filomeno zubieta núñez
ESCRITORES BOLOGNESINOS QUE DEJARON HUELLA (II)
EUGENIO GARRO: POLÍGLOTA Y POLÍGRAFO CHIQUIANO
EUGENIO GARRO: POLÍGLOTA Y POLÍGRAFO CHIQUIANO
Uno de los intelectuales que honra a Chiquián, la provincia de Bolognesi y Ancash, en el campo de las letras. Políglota y polígrafo (lingüista, cuentista, ensayista, cronista cultural y traductor). Su labor como traductor además de responder a un medio de vida, puso a prueba su destacado papel de intermediario entre mundos culturales distintos y distantes. Formó parte de la vanguardia intelectual peruana de su tiempo, como parte del círculo de José Carlos Mariátegui. Siempre suscribió sus publicaciones como J. Eugenio Garro o simplemente Eugenio Garro.
Su nacimiento, primeros años y juventud
Nació en Chiquián el 1° de octubre de 1898. Sus padres: don Aurelio Garro Calderón y doña Virginia Lavado Picón. Su madre falleció durante su nacimiento, asumiendo su cuidado su tía materna Catalina. Con las primeras letras aprendidas en el propio Chiquián es llevado a Huaraz donde culmina los estudios primarios. En el Colegio Nacional «La Libertad», cursó la educación secundaria y trabó amistad con muchos jóvenes ancashinos que luego se tornarían en referentes de la cultura y la literatura. Aquí conoció, también, a la que sería su esposa y madre de sus hijos Diofanto y Malena, doña Esther Rosalina Estrada Gaitán. Entre 1915 y 1920, en búsqueda de nuevos horizontes, se traslada a Lima. Se convierte en asiduo visitante de las aulas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como alumno libre, igualmente de las bibliotecas. Cual esponja va absorbiendo todo, su cultura se amplía. Sus lecturas favoritas fueron las obras de Federico Nietzche y Anatole France, como las obras de Manuel Gonzáles Prada.
Perfecciona su conocimiento de idiomas y poco a poco se torna en un eximio políglota con el dominio de por lo menos siete (07) idiomas: castellano, quechua, inglés, francés, alemán, italiano, rumano.
Eugenio Garro y José Carlos Mariátegui
Conoce a José Carlos Mariátegui en 1923 a su retorno de Europa. Para atender sus gastos económicos se desempeña como docente y se dedica a las actividades literarias. Labora como docente en una institución educativa privada y, a partir de 1927, en la recién creada Escuela Penitenciaria de Vigilantes. Sus primeras publicaciones datan de inicios de 1924 en Claridad, revista que dirigiera Víctor Raúl Haya de la Torre y que por los hechos del 23 de mayo de 1923 se viera forzado a asilarse y salir del país. José Carlos Mariátegui asume la dirección e invita a Eugenio Garro a incorporarse como redactor. En la edición de enero de 1924 se incluye su ensayo “La Caridad Humana”. Progresivamente se suma al contingente de jóvenes intelectuales de ideas renovadoras para su patria y la América Latina. Como parte del grupo de Mariátegui suscribe la Declaración de Solidaridad con el escritor José Vasconcelos, a fines de octubre de 1925, ante el ataque conservador y malsano por parte de José Santos Chocano que tuvo como desenlace la muerte de Edwin Elmore (uno de los 14 suscriptores) el 2 de noviembre de 1925, herido por Chocano en la tarde del 31 de octubre.
Eugenio Garro en la revista Variedades
Variedades, revista semanal ilustrada, en circulación desde 1908 bajo la dirección de Clemente Palma (que tenía en alta estima a José C. Mariátegui), acoge los primeros trabajos literarios de J. Eugenio Garro, a partir de 1923 en la sección «Cuentos Nacionales». Progresivamente se van insertando sus cuentos: «Motivo romántico», «Paciencia y mansedumbre», «Aguafuerte», «Los burros», «La misa dominical»; «Japallan-Ollco» o «El Solitario». «El sueño del agua» y «El Huascarán». «Los perros bohemios» y «Los rocines flacos». «Carne de penitencias» I y II, «El indio», «La procesión» y «El cura. «Bethlehem», «Un inferhombre».
