impactante para el creyente que todas las historias tejidas alrededor de dicho suceso. Ahora bien, ¿Cómo se celebra la Navidad? Por todo lo alto, como dirían algunos. Los regalos tienen que ser de marca y cuanto más caros mejor, esto satisface la vanidad del que los hace, muestra su capacidad económica y, en el mundo materialista en que vivimos, lo hace sentirse mejor. Mientras que el que los recibe, también pone su granito de arena en ese mundo banal. Simplemente considera que se lo merece y sería casi un insulto que el regalo que recibe sea de menos calidad y precio. El ego, de los que regalan y de los que los reciben, se infla a fin de año.
Lejanos están los días en que esta festividad, tan íntima y espiritual en su esencia, era celebrada en familia, sin la vana fastuosidad con la que ahora algunos la festejan y muestran a través de las redes sociales, alardeando de sus lujos y posibilidades económicas, olvidando la esencia y el motivo de la festividad.
Ojalá no sea el caso de ustedes estimados lectores. ¡Felices Fiestas de Fin de Año!
Armando Zarazú Aldave
Nota: La fotografía de la cabecera es de Dante Aldave.