HUASTA
Escribir de tus encantos es cosa madura,
en la página de la latitud de los tiempos, pueblo mío, donde me formé con cordura siendo aún niño, corriendo por tus campos. Cabalgabas en la vena mayor del alba, al anochecer, de las tabernas nocturnas salían voces de bohemios que alocaban a las mujeres: las Oré, las Valderramas En tu Plaza de Armas se alzan los árboles coposos eucaliptos, rodeado de piedritas, desde sus entornos, desde sus rededores, parece que nos unen, con raíces benditas. Escribo estos versos para tus habitantes, para ti pueblo querido, escribo con amor que nace en la fragua de mis sentimientos, cantando a los ichus del ande, con primor. Crecí de pie como árboles de tus quebradas, absorbí los rayos de las nieves cordilleranas, inicié en tu escuela mis primeras andanadas de escribidor andino, sobre nuestras historias. Aquí aprendí a ser libre como los cóndores, tomando agua cristalina de Manyampagcha, bebiendo todos los días, con mis trabajadores cultivamos la unidad, como madre maestra. Seré el sueño ambicioso del granito de arena agua de fuego, viento que sopla sobre la tierra, aprendí a querer a la mujer como compañera, todas hermosa, trabajadoras, mujer de la sierra. Eres tierra hermosa linda invencible, soñadora, que estos versos hablen por todos los callados, hace mucho tiempo no piden uso de la palabra, no los encuentro en los escenarios, a tus hijos. Noviembre 1988 9no. Poema. Poemario Tiempos de Encuentros. Alfonzo Valderrama González [email protected] |