Igualmente, las traducciones: «La vida de Panait Istrati, contada por el mismo» y “Jeremías, el hijo de la Selva» de Panait Istrati. Aquí afirma su amistad con los mejores jóvenes intelectuales de la época: Ventura García Calderón, Héctor Velarde, Jorge Basadre, Luis E. Valcárcel, Carlos Parra del Riego, Angélica Palma, Magda Portal, Horacio Urteaga, Felipe Sassone, José Torres Vidaure, Alberto Guillén, Manuel Beingolea, Emilio Romero, José Diez Canseco, Rafael Heliodoro Valle, el fotógrafo Martín Chambi, José Carlos Mariátegui, entre otros.
Eugenio Garro en la Revista Amauta de José Carlos Mariátegui
Como parte de los amigos cercanos de Mariátegui se incorpora al equipo que dará circulación en febrero de 1926 a Libros y Revista, órgano de la Editorial Minerva que servirá de base económica y de circulación para la futura revista Amauta. Su labor es la de traductor y comentarista de las publicaciones que, en francés, inglés u otro idioma europeo, va recibiendo José Carlos Mariátegui. A partir de setiembre de 1926 deja de publicar en Variedades para dedicarse plenamente a Amauta. Solo después del fallecimiento de José Carlos Mariátegui escribió en Variedades unos párrafos de valoración al Amauta con el título que le asignamos “José C. Mariátegui, símbolo del Perú”.
En la primera semana de setiembre de 1926 aparece Amauta, revista mensual de definición ideológica, de estudio de los problemas del Perú, con un ideario definido y, por lo mismo, de «posiciones netas y de perfiles claros». Todas las tardes en la calle Washington N° 554, en el Salón Rojo, a eso de las 5 p.m., Mariátegui se reunía con su equipo de redacción. María Wiesse nos detalla: «Allí estaban, rodeando a Mariátegui, Eguren, Hugo Pesce, José Sabogal, Eugenio Garro, Posada, Julio del Prado, Ernesto Reyna, Martín Adán, Navarro; a veces entraba, por unos instantes, Anita que, con su acento italiano, tan musical, decía dos o tres frases y se iba. Le reclamaban los chiquillos y las atenciones hogareñas».
Como parte del equipo fue partícipe de todos los vaivenes, avatares, tristezas y alegrías por las que atravesó Amauta y su director, en los cuatro años de su circulación con las interrupciones consabidas. Además, de las traducciones de las publicaciones periódicas que recibe Amauta con comentarios, en resumen, publica algunos de sus trabajos. Por ejemplo, el relato “La hija del Cunca” en enero de 1927, teniendo como escenario a lugares familiares de su nacimiento: Chiquián, Pacllón. En ensayos, tenemos: «Los 'Amautas' en la historia peruana: Capítulo de una interpretación filológica de la cultura inkaika.» (noviembre de 1926); «Sobre la poética de González Prada» (julio de 1928); «La iglesia y el Estado» (noviembre-diciembre de 1928); «El progreso como evolución social» (julio-agosto de 1929). Estos ensayos están referidos a temas históricos, sociales, religiosos y literarios.
Eugenio Garro después de Amauta
Con el fallecimiento de Mariátegui, también desaparece la revista Amauta y el grupo organizado a su alrededor se desintegra. Eugenio Garro en 1930 asume el cargo de director del Reformatorio de Menores de Lima, lo que le permite afianzar sus lecturas sobre temas psicológicos e interpretar en mejores condiciones las obras literarias de cotidiana lectura. Estando en el ejercicio de esta funciónse produce el Golpe de Estado del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro (22 de agosto de 1930). Garro, por los antecedentes de haber formado parte del entorno de José Carlos Mariátegui y por sus ideas políticas sufre las consecuencias. Es desterrado a Chile. En el destierro culmina de escribir su libro “Ensayo psicológico sobre La Celestina”, publicado en Santiago de Chile en el año 1934.
A su retorno al país, invitado por el Dr. Luis E. Valcárcel (reemplazante del Dr. Julio C. Tello) y se incorpora al equipo del Museo Nacional de Arqueología, especialmente para tratar con los arqueólogos extranjeros interesados en nuestro pasado milenario, así como para traducir los trabajos al castellano o a lengua extranjera con fines de divulgación. En la Revista del Museo Nacional se fueron publicando estudios de arqueólogos peruanistas con la traducción de Eugenio Garro. Muchas de estas traducciones obtienen formato de libro. Son los casos de los estudios del francés Louis M. Langlois: “Paramonga en 1938” y “Utcubamba: investigaciones arqueológicas en el valle de Utcubamba (Departamento de Amazonas, Perú́)” en 1939.
Acompaña a los arqueólogos extranjeros en sus visitas y exploraciones científicas y redacta informes minuciosos, como “Una excursión al Norte del Perú” en 1940, publicado en la Revista del Museo Nacional con cuadros, gráficos y fotografías a los departamentos de Ancash y La Libertad acompañando al Dr. William Duncan Strong de la Universidad de Columbia. En este informe hay detalles de parte de la provincia de Bolognesi, la cercana a la carretera que unía a Paramonga con el Callejón de Huaylas. En 1938 escribe también el Prólogo de la “Antología de literatos ancashinos” de Leandro Barrionuevo.
Para 1940 anuncia la publicación de su libro “Ancash, un estudio monográfico de carácter histórico, social y cultural”. Su viaje a los Estados Unidos frustró este proyecto. En los últimos años de su permanencia en el Perú mostró un interés particular por los estudios lingüísticos, especialmente por el quechua. Precisamente, en 1939, en la Revista del Museo Nacional publica su ensayo “El quechua del Chinchaysuyo de Ancash”.
Eugenio Garro en los Estados Unidos
A mediados de 1940, como acreedor a una de las tres becas concedidas por la Fundación Gugenheim a investigadores peruanos, se traslada a Chicago, para especializarse en temas lingüísticos. Este hecho es resaltado en una amplia entrevista en La Prensa (27-VI-1940). Desde la Universidad de Chicago, sigue escribiendo para la Revista del Museo Nacional. En 1941 publica su artículo “Simon Guggenheim y la Fundación de Becas para Científicos, Escritores y Artistas de toda América”. También, “Algunos libros franceses”, con comentarios a 15 libros de arqueología, historia, antropología y lingüística de autores franceses y en idioma francés
En Estados Unidos se dedica a la investigación lingüística. Publicados en 1942 y 1944: “The Northern Kechuan Dialects of Peru (Los dialectos quechuas del norte del Perú)”, en la revista American Anthropologist; y, “Kechuan dialect of Callejón de Huaylas (El dialecto quechua del Callejón de Huaylas)” en la revista International Journal of American Linguistic de New York.
En 1942 publica su libro “Manuel Gonzáles Prada. Ideas para un libro sobre los creadores de la peruanidad”, en el Instituto de las Españas en los Estados Unidos de Nueva York. Además, logra culminar estudios universitarios y sustentar la tesis respectiva para obtener el título de Graduado o Máster. Consigue una plaza como docente de español y de idiomas tanto en la Universidad de Chicago como de Nueva York. Para 1946 tenía concluido su libro “Introducción a la Literatura Peruana” que lastimosamente no pudo publicarlo. En 1947 publica su libro “Jorge Icaza: Vida y obra, bibliografía, antología”, en el Instituto de las Españas en los Estados Unidos. A partir de la fecha las ediciones posteriores de Huasipungo, la novela mayor de Jorge Icaza, incluyen el estudio de Eugenio Garro, a manera de «Estudio introductorio».
A inicios de 1959, luego de su jubilación en la Universidad de Chicago, se establece en París y en Koln-Sulz (Colonia, Alemania) por cerca de 20 años. A su retorno a Chicago, en 1979 publica su novela “The Legend of the Red Mask. A Polyphonic Fantasy of Ghosts” bajo el nombre de E. Lavado-Picon, es decir con los apellidos de su madre. Se trata, qué duda cabe, un tributo a la persona que lo trajo al mundo y a su tía Catalina que le brindó el afecto y cuidado maternales.
En febrero de 1988, luego de 48 años y con cerca de 90 años, retorna a Perú en compañía de su hija Malena. Se reúne con viejos amigos como Javier Mariátegui Chiappe, hijo del Amauta. Visita el Cuzco y, naturalmente, Machu Picchu. Viajan a Huaraz, y por razones de salud no llegó a su Chiquián añorado. Luego de varias semanas en Lima retorna a los Estados Unidos.
Descansando con la familia en Chicago
Con más de 91 años a cuestas, Eugenio Garro permanecía horas y horas en su dormitorio escritorio, ensimismado en sus recuerdos y documentos. Progresivamente su salud se fue resquebrajando. Falleció en Chicago el 18 de marzo de 1990. Sus restos descansan junto al de su esposa Esther Rosalina Estrada Gaitán fallecida en 1986, como de su hijo Diofanto, en la tumba familiar Sutton de su hija Malena en el cementerio de Chicago, Estados Unidos.
La vida de Eugenio Garro está llena de enseñanzas. Una persona de humilde cuna, con el quechua como lengua materna, con limitaciones de atención en la infancia y adolescencia se sobrepone a todo y, progresivamente, logra plasmar sus aspiraciones académicas, personales e intelectuales. Dominar varios idiomas, convertirse en un buen escritor componiendo cuentos dedicados al Perú profundo y a los indígenas, identificarse con las posturas progresistas asumiendo los postulados de José Carlos Mariátegui; escribir ensayos de temática diversa con toda solvencia académica; traducir a los escritores de Norteamérica y Europa tornándolos en conocidos por las mayorías; esto y mucho más, merece ser valorado.
Su trayectoria vital es toda una lección de vida a ser asumida, emulada. Para los bolognesinos y ancashinos es motivo de orgullo tener hijos de la talla de Eugenio Garro. Pero también un reto de conocer sus trabajos, valorarlos y asumir compromisos de dar continuidad a su legado, desde su propia perspectiva y concepción.
Filomeno Zubieta Núñez
[email protected] 22.02.2022
Su nacimiento, primeros años y juventud
Nació en Chiquián el 1° de octubre de 1898. Sus padres: don Aurelio Garro Calderón y doña Virginia Lavado Picón. Su madre falleció durante su nacimiento, asumiendo su cuidado su tía materna Catalina. Con las primeras letras aprendidas en el propio Chiquián es llevado a Huaraz donde culmina los estudios primarios. En el Colegio Nacional «La Libertad», cursó la educación secundaria y trabó amistad con muchos jóvenes ancashinos que luego se tornarían en referentes de la cultura y la literatura. Aquí conoció, también, a la que sería su esposa y madre de sus hijos Diofanto y Malena, doña Esther Rosalina Estrada Gaitán. Entre 1915 y 1920, en búsqueda de nuevos horizontes, se traslada a Lima. Se convierte en asiduo visitante de las aulas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como alumno libre, igualmente de las bibliotecas. Cual esponja va absorbiendo todo, su cultura se amplía. Sus lecturas favoritas fueron las obras de Federico Nietzche y Anatole France, como las obras de Manuel Gonzáles Prada.
Perfecciona su conocimiento de idiomas y poco a poco se torna en un eximio políglota con el dominio de por lo menos siete (07) idiomas: castellano, quechua, inglés, francés, alemán, italiano, rumano.
Eugenio Garro y José Carlos Mariátegui
Conoce a José Carlos Mariátegui en 1923 a su retorno de Europa. Para atender sus gastos económicos se desempeña como docente y se dedica a las actividades literarias. Labora como docente en una institución educativa privada y, a partir de 1927, en la recién creada Escuela Penitenciaria de Vigilantes. Sus primeras publicaciones datan de inicios de 1924 en Claridad, revista que dirigiera Víctor Raúl Haya de la Torre y que por los hechos del 23 de mayo de 1923 se viera forzado a asilarse y salir del país. José Carlos Mariátegui asume la dirección e invita a Eugenio Garro a incorporarse como redactor. En la edición de enero de 1924 se incluye su ensayo “La Caridad Humana”. Progresivamente se suma al contingente de jóvenes intelectuales de ideas renovadoras para su patria y la América Latina. Como parte del grupo de Mariátegui suscribe la Declaración de Solidaridad con el escritor José Vasconcelos, a fines de octubre de 1925, ante el ataque conservador y malsano por parte de José Santos Chocano que tuvo como desenlace la muerte de Edwin Elmore (uno de los 14 suscriptores) el 2 de noviembre de 1925, herido por Chocano en la tarde del 31 de octubre.
Eugenio Garro en la revista Variedades
Variedades, revista semanal ilustrada, en circulación desde 1908 bajo la dirección de Clemente Palma (que tenía en alta estima a José C. Mariátegui), acoge los primeros trabajos literarios de J. Eugenio Garro, a partir de 1923 en la sección «Cuentos Nacionales». Progresivamente se van insertando sus cuentos: «Motivo romántico», «Paciencia y mansedumbre», «Aguafuerte», «Los burros», «La misa dominical»; «Japallan-Ollco» o «El Solitario». «El sueño del agua» y «El Huascarán». «Los perros bohemios» y «Los rocines flacos». «Carne de penitencias» I y II, «El indio», «La procesión» y «El cura. «Bethlehem», «Un inferhombre».
Igualmente, las traducciones: «La vida de Panait Istrati, contada por el mismo» y “Jeremías, el hijo de la Selva» de Panait Istrati. Aquí afirma su amistad con los mejores jóvenes intelectuales de la época: Ventura García Calderón, Héctor Velarde, Jorge Basadre, Luis E. Valcárcel, Carlos Parra del Riego, Angélica Palma, Magda Portal, Horacio Urteaga, Felipe Sassone, José Torres Vidaure, Alberto Guillén, Manuel Beingolea, Emilio Romero, José Diez Canseco, Rafael Heliodoro Valle, el fotógrafo Martín Chambi, José Carlos Mariátegui, entre otros.
Eugenio Garro en la Revista Amauta de José Carlos Mariátegui
Como parte de los amigos cercanos de Mariátegui se incorpora al equipo que dará circulación en febrero de 1926 a Libros y Revista, órgano de la Editorial Minerva que servirá de base económica y de circulación para la futura revista Amauta. Su labor es la de traductor y comentarista de las publicaciones que, en francés, inglés u otro idioma europeo, va recibiendo José Carlos Mariátegui. A partir de setiembre de 1926 deja de publicar en Variedades para dedicarse plenamente a Amauta. Solo después del fallecimiento de José Carlos Mariátegui escribió en Variedades unos párrafos de valoración al Amauta con el título que le asignamos “José C. Mariátegui, símbolo del Perú”.
En la primera semana de setiembre de 1926 aparece Amauta, revista mensual de definición ideológica, de estudio de los problemas del Perú, con un ideario definido y, por lo mismo, de «posiciones netas y de perfiles claros». Todas las tardes en la calle Washington N° 554, en el Salón Rojo, a eso de las 5 p.m., Mariátegui se reunía con su equipo de redacción. María Wiesse nos detalla: «Allí estaban, rodeando a Mariátegui, Eguren, Hugo Pesce, José Sabogal, Eugenio Garro, Posada, Julio del Prado, Ernesto Reyna, Martín Adán, Navarro; a veces entraba, por unos instantes, Anita que, con su acento italiano, tan musical, decía dos o tres frases y se iba. Le reclamaban los chiquillos y las atenciones hogareñas».
Como parte del equipo fue partícipe de todos los vaivenes, avatares, tristezas y alegrías por las que atravesó Amauta y su director, en los cuatro años de su circulación con las interrupciones consabidas. Además, de las traducciones de las publicaciones periódicas que recibe Amauta con comentarios, en resumen, publica algunos de sus trabajos. Por ejemplo, el relato “La hija del Cunca” en enero de 1927, teniendo como escenario a lugares familiares de su nacimiento: Chiquián, Pacllón. En ensayos, tenemos: «Los 'Amautas' en la historia peruana: Capítulo de una interpretación filológica de la cultura inkaika.» (noviembre de 1926); «Sobre la poética de González Prada» (julio de 1928); «La iglesia y el Estado» (noviembre-diciembre de 1928); «El progreso como evolución social» (julio-agosto de 1929). Estos ensayos están referidos a temas históricos, sociales, religiosos y literarios.
Eugenio Garro después de Amauta
Con el fallecimiento de Mariátegui, también desaparece la revista Amauta y el grupo organizado a su alrededor se desintegra. Eugenio Garro en 1930 asume el cargo de director del Reformatorio de Menores de Lima, lo que le permite afianzar sus lecturas sobre temas psicológicos e interpretar en mejores condiciones las obras literarias de cotidiana lectura. Estando en el ejercicio de esta funciónse produce el Golpe de Estado del comandante Luis Miguel Sánchez Cerro (22 de agosto de 1930). Garro, por los antecedentes de haber formado parte del entorno de José Carlos Mariátegui y por sus ideas políticas sufre las consecuencias. Es desterrado a Chile. En el destierro culmina de escribir su libro “Ensayo psicológico sobre La Celestina”, publicado en Santiago de Chile en el año 1934.
A su retorno al país, invitado por el Dr. Luis E. Valcárcel (reemplazante del Dr. Julio C. Tello) y se incorpora al equipo del Museo Nacional de Arqueología, especialmente para tratar con los arqueólogos extranjeros interesados en nuestro pasado milenario, así como para traducir los trabajos al castellano o a lengua extranjera con fines de divulgación. En la Revista del Museo Nacional se fueron publicando estudios de arqueólogos peruanistas con la traducción de Eugenio Garro. Muchas de estas traducciones obtienen formato de libro. Son los casos de los estudios del francés Louis M. Langlois: “Paramonga en 1938” y “Utcubamba: investigaciones arqueológicas en el valle de Utcubamba (Departamento de Amazonas, Perú́)” en 1939.
Acompaña a los arqueólogos extranjeros en sus visitas y exploraciones científicas y redacta informes minuciosos, como “Una excursión al Norte del Perú” en 1940, publicado en la Revista del Museo Nacional con cuadros, gráficos y fotografías a los departamentos de Ancash y La Libertad acompañando al Dr. William Duncan Strong de la Universidad de Columbia. En este informe hay detalles de parte de la provincia de Bolognesi, la cercana a la carretera que unía a Paramonga con el Callejón de Huaylas. En 1938 escribe también el Prólogo de la “Antología de literatos ancashinos” de Leandro Barrionuevo.
Para 1940 anuncia la publicación de su libro “Ancash, un estudio monográfico de carácter histórico, social y cultural”. Su viaje a los Estados Unidos frustró este proyecto. En los últimos años de su permanencia en el Perú mostró un interés particular por los estudios lingüísticos, especialmente por el quechua. Precisamente, en 1939, en la Revista del Museo Nacional publica su ensayo “El quechua del Chinchaysuyo de Ancash”.
Eugenio Garro en los Estados Unidos
A mediados de 1940, como acreedor a una de las tres becas concedidas por la Fundación Gugenheim a investigadores peruanos, se traslada a Chicago, para especializarse en temas lingüísticos. Este hecho es resaltado en una amplia entrevista en La Prensa (27-VI-1940). Desde la Universidad de Chicago, sigue escribiendo para la Revista del Museo Nacional. En 1941 publica su artículo “Simon Guggenheim y la Fundación de Becas para Científicos, Escritores y Artistas de toda América”. También, “Algunos libros franceses”, con comentarios a 15 libros de arqueología, historia, antropología y lingüística de autores franceses y en idioma francés
En Estados Unidos se dedica a la investigación lingüística. Publicados en 1942 y 1944: “The Northern Kechuan Dialects of Peru (Los dialectos quechuas del norte del Perú)”, en la revista American Anthropologist; y, “Kechuan dialect of Callejón de Huaylas (El dialecto quechua del Callejón de Huaylas)” en la revista International Journal of American Linguistic de New York.
En 1942 publica su libro “Manuel Gonzáles Prada. Ideas para un libro sobre los creadores de la peruanidad”, en el Instituto de las Españas en los Estados Unidos de Nueva York. Además, logra culminar estudios universitarios y sustentar la tesis respectiva para obtener el título de Graduado o Máster. Consigue una plaza como docente de español y de idiomas tanto en la Universidad de Chicago como de Nueva York. Para 1946 tenía concluido su libro “Introducción a la Literatura Peruana” que lastimosamente no pudo publicarlo. En 1947 publica su libro “Jorge Icaza: Vida y obra, bibliografía, antología”, en el Instituto de las Españas en los Estados Unidos. A partir de la fecha las ediciones posteriores de Huasipungo, la novela mayor de Jorge Icaza, incluyen el estudio de Eugenio Garro, a manera de «Estudio introductorio».
A inicios de 1959, luego de su jubilación en la Universidad de Chicago, se establece en París y en Koln-Sulz (Colonia, Alemania) por cerca de 20 años. A su retorno a Chicago, en 1979 publica su novela “The Legend of the Red Mask. A Polyphonic Fantasy of Ghosts” bajo el nombre de E. Lavado-Picon, es decir con los apellidos de su madre. Se trata, qué duda cabe, un tributo a la persona que lo trajo al mundo y a su tía Catalina que le brindó el afecto y cuidado maternales.
En febrero de 1988, luego de 48 años y con cerca de 90 años, retorna a Perú en compañía de su hija Malena. Se reúne con viejos amigos como Javier Mariátegui Chiappe, hijo del Amauta. Visita el Cuzco y, naturalmente, Machu Picchu. Viajan a Huaraz, y por razones de salud no llegó a su Chiquián añorado. Luego de varias semanas en Lima retorna a los Estados Unidos.
Descansando con la familia en Chicago
Con más de 91 años a cuestas, Eugenio Garro permanecía horas y horas en su dormitorio escritorio, ensimismado en sus recuerdos y documentos. Progresivamente su salud se fue resquebrajando. Falleció en Chicago el 18 de marzo de 1990. Sus restos descansan junto al de su esposa Esther Rosalina Estrada Gaitán fallecida en 1986, como de su hijo Diofanto, en la tumba familiar Sutton de su hija Malena en el cementerio de Chicago, Estados Unidos.
La vida de Eugenio Garro está llena de enseñanzas. Una persona de humilde cuna, con el quechua como lengua materna, con limitaciones de atención en la infancia y adolescencia se sobrepone a todo y, progresivamente, logra plasmar sus aspiraciones académicas, personales e intelectuales. Dominar varios idiomas, convertirse en un buen escritor componiendo cuentos dedicados al Perú profundo y a los indígenas, identificarse con las posturas progresistas asumiendo los postulados de José Carlos Mariátegui; escribir ensayos de temática diversa con toda solvencia académica; traducir a los escritores de Norteamérica y Europa tornándolos en conocidos por las mayorías; esto y mucho más, merece ser valorado.
Su trayectoria vital es toda una lección de vida a ser asumida, emulada. Para los bolognesinos y ancashinos es motivo de orgullo tener hijos de la talla de Eugenio Garro. Pero también un reto de conocer sus trabajos, valorarlos y asumir compromisos de dar continuidad a su legado, desde su propia perspectiva y concepción.
Filomeno Zubieta Núñez
[email protected] 22.02.2022